¿Trabajas desde la escasez o desde la abundancia?

Es inútil endulzarlo. El ministerio es trabajo. Jesús nos dijo que esto sería así. 

«Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor.Entonces dijo a Sus discípulos: «La cosecha es mucha, pero los obreros pocos.Por tanto, pidan al Señor de la cosecha que envíe obreros a Su cosecha» (Mt. 9:35-38, énfasis añadido).

La cosecha está lista. Hay muchas mujeres que necesitan apoyo, aliento, discipulado y la buena nueva de la salvación a través de Jesús. Los obreros son pocos y, a menudo, también lo son los recursos de tiempo, energía, creatividad y fondos. 

Nuestra realidad ministerial no es una sorpresa para Jesús. Fue en el contexto del ministerio que Él declaró la necesidad de más obreros. Pero, ¿qué clase de obrera eres tú?

Dos tipos de obreros

Si dejo que mi imaginación explore la cosecha que Jesús describió, veo dos tipos de obreros en el campo: los que trabajan desde la escasez y los que trabajan desde la abundancia. 

El mantra del obrero de la escasez es: «No tengo suficiente». ¿Suficiente qué? Lo que puedas nombrar:

  • Suficiente tiempo 
  • Suficientes fondos 
  • Suficientes voluntarios
  • Suficientes mujeres inscritas
  • Suficiente energía
  • Suficientes ideas
  • Suficiente fe
  • Suficiente apoyo. . .

La lista puede ser realmente interminable. 

Para la maestra del ministerio de mujeres cuya postura del corazón es la escasez, el ministerio será increíblemente agotador porque será cargado sobre su misma espalda. Ella agotará todos los recursos que pueda conseguir en su propia fuerza para hacer el trabajo, pero todo lo que verá es el próximo evento que necesita ser planeado, la próxima crisis que necesita ser manejada, o el próximo estudio que necesita ser preparado.

Confieso que esta es mi actitud por defecto. «No puedo hacer esto», parece ser el grito pecaminoso de mi corazón. Si esta es también tu actitud por defecto, debes saber que estás en buena compañía. Cuando Dios llamó a Moisés para liderar, él se apresuró a responder con su lista de «no puedo».

  • «nunca he sido hombre elocuente» (Ex. 4:10)
  • «soy tardo en el habla» (Ex. 4:10)
  • «Te ruego, Señor, envía ahora el mensaje por medio de quien tú quieras»  (Ex. 4:13)

Puede que Moisés empezara como un obrero en escasez, pero no se quedó ahí. Espero que nosotras tampoco lo hagamos. 

Si bien los desafíos del ministerio son reales y las necesidades son aparentemente interminables, ministrar desde un lugar de escasez es una manera segura de cansarse de hacer el bien, en el mejor de los casos conduce a la ineficacia, y en el peor, conduce al fracaso. Hay una alternativa: el segundo tipo de obrero.

El segundo obrero trabaja desde la abundancia. Mientras que el obrero de la escasez cree que el cielo está cayendo perpetuamente, el obrero de la abundancia afirma audazmente en fe: «Tengo todo lo que necesito». 

El error de Caín

Consideremos por un momento a nuestro antecesor Caín. Sabemos que eligió asesinar a su hermano Abel, pero consideremos dónde comenzó ese pensamiento asesino. ¿Es posible que podamos rastrearlo a una mentalidad de escasez acerca de su trabajo?

«Y Abel fue pastor de ovejas y Caín fue labrador de la tierra. Al transcurrir el tiempo, Caín trajo al Señor una ofrenda del fruto de la tierra. También Abel, por su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grasa de los mismos. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y su ofrenda. Caín se enojó mucho y su semblante se demudó. Entonces el Señor dijo a Caín: “¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado tu semblante? Si haces bien, ¿no serás aceptado? Pero si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo”».

Caín, al parecer, estaba convencido de que no tenía lo que necesitaba. Si pudiéramos leer la mente de Caín, creo que veríamos evidencias de estos pensamientos:

  • No tengo lo que necesito.
  • No tengo la aprobación que necesito. 
  • No tengo el reconocimiento que necesito. 
  • No tengo las herramientas que necesito. 
  • No tengo los dones que necesito.

