Cuando la gratitud cambia todo

Era la víspera de Acción de Gracias, cuando 

todo el mundo estaba viajando, en avión o en carro...

Si eres una de las casi ochenta millones de personas que están contribuyendo a batir el récord de viajes en estas vacaciones, es posible que estés leyendo esto mientras esperas en la fila para subir a un avión o desde el asiento del copiloto de tu carro. En algún momento durante las próximas veinticuatro horas, quizá envíes la hora tentativa de llegada a tus seres queridos, quienes te esperan para darte la bienvenida, o les envíes tu ubicación exacta para que puedan seguirte durante el viaje. Seguirán tu pequeño punto azul en el GPS a medida que avanza, acortando la distancia que los separa.

Cuando finalmente llegues a la entrada de la casa, te abrirán la puerta principal antes de que puedas llamar y te darán un cálido abrazo. Más tarde, cuando te despidas, pensarás «Las llamadas telefónicas son útiles y el FaceTime es genial, pero hay una razón por la que la gente cuenta los días que faltan para volver a estar juntos en persona».

Una temporada para reconectar

Las fiestas están llenas de oportunidades para reconectar con las personas que más te importan. Es posible que llegues a esta celebración agotada por el viaje, y no solo por el viaje en sí, sino porque la vida te ha sorprendido durante el otoño; quizás te encuentras en medio de una crisis de salud familiar, o agotadoras responsabilidades ministeriales o una temporada estresante en el trabajo, tal vez te hayas vuelto más lenta en responder a los mensajes de texto. Te has distraído al hablar por teléfono y has olvidado lo que está sucediendo en la vida de los demás.

Para ti, esta semana no solo es una oportunidad para descansar después de unos meses ajetreados, sino también para sentarte frente a un familiar en la mesa o acurrucarte en el sofá frente a tu amiga de toda la vida. Es la oportunidad de ponerte al día, de reír juntas hasta que no puedas respirar, de quedarte escuchando... y de irte sintiéndote llena y renovada.

A veces, para cerrar la brecha en una relación no hace falta más que pasar tiempo juntos de forma intencional y recordar por qué estás agradecida por su presencia en tu vida.

¿Has pensado que lo mismo puede aplicarse a tu relación con el Señor?

Quizás te hayas desconectado de Jesús y hace mucho tiempo que no le prestas toda tu atención. Si es así, pasa tiempo con Él durante estas vacaciones.

Quizás te sientas tentada a esperar hasta el domingo, después de haber regresado a casa o de que todos tus invitados se hayan ido, pero no pierdas la oportunidad de acercarte a Jesús hoy mismo: retrasa media hora tu tiempo para cocinar o escápate unos minutos después de que todos se hayan acostado. Luego, toma tu Biblia, busca un rincón tranquilo y comienza a ponerte al día con Él. Incluso unos pocos minutos en Su presencia pueden ayudarte a restaurar la cercanía que has estado echando de menos.

De la distancia a la devoción 

Si hace tiempo no dedicas un momento de tranquilidad en la Palabra, una sugerencia sería que recurras a los Evangelios y te centres en las palabras y obras de Jesús. Un punto de partida significativo, especialmente en esta semana de Acción de Gracias, es el relato del samaritano agradecido en Lucas 17:

«Aconteció que mientras Jesús iba camino a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea, y al entrar en cierta aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia, y gritaron: “¡Jesús, Maestro! ¡Ten misericordia de nosotros!”.

Cuando Él los vio, les dijo: “Vayan y muéstrense a los sacerdotes”. Y sucedió que mientras iban, quedaron limpios. Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz.Cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, y le dio gracias; y este era samaritano» (vs. 11-16).

Es fácil leer que Jesús se encontró con diez hombres con lepra y no pensar mucho en la realidad de Su situación. La lepra era una enfermedad incurable que progresaba lentamente. Lo que comenzaba como pequeñas manchas en los párpados acababa cubriendo la piel, devorando los tejidos y pudriendo todo el cuerpo, pero no era solo una enfermedad física. Los síntomas relacionales y psicológicos a los que se enfrentaba un leproso eran devastadores. Según Levítico 13:45 y 46, un leproso tenía que rasgar sus ropas, destrozar sus vestiduras y gritar: «¡Impuro, impuro!». Se le exigía que viviera solo fuera del campamento. Según los estudiosos, ser leproso se consideraba la calamidad más triste de la vida.

