Como hijas escogidas de Dios, uno de los anhelos de nuestro corazón debería ser hacer Su voluntad. Lo mismo como siervas y como discípulas de Cristo, hacer la voluntad del Padre ha de ser nuestro alimento. Ahora... ¿cómo se traduce eso en nuestro diario vivir? La palabra “resolución” suena a algo que escuchamos al inicio de año cuando tenemos la presión y el deseo de plantearnos nuevas metas. Como amante del orden me gusta adelantarme un poco a los acontecimiento y planificar (sabiendo siempre que TODO depende del Señor). Así que ahora a principio de diciembre, compro mi agenda para el próximo año (a veces lo hago en noviembre) y me siento a pensar en mis resoluciones sin el ruido ni las distracciones que las fiestas traen consigo.
En un estudio bíblico, uno de mis pastores hablaba sobre lo inútil que es pedirle al Señor que nos muestre Su voluntad para nuestra vida cuando no estamos haciendo lo que Él nos pide HOY. Su Palabra no es silente sobre cuáles cosas Él quiere para nosotros... Son varios los versículos que van seguidos de "porque esta es la voluntad de Dios para vosotros".
Entonces, ya que la Palabra es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestros caminos, seguirla nos llevará indefectiblemente donde Su Autor nos quiere. Existen cosas que hemos de hacer de manera intencional para llegar a ese punto, en otras palabras, no basta con saber cuál el camino, es necesario seguirlo.
Uno de los errores más comunes que cometemos a la hora de plantearnos una meta o resolución es demandarnos más de lo que sabemos que podremos llegar a ser o hacer. Pintar un cuadro en nuestra mente que se ve bien en el futuro pero que no hay formas evidentes de concretizar en el presente. Así nuestro destino se va volviendo cada día más lejano e imposible y olvidamos que la piedad no es un destino sino una forma de viajar.
Por eso, este año he resumido mis resoluciones en tres simples acciones que puedo poner en práctica cada día basadas en 1ra de Tesalonicenses 15:16-18
Estén siempre alegres. Nunca dejen de orar. Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.
Escogí la Nueva Traducción Viviente porque pone en un lenguaje bastante llano el punto. Hay tres palabras que nos indica cuándo debemos hacer estas cosas "siempre, nunca, en toda circunstancia", si simplificamos estos tendríamos "haganlo todos los días".
Las largas listas de metas y cosas que hacer dificilmente se convierten en hábitos, la respuesta a qué es lo que debemos hacer en este caso se resumen en tres verbos "orar, alegrarnos, agradecer".
Eso suena bien para gente piadosa de muchos años en la fe... Pero... ¿quién dicen las Escrituras que debe hacer estas cosas? "Nosotros los que pertenecemos a Cristo Jesús", tú, yo, nosotras.
¿Por qué? Porque esta es la voluntad de Dios para nosotras, que como decía en el primer párrafo debe ser el anhelo de nuestro corazón. ¿Cómo? Únicamente por Su gracia.
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