Aprobada por Cristo, no por tus calificaciones
En el episodio de hoy seguiremos hablando sobre la comparación, pero en un área diferente: las calificaciones y la presión que muchas veces sentimos en ese ámbito. Todas podemos identificarnos con esa lucha de querer dar lo mejor, pero a veces terminar cargando con un peso que Dios nunca nos pidió que lleváramos.
Aquí te compartimos algunas frases y versículos del episodio de hoy:
¿Qué podemos aprender sobre descansar en Dios en lugar de hacerlo en nuestro rendimiento académico?
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Dios nos ayuda a descansar en Él cuando entendemos, por medio de Su Palabra y por hermanas en la fe que nos aconsejan, que nuestra identidad está en Él.
- Dios no nos amará más o menos porque nuestras calificaciones sean altas. Él nos ama por lo que ya hizo en la cruz, Él nos ama porque somos Sus hijas, y no hay que añadir …
En el episodio de hoy seguiremos hablando sobre la comparación, pero en un área diferente: las calificaciones y la presión que muchas veces sentimos en ese ámbito. Todas podemos identificarnos con esa lucha de querer dar lo mejor, pero a veces terminar cargando con un peso que Dios nunca nos pidió que lleváramos.
Aquí te compartimos algunas frases y versículos del episodio de hoy:
¿Qué podemos aprender sobre descansar en Dios en lugar de hacerlo en nuestro rendimiento académico?
-
Dios nos ayuda a descansar en Él cuando entendemos, por medio de Su Palabra y por hermanas en la fe que nos aconsejan, que nuestra identidad está en Él.
- Dios no nos amará más o menos porque nuestras calificaciones sean altas. Él nos ama por lo que ya hizo en la cruz, Él nos ama porque somos Sus hijas, y no hay que añadir nada más a Su obra.
¿Qué nos enseña la experiencia sobre la comparación, compararnos con una amiga o compañera que parece más inteligente o más aplicada, sobre encontrar nuestra identidad en Cristo y no en nuestras calificaciones?
- Perseguir el éxito o el título de «inteligente» es extremadamente agotador.
- Pasar noches de desvelo innecesarias para poder alcanzar cierto estatus en alguna clase, y tener la mejor calificación, es poner nuestro valor en los resultados de nuestros esfuerzos para sentirnos mejor y orgullosas de nosotras mismas, porque nuestra identidad está ahí y no en Cristo.
¿Cómo podemos renovar nuestra mente para recordar que Dios no nos mide por diplomas ni títulos, sino por un corazón rendido a Él?
- Vivimos en un mundo donde la mayoría de las veces el que sobresale es el más recompensado, no solo económicamente, también emocionalmente, recibe aprecio, halagos; le dan reconocimiento, un lugar importante.
- Tener logros académicos nos lleva a sentirnos valoradas, y no es malo sentir que te va bien en la clase. El problema está cuando esto se vuelve un ídolo, cuando necesitamos esa aprobación, y si no la tenemos, nos sentimos mal.
- Renovar nuestra mente es la clave. Esto es lo que nos llevará a recordar que Dios no nos mide por títulos, sino por un corazón rendido a Él. Cuando nos sumergimos en la Palabra de Dios, vemos que el amor de Dios es infinitamente mayor y mejor que los aplausos del mundo.
Cuando recordamos que, delante de Dios, nuestra identidad no depende de nuestras calificaciones, ¿cómo esa verdad nos da libertad o paz en medio de la presión académica?
- Entender en profundidad qué significa ser salva por gracia es saber que no hay nada en mí, ningún estatus, ningún esfuerzo propio que pueda darnos el favor de Dios, y eso cambia por completo la perspectiva de nuestras vidas y de dónde está nuestro valor.
- En el tema académico y profesional, aunque el Señor nos llama a la excelencia, el punto de partida nunca es la perfección ni estar en la cima siendo mejor que todos, sino en esforzarnos para la piedad, en reflejar a Cristo y el evangelio en cada cosa que hagamos, reconociendo que no hay perfección de este lado de la gloria.
- Tener buenas calificaciones y ser la mejor de la clase, no sirve de nada si no estamos viviendo en comunión con el Señor y descuidamos nuestro tiempo con Él por la escuela; no tiene ningún valor ganar el premio del primer lugar de la clase si no estás reflejando a Cristo en tu hogar y en la escuela.
- Hay muchas jóvenes que dejan de involucrarse en las responsabilidades del hogar y en la comunión en la iglesia, en sus diferentes reuniones esenciales, incluso no van al culto del domingo, que es el más importante, porque deben quedarse a estudiar o a hacer sus tareas. Si de verdad queremos tener en orden nuestras prioridades, primero está nuestro tiempo con el Señor, nuestro servicio en el hogar y la asistencia a la iglesia, y luego la escuela.
- Tampoco podemos irnos al extremo de descuidar la escuela por estar involucradas en todas y cada una de las actividades de la iglesia, pero siempre podemos encontrar un balance.
- De nada es provechoso afanarse, o invertir todo su tiempo en la escuela pensando que de eso depende su futuro, el tener buenos contactos en la vida para tener un buen trabajo o hacer buenos negocios. Jesús le dijo a la multitud en el sermón del monte, que Él se encarga de proveer todo lo que necesitamos.
- Nuestro valor está en el amor de Cristo por nosotras, un amor que lo llevó a encarnarse y dar Su vida en sacrificio para que hoy podamos ser libres de la esclavitud del pecado y de nuestros propios logros; para ser libres en quiénes somos en Él, y en la seguridad que hay de que Él sea el dueño de nuestras vidas y quien guíe cada uno de nuestros pasos.
¿Qué diferencia hace tener una comunidad cristiana que nos recuerde la verdad cuando la comparación académica pesa en nuestro corazón?
- Tener una comunidad cristiana es muy importante y hace toda la diferencia, porque vivimos en un mundo que nos bombardea de mentiras y estar solas puede ser un terreno muy peligroso.
- Cuando tienes hermanas en la fe que te conocen, ellas te pueden ayudar y levantar en momentos vulnerables. Cuando ellas nos escuchan hablar o ven nuestro estado de ánimo, nos van a apuntar a Cristo, y nos van a recordar nuestro valor en Él. Pero si estamos solas, si no nos involucramos en la iglesia, nadie podrá ayudarte.
- En Tito 2, vemos la importancia de tener una hermana mayor que sea piadosa y madura en su fe, alguien que nos pueda enseñar y guiar. Ella puede enseñarnos tanto acerca de nuestra identidad en Cristo, y nos pueda guiar en las verdades de la Palabra de Dios.
Para reflexionar:
- «Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto». —Romanos 12:2
- «Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad». —1 Timoteo 4:7b
- «Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas». —Mateo 6:33
- «Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?» —Mateo 6:26
- Tu valor no cambia con tus calificaciones. Cristo ya pagó el precio más alto por ti, y eso define quién eres: una hija amada de Dios. No dejes que la comparación robe la paz que Él ya te ha dado. Busca primero Su reino y todo lo demás vendrá en Su tiempo.
- No tienes que demostrar nada para ser amada, porque Cristo ya lo hizo todo por ti. Las calificaciones suben y bajan, pero el amor de Dios por ti permanece firme y eterno. La próxima vez que sientas la presión de ser «la mejor», respira, ora, y recuerda: ya eres completamente aceptada en Cristo.
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