Como mamá de tres pequeños menores de cuatro años, conozco bien el reto que representa asistir a estudios bíblicos, cultos dominicales o cualquier actividad de la iglesia mientras intentas que tus hijos estén tranquilos y en silencio.
Recuerdo especialmente lo desafiante que era congregarme los domingos cuando mis mellizos tenían menos de un año y aún estábamos en plena pandemia. Sabía que mi alma necesitaba con urgencia escuchar la Palabra de Dios, y tenía la convicción de que congregarme no era opcional. Pero, siendo mamá primeriza y durmiendo apenas unas horas por noche, llegar a la iglesia era una verdadera proeza.
Me preocupaban mucho los malabares que tendría que hacer para tener bajo control a dos bebés de 8 meses en el servicio. Y al mismo tiempo me preocupaba recibir mucha ayuda porque era exponernos a contagios del virus del momento. Agradezco a Dios que esos momentos ya pasaron y que ahora puedo ser ayudada sin temor.
Puedo decir, con mucha alegría, que la mayoría de las veces que he asistido a mi iglesia local con mi familia, he sentido el amor de Dios a través de hermanas fieles que han brindado su amorosa ayuda. A veces en forma de una merienda providencial, otras con un «déjame ayudarte a cargarlo», o incluso llevándonos a casa al final del servicio.
Estoy profundamente agradecida por la manera en que mi iglesia local me ha acompañado en esta etapa de la maternidad, especialmente cuando mi esposo está sirviendo al frente, ya sea liderando una reunión o predicando. Puedo decir con toda honestidad que disfruto y valoro enormemente el regalo de pertenecer a una familia de la fe que cuida de los suyos.
Así que, si alguna vez te has preguntado cómo servir mejor a tu iglesia local, especialmente a las mamás con hijos pequeños que llegan cansadas pero necesitadas de escuchar la Palabra de Dios, déjame compartir contigo algunas ideas:
Conócela
Considero que este es uno de los puntos más importantes si deseas ser ayuda oportuna para una madre. Conocerla es importante porque cada mamá tiene necesidades diferentes y se encuentra en diferentes etapas en su vida.
Además, no todas nos sentimos ayudadas de las mismas maneras. He platicado con muchas mamás, y me he percatado de cómo cada una se siente amada y apoyada de maneras tan distintas a mí. Algunas desean mucha compañía en su periodo de postparto, porque esto les ayuda a no sentirse triste; mientras que otras, como yo, deseamos más bien tener un poco de privacidad para adaptarnos y recibir apoyo con actos de servicios como llevarnos comida preparada o mensajes de ánimo u oraciones. Así que, te animo a que la conozcas, preguntándole cómo le gustaría ser servida y apoyada en la etapa que se encuentra en su maternidad.
Sírvela con palabras de ánimo
Solo puedes servir a otras cuando te relacionas con tus hermanas, de esa manera conoces sus necesidades y sus luchas para poder apoyarlas, porque la Palabra de Dios dice en Proverbios 15:23: «El hombre se alegra con la respuesta adecuada, y una palabra a tiempo, ¡cuán agradable es!».
Como madres pecadoras criando a pecadores, necesitamos ánimo constante. Entre las numerosas tareas repetitivas durante todo el día y el pecado desbordado de nosotras en los momentos difíciles, es normal que al final del día o de la semana nos sintamos agotadas y con una sensación de que pudimos haberlo hecho mejor.
Hebreos 3:13: «Antes, exhórtense los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: “Hoy”; no sea que alguno de ustedes sea endurecido por el engaño del pecado».
Así que, puedes enviarle un mensajito en la semana con porciones de la Escritura, afirmando su labor o simplemente preguntándole cómo está; ¡puede ser una dosis de agua viva para su alma! También puedes fomentar una breve conversación con ella al finalizar alguna actividad de la iglesia preguntándole cómo puedes orar con ella, ofreciéndote para lo que necesite (por ejemplo, decirle: «Este es mi número, escríbeme cuando lo necesites») y, sobre todo, recuérdale la verdad o comenten sobre lo que han escuchado en la prédica o enseñanza.
