Cuatro mentiras que pueden hacer tropezar a una maestra

Aunque tropezar y caer tiene un impacto debilitante en la salud física, quiero alertarte sobre otro tipo de caída que afecta la salud espiritual en un grupo pequeño: cuando las maestras tropiezan al creer una mentira, hay más en riesgo que huesos rotos. Las mentiras acerca de nosotras mismas, del pecado, de Dios y del poder del evangelio pueden tener consecuencias muy difíciles tanto para nosotras como para las mujeres a quienes servimos.

Así que, estemos atentas a cuatro mentiras que pueden obstaculizar drásticamente nuestra eficacia como maestras.

Mentira #1: «Soy la única que puede hacer esto. El ministerio depende de mí».

Es cierto que hay un peso de responsabilidad al facilitar un ministerio de cualquier tamaño. Es tentador dejarnos consumir por la lista de tareas diarias y olvidar quién es realmente el que está a cargo. Aunque Dios nos confía el ministerio, Él nunca se aparta del puesto de mando. Cuando caemos en la trampa de creer que somos las únicas responsables, nos resistimos a involucrar a otros en la obra de Dios (es decir, a delegar), porque creemos que solo nuestro trabajo es aceptable.

Pero el verdadero peligro de un ministerio impulsado en solitario es que nos alejamos del poder de Dios. Mientras más pronto reconozcamos nuestra impotencia sin Él, más pronto experimentaremos la gracia capacitadora de Dios para llevar a cabo la obra que nos ha encomendado.

Una mentalidad dependiente de Dios implica acudir a Él cada día, reconociendo nuestra debilidad y nuestra incapacidad para lograr algo con valor eterno. Requiere que constantemente busquemos Su sabiduría para facilitar. Cuando me alejo espiritualmente al confiar en mis dones y habilidades humanas, debo preguntarme nuevamente: «¿Por qué conformarme con tan poco de Jesús cuando Él me ofrece todo de Sí mismo?».

Hermanas, la obra que hacemos descansa sobre los amplios y fuertes hombros de Cristo, quien la llevará a cabo hasta cumplir el propósito y plan soberano de Dios. Solo Él sostiene y preserva todas las cosas sin nuestra ayuda (Col. 1:17). Cuando el peso del ministerio nos hace caer rendidas ante Jesús, podemos estar agradecidas sabiendo que esa carga nos entrena para depender, no de nosotras mismas, sino de Dios, que resucita a los muertos (2 Co. 1:9).

La verdad es: El ministerio le pertenece al Señor, no a mí.

Mentira #2: «Si fallo o dejo caer la pelota, el ministerio se vendrá abajo».

Esta mentira es una variación de la primera. No cabe el perfeccionismo ni el demasiado activismo en el servicio. Tendemos a seguir avanzando sin saber cuándo detenernos… Un correo más al comité de planificación del retiro; una llamada más a la esposa cuyo esposo perdió su trabajo; un recordatorio más por mensaje a la maestra del estudio bíblico. Cada día corremos hacia la meta y nos preguntamos cuándo es momento de apagar la luz e ir a casa.

Saber cuándo presionar el botón de «apagar» es una cuestión de confianza. ¿Puede Dios seguir sosteniendo los platos en mi ausencia? ¿Realmente espera el Señor que trabaje doce horas al día, seis días a la semana? Habrá momentos en que tal inversión sea necesaria, pero no debería ser la norma en la vida ministerial. El Señor nos llama a llevar una vida equilibrada, de trabajo y descanso, de ministerio y hogar, que refleje el poder del evangelio.

En nombre del «éxito para Dios», nuestro constante impulso nos priva de la calma de los verdes pastos, la quietud de las aguas tranquilas y la promesa de un alma restaurada. No es de extrañar que el Señor «nos haga» descansar (Sal. 23:1–3). Ora conmigo para que elijamos descansar cuando el Pastor nos llame, en lugar de esperar hasta que un colapso físico o emocional nos derribe por completo.

Una maestra nunca deja de necesitar a Jesús para descanso y renovación. Su invitación permanece para siempre:

«Vengan a mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera» (Mt. 11:28–30).

La verdad es: Dios es completamente digno de confianza para completar Su obra, con o sin mí.

Mentira #3: «Mi éxito en el ministerio se define por la actividad».

Una de las peores cosas que una maestra puede hacer es fomentar un estilo de vida en mujeres que aprenden a orar y a estudiar la Biblia, pero no tienen tiempo para hacerlo. Hay hermanas (¿quizás algunas de nosotras?) atrapadas en la trampa de decir «sí» a toda oportunidad de servir sin discernimiento en oración.

Querida maestra, estemos dispuestas a caminar junto a ellas y guiarlas con ternura hacia la libertad del deseo de agradar a las personas o de buscar ganarse el amor y la aceptación de Dios. Tal vez sepamos en la mente la verdad de 1 Tesalonicenses 2:4 y Romanos 3:28, pero nuestras acciones son prueba clara de lo que realmente creemos en el corazón.

Entonces, ¿cuál es la fórmula para el éxito ministerial? Propongo que es doble. Primero, se determina por permanecer en Cristo, aun más que por establecer metas o estrategias, aunque estas sean herramientas útiles. Mi experiencia personal es que las ideas más creativas y la dirección más guiada por el Espíritu han nacido en la oración personal y colectiva.

