Decisiones que marcan la vida: mi historia y lo que aprendí

Si me hubieran hablado sobre esto cuando tenía tu edad, muchas cosas hubieran sido diferentes. Antes de tomar decisiones importantes, como las relacionadas con el noviazgo, creo que hubiera evitado tomar muchas de las elecciones que hoy sé que no fueron sabias. Vivimos en un mundo que nos atrae con muchísimas cosas que pensamos que podemos controlar, que todo saldrá bien si seguimos nuestras emociones y deseos del momento. Pero te voy a ser sincera: no es así.

La realidad es que el mal está ahí afuera, acechando, y lo peor es que el enemigo quiere que caigas en trampas, en situaciones y decisiones que te serán difíciles de manejar. Muchas veces nos sentimos atrapadas y creemos que no hay salida. Así que, por favor, ten mucho cuidado. No juegues con el mundo ni con tus emociones. Busca a Dios, aprende a diferenciar lo que le agrada a Él, y escucha a tus padres y a las personas que te quieren. Yo no lo hice, y me fue muy mal. Hoy quiero compartirte mi historia para que puedas aprender de mis errores.

Cuando era joven, me creía invencible, creía que tenía el control total de mi vida. Era extrovertida, vivía para la diversión, me enfocaba en mi escuela, deportes y fiestas. Todo parecía ir bien, pero no conocía a Dios, y eso lo cambió todo. A los 19 años, descubrí que estaba embarazada, algo que jamás imaginé que me ocurriría. Mi mundo se vino abajo, porque aunque pensaba que todo estaba bajo control, me di cuenta de que no era así.

Sentí miedo, desesperación y mucha soledad. Al no tener el apoyo que necesitaba, tomé la decisión equivocada de abortar. Pensé que eso resolvería todo, pero me encontraba más perdida que nunca. En el fondo, sabía que estaba eligiendo una solución falsa para escapar de mis problemas, pero no veía otra opción. Me sentía atrapada en mis mentiras y en mis decisiones egoístas, sin entender lo que realmente estaba en juego.

Un año después, volví a encontrarme en la misma situación, y de nuevo, elegí abortar. Mi vida se convirtió en una red de mentiras. Empecé a tapar una tras otra, pensando que controlaba mi destino, pero todo se desmoronó cuando me di cuenta de que estaba viviendo lejos de lo que realmente importa: mi relación con Dios.

Las decisiones que tomé fueron influenciadas por mi ignorancia y mi deseo de controlar mi vida. No conocía a Dios personalmente y pensaba que la vida no comenzaba hasta mucho después de la concepción, pero hoy sé que desde el momento en que un ser humano es concebido, ya está vivo. ¡La vida es sagrada desde la concepción! No te creas la mentira del mundo. Dios lo dice en Jeremías 1:5: «Antes que Yo te formara en el seno materno, te conocí».

Mi vida cambió cuando dejé de intentar controlarlo todo. Busqué el verdadero propósito que Dios tenía para mí, y me di cuenta de que, al vivir según Su voluntad, mis prioridades cambiaron. Ya no se trataba de lo que el mundo me ofrecía, sino de lo que a Él le agradaba. Me di cuenta de que el amor y la paz que tanto anhelaba solo podían ser hallados en Cristo.

Hoy me siento agradecida porque Dios no solo me rescató a mí, sino también a mi familia. Mi esposo y mis hijos ahora compartimos una nueva visión de la vida, entendiendo que todos somos creados a la imagen de Dios y con un propósito eterno. Mi primer hijo, que nació con una condición especial, fue para mí una gran lección de amor y misericordia. Aunque en su momento pensé que era un castigo por mis decisiones, hoy sé que Dios tiene un propósito para cada vida, y Él me lo enseñó a través de mi hijo.

Dios me sacó del abismo de una vida vacía y rota, dándome una nueva oportunidad. Él me dio la oportunidad de arrepentirme, sanar y restaurar mi vida. Y no solo a mí, sino a todos los que me rodean. Ahora tengo la oportunidad de compartir mi testimonio con mujeres y jóvenes que están pasando por lo mismo, ayudándoles a sanar las heridas del aborto.

Hoy soy parte del ministerio «PassionLife», una organización que defiende la vida del no nacido y enseña a pastores y líderes a abordar el tema del embarazo no deseado, compartiendo el mensaje de esperanza y sanación que solo Cristo puede dar.

Joven Verdadera, te hablo desde mi corazón: el aborto no es una opción ni es una solución a tus problemas. Abortar es quitarle la vida a un ser inocente, y aunque el mundo pueda intentar convencerte de lo contrario, no traerá paz, sino secuelas dolorosas. Te animo a mantenerte en santidad, a esperar al joven que Dios ya ha preparado para ti, y a mantenerte firme en Su plan perfecto.

Busca a Dios. Él es el único que puede llenar el vacío que sientes. El mundo puede ofrecerte muchas cosas, pero al final te dejará vacía, buscando llenar ese hueco con cosas que nunca podrán satisfacerte. Solo Cristo puede llenar ese vacío.
 

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