Annamarie Sauter: Rachel Barkey fue diagnosticada con cáncer… y esto le dio una importante perspectiva.
Rachel Barkey: En Su providencia, Dios ha usado las cosas difíciles en mi vida para acercarme más a Él, para mostrarme Su gran amor y para enseñarme muchas cosas. He aprendido que no soy perfecta y tengo cicatrices que lo prueban, trece cicatrices. Ellas sirven como un recordatorio físico de la realidad espiritual de que nunca puedo ser perfecta por mi propia cuenta. Yo necesito un Salvador.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Proverbios 31, nos dice que una mujer sabia está revestida de fuerza y dignidad y que le sonríe al futuro. Y pensé en este versículo cuando escuché por primera vez un conmovedor mensaje de Rachel Barkey, una mujer piadosa que le sonreía a un futuro que habría llevado …
Annamarie Sauter: Rachel Barkey fue diagnosticada con cáncer… y esto le dio una importante perspectiva.
Rachel Barkey: En Su providencia, Dios ha usado las cosas difíciles en mi vida para acercarme más a Él, para mostrarme Su gran amor y para enseñarme muchas cosas. He aprendido que no soy perfecta y tengo cicatrices que lo prueban, trece cicatrices. Ellas sirven como un recordatorio físico de la realidad espiritual de que nunca puedo ser perfecta por mi propia cuenta. Yo necesito un Salvador.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Proverbios 31, nos dice que una mujer sabia está revestida de fuerza y dignidad y que le sonríe al futuro. Y pensé en este versículo cuando escuché por primera vez un conmovedor mensaje de Rachel Barkey, una mujer piadosa que le sonreía a un futuro que habría llevado a muchas otras mujeres a rendirse ante la desesperación.
Si te perdiste de la primera parte del mensaje de Rachel ayer, por favor no dejes de visitar AvivaNuestrosCorazones.com y escuchar el mensaje. Rachel nos dio este mensaje hace unos años. En ese momento ella acababa de saber que le quedaban apenas unas semanas de vida. Al día de hoy ella está disfrutando de la presencia de su Señor. En ese entonces ella estaba tomando 14 medicinas y solo tenía fuerzas suficientes para estar fuera de la cama por unas pocas horas al día.
Ayer Rachel nos habló de la importancia de conocer a Dios y conocerte a ti misma para poder enfrentar el futuro con confianza. Hoy ella menciona dos cosas más que debemos saber para sonreírle al futuro. Escuchemos.
Rachel: Conoce el evangelio. El evangelio, para aquellos que no están familiarizados con el término, significa «buenas nuevas». Las buenas nuevas de que, a la luz de la perfección de Dios y de nuestra imperfección, Dios ha hecho un camino para que le conozcamos, y ese camino es Jesús.
Pablo, en su carta a la iglesia de Corinto dice:
«Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras» (1 Corintios 15:3-4).
Cuando yo era una niña, debo haber orado un montón de veces para que Jesús entrara en mi corazón. Pensé que le había pedido que entrara, pero tenía miedo de que Él pudiera haberse ido. Luego, cuando crecí y estuve segura que Él no se había ido, realmente no entendí la diferencia que eso hacía para mí. Yo tenía mi boleto al cielo, por decir así, pero ¿qué diferencia hacía esta buena nueva para mí ahora, hoy? Toda la diferencia del mundo, y déjame decirte por qué.
Lo que pasó en la cruz en el calvario fue que cada pecado de cada persona fue colocado sobre Jesús y Dios el Padre derramó Su ira sobre Su Hijo. Dios miró a Jesús, Su Hijo, como si Él hubiese cometido los pecados horrible de hombres y mujeres horribles, y fue castigado por eso; no solo los asesinos y abusadores de niños –sí, ellos también– pero también por mis pecados y tus pecados, todo el orgullo, todo el egoísmo, todas las mentiras, todos los pensamientos y acciones crueles.
La segunda parte de Isaías 53:6 habla de esto. La primera parte que leímos anteriormente es sobre nuestro pecado, y luego encontramos lo que Dios ha hecho con él.
«Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el Señor hizo que cayera sobre Él (Jesús) la iniquidad de todos nosotros».
Cuando conoces el evangelio, cuando sabes lo que fue hecho por ti y lo recuerdas todos los días, no te sientes ofendida cuando alguien te critica porque te das cuenta de que realmente mereces una crítica mucho más dura, pero la has evitado gracias a Jesús.
