Hablemos hoy de uno de esos temas de los que todos pensamos, a veces susurramos, pero de los que nunca hablamos.
Uno de mis pastores suele decir: Si tengo un problema con alguien, en realidad, tengo un problema conmigo mismo. (Inserta emoji con los ojos abiertos, como el que está a la izquierda)
Quiero que sepan que no soy como ustedes, sé que a ninguna les pasa esto, quizás viven en paz para con todos y nadie les “cae” mal. Pero por si las moscas, quiero compartir un versículo que una amiga muy amada me compartió un día en relación a este tema:
¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Que muestre por su buena conducta sus obras en mansedumbre de sabiduría. Pero si tenéis celos amargos y ambición personal en vuestro corazón, no seáis arrogantes y así mintáis contra la verdad. Esta sabiduría no es la que viene de lo alto, sino que es terrenal, natural, diabólica.… (Santiago 3:13-15)
Me tomó semanas enfrentar la realidad de mi corazón a lo que dice este pasaje. Para nada veía mi actitud como carnal o diabólica hasta que Dios en Su misericordia ha comenzado a abrir mis ojos. ¡Estoy pecando! Fue lo que le dije a otra amiga al darme cuenta de mi problema. ¡Sí! Fue su respuesta inmediata.
Muchas veces nuestro problema con “esa” persona es solo un reflejo del pecado en nuestro corazón, puede ser envidia porque ella tiene lo que yo quisiera, pueden ser celos porque los demás le aman como quisiera que me amen a mí, puede ser egoísmo porque quiero ser mejor que esa persona, puede ser legalismo porque invalido la gracia de Dios en su vida. O puede ser, resumido en lo que agrupa todo, PECADO, porque estoy fallando en amarle como la Palabra me lo indica.
Puede que te pase igual que a mí... Veamos ...
- ¿Será que ves su pecado como más ofensivo que la forma en que pecaste contra Dios?
- ¿Será que la amargura y el resentimiento están impidiendo que veas esa persona con ojos de gracia y compasión?
Debo detenerme y preguntarme seriamente qué es lo que me está impidiendo mostrarle a Cristo a esa persona y amarla de esa manera, porque seguramente la respuesta no es SU pecado sino MI pecado. Y entonces necesito correr a la cruz en busca de perdón. Allí a la fuente del verdadero AMOR para poder amar a “esa persona” correctamente. El Señor nos ayude, el Señor ME ayude, a morir a mí misma y amar.
Seguiremos hablando de este tema en unas semanas, y de cómo amar a esa joven que "te cae mal". Pero mientras quiero animarte a extender gracia con los ojos cerrados, como dije un viejo refrán, a "hacer bien sin mirar a quién".
Para ese próximo post y porque sé que hay mucha sabiduría en ustedes chicas (porque Dios la ha puesto ahí) quisiera que me dejaran debajo en los comentarios algunas formas de amar a ese tipo de chicas en nuestras vidas, y cuando digo amar, me refiero a amar de formas prácticas. ¡Espero sus respuestas!
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