La segunda es enfocarse en ser fieles hasta el final; dejar que el Señor defina el éxito. No siempre podemos controlar los resultados del ministerio, pero sí podemos ser fieles. Estoy aprendiendo a traducir el éxito no por números ni por una agenda llena de actividades, sino por cumplir diariamente la tarea de testificar del evangelio (Hch. 20:24).

Hay un punto peligroso cuando las maestras o facilitadoras de grupo comienzan a buscar el éxito ministerial más que la relación con Jesús. Es una señal de que la idolatría reina en nuestros corazones. Estemos atentas a las señales de advertencia: estar constantemente estresadas, surgir de competencia o ambición impía, celos o sentirnos amenazadas por maestras exitosas, o una desesperación extrema cuando el ministerio no va como esperamos o cuando la gente no elogia nuestro esfuerzo.

El éxito en el ministerio consiste en dar lo mejor cada día, en tareas grandes y pequeñas, sin esperar reconocimiento. En ser obedientes con fidelidad y luego permitir que Dios use nuestros débiles esfuerzos como Él quiera. ¡La gloria es Suya! Ninguna obra ofrecida con humildad para Su gloria es insignificante para Él.

La verdad es: El éxito en el ministerio lo define Dios; se determina por mi fidelidad y obediencia a Él.

Mentira #4: «Una maestra debe ocultar que no es perfecta».

Cuando tantas personas dependen de nosotras, es tentador enmascarar nuestro verdadero corazón. Es más fácil ignorar nuestros problemas de pecado cuando las necesidades de otros suenan en nuestros oídos. Es más sencillo seguir cubriendo en lugar de confesar. No hay duda de que ser reales con Dios y con los demás es un trabajo arduo. (Recomiendo leer el libro: «En busca de Dios», de Nancy DeMoss Wolgemuth y Tim Grissom, para ayuda práctica)

El miedo a admitir debilidad y luchas con el pecado nos convierte en hermanas inalcanzables. La gente tal vez admire nuestra supuesta piedad, pero no podrá identificarse con la vida que aparentamos. La verdad es que la debilidad de una maestra es su mayor fortaleza, pues Cristo, nuestro Salvador, fue crucificado en debilidad por nosotras, pero ahora vive por el poder de Dios (2 Co. 13:4).

Pablo lo sabía bien. Aprendió a gloriarse en sus debilidades más que en logros religiosos o personalidad carismática para atraer seguidores. En su debilidad, el poder de Cristo se hizo su fortaleza. Cuando la hermosura del evangelio se magnifica a través de una vasija de barro agrietada y transformada, las maestras son hermanas ordinarias que inspiran asombro, no en ellas mismas, sino en un Salvador crucificado (2 Co. 4:7).

Aún más, las maestras fuertes tienen la valentía de pedir ayuda y oración. Pero una maestra no manipula ni busca atención compartiendo sus luchas con cualquier oído dispuesto. Más bien, invita con discreción a una hermana madura en la fe, una anciana, a quien rendir cuentas.

La verdad es: Una maestra es honesta sobre la verdadera condición de su corazón.

Viviendo libres de mentiras

Las mentiras son tan antiguas como la tierra, pero gracias a Dios no tenemos que resignarnos a vivir engañadas. Tenemos la Palabra que santifica, purifica y renueva nuestras mentes (Jn. 17:17, Heb. 4:12). Servimos a un Dios que es fuente de verdad (Is. 65:16). Adoramos a un Salvador que encarna la verdad y la gracia (Jn. 1:14, 17). Se nos ha dado el Espíritu de verdad que nos guía a toda la verdad (Jn. 15:26; 16:13). Aunque el mundo (y quizá algunos de nuestros amigos) basen sus creencias en verdades relativas y sentimientos, la verdad de Dios es la única verdad real. La verdad de la Biblia nunca cambia.

¿Anhelas ser libre de las mentiras incapacitantes? Si es así, la libertad comienza al someternos con gozo a la autoridad de la verdad de Dios. Claro, habrá momentos en que luchemos con rebeldía o cedamos al temor y la duda, dependiendo de cuánto tiempo hayamos permitido que una mentira gobierne nuestra mente. Pero no debemos permitir que tengan victoria sobre nosotras. Así es como eliminamos los tropiezos que debilitan nuestro servicio:

  • Pide a Dios que escudriñe tu corazón y exponga las mentiras del enemigo que has creído (¡prepárate para sorprenderte!).
  • Con ayuda del Espíritu, examina cada mentira profundamente arraigada para llegar a la raíz.
  • Arrepiéntete de rechazar la Palabra verdadera de Dios y aceptar una mentira.
  • Destruye la mentira con la verdad. Encuentra versículos específicos que desplacen las falsas creencias anteriores.
  • Finalmente, querida maestra, caminemos firmes en fe, experimentando la realidad que Jesús prometió en Juan 8:31–32: «Si ustedes permanecen en Mi palabra, verdaderamente son Mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres».

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Sobre el autor

Leslie Bennett

Leslie Bennett se desempeñó como Directora de Ministerios de la Mujer durante doce años antes de unirse a Revive Our Hearts en las iniciativas del ministerio de mujeres. También es la administradora de contenido del blog Revive Our Hearts 'Leader … leer más …


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