¿Has leído (o visto la película) de “Cómo el Grinch robó la Navidad”? Quizás el nombre sea distinto en tu país, es esa sobre un extraño ser de color verde que vive en Villaquién en un monte alto solo y apartado porque en una Navidad cuando era niño le rompieron el corazón. Esa época del año era la peor para él, ver la gente feliz y disfrutando en medio amargura empeoraba las cosas y un día decide “robarse la Navidad”. Quizás para te parece un poco a él… veamos qué tanto.
Las luces, los villancicos, los regalos, todo parecería que se trata de la época más feliz del año pero en tu interior hay emociones mezcladas, hay una parte de ti que llora, se siente triste, se siente sola. Quizás extrañas a alguien que ya no está, o comienzas a darte cuenta de las cosas que no tienes, puede ser una pareja, una familia grande o más regalos en tu arbolito.
Muchas veces la Navidad saca a la luz nuestros anhelos insatisfechos, y pone también de manifiesto los ídolos de nuestro corazón. Piénsalo un poco, si Navidad se trata de celebrar y recordar el maravilloso regalo de la salvación que es el mayor que alguien puede recibir en su vida, y a pesar de eso te sientes triste, ¿no puede deberse quizás a que esa cosa que te entristece se está robando el lugar de Dios en tu corazón y con eso también tu gozo?
Quizás pienses: “¡Es que no entiendes!” y bueno, podría ser cierto, no conozco de manera específica lo que te entristece pero sé que ninguna situación es más grande que el Dios que te salvó, cualquier ausencia humana o material se vuelve completamente vana ante Su presencia y nada de lo que puedes haberle pedido supera Su amor por ti y Sus planes para ti.
El nivel de tristeza del Grinch llegó a un punto que se convirtió en la más cruel amargura, su razonamiento “si yo no puedo ser feliz, nadie en Villaquién lo será”. ¿Cómo podría él gozarse con los que gozan con una actitud así? Al poner manos a la obra a su plan y robar lo regalos solo descubrió que la ausencia de regalos no le quitaba la alegría a la gente de Villaquién, de la misma manera que el no tener esas cosas que quieres o haber perdido las que amabas tanto no debería robarte la razón para celebrar. La razón que miles de años atrás dormía plácidamente en un pesebre.
Sé también que suena fácil leerlo y reconozco la dificultad que hay en vivirlo cuando las emociones y las situaciones parecen ir en contra tuya y la razón por la que lo sé es porque he estado ahí, llorando desde mi interior en Navidad, complemente triste y sin lograr salir sola de allí, me sucedió durante más Navidades de las que quisiera contar pero he aquí la práctica que ha cambiado mi vida en cuanto a esto:
Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo.
2 Corintios 10:5
No creas que cambié de tema de la nada. Parte de la solución a tu tristeza es someter esos pensamientos que te ponen triste a la obediencia de Cristo. Deja que la Luz del mundo que se encarnó alumbre tu oscuridad esta Navidad.
Hacer que lo que piensas esté filtrado por el Evangelio implica que te veas a ti desde una perspectiva correcta, como una gran pecadora necesitada de un gran Salvador (y esa es tu mayor necesidad), escogido por un Padre amoroso y adoptada a través del sacrificio de Cristo. Esto te ayuda a recordar que cualquier cosa buena que viene a tu vida es completamente inmerecida y que tu vida misma es un gran regalo de un Dios de amor. Y mientras más te expongas a la Palabra y a pensar en base a la Verdad descubrirás que la forma de que los sentimientos de soledad desaparezcan es combatiéndolos con un sentimiento mayor. En la medida en la que te aferras a la verdad de que Dios está contigo, de que la Navidad se trata de "Dios con nosotros" tus afectos por tu Salvador crecerán y los de soledad quedarán pálidos y desechados ¡no estás sola! Para nuestro amigo, el Grinch salir de su estado tuvo que cambiar lo que pensaba de la Navidad:
El Grinch entendía muy poco
o todos estaban muy locos
o sin comer y sin regalar
podían igual festejar.
Así, Navidad no estaba en las tiendas
ni en las manos de Santa las riendas
de hacer que la gente del mundo
se diera cariño profundo.
Al traer todos los pensamientos que te generan tristeza y someterlos a Cristo a través de las Buenas Nuevas del Evangelio te darás cuenta que tienes muchas más razones que celebrar esta Navidad que razones para llorar. Mira lo que pasó en el corazón del Grinch cuando llegó a comprender el mensaje y recibir amor en su corazón:
El Grinch así lo entendió
y ser bueno por fin decidió;
regresó los juguetes con prisa
y en mil caras brotó una sonrisa.
Lo mejor es que con esa lección
al Grinch se le curó el corazón
y se puso a reír y a bailar
y aprendió desde entonces a amar.
¿Y tú? ¿Eres como el Grinch? Vamos a quitarte ese tono verdoso... Escribe debajo 1 razón por la que celebras esta Navidad.
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