Por Carolyn McCulley
Este artículo fue publicado por primera vez en el página de internet de Boundless, un ministerio para jóvenes adultos cristianos y está basado en un mensaje que Carolyn compartió en el 2012 durante la Conferencia Nacional “Deseando a Dios”.
La santificación se refiere al proceso a través del cual alcanzamos madurez espiritual o somos apartados para un propósito santo. Para los solteros adultos, algunas veces se siente como si nos hubieran echado de lado.
Es una consecuencia no intencional del típico esquema del matrimonio. Cuando las parejas hablan sobre su primer año de matrimonio, a menudo comentan que pensaban que eran maduros, hasta que se casaron, pues su egoísmo fue revelado. Sí, esa es una forma en la que Dios trabaja, y puede ser bastante intensa. Pero no es la única manera. Cuando se le menciona a un adulto soltero, es como si le dijeras: “No es que solamente no seas deseada para el matrimonio, sino que también estas diseñada para una vida de inmadurez”.
Ninguno de esos pensamientos son ciertos, de seguro. Cada creyente puede (¡y debe!) adquirir madurez espiritual. Afortunadamente, Hebreos 5: 13-14 nos muestra una de las maneras cómo funciona este proceso:
“Porque todo el que toma sólo leche, no está acostumbrado a la palabra de justicia, porque es niño. Pero el alimento sólido es para los adultos, los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal”.
La madurez aquí es descrita como un proceso de “entrenarse para el discernimiento” que representa la habilidad para distinguir entre el bien y el mal. Este versículo nos dice que “la persona inmadura es inexperta o no está preparada en la palabra de justicia”, es decir, que la Biblia no es su estándar para definir el bien y el mal, sino que utiliza otros medios: emociones, expectativas, estándares culturales, entre otros. La buena noticia es que la madurez no depende del estado civil. Todos los creyentes están llamados a formar su conocimiento, de manera que les permita discernir sabiamente, a través de una práctica constante donde se pregunten: “¿Es esto correcto o no a los ojos de Dios?”.
Para los adultos solteros, hay algunas áreas comunes que deben vigilar para distinguir el bien del mal. Estos obstáculos hacia la obtención de la madurez podemos agruparlos en tres áreas: identidad, egocentrismo y lo secreto.
1. Discernir la verdadera identidad
En ocasiones, puedes sentirte avergonzada por estar sola. Puedes alterar el equilibrio en las cenas. Puedes representar un problema para asignarte asiento en las recepciones de boda. Puedes sentirte como un anuncio ambulante de fracaso o rechazo. Puedes ser objeto de chismes y especulaciones, incluso dentro de tu propia iglesia.
Vivimos en un período donde la iglesia aprecia altamente el compromiso del matrimonio y la familia, como debe ser en medio de una cultura que piensa lo contrario. Pero considero que ese énfasis constante en nuestros roles como hombres y mujeres, esposos y esposas, madres y padres, entre otros, puede oscurecer el aspecto de nuestra identidad que tenemos en común: somos hijos adoptados de nuestro Padre Celestial y hermanos los unos de los otros.
Mientras muchos roles terminan en esta vida, el rol de hijos de Dios es el único que permanece por la eternidad. Partiendo de que nuestra “hermandad” no se trata tan a menudo como otras relaciones en la iglesia, es fácil de olvidar. Y es por ello, que algunos de los trabajos más arduos que tendremos que hacer es aferrarnos a la verdad de nuestra identidad en Cristo, mientras nos sentamos en nuestras propias iglesias. Pero no se desaliente o entristezca si esto sucede. Esta es una oportunidad para capacitarse.
Requiere una práctica constante de someter nuestros pensamientos cautivos a la Palabra de Dios en lugar de pensar que hemos sido olvidadas o somos menos valiosas que otras personas simplemente porque no estamos casados. Somos amadas por el Rey Supremo del Universo. Este es el hecho real. El amor de otro ser humano es maravilloso y emocionante, pero es sólo un reflejo del amor de Dios porque somos portadores de Su imagen.
Esta identidad entre hermanos es críticamente importante cuando se trata de citas, cortejos y relaciones dentro de nuestras iglesias. Ese hecho conllevaría un tema aparte por sí solo, pero el punto que de esta reflexión es que: Las personas con quienes salimos no son bienes de consumo para ser usados y luego arrojados lejos. Son personas por quienes Cristo murió para que podamos estar con Él por toda la eternidad. Esta verdad debe renovar por completo nuestra forma de ver, hablar o interactuar con todas las personas que no se han casado.
El engaño viene cuando el enemigo acusa a Dios de no darte algo porque todavía estás soltera. Entrenarte en la verdad significa que descartes esa mentira y la reemplaces con una promesa de las Escrituras. Uno de mis versículos favoritos que escojo para escribir en las tarjetas de cumpleaños de mis amigas solteras es el Salmo 34:5: “Los que a Él miraron, fueron iluminados; sus rostros jamás serán avergonzados”. A medida que miramos al Señor, nuestra vergüenza inapropiada sobre la soltería puede ser sustituida por el resplandor de Su amor.
