No me caes mal… solo me sentí menos

P: «¿Cómo superaste la tentación de comparar constantemente tu vida, tu ministerio y tu familia con los demás?».

R: «Después de la visita de mi amiga Ángela, mi esposo me preguntó por qué estaba tan malhumorada. “Normalmente te encanta que Ángela te visite”, me dijo. Pero yo le contesté: “Sí. . . creo que Ángela ya no me cae bien”».

Mi esposo se quedó perplejo. «Shannon... », me dijo. «¡Quieres mucho a Ángela! ¿Qué te está pasando?». Tardé un poco en asimilarlo, pero al final me di cuenta de que no era Ángela la que no me caía bien. Fue que mis habilidades como madre fueron expuestas.

Durante todo el fin de semana, las hijas de Ángela habían jugado al aire libre, tomando el sol, disfrutando de la piscina, las manualidades y jugando. Mis hijos se habían pasado todo el fin de semana empujándose en la piscina y compitiendo por llamar la atención. Habían discutido constantemente, interrumpiéndose mutuamente y tratando de superar las historias de los demás, ante la asombrada mirada de su joven público femenino.

Fue un fin de semana agotador para mí. Me sentí muy incompetente y esa es una sensación realmente horrible. ¿Qué quería hacer? Quería alejarme y estar malhumorada un rato. Quería hacer una lista mental de por qué las niñas son más fáciles de criar que los niños. Y quería sacar mi lupa y encontrar algunos defectos en las hijas de Ángela para poder decirme a mí misma: «No somos los únicos que no somos perfectos».

En un momento les contaré por qué todas estas excusas son realmente una mala idea. Pero primero, me pregunto... Como hija, estudiante, amiga, servidora en la iglesia... ¿Alguna vez te has sentido «menos que alguien»?

La sabiduría que nos enseña Santiago 

Si estás leyendo esto, probablemente estés buscando algo de sabiduría. Buscas tomar decisiones piadosas y evitar tentaciones y trampas. Así que, con la sabiduría como nuestra meta, me gustaría señalarte algunos versículos del libro de Santiago que me han ayudado con mi lucha de la comparación.

Santiago es la carta escrita por el pastor de la iglesia de Jerusalén y hermano de Jesús. Fue uno de los primeros libros que se escribieron del Nuevo Testamento, probablemente una década después de la muerte y resurrección de Jesús.

Cuando él hace la pregunta: «¿Quién es sabio y entendido entre ustedes?» (Stg. 3:13), Santiago sabe que la respuesta lógica hace una década atrás habría sido que los fariseos y los líderes religiosos, pero la «sabiduría» de ellos les llevó a asesinar a Jesús, ¡nuestro exaltado Rey! 

Santiago nos llama a un nuevo tipo de sabiduría que se despoja de la mentalidad mundana y egocéntrica. Escucha cómo conecta la comparación egocéntrica (en negrita) con la sabiduría de nuestro enemigo (subrayado):

«Pero si tienen celos amargos y ambición personal en su corazón, no sean arrogantes y mientan así contra la verdad. Esta sabiduría no es la que viene de lo alto, sino que es terrenal, natural, diabólica. porque donde hay celos y ambición personal, allí hay confusión y toda cosa mala». -Santiago 3:14-16

¿Ves la conexión? A nuestro enemigo le encantan estas dos cosas, que suceden cuando la medida somos nosotras mismas: Los celos son cuando nos medimos en relación a otra persona y nos quedamos cortas (como me pasó a mí con Ángela). La ambición egoísta es cuando queremos ser las que están a la altura y nos esforzamos para superar a los demás. Ambas cosas requieren comparación con una medida, que como señala Santiago, está arraigada en la sabiduría terrenal.

La sabiduría, ya sea la de arriba o la terrenal, siempre está diciendo: «Deberías hacer esto. . . ». Nos toma de la mano y nos lleva en una dirección determinada. ¿A dónde quiere llevarnos nuestro enemigo? Directamente a la esclavitud y a menudo utiliza la comparación para hacerlo. 

