«Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte». -Santiago 1:14-15
¿Te has sentido alguna vez menos bonita, menos espiritual, menos exitosa… solo porque otra lo parece más? Hoy quiero contarte una parte de mi historia que empezó con una simple comparación y terminó con una lucha muy real que me robó la paz por años.
El inicio de la comparación
Recuerdo estar en mi academia de ballet. Tenía apenas cinco años, y fue ahí donde por primera vez me vi diferente…no era tan delgada como las otras niñas. En ese momento fue solo una idea vaga, pero una idea puede crecer, y cuando no es llevada a la cruz, puede echar raíces profundas.
Con el tiempo crecí, me desarrollé, y esa sensación de «ser más grande que las demás» se hizo más evidente. Ya no era solo una idea en mi mente: mis maestras de ballet también lo notaban y me lo hacían saber. Un comentario, una mirada, una comparación sutil, y ya te sientes totalmente fuera de lugar.
Cuando finalmente volví a crecer de estatura y perdí peso, no fue suficiente, quería más. Así que decidí cambiar mi alimentación: desayunaba un vaso de leche y comía una manzana con agua ¿el resultado? Elogios. Aplausos. «¡Qué bonita! ¡Tan flaquita! Así se ve una bailarina». Finalmente me sentía aceptada.
Pero esos comentarios, aunque sonaban bien, alimentaban algo destructivo: una sed de aprobación que nunca se saciaba. Comer poco se convirtió en rutina; comer de más, en culpa; ayunar era el castigo. Y así, sin darme cuenta, caí en un desorden alimenticio que me acompañó por años: anorexia.
El pecado no siempre se ve «feo» al principio
No lo sabía entonces, pero estaba atrapada. No por una dieta, sino por un ídolo. Santiago 1:14-15 lo dice claramente: «somos seducidas por nuestros propios deseos», y eso fue exactamente lo que pasó conmigo. La delgadez se volvió mi estándar, mi identidad y mi falso dios. Todo giraba en torno a eso.
A los 18 años, por primera vez escuché algo que me sacudió: mi desorden alimenticio no era solo una lucha emocional, era pecado. No porque quería «comer sano», sino porque estaba adorando la imagen de una chica perfecta a los ojos de otros, pero vacía delante de Dios.
Cambiar no fue fácil. Me costó muchísimo porque había construido mi vida alrededor de ello, pero una vez leí lo siguiente:
«El proceso de cambio (o de santificación) requiere que veamos a nuestro comer en exceso, nuestros atracones y nuestra hambre como pecado; no solo como algo inconveniente, vergonzoso o problemático».
Libre… pero en guardia
Hoy, por la gracia de Dios, ya no vivo esclavizada, pero sigo siendo intencional en recordar quién soy en Cristo. No vivo comparándome con otras o con la «versión ideal» de mí misma, porque entendí que el único estándar verdadero es Cristo.
No te compares más con lo que ves en redes, con tus amigas, con lo que otros esperan de ti. Tu valor no depende de tu cuerpo, tus logros o seguidores; tu valor está en Aquel que dio Su vida por ti.
Si hoy estás atrapada, quiero recordarte que hay libertad en Jesús. No importa cuál sea tu lucha de comparación, el primer paso es rendirla a Dios. No puedes sola y tampoco estás sola.
«Para libertad fue que Cristo nos hizo libres. Por tanto, permanezcan firmes, y no se sometan otra vez al yugo de esclavitud». -Gálatas 5:1
No vivas comparándote, vive imitando a Jesús
La vida cristiana no se trata de lo que evitamos, sino de lo que perseguimos. Persigue a Cristo, corre tras Su diseño para ti, llénate de Su Palabra, y si caes, vuélvelo a mirar. Él no solo te perdona. Él te transforma.
Cuando sientas que no eres suficiente, cuando te veas tentada a mirar a otras en lugar de mirar a Cristo, detente y medita en la verdad de la Palabra. Aquí tienes algunos pasajes que puedes leer y orar en esos momentos:
- Salmo 139:13-14
- 2 Corintios 10:12
- Isaías 43:1
- Efesios 2:10
- Colosenses 3:1-3
- Gálatas 1:10
Tú no eres tus luchas. No eres tus comparaciones. No eres tu cuerpo.
Eres hija amada de Dios, y en Él hay plenitud, propósito y libertad.
Ayúdanos a llegar a otras
Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Joven Verdadera?
Donar $3¡Hey chicas! Nos encanta escuchar de ustedes, pero nos sentimos limitadas por las formas en que podemos ayudarlas.
Si buscas consejo te animamos a hablar primero con tu pastor o una mujer piadosa en tu vida, ya que ellos sabrán más detalles de ti y te darán seguimiento y ayuda.Lo publicado en la sección de comentarios no necesariamente refleja el punto de vista de Aviva Nuestros Corazones.
Nos reservamos el derecho de remover opiniones que puedan no ser de ayuda o inapropiadas. Puede ser que editemos o removamos tu comentario si: * Requiere o contiene información personal como emails, direcciones, teléfonos. *Ataca a otras lectoras. * Utiliza lenguaje vulgar o profano.
Únete a la conversación