Me comparo. Me exijo. Me canso. ¿Y si hay otra forma?
Hoy llegamos al último episodio de nuestra serie sobre la comparación. A lo largo de estas semanas, hemos hablado de cómo el Señor nos invita a encontrar nuestro valor en Él y no en lo que el mundo dice que somos. Y para cerrar esta serie con broche de oro, queremos compartir con ustedes la segunda parte de los testimonios que nos enviaron algunas chicas de cómo Dios ha estado obrando en sus corazones en medio de esta lucha tan común, específicamente en la parte académica. ¡Acompáñanos!
Aquí te compartimos algunas frases y versículos del episodio de hoy:
«Al conocer el valor que tengo en Dios, empecé a ver mi vida diferente y a agradecer por todo lo que Dios me había dado, y a estar contenta como Él me hizo, porque nos hizo perfectos y Él no se equivoca…».
- El Señor …
Hoy llegamos al último episodio de nuestra serie sobre la comparación. A lo largo de estas semanas, hemos hablado de cómo el Señor nos invita a encontrar nuestro valor en Él y no en lo que el mundo dice que somos. Y para cerrar esta serie con broche de oro, queremos compartir con ustedes la segunda parte de los testimonios que nos enviaron algunas chicas de cómo Dios ha estado obrando en sus corazones en medio de esta lucha tan común, específicamente en la parte académica. ¡Acompáñanos!
Aquí te compartimos algunas frases y versículos del episodio de hoy:
«Al conocer el valor que tengo en Dios, empecé a ver mi vida diferente y a agradecer por todo lo que Dios me había dado, y a estar contenta como Él me hizo, porque nos hizo perfectos y Él no se equivoca…».
- El Señor nos lleva a conocerlo cada vez más y entender que nuestro valor está en Cristo, no en si somos mejores que otras personas, si tenemos más dinero, un mejor clóset o si somos más bonitas.
- Cuando sabemos quién es Dios y de verdad lo conocemos al tener una comunión íntima y cercana con Él, nos damos cuenta de que todo lo que hacemos es un acto de adoración a nuestro Salvador. Entonces, si queremos adorar al Rey correctamente, daremos todo nuestro esfuerzo para hacer todo con la mayor excelencia, y buscaremos ser diligentes.
- Nuestra relación con Dios cambia por completo la forma en que nos vemos a nosotras mismas y también la manera en que enfrentamos la comparación.
«Lucho continuamente al medir mis habilidades y estudios con quienes son mejores que yo…».
«Suelo compararme con personas de mi edad en cuanto a conocimientos, habilidades y belleza. Siento que no soy suficientemente inteligente, y para compensarlo me presiono a ser excelente en todo lo que hago…».
- Si te das cuenta de que no eres suficiente, busca la suficiencia en el Único que puede hacerte completa. Una de las maneras en las que puedes identificarlo es examinando las intenciones de tu corazón:
- ¿Por qué haces lo que haces?
- ¿Por qué te comparas?
- ¿Por qué deseas que los demás te vean como una persona de excelencia en todo?
- Cuando examines estas cosas, podrás descubrir que hay una búsqueda profunda de un valor que no se encuentra en Cristo. Corre a Aquel que te puede rescatar de esa lucha en tu corazón.
- La comparación no solo afecta cómo nos vemos a nosotras mismas, sino también cómo vemos a Dios. Porque cuando miramos constantemente a los lados, perdemos de vista al único que realmente puede llenar nuestro corazón.
- Nuestro valor no se define por el rendimiento, la belleza, ni las habilidades, sino por lo que Cristo hizo por nosotras en la cruz. Él nos amó cuando no teníamos nada que ofrecer, y ese amor sigue siendo el mismo hoy. Si Él nos creó con propósito y con intención, ¿por qué insistir en medirnos con las reglas de este mundo?
Para reflexionar:
«Digo: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies”». —Salmos 8:4-6
«Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten». —Filipenses 4:7-8
«Somos hechura Suya, creadas en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas». —Efesios 2:10, RV60
Recursos recomendados:
Episodio, Redefiniendo nuestro valor en un mundo confuso
Episodio, La verdad sobre nuestra identidad en Cristo
Blog, Una fuente de identidad vacía
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la series de podcast.
Únete a la conversación