Recupera el asombro
Débora de Rivera: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que a veces leer la Biblia es una experiencia vibrante y enriquecedora. Sin embargo…
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hay otros momentos en los que leerla o escuchar las Escrituras se siente seco, aburrido y sin vida. Y si no has pasado por eso, tal vez no has sido cristiano por más de una semana.
Débora: Descubre qué hace la diferencia.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones, con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 13 de noviembre de 2025.
Espero que te unas a nosotras en esta serie mientras le recordamos a nuestros corazones la alegría de pasar tiempo en la Palabra de Dios todos los días.
Fuera de la Palabra de Dios, fuera de pasar tiempo diariamente en las Escrituras, tú y yo nunca vamos a experimentar la libertad, plenitud y abundancia en Cristo que …
Débora de Rivera: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que a veces leer la Biblia es una experiencia vibrante y enriquecedora. Sin embargo…
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hay otros momentos en los que leerla o escuchar las Escrituras se siente seco, aburrido y sin vida. Y si no has pasado por eso, tal vez no has sido cristiano por más de una semana.
Débora: Descubre qué hace la diferencia.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones, con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 13 de noviembre de 2025.
Espero que te unas a nosotras en esta serie mientras le recordamos a nuestros corazones la alegría de pasar tiempo en la Palabra de Dios todos los días.
Fuera de la Palabra de Dios, fuera de pasar tiempo diariamente en las Escrituras, tú y yo nunca vamos a experimentar la libertad, plenitud y abundancia en Cristo que estamos destinadas a conocer. Nancy DeMoss Wolgemuth sabe que esto es cierto en su propia vida. Hace un tiempo, ella habló en un evento llamado la Semana de los Fundadores, una conferencia que se lleva a cabo en el Instituto Bíblico Moody en Chicago. Ella retó a quienes estaban allí a deleitarse en la preciosa Palabra de Dios. Hoy y mañana ella hará lo mismo contigo y conmigo.
Aquí está Nancy.
Nancy: La última vez que hablé en la Semana de los Fundadores fue hace ya unos años y quiero compartir con ustedes un pequeño vistazo tras bastidores de esa semana: había un hombre al que yo conocía y respetaba profesionalmente, y él sabía que yo estaría allí esa semana. Él me preguntó si podía reunirse conmigo el día antes de que yo hablara en el lugar, así que acepté.
Robert Wolgemuth era viudo en ese momento y yo tenía cincuenta y seis años y nunca me había casado. Tuve la sensación de que él no solo quería saludarme y decirme hola. Y bueno, una pequeña pista de lo que sucedería esa noche fue que él tenía una cena, el día antes de que yo hablara, en Nashville.
En ese entonces, Robert vivía en Orlando, así que programó su vuelo de Orlando a Nashville, pasando por Chicago, para tener una reunión que solo duraría noventa minutos.
Robert llegó primero al Instituto Moody mientras yo conducía hacia la ciudad desde el otro lado del lago, en Michigan. Y cuando Robert llegó aquí se conectó con Greg Thornton.
Y me encanta la manera en que Robert ama a Greg y a Grace. Robert conectó con Greg, que había sido un querido amigo de ambos durante muchos años, y le dijo por qué estaba ahí. Le preguntó si podía tomar prestada su oficina para nuestra reunión, a lo que Greg accedió amablemente.
Y debo mencionar que Greg es un hombre tranquilo y calmado. Así que cuando salió de su oficina para que nosotros pudiéramos reunirnos allí, se fue para almorzar con su esposa. Y más tarde supe lo que le dijo a Grace. Le dijo: «¡No creerás lo que está pasando en mi oficina ahora mismo!».
¡La verdad es que los dos estábamos tan nerviosos! Aunque no puedo hablar por Robert, sé que yo estaba muy nerviosa. Robert me preguntó si yo estaría abierta a comenzar una amistad. Y esa fue nuestra primera cita. Tres meses después nos comprometimos, (y se pone aún mejor), por lo que ¡seis meses después nos casamos! Hace poco estábamos celebrando un aniversario más. No podría estar más agradecida por la oficina de Greg, y por el regalo de este precioso hombre.
Esta mañana, en mi tiempo devocional, llegué por casualidad al libro de Cantar de los Cantares, y permíteme decirte que este libro ha adquirido un significado totalmente nuevo. Eso no estaba en mis notas.