2. Discernir sobre el Egocentrismo
Una muy sabia amiga mía observó que los adultos solteros se vuelven emocionalmente atrofiados cuando no nos hemos empujado a nosotros mismos a amar sacrificialmente. Amar y servir a los demás es la manera de crecer semejantes a Cristo. Aunque el matrimonio y la familia no garantizan madurez, ciertamente crean la oportunidad para ello. Por tanto, los adultos solteros que anhelan adquirir madurez deben buscar oportunidades para darse a sí mismos aun estando frente a un sinfín de oportunidades para ser egoístas.
Soy una persona orientada a las tareas, por lo que he colocado recordatorios en mi calendario, mes por mes, para pensar acerca de diferentes formas de servir a los demás. Es una triste verdad: He convertido mis relaciones en recordatorios de quehaceres! Pero si no lo hago, cada una de las cosas por hacer en mi calendario sería acerca de mi persona. Al pensar de manera intencional a quién voy a servir, al planear para lograr metas de otros, y al colocar recordatorios de oración por las necesidades de otros, estoy dando pequeños pasos para combatir el egocentrismo.
Nuestras oraciones son un excelente barómetro de nuestro egocentrismo. ¿Empezamos a orar glorificando y dando gracias a Dios?; ¿Están nuestras oraciones llenas de peticiones para Su pueblo? ¿Nos hemos desbordado en acción de gracias por las oraciones contestadas antes de presentarle nuestras peticiones?.
El egocentrismo es difícil de medir por nosotras mismas, quizás imposible. El Espíritu Santo nos lo puede revelar a través de Su Palabra, pero necesitamos asumir que tenemos grandes puntos ciegos. Tener una persona orando por nosotras y rendir cuentas, tener alguien que tenga acceso directo a tu vida y tus pensamientos, puede resultar de inmensa ayuda para esta evaluación. Contar con más de una persona para estos fines sería genial también. Menciono la oración y la rendición de cuentas porque la gracia y la verdad necesitan estar igualmente presentes.
También recomiendo retiros de oración periódicos para evaluar con seriedad tu calendario y tu chequera. Los registros de cómo inviertes tu tiempo y tus ingresos a menudo representan una reflexión objetiva acerca de tu madurez espiritual. Luego, te recomiendo compartir esa información con una o varias personas allegadas a ti, que tengan una mayor madurez espiritual y que puedan aconsejarte sobre estos temas, de forma que puedan darte retroalimentación sobre tus resultados, así como ideas acerca de cuáles áreas podrías cambiar. Esta es una excelente forma de cultivar la humildad cuando escuchas a otros darte su punto de vista acerca de cómo inviertes tu tiempo y tu dinero.
3. Discernir sobre lo secreto:
A través del Nuevo Testamento, la verdad es descrita como luz que rompe en medio de la oscuridad. Debemos estar dispuestos a vivir en la luz. Como nos dice Juan 3: 20-21:
“Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios.”
Los adultos solteros tienen que escoger vivir en la luz. Esa es la verdad para cada creyente, casado o no. Pero considero que es más fácil para los adultos solteros vivir su privacidad y nutrir el pecado en secreto. Incluso estando en viviendas compartidas, es fácil desaparecer y no ser visto. Pero todo lo que pensamos que estamos haciendo fuera del dominio público es visto y conocido por Dios, y Él lo trae a Su luz para que podamos experimentar el perdón que ya hemos recibido en Jesús. Pero Satanás quiere que permanezcamos en las sombras, alimentando nuestro pecado secreto, de modo que puede usar nuestras acciones para atraparnos y menospreciar el nombre de Cristo.
La madurez espiritual reconoce la gravedad que existe al esconder cosas a otros: hábitos, relaciones, debilidades y tentaciones. Pero tenemos estas luchas en común. Me he comunicado con cientos de adultos solteros desde que empecé a escribir y a dar charlas acerca de la soltería hace más de diez años, y sólo puedo pensar en dos personas quienes nunca han tenido el deseo de casarse. El resto de nosotros lucha con esperanzas no cumplidas, tentaciones sexuales, deseos de intimidad y fantasías peligrosas. A medida que traemos esas cosas a la luz, empezaremos a aprender que la gracia del Señor es suficiente para elegir lo que es correcto, aunque sea difícil.
Finalmente, de las múltiples cosas que necesitamos aprender a medida que maduramos sin duda alguna, lo más importante es qué esperar como premio. Puede que algunos no reciban ese matrimonio o familia que anhelan en esta vida. O, en el caso de muchos adultos solteros, puede que este anhelo se tome más tiempo de lo esperado. Sin embargo, pase lo que pase, no pienses que has recibido menos que cualquier otra persona. El premio supremo no es casarnos con otro ser humano. El premio supremo es Cristo. Él te ha apartado, para El mismo.
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