Heridas fieles: cuando la reprensión nos hace crecer

Mi amiga Jessica se había excusado para ir al baño en medio de nuestra cita para tomar café. Cuando volvió a sentarse, su disposición cambió visiblemente. Supe de inmediato que algo incómodo se avecinaba.

Con gracia, ella navegó esa transición tan incómoda, desde el: «¿Cómo estuvo tu fin de semana?», hasta el difícil: «¿Puedo compartir algo que me ha estado molestando?». Y yo comencé de inmediato a repasar mentalmente cualquier ofensa que pudiera haber cometido sin darme cuenta. Mostré un rostro sereno, pero por dentro me preparaba para la herida que sabía que vendría.

Jessica, con dulzura, compartió algunos momentos específicos en los que solo necesitaba una amiga que la escuchara, y yo había hecho todo menos eso. Verás, yo soy de las que procesan las cosas hablando. Y en ese tiempo, estaba estudiando y reflexionando sobre un tema que sentía una carga profunda de escribir. Así que estaba procesando verbalmente, más que nunca. En lugar de escucharla, usé lo que ella compartió como una oportunidad para dar un mini-sermón.

Por supuesto, no lo hice con mala intención. Como no había pecado deliberadamente contra ella en mi corazón, mi conciencia no me había alertado sobre mi descuido. Pero, aun así, herí a mi amiga. Tanto que ya no se sentía entusiasmada de pasar tiempo conmigo, lo cual fue lo que le indicó que debía decir algo. Porque valoraba nuestra amistad y le importaba yo, decidió hablar, aunque fuera muy incómodo para ella.

El regalo de la reprensión

Proverbios 27:5–6 dice: «Mejor es la reprensión franca que el amor encubierto. Fieles son las heridas del amigo, pero engañosos los besos del enemigo». 

Yo tenía un punto ciego. Un hábito con efectos negativos que no podía ver. Y por la abundante bondad de Dios, Él me dio una amiga lo suficientemente valiente como para abordarlo directamente y lo suficientemente amable como para hablar con compasión. Mi amiga me dio el regalo de la reprensión, y es un regalo del que todavía sigo cosechando frutos.

Hoy en día, las reprensiones piadosas deberían estar en la lista de especies en peligro de extinción. Son raras en este mar de afirmaciones y halagos que a menudo se dirigen a las mujeres. ¿Quién quiere escuchar «no eres buena oyente» cuando puedes oír «eres lo máximo»? ¿Quién quiere escuchar «valoras demasiado tus propias opiniones» cuando puedes oír «qué gran conocimiento tienes»?

La respuesta es: nadie. Nadie quiere escuchar una reprensión. Nadie quiere ser corregido. Nadie quiere que le digan que está equivocado. Pero la reprensión y la corrección son regalos que desesperadamente necesitamos. Si es cierto, como dice el himno, que nuestros corazones son «propensos a desviarse… propensos a abandonar al Dios que amamos». Entonces una reprensión amorosa, ya sea por medio de la Palabra de Dios en nuestra lectura diaria o por labios de una amiga, es un regalo que nos mantiene en el camino correcto.

No olvidemos que este es uno de los propósitos de la Palabra en nuestras vidas:

«Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra». — 2 Timoteo 3:16–17

Si leemos y estudiamos correctamente la Palabra de Dios, con frecuencia debería corregirnos y reprendernos. Expone nuestras maneras mundanas de pensar, nuestras motivaciones egocéntricas, y nos muestra la necesidad de ser redirigidas y alineadas. ¡Eso es algo bueno! ¡Eso es un regalo!

La puerta a la sabiduría

Además de ser un regalo que nos mantiene cerca de Dios, la reprensión es también la puerta a la sabiduría. Lo vemos en Proverbios 1: «La sabiduría clama en la calle… Vuélvanse a mi reprensión, y derramaré mi espíritu sobre ustedes, les haré conocer mis palabras» (vv. 20, 23).

La sabiduría, por su misma naturaleza, reprende, corrige, redirige. Y la forma como respondamos, determinará si crecemos en sabiduría o en necedad. Si respondemos con humildad, considerando seriamente cualquier palabra de corrección y cambiando nuestro rumbo, entonces la sabiduría será derramada sobre nosotras. ¡Qué promesa!