Perdonas a tu esposo o a tu amiga cuando ellos te ofenden o te tratan con crueldad porque te das cuenta de lo mucho que ya has sido perdonada por Jesús.
El evangelio no es tan solo un boleto al cielo. Es toda una forma de vida. Algunas de ustedes que conocen a Jesús todavía luchan por comprender cómo esto se aplica a sus vidas diarias; y aún si lo comprendes, mi reto para ti es este: háblate a ti misma.
Martin Lloyd-Jones dice: «¿Te has dado cuenta de que gran parte de tu infelicidad en la vida se debe al hecho de que te estás escuchando a ti misma en vez de hablarte a ti misma?» Lo hacemos todos los días. Cada mañana, nos levantamos y empezamos.
«¿Qué día es hoy? Miércoles, oh que bien, otro día de lavar la ropa y hacer diligencias. Nunca se acaba». C.J. Mahaney dice en su libro, La vida cruzcéntrica:
Diariamente nos enfrentamos con dos opciones simples. Podemos escucharnos a nosotras mismas y a nuestras emociones sobre nuestras circunstancias, las cuales cambian constantemente, o podemos hablarnos a nosotras mismas sobre la verdad inmutable de quién es Dios y lo que Él ha logrado en la cruz por nosotros en Su Hijo, Jesús.
Me di cuenta de que yo estaba perdiendo más tiempo escuchándome a mí misma en vez de hablarme a mí misma. Pero porque yo conocía a Dios, me conocía a mí misma, y conocía el evangelio, empecé a recordarme estas verdades a diario. Si no lo has hecho todavía:
- Haz un plan para leer la Biblia y síguelo
- Únete a un grupo pequeño de estudio bíblico
- Lee buenos libros, y quiero decir libros que hasta pueden hacerte sentir incómoda.
- Escoge amigas que quieran conocer a Jesús como tú. Yo tengo amigas maravillosas. No hago muchas cosas bien, pero la única cosa que he hecho bien es elegir buenas amigas.
- Escoge una iglesia que hable mucho de Jesús.
Porque he hecho estas cosas, soy capaz de recordarme a mí misma del evangelio cuando estoy en medio del conflicto.
La última cosa que he aprendido: conoce tu propósito. El Catecismo de Westminster (probablemente muchas de ustedes no han oído eso antes) afirma que, «El fin principal del hombre es glorificar a Dios y deleitarse en Él». Esto parece, a primera vista, algo bastante extraño de tener como nuestro propósito. Va en contra de todo lo que nuestra cultura nos dice que debemos querer o por lo cual vivir.
Primero que todo, glorificar a Dios, ¿qué clase de propósito es ese? ¿Es Dios arrogante, egoísta, o un megalómano, que quiere cosas para Su gloria? Me gustaría poder contestarte eso a profundidad. El tiempo no lo permite, pero pregúntalo. Haz la pregunta y busca la respuesta.
No te limites a descartar a Dios o a asumir que sabes quién es Él solo porque no lo entiendes. Dios es cognoscible. Si buscas la verdad, la encontrarás en las preguntas difíciles.
Una respuesta breve es que comenzamos donde empezamos. Conoce a Dios. Sabemos que Dios es perfecto, y así Su deseo de que lo glorifiquemos tiene sus raíces en esta perfección. Un autor explica esto cuando dice:
Cuando un ser humano se glorifica a sí mismo, le roba a otros del gozo, pero cuando Dios muestra y exhibe Su gloria, Él comparte el gozo con Sus criaturas y la integridad con toda la creación. Puesto de forma más directa, sin el conocimiento de la gloria de Dios, seríamos robados del verdadero gozo.
¿Cómo glorificamos a Dios? La respuesta está en la segunda parte de la ecuación—deleitándonos en Él, conociendo a Dios, siendo como Jesús. ¿Qué hizo Jesús? Él sirvió a los demás. Marcos 10:45 dice: «Porque ni aún el Hijo del Hombre vino a ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos». Él vino a servirnos y lo hizo lleno de gozo.
Hace unos años, yo estaba luchando con la rutina diaria de la constante limpieza y organización, lavar la ropa (lo cual detesto), tratando de cumplir con plazos de proyectos, cocinando y lavando los platos, contestando emails de trabajo, siendo árbitro de los pleitos entre los niños, dándoles educación escolar en el hogar, tan solo para volver el próximo día o incluso el próximo momento a tener que hacerlo todo otra vez. Yo pensé, «¿esto es todo? ¿Esto es todo lo que se supone que debo hacer?»