Les dije a Greg y a Grace después de que tuvimos esa preciosa reunión: «Él es un hombre gentil y un caballero». Robert es un amigo, un pastor, y siempre me anima. ¡Cuánto lo amo!
Y también estoy agradecida con los miembros de la familia de Robert que viven en la zona de Chicago y que están aquí con nosotros esta noche, y a uno que voló desde Denver para asistir a algunas reuniones. Estoy realmente agradecida por la manera en que ellos me han adoptado en su familia.
Robert y yo acabamos de escribir nuestro primer libro juntos. Y lo titulamos: «Puedes confiar en Dios para escribir tu historia». ¡Y es verdad!
Puede que estés en el último año del Instituto Moody y que pienses que si no tienes pareja a estas alturas, bueno eso querría decir que nunca la tendrás. Bueno, déjame decirte que puedes confiar en que Dios escribirá tu historia.
Y este libro no trata solo de nuestra historia, sino de muchas otras historias de personas en tiempos y lugares difíciles que han aprendido a abrazar los misterios de la providencia infalible de Dios. Él es tan, tan bueno.
Así que, quiero pedirte, ¿orarías conmigo? Señor, tu Palabra, dice que has exaltado sobre todas las cosas Tu Nombre y Tu Palabra. Así que te pido que me ayudes y que nos ayudes a hacer lo mismo hoy. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.
Bueno, probablemente no tenga que decirte que no todo el mundo está de acuerdo con el Instituto Bíblico Moody sobre el valor y la preeminencia de la Biblia.
El otro día estaba en casa de una amiga y me fijé en un libro que ella tenía, que se titulaba: «1,001 Libros que debes leer antes de morir». No puedo ni imaginarme leer tantos libros antes de morir, pero allí había una lista de libros para leer. Fue editada por un profesor de literatura inglesa, así que incluía clásicos como: «Las Mil y una Noches», «Cumbres Borrascosas», «Guerra y Paz», «Mujercitas», y muchos otros libros que probablemente la mayoría de nosotros no hemos escuchado antes.
Luego me di cuenta de que, sorprendentemente, este libro de los «1,001 Libros que debes leer antes de morir», ¡no incluía la Biblia!
Hace un tiempo, la Biblia entró en otra lista. La primavera pasada, los editores de la revista GQ escribieron un ensayo titulado: «21 Libros que no hay que leer». Y en ese ensayo decían que muchos de los libros clásicos que siempre nos han dicho que son «de lectura obligatoria», en realidad estaban sobrevalorados y no valía la pena leerlos, y deberían eliminarse de lo que se ha llamado la lista de «grandes libros».
Bueno, esa listade «21 Libros que no hay que leer» incluía obras como: «El viejo y el Mar», de Hemingway; «Las Aventuras de Huckleberry Finn», de Mark Twain; y «El Señor de los Anillos», de Tolkein.
Y entre esos «21 Libros que no hay que leer» estaba la Biblia. Y esto es lo que decían, en parte, acerca de la Biblia: «Aquellos que han leído la Biblia saben que hay algunas partes buenas, pero en general, no es ciertamente la cosa más fina que el hombre haya producido jamás. Es repetitiva, contradictoria, acusadora, tonta e incluso a veces malintencionada».
Ahora, como cristianos, somos personas de la Biblia. Pero a veces perdemos la maravilla de la Palabra. Así que hoy le pido a Dios que nos dé un nuevo sentido de la belleza y la dulzura de Su Palabra, que nos ayude a amarla y a deleitarnos en ella. Y no se me ocurre un mejor pasaje para ayudarnos a hacerlo que el Salmo 119, así que les voy a pedir que lean conmigo el Salmo 119.
Algunos de los mensajes que hemos visto durante el evento de esta semana se han centrado en dos versículos. Y me han encantado esos mensajes. Pero hoy quiero que veamos el capítulo más largo de la Biblia, que tiene 176 versículos para ser exactos.
Hace años tuve un amigo, que ahora está con el Señor, que me contó que cuando él era niño, su mamá les leía en voz alta a sus cinco hijos cinco capítulos de la Palabra de Dios todos los días (su papá era evangelista y a menudo estaba fuera de la casa). Y este hombre, al recordar su niñez, me dijo: «Cuando ella llegó al Salmo 119, pensé que había llegado la eternidad».