Sírvela con tus manos
Uno de los mayores desafíos, y también oportunidades, para una mamá de niños pequeños es anticiparse a todo lo que sus hijos menores de 3 años podrían necesitar para estar contentos, alimentados y cómodos durante una actividad social.
En esos días en los que la energía física escasea, pensar en asistir a un estudio bíblico con los pequeños puede parecer todo un reto logístico. Son momentos de la semana que requieren un poco más de intención: preparar meriendas, empacar cambios de ropa y llevar algo que los mantenga entretenidos, todo con el fin de disfrutar la reunión sin mayores interrupciones.
Por eso, un gesto simple, pero significativo, es ofrecer ayuda de manera práctica. Como un mensaje que diga: «Preparé meriendas para que tus hijos disfruten mientras aprendemos», ¡puede encender una gran sonrisa en esa madre! También puedes llevar en tu bolso algunos cuadernillos y lápices extras para compartir cuando los niños cuando comiencen a inquietarse y ofrecerlos a ellos. O puedes optar por ofrecerte a entretener a uno de sus pequeños mientras ella pone atención al estudio bíblico.
Antes de ofrecer tu ayuda, es muy importante que preguntes si la mamá se sentirá cómoda con esto. Ya que sé por experiencia propia que algunas mamás primerizas se sienten más cómodas si tienen a sus bebés cerca de ellas. Sin embargo, pequeñas acciones como estas pueden hacer una gran diferencia para una mamá que solo intenta participar y aprender sin sentirse desbordada. Ora al Señor que te dé creatividad e intencionalidad para poner tus manos en acción.
Sé una compañera para ella entre semana
Decide escoger a una mamá de tu grupo. Invítala a tu casa o busca actividades familiares o restaurantes adecuados donde puedas pasar una tarde con ella y sus hijos. Acompáñala al doctor o a alguna diligencia; si sabes que irá sola, puedes ofrecerte para ayudarla, pero también para hacerle compañía. Al final, tú también necesitas comunidad, eso es lo maravilloso de ser familia, todos terminan edificados, ya sea que sirvas o te sirvan.
Una de las cosas que valoramos las mamás es recibir invitaciones y actividades que la recreen tanto a ella como a sus hijos. Esas invitaciones se convierten en una pequeña pausa a la rutina, una oportunidad para exponer luchas y motivos de oración. Es en verdad una oportunidad para que juntas pongan en práctica llevar los unos las cargas de los otros, como dice Gálatas 6:2.
Ora por ella
Y la más importante de todas: ora por ella. Ahora bien, muchas caemos en decir la famosa frase: «Estaré orando por ti», pero por diferentes razones no lo hacemos. Así que, te sugiero que ores por ella en ese momento o, si están conversando por mensaje, le escribas la oración o le envíes una nota de voz con la oración. Sin embargo, te exhorto a que tomes las necesidades de tus hermanas para fortalecer tu tiempo de oración en favor de otros.
La Biblia dice: «Perseveren en la oración, velando en ella con acción de gracias» (Col. 4:2). La oración es una acción continua, por eso es una disciplina espiritual que cultivamos a medida que vemos nuestra necesidad de Dios y Su sabiduría, así como vemos las necesidades de nuestras hermanas. Puedes poner una alarma en tu teléfono para recordarte de orar por tu hermana y luego escribirle un mensaje para hacerle saber que estás orando por ella. Esos mensajes siempre son de bendición y ¡cuánto animan a otras!
Conclusión
Querida hermana, como cuerpo de Cristo, como la familia de la fe que somos, necesitamos cuidarnos unas a otras, sin excepción. Cada miembro de la familia está pasando por etapas diferentes y enfrentando retos diversos, y nuestras queridas mamás no son la excepción. Así que, te animo a quitar los ojos de ti y rendir gloria al Señor al servir a tus hermanas mamás que tanto lo necesitan.
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