Bajar de la montaña rusa: 4 maneras de practicar el discernimiento bíblico

Por Terri Stoval

Me fascina la montaña rusa y disfruto dar una vuelta en ella. ¿Sabías que, si al construir una montaña rusa, los constructores se desvían por media pulgada al final del ascenso de la primera cuesta (la curva inclinada hacia arriba), dependiendo de cuán alta sea, puede terminar descuadrada por casi tres pies en la cima de la cuesta? ¡Ésa es una montaña rusa en la que no quiero subirme!

El año pasado sentí como si hubiera estado en una montaña rusa. Muchas de nosotras hemos sido impactadas por los eventos y reportes de noticias que retaban el mismo núcleo de nuestras convicciones.

Vivimos en un tiempo donde las mujeres, por un lado, hablan de asuntos de transgénero, elecciones políticas y decisiones de la Suprema Corte; y por el otro, luchan por saber lo que realmente es verdadero, digno, justo y puro (Flp. 4:8).

Quizás donde nos encontramos hoy es como la conocida montaña rusa que estaba descuadrada apenas por un cuarto de pulgada al final del ascenso de la cuesta. Aquello que hace una década no parecía tan importante que nos desviásemos media pulgada, nos ha colocado en una trayectoria donde nos sentimos como si estuviéramos a punto de salir volando incontrolablemente de las vías.

Como mujeres, tal vez no estemos construyendo montañas rusas, pero sí estamos aconsejando, discipulando e influenciando la vida de otras mujeres. Y es importante reconocer que hay muchas cosas que pueden desviarnos de la trayectoria de la verdad.

Tenemos la responsabilidad de asegurarnos de no estarnos desviando ni siquiera media pulgada.

Advertencias sobre la verdad distorsionada

Las Escrituras nos advierten que vendría un tiempo cuando algunos tratarían de torcer la verdad y engañar, e incluso llegar al punto de llamar malo a lo ‘bueno’ y bueno a lo ‘malo’ (Mt. 24:4-5; 1ª Ti. 4:1; 2ª Jn. 7; Is. 5:20-21). Además, se nos ha ordenado crecer en discernimiento para examinar todas las cosas y aprobar aquellas que son excelentes para aferrarnos a lo que es bueno (1ª Ts. 5:21-22; Flp. 1:9-11; Ef. 5:8-11). Pero temo que hemos soltado el puño de aquello donde estábamos sujetas y ahora estamos a punto de salir volando de nuestros asientos.

Como escribe John MacArthur en su libro Verdad en Guerra, “Jesús nos ordenó estar en guardia contra los falsos cristos y contra los falsos profetas. La era apostólica estaba llena con ejemplos de lobos disfrazados de oveja… Solo podemos señalar a una incredulidad pecaminosa y obstinada como responsable de que tantos en la iglesia de hoy día, estén rechazando el prestar atención a esas advertencias”.

Discernimiento Bíblico: Cuatro maneras de adquirirlo

El discernimiento es la habilidad de decidir, determinar, distinguir o diferenciar la verdad del error. Entonces, ¿qué es la verdad? Es todo lo que Dios declara. En nuestra condición de mujeres ¿Cómo podemos desarrollar los músculos del discernimiento a fin de conocer la verdad y reconocer el error? Judas 20-23 nos hace cuatro exhortaciones que nos ayudan a desarrollar el discernimiento bíblico, que nos mantendrá en el camino correcto:

  1. Edifica tu fe (v.20) es estar segura de conocer qué y en quién has creído. La única manera de hacerlo es continuamente leer, estudiar y ser llena de la Palabra de Dios. Debes envolverte, sumergirte en lo que es la verdad para que cuando te encuentres con el error, te resulte inevitablemente visible. ¿Cuánto de la Palabra permea tu diario vivir? ¿Qué tan segura estás de tu conocimiento de quién es Dios?

  2. Ora en el Espíritu Santo (v.20) Solo en, y a través del Espíritu Santo puedes tener verdadero discernimiento bíblico. Ora sin cesar, mantente en constante comunicación con el corazón y los oídos muy abiertos. ¿Te mantienes en comunicación constante con el Espíritu, o tienes una conexión del tipo ‘prende’-‘apaga’?

  3. Permanece en el amor de Dios (v.21) ¿Cómo se ama a Dios? Siendo obediente a todo lo que Él ha mandado y andando conforme a ello (2ª Juan 6:1, Juan 15:9-10). ¿Eres selectiva obedeciendo algunos mandamientos mientras dejas que otros resbalen, o te esfuerzas a diario para andar en obediencia?

  4. Espera la misericordia de nuestro Señor (v.21). Esto es, mantén tu mirada fija en Cristo. Pablo lo pone de esta manera en su carta a la iglesia en Colosas: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” (Col. 3:2). Cuando quitamos nuestros ojos de las cosas de arriba, nos distraemos y atemorizamos debido a todo lo que sucede a nuestro alrededor. ¿Dónde está puesta tu mirada hoy? ¿Qué cosas desvían fácilmente tu mirada de Cristo?

Discernimiento Bíblico: Cuatro maneras de ponerlo en práctica

Cómo líderes del ministerio de mujeres, tenemos una responsabilidad adicional en lo que se refiere a las mujeres que influenciamos.

  1. Conoce lo que crees, por qué lo crees, y sé capaz de expresarlo. Si no puedes expresarlo con elocuencia, no puedes contrarrestar las mentiras con la verdad.

  2. Ayuda a las mujeres que diriges a adquirir discernimiento bíblico enseñando todo el consejo de Dios, no solo las partes fáciles y cómodas que nos gustan.

  3. Reconoce tu responsabilidad de estar vigilante ante los “lobos feroces” que vendrán a atacar al rebaño (Hechos 20:28-29). Debes cuidar lo que permites que entre y sea expuesto a las mujeres que diriges. Mantente alerta, examinándolo todo.

  4. Está dispuesta a redimir y rescatar. Judas 22-23 deja claro que hay un tiempo para ser compasivas y redimir a aquellos que se han extraviado del camino; y hay un tiempo para hacer sonar todas las alarmas, rescatando a algunas antes de que se pierdan.

Sí; estos tiempos parecen una montaña rusa, y podrías preguntarte cómo podrás navegar todo lo que está por venir. ¿La respuesta? Mira a Jesús, el Único que puede evitar que salgas disparada del asiento.

“Y a Aquél que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría, al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén.” (Judas 24-25)

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