También leí acerca de un ministro del siglo XVII que fue condenado a morir en la horca. La costumbre era que al condenado se le permitía elegir un salmo para ser cantado, y él eligió el Salmo 119. Antes de que terminara el salmo, llegó un mensajero trayendo noticias de un indulto, ¡y se le perdonó la vida! Resultó que este hombre estaba esperando ese indulto, ¡y eligió intencionadamente el Salmo 119 como táctica dilatoria!
Y se han escrito muchas obras extensas sobre este salmo. Thomas Manton fue un clérigo puritano del siglo XVII que escribió una obra de tres volúmenes, casi 1700 páginas, 190 largos capítulos sobre el Salmo 119. Era más de un capítulo por versículo. Y luego nuestro amigo Charles Haddon Spurgeon, en su libro: «El Tesoro de David», su comentario sobre los Salmos, dedicó 350 páginas al Salmo 119; más de 250,000 palabras.
Pero no haremos nada de eso hoy.
Como probablemente ya sepas, este salmo está hermosamente estructurado. Es una hermosa pieza literaria; una poesía hebrea que forma un acróstico. Hay veintidós letras en el alfabeto hebreo, y en este salmo hay veintidós estrofas, o unidades, cada una de las cuales tiene ocho versículos. Y cada una de esas unidades está construida sobre una letra diferente del alfabeto hebreo en secuencia, desde la A hasta la Z. Y cada verso de esa estrofa comienza con esa misma letra. Realmente está estructurado de una manera preciosa.
Un comentarista dijo que el Salmo 119 es un alfabeto de oraciones y reflexiones sobre la Palabra de Dios. Después de los primeros versículos, que vamos a leer dentro de un momento, el resto del salmo es en realidad una oración. El salmista le habla a Dios sobre Su Palabra.
Y quiero leer varias estrofas de este salmo. En realidad, pensé leer todo el salmo, y se puede hacer en quince minutos. Eso podría haber sido lo mejor, porque cualquier cosa que diga la Palabra de Dios es más poderosa que cualquier cosa que yo pudiera decir al respecto.
Y voy a leer solo algunas de esas estrofas, una pequeña muestra de todo este salmo. Y mientras, quiero que dejemos que nuestros corazones sean lavados con el agua de Su Palabra, quiero que percibamos y que sintamos cómo se sentía el salmista acerca de la Palabra de Dios. Así que permítanme pedirles que se pongan de pie en honor de la Palabra de Dios mientras leo, comenzando en el versículo 1 del Salmo 119.
Si deseas desplazarte allí en tu teléfono, siéntete libre de hacerlo. Y sé que tenemos muchas traducciones diferentes. Yo voy a estar leyendo de la Nueva Biblia de Las Américas, y te diré qué versículos estamos leyendo en la medida que lo hacemos.
Esta es la Palabra del Señor, versículo 1:
«¡Cuán bienaventurados son los de camino perfecto, los que andan en la ley del Señor! ¡Cuán bienaventurados son los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón lo buscan! No cometen iniquidad, sino que andan en Sus caminos.
Tú has ordenado tus preceptos, para que los guardemos con diligencia. ¡Ojalá mis caminos sean afirmados para guardar Tus estatutos! Entonces no seré avergonzado, al considerar todos Tus mandamientos. Con rectitud de corazón te daré gracias, al aprender Tus justos juicios. Tus estatutos guardaré; no me dejes en completo desamparo.
¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando Tu Palabra, para no pecar contra Ti. Con todo mi corazón te he buscado; no dejes que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón he atesorado Tu Palabra, para no pecar contra Ti.
Bendito tú, oh Señor; enséñame Tus estatutos. He contado con mis labios de todas las ordenanzas de tu boca. Me he gozado en el camino de Tus testimonios, más que en todas las riquezas. Meditaré en Tus preceptos, y consideraré Tus caminos. Me deleitaré en Tus estatutos, y no olvidaré Tu Palabra» (vv. 1-16)
Ahora avancemos al versículo 41:
«Venga también a mí Tu misericordia, oh Señor, Tu salvación, conforme a Tu Palabra. Así tendré respuesta para el que me afrenta, pues confío en Tu Palabra.
