Hermosura eterna: construyendo sobre la roca

¡Casi estamos por llegar al final de nuestra serie sobre la comparación! Pero antes queremos compartir contigo los testimonios de algunas chicas donde ellas compartieron historias reales de lo que Dios ha estado haciendo en sus corazones en cuanto a este tema. ¡No te pierdas este episodio!

Aquí te compartimos algunas frases y versículos del episodio de hoy:

¿Por qué para nosotras, como mujeres, la validación externa llega a tener tanto peso?

• La validación externa tiene mucho peso porque nuestra carne pecaminosa quiere mantener su atención en lo que el mundo dice sobre nosotras. Queremos los halagos, la admiración y los aplausos.
• Los seres humanos estamos naturalmente atraídos a todo aquello que consideramos hermoso. Pueden ser cosas físicas, ideas, personalidades o personas y su físico. Queremos más de lo que vemos como atractivo. 
• Como mujeres, le caemos atrás a las modas y las opiniones que cambian todos los días en esa búsqueda fútil de siempre ser consideradas atractivas. ¡Pero qué carrera tan pesada! Podemos estar tan seguras de nosotras mismas y una sola palabra puede derrumbar nuestra autoestima.

Aplicación de Mateo 7:24-27 con respecto a la comparación

«Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca» (v. 25).

• Por eso es tan importante construir nuestra identidad en tierra sólida. Esto lo vemos en la parábola del hombre sabio que construyó su casa sobre una roca inconmovible. Este hombre no solo escuchó las palabras de Cristo, sino que también las aplicó al construir sobre la roca, mientras que el hombre necio construyó sobre la arena y no escuchó, no aplicó las palabras del Señor. 
• La casa del hombre necio podía parecer sólida y bien diseñada, pero, en el momento que llegó una tormenta, esa casa se desplomó. Así somos nosotras. Si no nos estamos resguardando en el Señor, si no estamos escuchándole y creyendo en quien Él ya ha dicho que somos, una simple crítica nos derrumba.

¿Qué significa y cómo se ve en la práctica no quedarse atrapada en la comparación, sino caminar en la verdad de ser hijas de Dios?

• A veces somos muy «totalistas» y pensamos que algún día llegaremos a un punto de tal perfección o santidad en esta tierra que nunca lucharemos con el pecado. Pero la realidad es que podemos querer servir y glorificar a Dios con todo, pero la carne es débil y el corazón es engañoso.
• ¡Esto no significa que debemos aceptar la derrota! Lo que marca la diferencia entre alguien que le entregó su vida a Cristo y alguien que vive para el mundo es que aquellos que le hemos entregado a Cristo nuestras vidas luchamos con el pecado, pero no vivimos en pecado. 
• Mientras que vamos creciendo en madurez espiritual y vamos caminando junto al Señor, nuestro corazón se va fortaleciendo y nuestra mirada se va fijando más y más en la eternidad y menos en este mundo pasajero.
• Mientras más tiempo pasamos en comunión con el Señor, nuestra mente se va transformando en una que piensa en Cristo y en Su gloria primero, antes que en la gloria propia o en lo que el mundo tiene por ofrecer. 
• Nuestro caminar con Dios es un proceso de santificación. Si de repente fuésemos las versiones más santas de nosotras mismas en el momento que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, no nos daríamos cuenta de lo sucio de nuestro pecado y de lo puro de la santidad de Cristo. 
• Debemos andar con Cristo, y es en ese proceso que vamos renovando nuestras mentes. No nos debemos quedar estancadas en nuestros pecados y en nuestras luchas. No nos debemos adaptar a este mundo. Es un proceso, una trayectoria.
• Este mundo es pasajero, no es nuestro hogar, no es nuestra meta final. Entonces, ¿por qué afanarnos en complacer al mundo? ¿Por qué buscamos satisfacernos con algo vacío e infructuoso? Nada en este mundo puede satisfacernos. Lo más importante que podemos hacer es seguir, temer a Dios y guardar Sus mandamientos.
• No es malo querer vernos bien o darle importancia a cuidar nuestra apariencia. Lo que sí es peligroso es confiar en que nuestra belleza nos agrega un ápice de valor. La belleza física desaparece al pasar de los años, pero Dios y Su Palabra NUNCA desvanecerán. 
• Si encontramos nuestro valor en Cristo, en glorificarlo y en vivir para Él, Su belleza y Su luz van a irradiar a través de nosotras. Es verdad que esa no es la belleza que el mundo presenta como valiosa, pero es aún mayor porque es una belleza eterna; es la hermosura del Rey que está siendo reflejada en nosotras.

Para reflexionar:

• «…el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil». —Mateo 26:41
• «Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él…». —Colosenses 2:6
• «…no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente…». —Romanos 12:2 
• «Vanidad de vanidades… todo es vanidad». -Eclesiastés 12:8 
•  «Tus ojos contemplarán al Rey en Su hermosura…». —Isaías 33:17
• No importa si tu lucha comenzó hace mucho tiempo o si todavía batallas hoy con esas comparaciones silenciosas. En Cristo encuentras una identidad firme, inquebrantable.
• Cuando aprendes a verte con los ojos de Dios, dejas de buscar validación externa y empiezas a vivir con libertad. Esa libertad que viene cuando entiendes que no tienes que demostrar nada para ser amada, porque ya eres completamente conocida, escogida y valorada por Aquel que te creó.

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