Usando mi situación con Ángela, consideremos tres mensajes de medida terrenal en contraste a la sabiduría de arriba, que nos lleva por un camino diferente.

Tres mensajes extraídos de medida terrenal

  1. Debes alejarte.

El enemigo siempre quiere que me aleje de otros cristianos. A veces me tienta a alejarme debido a la inferioridad; otras veces me tienta a alejarme por orgullo pensando que alguien está «por debajo» de mí. Pero Jesús desea que, como iglesia, nos mantengamos unidos, edificándonos siempre unos a otros (Ef. 4:12).

Ángela es una amiga muy querida, y soy una mejor madre gracias a su influencia. Me recuerda constantemente la verdad y me da ejemplos nítidos de cómo se vive según la sabiduría de lo alto. Alejarme de ella me pone en una situación de déficit. Necesito amigas que fortalezcan mi fe como Ángela, y ella me necesita a mí. Somos mejores juntas y más débiles separadas.

  1. Sus fortalezas no son tan admirables.

Cualquier deseo de minimizar los éxitos o las fortalezas de mi amiga está empapado de envidia y amargura, que es exactamente de lo que el enemigo quiere llenar mi corazón. Cuando siento envidia, quizás esté mirando a otra persona, pero mi mirada está puesta en mí. Cuando siento amargura, tiendo a verlo todo con una perspectiva contaminada y egocéntrica. No puedo alegrarme de algo bueno a menos que sea algo bueno para mí.

En contraste, observa el tema del egoísmo que se refleja en la descripción que Santiago hace de la sabiduría celestial: «La sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía» (Stg. 3:17). ¿Ves cómo el egoísmo es lo contrario de cada una de esas descripciones?

La forma de vivir sin egoísmo que viene del cielo me permite apreciar a mi amiga Ángela y celebrar sus increíbles habilidades como madre, en lugar de sentirme amenazada por ella; puedo aprender de ella y convertirme en una mejor madre.

  1. Mis debilidades no son tan malas.

Fíjate en la advertencia de Santiago: «Pero si tienen celos amargos y ambición personal en su corazón, no sean arrogantes y mientan así contra la verdad» (Stg. 3:14). La respuesta natural de la sabiduría terrenal cuando me siento «menos que ___» es inflarme y parecer «superior». Me siento tentada a jactarme de mis éxitos o a esconder mis fracasos bajo la alfombra.

Esto es lo que hacían los fariseos. Constantemente se jactaban y se hacían ver superiores a los demás. La sabiduría de lo alto me lleva en una dirección completamente diferente. Dios se complace cuando me hago pequeña en arrepentimiento y humildad.

Honestamente, la visita de Ángela dejó al descubierto algunas deficiencias en la crianza de mis hijos. Había cosas en las que necesitaba trabajar con ellos, pero reconocerlo requería humildad. Primero tenía que ser humilde y decir: «De acuerdo, Señor. ¿Qué me estás mostrando? ¿Cómo puedo crecer?». 

Esto es lo que ocurre con la humildad: Dios la favorece. Santiago dice: «Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes» (Stg. 4:6).

Amada joven, ¿con quién te has estado comparando? ¿Cuáles de estos mensajes de comparación has estado considerando? Aférrate hoy a estas verdades liberadoras:

  • Necesito amigas que edifiquen mi fe. Somos mejores juntas.
  • Una perspectiva libre de ego me permite celebrar las fortalezas de las demás, sin sentirme amenazada.
  • Cuando la fortaleza de alguien expone mi debilidad, es una oportunidad para humillarme y crecer.

Cordialmente,

Shannon

PD: Si este tema te interesa, echa un vistazo a mi nuevo libro titulado: «¡No te compares! para chicas: cómo sobrevivir en un mundo obsesionado con las comparaciones».

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Sobre el autor

Shannon Popkin

Shannon Popkin es una conferencista y escritora de Grand Rapids, Michigan, quien disfruta combiner su amor por el humor y el contar historias con la pasión por la Palabra de Dios.

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