Ayuda idónea y sierva fiel: Dos facetas de un mismo llamado

Desde el principio, Dios creó a la mujer con un propósito especial: ser ayuda y compañera (Gn. 2:18). Este llamado tiene un profundo significado tanto en el matrimonio como en la iglesia. Honrar a Dios en este rol implica vivir conforme a Sus principios, reflejando Su amor y fidelidad en cada área de nuestra vida. Veamos cómo podemos glorificar a Dios en estas facetas fundamentales.

  1. Glorificando a Dios en el matrimonio.

El matrimonio es una representación de la relación entre Cristo y Su Iglesia (Ef. 5:22-33). Como esposas, podemos honrar a Dios de diversas maneras:

a) Apoyando a nuestro esposo con amor y respeto

Efesios 5:33 nos exhorta a respetar a nuestro esposo, lo cual implica expresiones de afirmación, respaldo en sus decisiones y una actitud de compañerismo (1 Pd. 3:1-2). El respeto no es una sumisión ciega, sino un compromiso de edificación y unidad en el matrimonio.

b) Orando constantemente por nuestro esposo

Interceder por él fortalece la relación y nos ayuda a confiar en Dios para su guía y liderazgo. 1 Tesalonicenses 5:17 nos anima a orar sin cesar, y una esposa que ora es un pilar espiritual en su hogar. Proverbios 31:10-12 destaca el valor de una esposa virtuosa y su impacto en su esposo.

c) Reflejando el fruto del Espíritu en el hogar

Gálatas 5:22-23 nos recuerda que el fruto del Espíritu incluye amor, paciencia y dominio propio. Colosenses 3:12-14 también nos exhorta a revestirnos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Estas cualidades crean un ambiente armonioso en el hogar y honran a Dios.

d) Siendo una ayuda idónea con sabiduría y prudencia

Proverbios 31:26 describe a la mujer virtuosa como sabia y de palabras amables. Ser una ayuda idónea implica ofrecer consejo con sabiduría (Prov. 14:1), tomar decisiones junto a nuestro esposo y administrar bien el hogar para la gloria de Dios.

  1. Glorificando a Dios en el servicio en la iglesia.

Dios nos ha dotado de dones y talentos para edificar Su iglesia. Como mujeres de fe, podemos servirle con excelencia y humildad en diferentes áreas ministeriales. 

«Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndose los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios». -1 Pedro 4:10

a) Sirviendo con un corazón dispuesto y gozoso

Colosenses 3:23 nos anima a hacer todo como para el Señor. Un servicio voluntario y alegre no solo glorifica a Dios, sino que también edifica a otros y fomenta la unidad en la iglesia. «No sean perezosos en lo que requiere diligencia. Sean fervientes en espíritu, sirviendo al Señor» (Ro. 12:11).

b) Apoyando a los líderes y al ministerio

Ser una colaboradora fiel en la iglesia implica orar por los líderes (Heb. 13:17), contribuir en las actividades ministeriales y mantener una actitud de humildad y sumisión a la dirección de Dios (Flp. 2:3-4).

c) Guiando y discipulando a otras mujeres

Tito 2:3-5 nos llama a instruir y acompañar a mujeres más jóvenes en la fe. Compartir las Escrituras, nuestra experiencia, orar, animar en el crecimiento espiritual y modelar una vida piadosa es una poderosa forma de honrar a Dios. 

«Pero una sola cosa es necesaria, y Maria ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada». -Lucas 10:42

d) Manteniendo un testimonio ejemplar

Mateo 5:16 nos exhorta a ser luz en el mundo. Nuestro testimonio de amor, paciencia y compromiso con la Palabra de Dios debe reflejarse en la iglesia y en la vida cotidiana. 

«Solamente compórtense de una manera digna del evangelio de Cristo, de modo que ya sea que vaya a verlos, o que permanezca ausente, pueda oír que ustedes están firmes en un mismo espíritu, luchando unánimes por la fe del evangelio». -Filipenses 1:27

  1. Equilibrando el matrimonio y el servicio en la iglesia.

Es fundamental encontrar un balance entre las responsabilidades familiares y el servicio en la iglesia. 1 Corintios 14:40 nos recuerda que todo debe hacerse en orden. Algunos principios clave incluyen:

  • Priorizar correctamente: Poner a Dios en primer lugar, seguido de la familia y luego el ministerio. «Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas». -Mateo 6:33
  • Evitar el agotamiento: Servir con disposición, pero sin descuidar la salud física y emocional.

«Es en vano que se levanten de madrugada, que se acuesten tarde, que coman el pan de afanosa labor, pues Él da a Su amado aun mientras duerme». -Salmos 127:2

  • Trabajar en equipo con el esposo: Coordinar juntos cómo equilibrar el tiempo de servicio y la vida matrimonial.

«¿Andan dos hombres juntos si no se han puesto de acuerdo?». -Amós 3:3

Glorificar a Dios en nuestro rol de compañera y apoyo, tanto en el matrimonio como en el servicio en la iglesia, es un llamado divino que requiere amor, sabiduría y dependencia de Él. Al vivir conforme a Su Palabra, fortalecemos nuestro hogar y la iglesia, reflejando el carácter de Cristo en el mundo. Que nuestro deseo sea honrar a Dios en cada acción y palabra, recordando que Él nos ha llamado a ser luz y bendición dondequiera que estemos (Mt. 5:14-16).

«Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios». -1 Corintios 10:31

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Sobre el autor

Liliana Llambés

Liliana Llambés, ha estado casada por mas de 30 años con su mejor amigo Carlos Llambés es madre de cuatro hijos y abuela de diez nietos. Posee una Maestría en Estudios Teológicos y Maestría en Consejería Bíblica, ambas otorgadas por leer más …


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