Aun en el sufrimiento hay esperanza

¿A quién le gusta sufrir?

Imagina un gran regalo, envuelto con una dedicatoria especial que dice: “todo este sufrimiento es para ti”, ¿lo recibirías con gusto?

Al leer en las Escrituras un versículo como éste mis ojos se abren en gran manera:

Porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en Él, sino también sufrir por Él. Filipenses 1:29

El sufrir por amor a Cristo es un regalo seguro, es un obsequio que se nos ha otorgado por AMOR.

¿Te das cuenta? Nos es con-ce-di-do el sufrimiento, nos es o-tor-ga-do el sufrir por Él. Al leer este versículo puedo darme cuenta de que ¡sufrir es una promesa!, ¡es un memorándum, es parte de la agenda y del plan de Dios para nosotras! ¡es Su voluntad! (me pregunto cuántas lo tenemos resaltado en nuestras Biblias).

Si somos sus seguidoras, no sólo la fe nos ha sido dada, sino también el sufrir. ¿Te sorprende tanto como a mí?

El sufrir por Cristo siempre produce un incomparable y eterno peso de gloria. Encuentro en estas bellas palabras un recordatorio de una mayor esperanza: cualquier aflicción es breve y terminará (2 Corintios 4:17 LBLA).

¡Si soy vituperada por el nombre de Cristo: dichosa soy!, ¡quiere decir que Su Espíritu reposa sobre mí y que es por mí, glorificado!

Pensemos por un momento en los países donde los cristianos son perseguidos, donde aún su vida está en juego, luego meditemos en lo que sucede en los demás lugares… donde la mayoría de las personas estamos cómodas, donde aún no conocemos del dolor por causa del Evangelio de una manera tan tangible, tan real... donde la mayoría de las “tribulaciones” que experimentamos tiene que ver sólo con situaciones duras, complicadas, asuntos de la vida cotidiana, donde se consideran “problemas” los malentendidos insignificantes, críticas o ataques inofensivos, asuntos sin trascendencia o relevancia. No, no sabemos aún nada del sufrimiento. Él, en Su fiel provisión, prepare nuestros corazones para cuando llegue.

El Señor nos provee de regocijo sin medida en medio de las pruebas, nos imparte de Su gracia para continuar aún en medio del dolor y nos recuerda la esperanza eterna de gloria que tenemos con Él.

“Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros”.  Mateo 5:11-12

Nuestro Señor sabía de este tipo de sufrimiento, por algo la Palabra le llama ‘Varón de dolores, experimentado en quebrantos’. En medio del más profundo dolor y sufrimiento, Cristo comprende, Él lo sufrió todo en la cruz, por amor.

Preguntémonos hoy:

*¿Estoy dispuesta a sufrir por causa del Evangelio?

*¿Me dispongo en humildad a ser una portadora de las buenas nuevas del Evangelio aún si fuera necesario padecer o rendir la vida misma?

*¿En realidad estoy dispuesta, por el nombre de Cristo a recibir el regalo de ser afrentada, difamada, impopular, denigrada, ofendida, agraviada, injuriada, deshonrada, insultada, despreciada, desdeñada, malentendida, menospreciada, calumniada, desprestigiada, ultrajada, herida, maltratada, atropellada, censurada, criticada, reprobada, infamada, condenada, reprochada, recriminada, acusada, increpada o desacreditadas, por Su causa? Si esto sucede por ellos, Él es blasfemado, pero por nosotras, glorificado. (1ª Pedro 4:14)

*¿Qué tan dispuesta estoy a soportar por testimonio de mi Señor?

*¿Participaré en las aflicciones por el Evangelio, según el poder de Dios? (2ª de Timoteo 1:8)

*¿Seré considerada digna de ser humillada por causa de Su Nombre?

En la Biblia encontramos ejemplos de tantos cristianos regocijándose en medio de las pruebas y tenemos ejemplo de andar como Él anduvo, pidamos de Su gracia y Su favor para vivir llenas de esperanza en Él.

Recordemos que después del dolor, de la cruz y de todas las espinas de esta vida, nos espera una mañana gloriosa, de resurrección, cuando le veremos cara a cara y despertaremos a su semejanza… (2ª Corintios 3:18, Salmo 17:15)

Día 14. Tomar el Viaje de los 30 días a través del Manifiesto de una Mujer Verdadera te lleva a estudiar las Escrituras y aprender sobre la esperanza en el sufrimiento.

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Sobre el autor

Lucy Reyna Orozco Meraz

Lucy Reyna Orozco Meraz

 

Reyna es esposa de Raúl Orozco, radica en Chihuahua, Chih., México. Juntos pastorean y educan a
 
su hijo (JR) e hija (RG) en casa, siendo su deseo formarlos e instruirlos para la gloria de Dios.
 
Ambos son Ing. Industriales y … leer más …

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