Andando en bicicleta junto al río, pasé junto a un hombre con una sola pierna que estaba en silla de ruedas y volví a darme cuenta de que la vida simplemente no es justa. ¿Por qué yo tengo dos piernas para pedalear mientras él está limitado a una silla?
Eso me hizo pensar, otra vez, en un taller al que asistí en una conferencia de «Coalición por el Evangelio». Tiendo a pensar que la comparación es algo con lo que lidian principalmente las mujeres, pero Carolyn Mahaney compartió sobre la ocasión en la que el apóstol Pedro también fue tentado a compararse.
La sentencia de muerte de Pedro
¿No es emocionante escuchar las conversaciones de otros? Sorprendentemente, en Juan 21, podemos escuchar la enigmática conversación de Jesús con Pedro:
«En verdad te digo, que cuando eras más joven te vestías y andabas por donde querías; pero cuando seas viejo extenderás las manos y otro te vestirá, y te llevará adonde no quieras. Esto dijo, dando a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios…» (vv. 18-19).
Así, de repente, Pedro recibe su sentencia de muerte: muerte por crucifixión, al igual que Jesús. ¡Qué noticia tan difícil de asimilar! Pero Pedro no tiene mucho tiempo para procesarlo, porque Jesús sigue hablando: «Y habiendo dicho esto, le dijo: “sígueme”».
¿Dónde está tu compasión?
Carolyn Mahaney dijo: «¿Acaso no debería Jesús haber mostrado compasión hacia Pedro? En cambio, le dio una orden. Lo único que más ayudaría a Pedro sería seguir a Jesús, para así recibir y disfrutar de una comunión íntima con Él… ¿No es cierto que cuando estamos atravesando algo difícil lo que más queremos es lástima? Sin embargo, nuestra necesidad más profunda es que alguien, con amor, nos dé un consejo bíblico. Y eso fue exactamente lo que nuestro Señor le dio a Pedro».
Ella señaló que, al igual que Pedro, todos enfrentamos situaciones en nuestras vidas que no preferiríamos, circunstancias que no podemos cambiar, pero cada una de ellas ha sido asignada por Dios para que, en última instancia, podamos glorificarle (v. 19).
¿Y qué hay con él o con ella?
En este punto de la conversación, Pedro interviene, se da la vuelta, ve a Juan siguiéndolos y le dice a Jesús: «¿Y este, qué?».
Empieza a compararse. ¡Vaya que me identifico! Que fácil es desviar mi atención de Dios y de Su Palabra para mirar a los demás, para comparar mis circunstancias con las suyas.
El Señor responde la pregunta de Pedro, pero no como esperaríamos. Repite Su mandato, junto con lo que parece una reprensión firme y una pregunta retórica:
«Jesús le dijo: “Si Yo quiero que él se quede hasta que Yo venga, ¿a ti, qué? Tú, sígueme”» (v. 22).
En otras palabras: «Eso no es asunto tuyo. Deja de compararte con él y sígueme». En palabras de Carolyn:
«Jesús no le permitió a Pedro ni un momento para caer en la autocompasión. Podríamos pensar que esto es insensible, pero, una vez más, esta reprensión fue lo más amoroso que Jesús pudo haberle dicho a Pedro. Verás, para Pedro, desviar su mirada del Salvador y enfocarse en Juan fue lo peor que pudo hacer, la acción más perjudicial. La comparación pecaminosa es un ejercicio inútil y destructivo; nos roba el gozo y destruye nuestra paz…».
Jesús nos diría lo mismo a ti y a mi al compararnos con otros: «Y a ti, qué? Lo que he asignado a ellos no debe ser tu preocupación».
Sígueme
No basta con dejar de compararnos con los demás, Jesús también le dijo a Pedro algo que debía hacer en lugar de eso: «Sígueme».
Para que Pedro pudiera enfrentar el martirio que le esperaba, necesitaba seguir a Jesus. No necesitaba escuchar ni hacer otra cosa. Jesús nos da el mismo mandato: para cada experiencia no deseada, el Señor nos dice: «Tú, sígueme», y a medida que obedecemos, recibimos la gracia que necesitamos.
¿Qué circunstancias te están llevando a comparar tu situación con la de otros?
¿Cómo puedes, de forma práctica, fijar tu mirada en Jesús, en lugar de en los demás, y seguirlo a Él?
La tradición dice que Pedro murió alrededor del año 65 d.C., lo que significa que vivió tres décadas con esa predicción colgando sobre él, pero no permitió que eso lo distrajera de seguir a Jesús. Señor, por favor muéstranos, como hiciste con Pedro, cómo glorificarte y seguirte en las formas específicas y personales que has diseñado para que mostremos cuán grande eres. Gracias, Jesús, porque seguiste a Tu Padre hasta la cruz y pagaste nuestra deuda de pecado, para que podamos ser amigas e hijas de Dios.
Ayúdanos a llegar a otras
Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Joven Verdadera?
Donar $3¡Hey chicas! Nos encanta escuchar de ustedes, pero nos sentimos limitadas por las formas en que podemos ayudarlas.
Si buscas consejo te animamos a hablar primero con tu pastor o una mujer piadosa en tu vida, ya que ellos sabrán más detalles de ti y te darán seguimiento y ayuda.Lo publicado en la sección de comentarios no necesariamente refleja el punto de vista de Aviva Nuestros Corazones.
Nos reservamos el derecho de remover opiniones que puedan no ser de ayuda o inapropiadas. Puede ser que editemos o removamos tu comentario si: * Requiere o contiene información personal como emails, direcciones, teléfonos. *Ataca a otras lectoras. * Utiliza lenguaje vulgar o profano.
Únete a la conversación