Por ese tiempo, encontré un blog de alguien que lo dijo de una forma tan concisa que sus palabras se quedaron conmigo desde entonces. Decía: «Estoy aquí para servir con gozo». Hasta ese entonces yo había estado sirviendo. Créeme, yo estaba sirviendo y sirviendo y sirviendo –comidas, bebidas a niños, meriendas, tareas del hogar, cambiando pañales, lavando dientes, organizando.
Yo estaba sirviendo –así como Jesús– pero no lo estaba haciendo con gozo. Una gran diferencia. El estar aquí esta noche es parte de cumplir mi propósito de servir con gozo porque yo sé que uno de mis roles es animar y desafiar a otras mujeres en la iglesia. Tito 2:3-6 dice:
«Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta: no calumniadoras ni esclavas de mucho vino, que enseñen lo bueno, que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada».
Ahora, ahí hay mucho de qué hablar, pero el punto es que yo soy una mujer madura, a pesar de los esfuerzos de (las cremas de belleza) y de usar bastante (maquillaje) corrector. Uno de los roles que Dios me dio es ayudar a otras mujeres a servir con alegría.
Otro rol en el que sirvo con gozo es el de compartir mi fe con aquellos que no son cristianos. 1 Pedro 3:15 dice:
«Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con gentileza y respeto».
Tengo la esperanza de haber hecho eso esta noche para aquellas de ustedes que todavía no conocen a Jesús. Y es para mis hijos.
Deuteronomio 6:7 dice:
«Diligentemente las enseñarás (hablando de las cosas de Dios) a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes».
Yo pedí que esta noche sea grabada para que algún día Quinn y Kate puedan oír la grabación y escuchar mi corazón. He tenido la bendición de ser su madre durante estos años.
He tenido muchos roles, incluyendo otros que no mencioné aquí, el más conocido es el de esposa, pero en todos estos roles yo he tenido un propósito –ser como Jesús– servir con gozo.
Muchos me han preguntado el porqué. ¿Por qué te está pasando esto a ti, a Neil, a Quinn y a Kate, a tu familia y tus amigos? Yo no pregunto por qué porque yo sé la respuesta, y aquí está. Vivimos en un mundo pecaminoso. Suceden cosas malas, pero no estaba supuesto a ser de esta manera y no va a ser así siempre.
Dios tiene un plan. Él ha hecho un camino para que los pecadores, tú y yo, estén con Él en un mundo perfecto. Ese camino es Jesús.
- Admite que has pecado y que enfrentas un problema serio delante de ti a la luz de un Dios que es perfecto y justo.
- Reconoce que no hay nada que puedas hacer para salvarte a ti misma.
- Confía en que Jesús, que murió para pagar por el castigo de tu pecado, ha resucitado de entre los muertos, y te ha dado Su justicia.
Esta es la manera de conocer a Dios y algún día estar libre de este mundo de enfermedad y dolor.
Segunda de Pedro 3:9 dice esto:
«El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento».
Así que Dios está siendo paciente, paciente para que todos tengan la oportunidad de arrepentirse y de conciliar las cosas con Él. Es por eso que existe el mal y el sufrimiento en el mundo, porque cuando Él ciertamente regrese a traer juicio, no habrá una segunda oportunidad.
Yo me estoy muriendo, pero tú también lo estás. Ninguna de las dos sabe si incluso verá el mañana, y tal vez la razón por la que estoy sufriendo ahora, la razón por la que Dios está esperando para traer juicio contra toda la maldad en este mundo, es porque Él está esperando por ti, para que tú admitas tu pecado y te vuelvas a Él pidiendo perdón. Quizás eres tú a quien estamos esperando.
Jesús sufrió. Dios no lo libró de eso. ¿Por qué habría Él de librarme, si mi sufrimiento resultase en bien? Si mi sufrimiento es el medio que Dios podría usar para traer a una sola persona hacia Él, sufrir es un honor para mí.
¿Te parece esto extraño? Me imagino que sí, pero realmente es la única manera de que todo esto tenga algún sentido. ¿Un Dios que ve mi sufrimiento pero no es capaz, o peor, que no está dispuesto a librarme de él? ¿Un Dios que ve mi sufrimiento pero lo permite sin mayor propósito o esperanza? Mi Dios es capaz de salvarme, y Él lo hará; ¿pero salvarme de qué? De una vida sin Él.
Hay un lugar donde no hay nada bueno, ni siquiera una suave lluvia o la risa de un niño. Es un lugar donde todo lo que despreciamos de este mundo, la maldad, la injusticia, es la regla sin excepciones.