En otras palabras: «No puedo hacerlo».

Cuando trabajamos desde la escasez, vivimos bajo la maldición de Caín: «Cuando cultives el suelo, no te dará más su vigor; vagabundo y errante serás en la tierra» (Gn. 4:12). El trabajo se vuelve infructuoso y nos sentimos frustradas

El don de la iglesia primitiva

La iglesia primitiva nos dio muchos dones, entre ellos la capacidad de ver el ministerio de otra manera. Lee los comienzos y busca signos de abundancia. 

«Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración. Sobrevino temor a toda persona; y muchos prodigios y señales[b] eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común; vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno. Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos» (Hechos 2:42–47).

¿Qué hace tan extraordinarios a estos primeros seguidores de Cristo? Vivían como si tuvieran todo lo que necesitaban, porque lo tenían. Su satisfacción dio como resultado una cosecha fructífera de la que todavía nos maravillamos. 

No me malinterpretes: una mentalidad de abundancia no es un pensamiento de felicidad. No es lo mismo que «nómbralo y reclámalo» o «proyecta tu destino». Este es un principio bíblico probado y verdadero que puede transformarnos de obreras de la escasez a obreras de la abundancia. 

Mira lo que dice 2 Pedro 1:3: «Pues su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de aquel que nos llamó porsu gloria y excelencia».

¿Qué tenemos? «todo». ¿Qué es eso? ¿La mayoría de las cosas? No. ¿Apenas suficientes cosas? Inténtalo de nuevo. ¡Todas las cosas! Tenemos todo lo que necesitamos. 

Piensa en Filipenses 4:19: «Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús».

¡Este es el punto crucial! Un obrero de la escasez trata de suplir las necesidades con sus propias riquezas y siempre encontrará lo que le falta. Un obrero de la abundancia sabe que las necesidades serán satisfechas en las riquezas de Cristo en gloria, que es una cuenta que nunca puede ser vaciada. 

Cuando estamos ocupadas trabajando en la cosecha, esto a menudo no parece cierto, pero los sentimientos no son hechos. Tienes todo lo que necesitas para vivir la vida a la que Dios te ha llamado. Tienes todo lo que necesitas para servir como Él te ha llamado a hacerlo. 

A menudo digo (y realmente creo) que tengo todo el tiempo que necesito para lograr lo que Cristo tiene para mí (y no mucho más). Si Cristo tiene una tarea para mí, hay tiempo para ello. Hay energía para ello. Hay ideas para ello. Siempre. 

Aprende a reconocer las clavijas cuadradas

Al considerar tus esfuerzos ministeriales, si hay algo para lo que realmente no hay tiempo o energía o fondos o voluntarios, es para la hora de evaluar. Aquí hay dos preguntas diagnósticas para hacer: 

  1. ¿Está esto en línea con mis dones?
  2. ¿Está esto guiado por el Espíritu Santo? 

Fíjate que no te estoy empujando a preguntarte: «¿Es esto fácil?». Nada en un mundo roto es fácil, pero todas las cosas que son requeridas por Cristo son posibles (Fil. 4:13). 

Obrera, se te necesita desesperadamente. La cosecha está lista y hay que poner manos a la obra. Pero no sigas trabajando bajo la compulsión de que depende de ti o por una sensación crónica de que no tienes lo que necesitas. ¡Eres demasiado valiosa! El resultado será un fruto disminuido y una tú agotada. No queremos perder a otra obrera. En su lugar, elige tomarte de Cristo en Su Palabra. Él está listo y dispuesto a suplir cada necesidad de Sus abundantes riquezas. Tú tienes lo que se requiere para servirle hoy. Repite conmigo: «Tengo todo lo que necesito». 

PD: Para una lectura más profunda considera la lista de todo lo que es tuyo en Cristo que se encuentra en Efesios 1:3-14. 

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Sobre el autor

Erin Davis

Erin Davis

Erin Davis es una autora, bloguera y oradora a la que le encanta ver a mujeres de todas las edades correr hacia el pozo profundo de la Palabra de Dios. Es autora de muchos libros y estudios bíblicos, incluidos Beautiful … leer más …

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