No quites jamás de mi boca la palabra de verdad, porque yo espero en Tus ordenanzas. Así que guardaré continuamente Tu ley, para siempre y eternamente. Y andaré en libertad, porque busco Tus preceptos.
Hablaré también de Tus testimonios delante de reyes, y no me avergonzaré. Me deleitaré en Tus mandamientos, los cuales amo. Levantaré mis manos a Tus mandamientos, los cuales amo, y meditaré en Tus estatutos» (vv. 41-48).
Versículo 97:
«¡Cuánto amo Tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, porque son míos para siempre.
Tengo más discernimiento que todos mis maestros, porque Tus testimonios son mi meditación. Entiendo más que los ancianos, porque Tus preceptos he guardado.
De todo mal camino he refrenado mis pies, para guardar Tu palabra. No me he desviado de Tus ordenanzas, porque Tú me has enseñado. ¡Cuán dulces son a mi paladar Tus palabras!, sí, más que la miel a mi boca. De Tus preceptos recibo entendimiento, por tanto aborrezco todo camino de mentira» (vv. 97-104)
Versículo 137:
«Justo eres tú, Señor, y rectos Tus juicios. Has ordenado Tus testimonios con justicia, y con suma fidelidad. Mi celo me ha consumido, porque mis adversarios han olvidado Tus palabras.
Es muy pura Tu palabra, y Tu siervo la ama. Pequeño soy, y despreciado, pero no me olvido de Tus preceptos. Tu justicia es justicia eterna, y Tu ley verdad.
Angustia y aflicción han venido sobre mí, pero Tus mandamientos son mi deleite. Tus testimonios son justos para siempre; dame entendimiento para que yo viva» (vv. 137-144).
Y versículo 161 al 176:
«Príncipes me persiguen sin causa, pero mi corazón teme Tus palabras. Me regocijo en Tu palabra, como quien halla un gran botín. Aborrezco y desprecio la mentira, pero amo Tu ley.
Siete veces al día te alabo, a causa de Tus justas ordenanzas. Mucha paz tienen los que aman Tu ley, y nada los hace tropezar. Espero Tu salvación, Señor, y cumplo tus mandamientos.
Mi alma guarda Tus testimonios, y en gran manera los amo. Guardo Tus preceptos y Tus testimonios, porque todos mis caminos están delante de Ti. Que llegue mi clamor ante Ti, Señor; conforme a Tu palabra dame entendimiento.
Llegue mi súplica delante de Ti; líbrame conforme a Tu palabra. Que profieran mis labios alabanzas, pues Tú me enseñas Tus estatutos. Que cante mi lengua de Tu palabra, porque todos tus mandamientos son justicia.
Que esté pronta Tu mano a socorrerme, porque Tus preceptos he escogido. Anhelo Tu salvación, Señor, y Tu ley es mi deleite. Que viva mi alma para alabarte, y que Tus ordenanzas me ayuden.
Me he descarriado como oveja perdida; busca a Tu siervo, porque no me olvido de Tus mandamientos».
Esta es la Palabra del Señor. Pueden sentarse.
Sam Storms, en su precioso devocional sobre los Salmos, dice que este salmo nos muestra la «alucinante belleza, el poder que mata el pecado y la impresionante extensión de la Palabra de Dios». ¡Me encanta! En estos versículos que acabamos de leer, hemos escuchado al menos ocho sinónimos de la Palabra de Dios:
- La ley del Señor
- Sus testimonios
- Sus preceptos
- Sus estatutos
- Sus mandamientos
- Sus ordenanzas
- Su Palabra
- Su promesa
También escuchamos algunos adjetivos para la Palabra de Dios.
- Es recta.
- Es buena.
- Es completamente pura.
- Es digna de confianza.
- Es justa.
- Es maravillosa.
- Es verdadera.
- Es dulce.
Y hay cuatro tipos de afirmaciones que he podido encontrar en el Salmo 119, y casi cada versículo cae en una o más de estas cuatro categorías. Quiero mencionar tres de ellas, y luego estudiaremos la cuarta categoría por el resto de nuestro tiempo hoy.
En primer lugar, encontrarás afirmaciones, observaciones sobre Dios y Su Palabra. Por ejemplo, el versículo 89 dice: «Para siempre, oh Señor, Tu palabra está firme en los cielos».