Cuando los leprosos se encontraron por primera vez con Jesús, no es de extrañar que «se mantuvieran a distancia» (v. 12). No tenían otra opción: no se les permitía acercarse a los demás. Eso es lo que hace que el final de la historia sea tan increíblemente conmovedor. ¿Te imaginas ser testigo del momento en que el leproso se dio cuenta que estaba sano? Jesús había escuchado sus gritos, había visto su marginación y había respondido a su petición.

El leproso no solo fue sanado, sino que pudo acercarse a los demás, incluido el propio Hijo de Dios. Al ver eso, uno de ellos regresó y se postró a los pies de Jesús.

Pero uno regresó

En Lucas 17, solo uno de los leprosos regresó para dar gracias a Jesús:

«Jesús le preguntó: “¿No fueron diez los que quedaron limpios? Y los otros nueve, ¿dónde están?¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero?”. Entonces le dijo: «¿”Levántate y vete; tu fe te ha sanado”» (vs. 17-19).

Aunque los diez recibieron de Jesús el don de la sanación física, solo uno regresó para dar gracias a Aquel que se la había concedido. Un hombre regresó, agradecido y sin vergüenza, para dar toda la gloria a Dios. Por la fe, recibió más que la sanación física; ganó una relación con Dios.

La gratitud acercó al leproso a Jesús, y no solo en ese momento. Hoy, él está adorando en la presencia de Aquel que lo sanó. La gratitud puede hacer lo mismo por ti.

Al recordar la historia, piensa en cómo el testimonio del leproso se asemeja al tuyo. ¿Cuáles razones tienes para acudir a Jesús y darle las gracias? Aquí tienes cinco para empezar.

1. Gracias, Señor, porque no solo escuchas mi clamor, sino que respondes con misericordia.

«Y sucederá que antes que ellos clamen, Yo responderé; aún estarán hablando, y Yo habré oído». -Isaías 65:24

«Oh Señor, Dios mío, a Ti pedí auxilio y me sanaste». -Salmo 30:2

2. Gracias, Señor, porque eres capaz de perdonar todos los pecados y sanar todas las enfermedades.

«Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser Su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de Sus beneficios. Él es el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades». -Salmo 103: 1-3

3. Gracias, Señor, por amarme incluso cuando yo era tu enemiga.

«Pero Dios demuestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros». -Romanos 5:8

«Porque, si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por Su vida». -Romanos 5:10

4. Gracias, Señor, por acercarme a ti a través de la sangre de Cristo.

«Pero ahora en Cristo Jesús, ustedes, que en otro tiempo estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo». -Efesios 2:13

5. Gracias, Señor, porque pronto estaré contigo para siempre.

«Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: “El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará con ellos”». -Apocalipsis 21:3

Secreto para un Día de Acción de Gracias lleno de gratitud.

La gratitud no es solo una cosa más que añadir a tu lista de tareas pendientes para estas fiestas. Cuando decides hacer una pausa y pasar tiempo con Jesús, crecerás en agradecimiento, no solo por las bendiciones de Dios, sino por quien Él es.

No te arrepentirás ni un solo momento del tiempo que dediques a la Palabra durante estas fiestas. De hecho, es posible que descubras que permanecer en la presencia del Señor te llena de la gracia y la gratitud que tu corazón necesita para tener un Día de Acción de Gracias verdaderamente feliz.

Si actualmente estás pasando por una temporada difícil, tal vez te preguntes: «¿Cómo puedo considerar mis circunstancias dolorosas como una bendición?» Nancy DeMoss Wolgemuth aborda esta pregunta y otras más en la serie «La bendición de las espinas». La serie comienza con un drama basado en una historia llamada «Un ramo de espinas» y continúa cuando Nancy abre la Palabra de Dios y te ayuda a ver que mantener un corazón agradecido no solo es posible sino que a menudo es la herramienta que Dios utiliza para hacerte más parecida a Jesús.

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Sobre el autor

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Katie Laitkep

Katie trabajaba como maestra en un hospital cuando Dios la llamó a unirse a Revive Our Hearts como escritora del personal. Su sitio web, apatientprocess.com, es un registro de la fidelidad del Señor en las enfermedades crónicas, porque incluso en … leer más …


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