El precio de ser una mamá a tiempo completo

Hay una reacción en común que tienen algunas mujeres cuando les cuento cómo Dios me llenó de una fuerte convicción de renunciar a mi trabajo y poner mi carrera a un lado para ser una madre y esposa presente en el hogar y es la siguiente:

“Dichosa tú, que tu marido te mantiene ó Yo no puedo darme ese lujo porque mi esposo no gana lo suficiente.” 

Hoy quiero compartirles cuanto nos ha costado como familia esa dicha, quizás así podré aterrizar a la realidad cómo luce la obra de Dios en nosotros.

Cuando Dios me encontró con un corazón alejado de mi hogar, con lo que generaba en mi empleo aportaba mensualmente igual que mi esposo, de manera que renunciar a mi trabajo no era una opción, mejor dicho era una locura. Fue ahí cuando Dios nos confrontó haciéndonos ver que nuestro nivel social era un ídolo y no estábamos dispuestos a reducir nuestro estilo de vida, ni siquiera por el bien de nuestra familia.

Vinimos ante Dios, nos rendimos y le pedimos que nos ayudara a entregar todo cuando fuera necesario… 

En ese momento por Su gracia Dios me mostró mi orgullo y mi falta de fe pero en medio de todo ponía un gran peso y convicción al llamado de renunciar a mi trabajo y servirle en mi hogar. Lo siguiente era un paso de fe, donde lo único que nos sostendría era la promesa de su Palabra:

Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19

Aunque estábamos convencidos de que Él sería fiel, habían luchas en mi interior por abandonar mi carrera, hasta cierto punto el trabajo me daba una identidad y sentía que estaba lanzándome a un vació incierto. Finalmente Dios movió mi corazón a tomar esa decisión y aunque mi no fue asimilada ni aplaudida por muchos alrededor de mi, contaba con la aprobación de mi Dios y de mi esposo, eso era suficiente.

Comenzar a vivir sólo con lo que mi esposo percibía me costó mucho, después de estar acostumbrada a manejar mi propio dinero desde los 17 años, no fue fácil, ajustarme a lo que él me daba, eliminar todos los gastos que no eran de primera necesidad, cambiar los hábitos de compra, reducir los servicios como el cable, internet, ¡teléfono!… significaban un "retroceso", y aunque sentí un sabor amargo en ocasiones… descubrí que no hay mayor dulzura al alma que responder a lo que Dios me había llamado. 

Cuando Dios te da una convicción conforme a Su Palabra, es necesario dar un paso de fe.

Mi esposo pudo sentir la carga completa como proveedor del hogar y eso lo llevó a asumir su rol con más empeño y decisión. No es un secreto que muchas veces competimos en el liderazgo económico y no le damos la oportunidad a ellos estar al frente de la provisión en el hogar, ponerme a un lado y dejarlo ser el hombre de la casa comenzó a dar frutos hermosos. Mientras tanto yo lidiaba con mi orgullo y la tarea de ser una esposa y madre a tiempo completo, muchas veces sintiéndome victoriosa y otras sintiéndome improductiva, tratando de descubrir la belleza de mi diseño y entrenándome para poner mis ojos en Cristo.

Esos días aún no han terminado, quizás desde afuera puede verse el brillo de una “mujer valiente” pero la verdad es que sólo soy una mujer ordinaria con un gran Dios, que se rinde, para al otro día volverse a rendir. El camino es largo, pero mientras lo recorro quiero ver la hermosura del paisaje: un hogar cultivado con la gracia de Dios.

…he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación.  Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:11b-13

¿A qué te está llamando Dios y te resistes por no querer poner a un lado tus comodidades?

Sobre el autor

Betsy Gómez

Betsy Gómez tiene una gran pasión por inspirar a otras mujeres a atesorar a Cristo en lo ordinario de la vida. Ella dirige las iniciativas de alcance de Joven Verdadera. Nació en la República Dominicana, y ahora vive en Irving, Texas, donde su esposo, Moisés, sirve como pastor hispano en la iglesia First Irving. Tienen tres niños y una niña.