Luego, encontrarás resoluciones en las que el salmista resuelve y promete buscar a Dios y andar en Sus caminos. Por ejemplo, en el versículo 15 dice: «Meditaré en Tus preceptos, y consideraré Tus caminos». Resoluciones.
Y luego hay muchas peticiones en las que el salmista le suplica a Dios que le ayude. Él le dice muchas veces al Señor: «Enséñame, Señor, el camino de Tus estatutos».
Hay muchos grandes maestros aquí en el Instituto Bíblico Moody. Ellos saben, y ustedes saben, que nadie puede enseñarnos la Palabra de Dios. No podemos aprenderla aparte del poder del Espíritu Santo.
El cuarto tipo de declaraciones que se encuentran a lo largo de todo este Salmo, y hemos escuchado muchas de ellas en lo que acabo de leer, son declaraciones de adoración o celebración, donde el salmista alaba a Dios por la maravilla, la belleza y la dulzura de Su Palabra.
Versículo 24: «Tus testimonios son mi deleite».
Versículo 97: «¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación».
Versículo 103: «¡Cuán dulces son a mi paladar Tus palabras!, sí, más que la miel a mi boca».
Esta mañana rápidamente conté que la palabra «deleite», al menos en mi traducción, aparece ocho veces en el Salmo 119, si no es que conté mal, y la palabra «amor» aparece diez veces. Ahora, estas se traducen en algunas palabras hebreas diferentes, pero en español es «deleite», «Me deleito en Tu ley, amo Tu ley». Hoy nos vamos a enfocar en esa declaración.
Probablemente, asumirías que aquellos de nosotros que estamos asociados con el Instituto Bíblico Moody naturalmente amaríamos la Palabra de Dios, nos deleitaríamos en ella y sería preciosa para nosotros. Pero, ¿has descubierto tú, de la misma manera que yo, que la familiaridad puede hacer que hasta los tesoros más ricos y dulces parezcan comunes?
A lo largo de los años, varios graduados de Moody han formado parte de nuestro personal ministerial, y qué regalo han sido para nuestro ministerio. Recuerdo que uno de ellos me dijo hace años: «Cuando estudiaba en el Instituto Bíblico Moody, la Palabra me llegaba de todas partes. Pero desearía haber pasado más tiempo a solas con Dios, conociéndole, cultivando una relación personal con Él, aprendiendo a confiar en Él, y dejando que Su Palabra se arraigara profundamente en mi vida».
Muchos de nosotros, tanto si hemos estado en Moody como si nos hemos sentado bajo una gran enseñanza bíblica, podríamos decir lo mismo.
Yo conocí a Cristo cuando era solo una niña. He estado en la iglesia toda mi vida, desde nueve meses antes de nacer, para ser exacta. Asistí a la escuela cristiana desde el jardín de infantes hasta el final. Asistí al instituto bíblico y durante los últimos cuarenta años, he tenido la dicha de servir en el ministerio vocacional y enseñar la Palabra de Dios a otros. Ha habido momentos en los que leer y estudiar la Palabra de Dios y escuchar la predicación era un gran deleite. Pero ha habido otros momentos en que lo he sentido más como un deber, una tarea, una obligación.
Hay momentos en que la Palabra de Dios me parece tan viva y rica, pero hay otros momentos en que leer o escuchar las Escrituras se siente seco, aburrido y sin vida. Y si tú no has pasado por eso, entonces tal vez no has sido cristiana por más de una semana. He descubierto que el problema en esos momentos no es con la Palabra de Dios, sino con la condición de mi corazón, que es la que hace toda la diferencia.
Entonces, en el Salmo 119, vemos a un hombre cuya relación con Dios y con Su Palabra es todo menos fría y seca. Palpita con vida, con pasión, alegría, calidez. Realmente te hace sentir que este es el único libro que debes leer antes de morir, y no solo una vez, sino una y otra vez. El salmista creía que conocer y obedecer la palabra de Dios no era solo algo que había que hacer, o una simple tarea que había que tachar de una lista de cosas por hacer, sino que es la fuente y el manantial de grandes bendiciones.
De hecho, si volvemos al principio del Salmo 119, en los primeros dos versículos hay una doble bendición. En el versículo 1 dice: «¡Bienaventurados [en algunas traducciones dice “felices”] son los de camino perfecto, los que andan en la ley del Señor!». Y el versículo 2 dice: «¡Cuán bienaventurados [felices] son los que guardan Sus testimonios, y con todo el corazón lo buscan!».
