Nuestros hogares deben ser reconocidos por ser acogedores, hospitalarios y de fácil acceso para las personas en necesidad.
Cuando renunciamos a apropiarnos de las cosas estamos abriendo la puerta para experimentar a Dios de maneras que no habríamos experimentado de otra forma.
Somos la fragancia de Cristo, y mientras lo representamos, esperamos que otras vean al Espíritu Santo en nosotras. Verán la vida de Cristo en nuestras vidas, y querrán saber más de Él.
Puede ser que te sientas incomprendida, defraudada o que simplemente no tengas amigos. No creas la mentira de que algo en este mundo puede librarte de la soleda