El infierno es un lugar físico donde Dios no está. En vez de eso, Él me llevará a un mundo perfecto donde Él está, el cielo, donde la vida está llena de maravillas, aventuras, y gozo, todo bueno, por toda la eternidad. Mi Dios es capaz de salvarme, y Él lo hará. Este sufrimiento es temporal y la vida que viviré en la eternidad hará que todo esto parezca ligero y momentáneo.
Como un orador explicó, «Dios permite en Su sabiduría aquello que Él podría evitar fácilmente por Su poder».
Escogí el título de esta charla, La muerte no es morir: Una fe que salva. La primera parte vino de uno de mis predicadores y autores favoritos, Charles Spurgeon, y la segunda vino de otro de mis maestros favoritos, nuestro pastor en Westside, Norm Funk, cuando él planteó recientemente la pregunta de Santiago 2:14: «¿Puede esa fe salvar?» Él señaló que la palabra más importante en ese versículo es la palabra esa.
¿Puede esa fe salvar? Todos tenemos fe en algo, pero no todos los tipos de fe salvan. La fe que yo tengo salva, así que cuando digo que la muerte no es morir, la parte de mí que morirá es solo un cascarón.
Las próximas semanas o meses no serán agradables. El cáncer de hueso es intensamente doloroso, y ya estoy postrada en cama casi todo el día, tomando tres, algunas veces cuatro medicamentos diferentes para controlar el dolor.
El cáncer de hígado provoca náusea intensa. El sábado pasado me desperté y tuve que correr rápidamente al baño a vomitar. No paré de vomitar todo el día, y apenas la semana pasada cuando nos enteramos que el cáncer se había diseminado a mi cerebro, todo tuvo sentido porque había comenzado a afectar los nervios de mi cara.
No he sentido hambre en más de dos meses. Cualquier alimento que consigo comer es porque me fuerzo a comerlo, pero no siempre será así. Muy pronto estaré demasiado débil y con tanto dolor que no podré levantarme de la cama. Va a ser cada vez más difícil para mí comer o beber. Mi cuerpo y el cáncer lucharán por las pocas calorías que pueda consumir. Con el tiempo, el cáncer ganará, y voy a morir de hambre.
Ese es el escenario más probable. He vivido una vida aparentemente perfecta, si miras desde el exterior. En verdad, he sido muy bendecida, pero en mi vida ha habido muchas cosas difíciles que el Señor ha permitido.
He conocido la vergüenza de ser víctima de abuso sexual. He tomado malas decisiones en cuanto a relaciones, he herido a otros y he sido herida como resultado de ellas. He conocido el dolor punzante por la pérdida de un ser querido. He sido diagnosticada con cáncer ya dos veces, y esta segunda vez, salvo por un milagro, acabará con mi vida antes de que alcance mi cumpleaños número 38.
En Su providencia, Dios ha usado las cosas difíciles en mi vida para acercarme más a Él, para mostrarme Su gran amor, y para enseñarme muchas cosas. He aprendido que no soy perfecta, y tengo cicatrices que lo prueban, trece cicatrices. Ellas sirven como un recordatorio físico de la realidad espiritual de que nunca puedo ser perfecta por mi propia cuenta. Yo necesito un Salvador.
He aprendido que la mayor evidencia del amor de Dios se ve cuando estoy de pie ante la cruz. Él cargó mi vergüenza sobre Sí mismo y me rescató. He aprendido que ser cristiana no es solo tener esperanza para el futuro –aunque definitivamente es eso– sino que también es el gozo de conocer y confiar en un Dios que es amoroso y fiel, no importa cuáles sean las circunstancias.
Así que cuando digo que la muerte no es morir, la muerte no va a matar mi alma. Es eterna así como la tuya. Es solo este cuerpo físico que va a morir, pero incluso él se levantará de nuevo así como Jesús. Será mejor que el cuerpo que tengo ahora.
Como todo, será mejor porque Dios va a hacer todo nuevo, ¿y por qué yo sé esto? Porque conozco a Dios. Me conozco a mí misma. Yo conozco el evangelio y conozco mi propósito. Yo sé que tengo una fe que salva porque mi fe está puesta solamente en Jesús.
Nancy: No puedo dejar de preguntarte, ¿tienes el tipo de esperanza que Rachel Barkey describe en este mensaje? Ella sabía que su tiempo era limitado y se fue a casa para estar con el Señor hace unos años.