Ahora, hay mucha gente que piensa que vivir así sería una receta para la miseria. Pero el salmista no pensaba así. Él creía que leer, conocer, meditar y guardar la Palabra de Dios era una receta para la felicidad, para la mayor felicidad posible. El salmista creía que la Palabra de Dios era de más valor que cualquier tipo de ganancia material. Escucha estos versículos:
Versículo 14: «Me he gozado en el camino de Tus testimonios, más que en todas las riquezas».
Versículo 72: «Mejor es para mí la ley de Tu boca que millares de monedas de oro y de plata».
Versículo 127: «Por tanto, amo Tus mandamientos más que el oro, sí, más que el oro fino».
Y versículo 162: «Me regocijo en Tu palabra, como quien halla un gran botín».
Por favor, no permitas que esas palabras pasen por encima de tu cabeza. Yo me encuentro a mí misma haciendo una pausa mientras medito en estos versículos: «¿Es la ley de tu boca es mejor para mí que millares de monedas de oro y plata?», ¿mejor que todas las riquezas? ¿Preferiría tener la palabra de Dios, leer la Palabra de Dios, meditar en la Palabra de Dios, escuchar la palabra de Dios predicada, estar en la palabra de Dios… preferiría tener eso antes que cualquier cantidad de dinero?
¿En serio?
¿Qué hace que la Palabra de Dios sea tan increíblemente valiosa? Bueno, el salmista enumera por lo menos diez bendiciones que he encontrado en el Salmo 119. Voy a mencionarlas muy rápidamente.
Número uno: sabiduría y orientación
Esa es una de las bendiciones, de las riquezas, de vivir en la Palabra de Dios. El versículo 24 dice: «Tus testimonios son mis consejeros». El versículo 105 dice: «Lámpara es a mis pies Tu Palabra, y luz para mi camino». Me orienta. Y el versículo 130 nos dice: «La exposición de Tus palabras imparte luz; da entendimiento a los sencillos».
Sabiduría y orientación. ¿Cuánto vale eso?
Número dos: fuerza y vitalidad
Versículo 28: «De tristeza llora mi alma; fortaléceme conforme a Tu palabra». Cuando somos débiles y desfallecemos, la Palabra de Dios nos da fuerza, vitalidad.
Número tres: libertad
El versículo 45 dice: «Y andaré en libertad, porque busco Tus preceptos». ¡Libertad!
Número cuatro: esperanza
Versículo 49: «Acuérdate de la palabra dada a Tu siervo, en la cual me has hecho esperar».
Número cinco: comodidad
Versículo 50: «Este es mi consuelo en la aflicción: que Tu palabra me ha vivificado». Ese es mi consuelo. Cuando mis ojos se llenan de lágrimas, cuando estoy afligida, esto es lo que me consuela: Su Palabra.
Débora: ¡Oh, el dulce consuelo de las Escrituras! ¿Has experimentado eso en tu propio corazón y en tu propia vida? Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado ayudando a recuperar el asombro por la Palabra de Dios. Ella dio este mensaje que acabamos de escuchar en el Instituto Bíblico Moody en febrero del año 2019.
Escucharemos el resto de su mensaje el día de mañana aquí, en Aviva Nuestros Corazones. Nancy nos retará a disfrutar verdaderamente de la Biblia.
Nancy: Más de lo que te gusta la buena comida, más de lo que te gusta sacar buenas notas, más de lo que disfrutas recibir un aumento de salario, de sueldo, más de lo que disfrutas ver una buena película.
Débora: Antes de terminar el episodio de hoy, quiero mencionarte que este mes de noviembre nuestro recurso destacado por una donación se titula «Una bondad diferente». Este recurso digital basado en Tito 2:5 nos recuerda que el propósito de la bondad es «que la palabra de Dios no sea blasfemada». Amadas, si no vivimos una vida de bondad activa, ¡la gente se burlará de la Palabra de Dios!
Visita nuestro sitio web AvivaNuestrosCorazones.com para más información de este recurso y obtenlo este mes de noviembre por una donación.
Sin más para el episodio de hoy, te esperamos mañana aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Ayudándote a descubrir y abrazar las verdades de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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