Pero aunque la sabiduría ofrece una promesa a quien recibe su reprensión, también lanza una advertencia a quien la ignora. Proverbios 1 continúa: «Han desatendido todo consejo mío y no han deseado mi reprensión. También yo me reiré de la calamidad de ustedes, me burlaré cuando sobrevenga lo que temen. Porque odiaron el conocimiento, y no escogieron el temor del Señor, ni quisieron aceptar mi consejo, y despreciaron toda mi reprensión. Comerán del fruto de su conducta, y de sus propias artimañas se hartarán» (vv. 25–26, 29–31).

Es peligroso ignorar la voz que reprende con sabiduría y tratar sus advertencias a la ligera.

Estas palabras de Proverbios 1 nos dan la claridad necesaria en esta cultura de «sigue tu sueño». Nos recuerdan que más que palabras alentadoras, necesitamos palabras de amonestación. Necesitamos palabras de corrección, tanto como palabras de consuelo. Palabras de reprensión tanto como palabras de afirmación.

Lamentablemente, muchas personas asocian la reprensión con odio. Pero nada está más lejos de la verdad. Proverbios 3:11–12 nos recuerda: «Hijo mío, no rechaces la disciplina del Señor ni aborrezcas Su reprensión, porque el Señor ama a quien reprende, como un padre al hijo en quien se deleita».

Si recibes una palabra difícil de reprensión, ya sea de la Biblia o de una amiga, la Escritura dice que debes considerarte amada del Señor. Proverbios 6:23 dice: «Y camino de vida [son] las reprensiones de la instrucción», no de la muerte. Reorganicemos nuestros pensamientos conforme a la Palabra de Dios y eliminemos la reprensión de la lista de «palabras de odio». Una reprensión piadosa es camino a la sabiduría y a la vida, no a la condenación y la muerte.

Cuidado con los halagos

Entonces, ¿qué hacemos con esta verdad? ¿Cómo aplicamos la Palabra de Dios en esta área? El primer paso para muchas de nosotras es cambiar nuestra manera de pensar. No debemos ver más las verdades «ofensivas» o incómodas de la Palabra de Dios como algo malo o que deba evitarse. Al contrario, esta lección de Proverbios sobre la reprensión nos ofrece un mejor camino. Si alguna vez la Palabra de Dios se siente ofensiva o poco atractiva para nosotras, podemos verla ahora como una invitación a la sabiduría y a la vida, si decidimos volvernos hacia ella.

En segundo lugar, esta verdad nos advierte si lo único que escuchamos son palabras afirmativas. Si cada libro que lees, cada persona que sigues y cada conferencista que escuchas habla solo de manera positiva y nunca desafía tu manera de pensar o vivir, ten cuidado. Sí, la Biblia ofrece muchas palabras de aliento para quienes están en Cristo, pero ese no es su único propósito. Necesitamos desesperadamente el aliento, pero también necesitamos la reprensión. No son excluyentes.

Prácticamente, esto significa que debemos leer toda la Biblia, no solo las partes que nos hacen sentir bien. Debemos dar la bienvenida a las porciones que nos confrontan y nos desafían. Y debemos tener cuidado con lo que leemos y escuchamos, asegurándonos de que, tanto como estamos siendo animadas, también estemos siendo corregidas y redirigidas por la verdad de la Palabra.

Valorar correctamente la reprensión también puede significar extender una invitación a amigas y familiares de confianza, haciéndoles saber que recibirías con gusto cualquier crítica o reprensión que puedan tener para ti cuando sea necesario. Como mi amiga Jessica, la mayoría de las personas no está deseosa de compartir una palabra difícil. Así que, abrir esa puerta puede marcar toda la diferencia de cuánto puedes recibir de este regalo que da vida.

Gracias a la reprensión de Jessica, ahora soy consciente de mi tendencia a hablar antes de escuchar, especialmente cuando se trata de temas que me apasionan. Soy consciente de la diferencia que puede hacer el simple hecho de ser una buena oyente, y del dolor que puede causar no escuchar. Gracias a su reprensión, soy una mejor amiga. No cambiaría esa conversación incómoda por nada del mundo. Y cuando tú recibas con humildad una reprensión y experimentes la sabiduría que se derrama sobre ti, sé que tú tampoco lo harás.

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Sobre el autor

Kelly Needham

Kelly Needham espera persuadir a tanta gente como sea posible que nada se compara con conocer a Jesús. Está casada con el cantante y compositor, Jimmy Needham, cuyo ministerio de compartir el Evangelio a través de sus canciones lo ha … leer más …


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