El ejercicio más importante para toda mujer de Dios

Una de las cosas que más llama mi atención de los médicos, en cualquier área en las que se desenvuelvan, es el llamado constante a hacer ejercicios. Ellos insisten en que, para llevar una vida sana, llena de energía, sin obesidad, con estabilidad emocional y sin estrés, y que nos haga llegar a una buena vejez con los huesos y músculos fortalecidos, caminar, nadar o jugar algún deporte es indispensable. Creo que todas nosotras estamos de acuerdo con esta recomendación, sin embargo, nos cuesta llevarla a cabo porque requiere de eso llamado: disciplina.

Encontré una definición bastante apropiada de la palabra disciplina, y es la siguiente: un hábito que una persona genera con base en su compromiso y dominio propio, traza objetivos y metas, los cuales se llevan paso a paso con el fin de alcanzarlos, y así experimentar satisfacción personal. Lograr alcanzar objetivos y metas, ya sea en deportes, ámbito laboral o en finanzas, no es algo que surge por casualidad, sino que es algo intencional que se lleva a cabo de modo constante.

Cuando veo la importancia que implica la disciplina tanto para lograr una buena salud como para alcanzar alguna meta, pienso en Tito 2:11: «Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente».

Para andar de esta manera mientras vivimos en este mundo, debemos desechar todas las corrientes de pensamientos y prácticas antibíblicas para vivir piadosamente, pero ¿qué significa piedad?

La piedad

En el Antiguo Testamento aparecen varios significados para esta palabra. Por ejemplo: Hesed, que significa piedad y bondad. También está la palabra Rajem, que significa compasión y piedad, y la palabra Hasid que significa piadoso y santo. A este último significado es al que me referiré en este artículo. 

En el Nuevo Testamento se utiliza la palabra Eusebia, la cual significa ser devoto o adorar bien y también se refiere a mostrar piedad para con Dios. Eusebia se deriva de la palabra Eulabes la cual se traduce como: bien asido o cauto. Entonces estamos viendo lo que estas palabras transmiten para hacernos una idea más clara del profundo significado de la piedad. Podemos resumirlo así: estar conscientes de la presencia y de las demandas de Dios para responderle con una vida que rinda gloria a Él. Ser reverentes ante Él, tenerle profundo respeto y admiración. Es amar las cosas santas y tener la disposición consagrada de estar bien asidas a la Palabra, porque ella contiene, como nos enseña 2 de Pedro 1:3, todas las cosas que pertenecen tanto a la vida como a la piedad. 

Como vemos, la piedad se enfoca en ser reverentes y temerosas de Dios, y porque tenemos una comunión con Él, esto nos conducirá a vivir de manera que demuestren esa comunión: la forma en que vivimos, la forma en que hablamos, nos vestimos, nos conducimos, nos relacionamos, usamos el dinero, estudiamos, trabajamos, servimos, etc., hablará de eso que decimos ser.

Si nos enfocamos más en el hacer que en el ser, caeríamos en fariseísmo, legalismo y religiosidad hueca. Más bien, a lo que debemos aspirar como mujeres piadosas es a un cristianismo basado en una relación creciente, coherente y lo más genuina posible con la ayuda del Espíritu Santo.

Sabemos que de este lado del cielo no existirá perfección alguna; aun así, la meta es cultivar una vida piadosa cada día. Cristo, nuestra esperanza de gloria, nos capacita para vivir a la altura del estándar divino, y cuando fallamos, si confesamos nuestra falta, Él es fiel en perdonarnos y levantarnos para seguir ejercitándonos en la piedad.

Características de una mujer piadosa

Como este artículo tiene límites, no podremos enumerar las muchas características que una mujer piadosa debería cultivar. Mencionaremos unas cuantas, pero te exhorto a que con Biblia en mano tomes todas aquellas características que encajan en las definiciones ya explicadas. Espero que hagas este ejercicio. Una mujer piadosa…

  • Tiene por prioridad su relación con Dios.
  • Ama y escudriña la Palabra para conocer más al Dios trino.
  • Procura imitar en todo a Jesús.
  • Depende del Espíritu Santo.
  • Lleva una vida de oración persistente.
  • Procura la santidad, pureza y modestia.
  • Cultiva el contentamiento y la gratitud.
  • Conoce las tendencias de su corazón y lleva sus pensamientos cautivos a la obediencia.
  • Es firme de convicciones sin ser vehemente.
  • Edifica y anima, y cuando debe amonestar, lo hace con respeto y sabiduría.
  • Piensa antes de hablar.
  • Procura no ser un tropiezo, sino más bien un ejemplo inspirador.
  • Renueva su entendimiento a fin de no amoldarse a lo que el mundo impone.
  • Piensa en el prójimo.
  • Es servicial y compasiva.
  • Su «sí» es «sí», y su «no» es «no».
  • Procura amistades que te santifican y edifican.
  • Procura resolver los conflictos con gracia.
  • Persiste junto al pueblo de Dios.
  • Acepta las disposiciones soberanas que Dios trae a su vida.
  • Sabe que aún no ha llegado a la perfección y por eso sigue ejercitándose para la piedad.

¡Uf! Podría exclamar alguna de ustedes. ¿Quién podrá llenar la medida? Ninguna. Ejercitar la piedad es y seguirá siendo el ejercicio más extenuante que tendremos hasta que lleguemos al cielo. Sin embargo, cada día podemos morir a nosotras mismas para ser más piadosas de lo que ayer fuimos. Una vida creciente de virtudes que aglomeran la piedad como resultado de su relación con Dios, esto sí que lo podemos hacer cada día. Al final, nuestra transformación no solo depende de nosotras, sino de la obra santificadora del Espíritu Santo.

Así que, deseo terminar con esta hermosa doxología que encontramos en la carta de Judas y espero que la recuerdes cada vez que sientes que no das la talla:

«Y a Aquel que es poderoso para guardarlos a ustedes sin caída y para presentarlos sin mancha

en presencia de Su gloria con gran alegría, al único Dios nuestro Salvador, por medio de

Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora

y por todos los siglos. Amén». —Judas 24

Y recuerda que, precisamente porque Jesús ya dio la talla por ti, puedes perseguir la santidad, vivir piadosamente y enseñar a otras mujeres a ser y hacer lo mismo. La mejor manera de mostrar que es posible ser piadosa es vivirlo frente a tus hermanas que te conocen, con quienes oras y caminas. No hay mayor influencia que podamos tener sobre otras hermanas que una vida de fe que persigue vivir para la gloria de Dios y no para la suya. 

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Sobre el autor

Margarita de Michelén

Mejor conocida por Maggie, recibió por la gracia de Dios a Jesucristo como su Señor y Salvador en el año 1980. Está casada con Eric Michelén desde 1981. Ambos desde su juventud han servido en Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo. … leer más …


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