Ya sea que hayas sido diagnosticada con una enfermedad terminal o no, la verdad es que tu tiempo y el mío son limitados. Ninguna de nosotras sabe cuántos años o meses o semanas o incluso días, el Señor nos permitirá tener aquí en esta tierra. Ya sea que tengas una larga o corta vida, puedes tener, como Rachel, verdadera esperanza a través de la fe en Jesucristo. No pospongas encontrar esa esperanza.
Oh Señor, cuánto te agradecemos por el poder de este testimonio que hemos escuchado hoy, por el poder del evangelio, por el poder de esta vida y esta historia de alguien que ya está contigo en Tu presencia para siempre. Señor, oro que Tú uses este testimonio para hacer una obra de gracia en muchos corazones, que nosotras en verdad te conozcamos, que nos conozcamos a nosotras mismas, que conozcamos el evangelio, y que conozcamos nuestro propósito, para agradarte y darte honor y gloria solo a Ti en esta vida y por toda la eternidad. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Amén. Rachel aprendió que ser cristiana no es solo tener esperanza para el futuro sino que también es el gozo de conocer y confiar en un Dios que es amoroso y fiel, no importa cuáles sean las circunstancias. Esto es clave para cada una de nosotras en tiempos inciertos como los que estamos viviendo.
Para concluir este programa, queremos compartir contigo una porción del testimonio de otra mujer que tomó el Reto Mujer Verdadera 365 el año pasado, y lo estamos haciendo nuevamente este año. Ella, en oración y con anhelo de servir, de conocer a Dios a través de Su Palabra y de darlo a conocer, ha visto el obrar del Señor en su congregación. Escucha lo que nos dijo.
Mujer: Me di cuenta de que muchas veces las obras que planificamos para Dios con las mejores intenciones y con el mejor corazón son solo eso, obras sin fundamento que pueden robarnos aún la mayor bendición si primero no estamos bien cimentadas en Su Palabra.
Mi corazón anhelaba que las líderes del ministerio pudieran comenzar una lectura eficaz de la Palabra. Así que oraba sola para que Dios actuara en favor de esa petición. Y comenzó a crecer aún más ese anhelo para que todas las mujeres que asistían al ministerio los martes, también propusieran en su corazón conocer al autor de toda la Biblia. Y que los miembros de la congregación pudiesen ver las riquezas que yo descubrí al leer y meditar en la Palabra.
Y fue a finales del año 2019, que Dios puso en la esposa del pastor, nuestra líder de ministerio, el anhelo de volver a comenzar la lectura. Esto coincidía con los programas de Aviva Nuestros Corazones que iniciarían en el 2020.
Así que estaba yo muy agradecida con el Señor por el anhelo y el amor que Dios puso en mi corazón para que la lectura de Su Palabra entre las mujeres fuera una realidad. Pero eso no era todo lo que el Señor tenía en Sus planes.
Ahora era mayor. Dios tocó el corazón de nuestro pastor y él pidió que no solo fuera a nivel de ministerio de mujeres, sino que se extendiera a la iglesia. ¡Guau! Estaba más que agradecida con el Señor. Por ver cómo Él va abriendo camino para que Su pueblo lo conozca más y lo ame más.
Sé que Dios nos permitirá llegar al final de este año conociéndolo por medio de cada capítulo que leo e irá transformando a Su pueblo para toda buena obra en Su bendito nombre.
No hay nada como entender y amar la Biblia completa de principio a fin. De tapa a tapa. Solo aprendemos después de repetir y repetir.
Y que no sea solo ahora, sino que en la forma que Dios lo disponga no dejemos de leer y leer Su Palabra como un todo, sino que continuemos los siguientes y los siguientes y los siguientes, interiorizando, atesorando, amando, y podamos ser un pueblo que conoce Su Palabra y actúa Su Palabra hasta el día que Él vuelva.
Gracias hermanas.
Annamarie: Gracias hermana por compartir tu testimonio con nosotras. Cuando nos rendimos a los propósitos de Dios y nos disponemos a conocerle y creerle, Él se revela a nosotras y nos da mucho más de lo que pedimos o entendemos.
Dios nos llama a ser mujeres sabias. Y en Proverbios capítulo 7 podemos encontrar 21 diferencias entre una mujer sabia y una salvaje o rebelde. En nuestra próxima serie Mary Kassian nos hablará acerca de esto y nos retará a examinar nuestros corazones, pensamientos y acciones. Asegúrate de acompañarnos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Aprendiendo a confiar en Dios juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
La lectura bíblica para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es Deuteronomio capítulos 11 y 13.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación