Marcas de una mujer sabia: humildad, prudencia y corazón enseñable

Escrito por Heather Cofer

En mi adolescencia, me enamoré del libro de Proverbios. Docenas de notas adhesivas con versículos decoraban las tablas de madera de la litera donde dormía, muchas de ellas de este amado libro. Años más tarde, el libro de Santiago cautivó mi corazón. Lo estudié dos veces, lo leí incontables veces y sus verdades se convirtieron en mi sostén diario.

Al reflexionar sobre mi amor por estos dos libros, descubrí un tema en común que me ha llevado a ellos una y otra vez: la sabiduría. Desde que el Señor transformó mi vida, he anhelado Su sabiduría. Deseo ser llena de ella al acercarme a Él, sumergirme en Su Palabra y vivir en obediencia fiel. Sin embargo, cada día recuerdo cuánto me falta esa sabiduría divina. Mi carne me convence de que es más gratificante actuar como la Biblia describe al necio. No puedo obtenerla por esfuerzo propio, pero sé que esta gracia está disponible porque la veo reflejada en hombres y mujeres piadosos que modelan una sabiduría bíblica y hermosa. ¡Y es un don que Dios promete dar a quienes lo piden!

Santiago 1:5 dice: «Y si alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada».

Esta sabiduría divina suele ser despreciada por el mundo. De hecho, la sabiduría mundana se caracteriza por todo lo contrario a la sabiduría del Señor, lo cual explica por qué Sus caminos son ofensivos para aquellos cuyos corazones no han sido transformados (Stg. 3:14-15). Pero Dios dice que la sabiduría que viene de Él debe ser perseguida y atesorada. Eso debería ser motivación suficiente para que, como creyentes, la busquemos con todo el corazón, aunque a menudo nos ponga en desacuerdo con la cultura que nos rodea.

Entonces, ¿cuáles son algunas de las marcas de una persona llena de la sabiduría de Dios?

  1. Una persona sabia es humilde

Proverbios 29:23 dice: «El orgullo del hombre lo humillará, pero el de espíritu humilde obtendrá honores».

Esta verdad es clara: la humildad llega de una forma u otra. Podemos humillarnos nosotras mismas o ser humilladas. Si miramos los ejemplos bíblicos, es evidente que es mucho mejor elegir la humildad desde el principio.

Vivimos en una sociedad que enaltece el orgullo como virtud en todas sus formas. Esto aumenta la dificultad que ya enfrentamos debido a nuestra tendencia pecaminosa. No es fácil luchar contra la autopromoción, servir en lugar de ser servida, renunciar al reconocimiento por una fidelidad en lo oculto o buscar perdón cuando el pecado de otro queda impune. Pero aquí entra la fe. Cuando miramos a Jesús como nuestro ejemplo, la humildad a la que somos llamadas palidece en comparación con lo que Él hizo por nosotras. Dios se humilló a Sí mismo hasta la muerte, y muerte de cruz (Fil. 2:5-8). Tomó forma de siervo y renunció a Sus derechos como Rey. Ahora, Su Espíritu vive en nosotras, permitiéndonos vencer nuestro orgullo y abrazar la humildad. 

Como dice Santiago 4:6: «Pero Él da mayor gracia. Por eso dice: “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes”».

  1. Una persona sabia es prudente con sus palabras

La Biblia no se queda corta al señalar que nuestras palabras son una ventana a nuestro interior. La forma en que las usamos revela si estamos llenas de la sabiduría de Dios o de necedad. 

Considera estos ejemplos:

  • «La lengua del sabio hace grato el conocimiento, pero la boca de los necios habla necedades». -Proverbios 15:2
  • «El corazón del sabio enseña a su boca, y añade persuasión a sus labios». -Proverbios 16:23

Basta con revisar las redes sociales para ver que vivimos en una época en la que la prudencia al hablar no es valorada. Sin embargo, el uso de las palabras es un indicador tan crucial del carácter que: «Aun el necio, cuando calla, es tenido por sabio, cuando cierra los labios por prudente» (Prov. 17:28).

Uno de mis versículos favoritos que conecta directamente la sabiduría con nuestras palabras es:

«Como manzanas de oro en engastes de plata es la palabra dicha a su tiempo». -Proverbios 25:11

La verdadera sabiduría se muestra al hablar de la manera correcta, en el momento correcto y por las razones correctas. Esto requiere discernimiento y autocontrol que solo Dios puede dar. Aunque fallen, quienes buscan la sabiduría usarán sus bocas para confesar y arrepentirse, mostrando así la obra de Dios en ellos.

  1. Una persona sabia escucha el consejo piadoso

Nuestra cultura, en general, ha rechazado la sabiduría de las mujeres piadosas, especialmente de las ancianas. Se les tacha de anticuadas o ridículas. En cambio, se nos dice que sigamos nuestro instinto (o corazón) ya que tenemos todo lo necesario dentro de nosotras para vivir bien. Pero esta mentalidad es la que los creyentes deben rechazar. Dios nos diseñó para aprender de quienes han caminado antes que nosotras. Escuchar sus experiencias nos equipa para vivir con mayor cuidado. Cuando nos negamos a escuchar voces maduras (ya sea por orgullo o cualquier otra razón), perdemos un regalo invaluable. La Escritura lo confirma:

«Aquel cuyo oído escucha las reprensiones de la vida morará entre los sabios». -Proverbios 15:31

«El camino del necio es recto a sus propios ojos, pero el que escucha consejos es sabio». -Proverbios 12:15

«Donde no hay buen consejo, el pueblo cae, pero en la abundancia de consejeros está la victoria». -Proverbios 11:14

A veces, la sabiduría vendrá de alguien mayor, un padre, una maestra o mentora piadosa (Prov. 1:8; 5:13). Otras veces, vendrá de una hermana sometida al Señor. Sea quien sea, debemos rechazar la reacción carnal de resistirnos al consejo. Cuando nuestros corazones están postrados ante Dios, estaremos listas para recibir corrección con humildad. Es hermoso cuando las hijas de Dios se animan mutuamente a crecer en sabiduría.

Sabiduría que trasciende

En Santiago 3:13 dice: «¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que muestre por su buena conducta sus obras hechas en sabia mansedumbre».

Nuestras acciones, actitudes y palabras demostrarán si llevamos las marcas de la sabiduría de Dios. Debemos vivir en contra de la corriente cultural, capacitadas por Su gracia para Su gloria. ¿Es difícil? Sí. Pero vale la pena. La bendición y el gozo que trae superan cualquier lucha.

No podemos imaginar cómo Dios podría usarnos para mostrar la perfección de Sus caminos, aunque a veces recibamos miradas extrañas (o algo peor). Pero podemos confiar en esta realidad: «Porque la necedad de Dios es más sabia que los hombres» (1 Co. 1:25). Un día, todos lo reconocerán. Hoy, hermanas, elijamos caminar en sabiduría.

Reflexión final:

¿De qué manera práctica puedes cultivar la humildad, la prudencia al hablar y la disposición a recibir consejo esta semana? ¡Dios te dará la sabiduría que necesitas si se la pides!


 

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