Cómo aprovechar al máximo la enseñanza de tu pastor

¿Alguna vez te ha sucedió que …

  • te levantas el domingo en la mañana sin ganas de ir a la iglesia?
  • batallas para mantenerte despierta en el culto?
  • te distraes durante el mensaje o mientras el pastor predica haces una lista mental de cosas por hacer?
  • empiezas a examinar el mensaje o al predicador en tu mente o no recibes nada del sermón?
  • quisieras que tu pastor fuera más                 ?
  • antes de llegar a tu casa de la iglesia ya te olvidaste del mensje que escuchaste?

Si no estamos siendo beneficiados por el ministerio de la Palabra conforme es públicamente proclamada en nuestras iglesias locales, tal vez la falla no esté con el que está proclamando la Palabra. Tal vez es en nuestra disposición para escuchar, recibir y responder a la Palabra.

¿Cómo podemos preparar nuestros corazones para aprovechar al máximo la enseñanza de nuestro pastor?

Antes del servicio

  1. Ora por tu pastor mientras se prepara para el domingo. Ora que su horario esté libre de distracciones innecesarias. Ora que Dios le de entendimiento del significado de la Palabra. Ora que Dios le hable personalmente a través de la Palabra y que responda en humildad y obediencia. Ora que Dios le ayude a comunicar la verdad con claridad, libertad, pasión y poder.
  2. Si tu pastor está predicando una serie de un libro específico de la Biblia, toma tiempo durante la semana para leer en adelante y meditar sobre el pasaje. Pídele a Dios que hable a tu corazón antes de que siquiera oigas el mensaje.
  3. Prepárate para la alabanza pública la noche antes. Apaga la tele, limita tus actividades sociales, y mejor, haz cosas que cultiven tu apetito por la Palabra de Dios.
  4. Pídele a Dios que prepare tu corazón para la predicación de la Palabra. Arrepiéntete de cualquier pecado que Dios te revele, y deshazte de las cosas que están estorbando a la Palabra de Dios en tu vida.
  5. Pídele a Dios que te de un sentido de anticipación. Ven a la iglesia pidiéndole a Dios que se encuentre contigo. Espera oír de él y ser diferente cuando salgas.

Durante el servicio

  1. Participa –tienes que estar allí. No vas a sacar mucho de la iglesia si no vas.
  2. Llega a la iglesia suficientemente temprano para pasar unos minutos antes del servicio calladamente preparando tu corazón para la alabanza. Ora que Dios se mueva –en el pastor, en tu corazón, en los corazones de otros—y rinde tu corazón a lo que Dios diga.
  3. No seas un espectador. Participa completamente en cada parte del servicio. Esto significa que cuando es tiempo de cantar, cantes. Cuando es tiempo de orar, ores. Cuando es tiempo de dar, da.
  4. Mientras el sermón está siendo predicado, abre tu Biblia y sigue el pasaje. Si tu pastor menciona otras referencias, búscalas.
  5. Escucha atentamente a la lectura y la prédica de la Palabra. Trata de ver al pastor en los ojos. No nada más le ayuda esto al pastor para saber que la gente está escuchando, sino que te mantiene alerta y enfocada.
  6. Escucha humildemente la prédica de la Palabra. Pídele a Dios que lo haga fresco. Si tu corazón es humilde, no vas a evaluar el mensaje o cómo se está predicando; vas a dejar que el mensaje te evalúe a ti.
  7. Toma notas. Apunta cosas sobre las que el Señor te habla; subraya los puntos que el Espíritu aplique a tu corazón y vida. Lleva esas notas a tu casa, y repásalas después.
  8. No hagas a tu pastor prisionero de expectativas irreales. Tu pastor no tiene que ser fascinante, divertido o dramático, ni tiene que contar muchas historias para ser efectivo. Debe de ser un hombre de Dios que es humilde, que ama la Palabra, que abre la Palabra, y que simplifica su significado. El poder está en la verdad, no en el mensajero.

Después del servicio

  1. Pídele a Dios que te dé por lo menos un punto para recordar del mensaje—un concepto clave, frase o versículo que puedas repasar durante la semana. Apúntalo para que no se te olvide.
  2. Mientras está todavía fresco en tu mente (antes de salir de la iglesia, en el camino a la casa, durante la comida después del servicio, etc.), comenta el mensaje con otros. Comparte cómo Dios te habló.
  3. Sé un hacedor de la Palabra y no nada más un oidor (Santiago 1:22). Aplica lo que oíste el domingo en la mañana a las circunstancias y situaciones diarias de la vida real durante la semana.

Haciéndolo personal

  • ¿Estimas, respetas y veneras la Palabra de Dios (Neh. 8:5, Sal. 138:2)?
  • ¿Preparas tu corazón para oír la Palabra de Dios (Sal. 119L18)?
  • ¿Encuentras deleite en oír la Palabra de Dios ser proclamada?
  • ¿Escuchas atentamente cuando la Palabra está siendo leída o predicada (Neh. 8:3, Sal 85:8)?
  • ¿Esperas que Dios te hable cada vez que escuchas su Palabra ser proclamada?
  • ¿Tienes un espíritu enseñable (Sal. 25:9)?
  • ¿Tiemblas frente a la Palabra de Dios (Isa. 66:2, Esd. 9:4)?
  • ¿Oras por los que proclaman la Palabra de Dios a ti, que sean vasos de Dios puros y ungidos (1 Tes. 5:25)?
  • Cuando la Palabra está siendo predicada, ¿estás consciente de que no estás escuchando palabras de hombres sino la Palabra de Dios (1 Tes. 2:13)?
  • ¿Tienes un compromiso de obedecer lo que sea que Dios te muestre de Su Palabra (Mat. 7:24; Santiago 1:22-25)?
  • ¿Respondes en fe, esto es, actuando sobre la Palabra que has oído (Heb. 4:2)?
  • Tu corazón, ¿es buena tierra que recibe la Palabra de Dios y produce fruto (Luc. 8:15)?
  • ¿Estás dispuesto a dejar que el mensaje te juzgue en lugar de que tú juzgues al mensaje?
  • ¿Tomas el mensaje personalmente (Santiago  1:22)? O, ¿tiendes a pensar en cómo aplica a la gente sentada cerca de ti?
  • ¿Compartes con otros lo que has aprendido de la Palabra de Dios (2 Tim. 2:2)?
  • ¿Expresas aprecio y gratitud por aquellos que te ministran la Palabra de Dios (Gal. 6:6; 1 Tes. 5:12-13)?

© Usado with permiso. www.AvivaNuestrosCorazones.com

 

Sobre el autor

Nancy DeMoss Wolgemuth

Nancy DeMoss Wolgemuth ha tocado las vidas de millones de mujeres a través del ministerio de Aviva Nuestros Corazones y del Movimiento de Mujer Verdadera, llamando a las mujeres a un avivamiento espiritual y a la feminidad bíblica. Su amor por Cristo y por Su Palabra es contagioso y permea todos sus alcances, desde sus conferencias hasta sus programas de radio.

Ha escrito veintidós libros, incluyendo Mentiras que las mujeres creen y la Verdad que las hace libres, En busca de Dios (junto a Tim Grissom), y Adornadas. Sus libros han vendido más de cuatro millones de copias y están llegando a los corazones de las mujeres alrededor del mundo. Nancy y su esposo, Robert, radican en Michigan.