Del corazón a la boca, un camino que necesitas rendir

¿Qué he aprendido acerca de cómo dominar mi lengua?

He aprendido y sigo aprendiendo (a veces a duras penas), que dominar mi lengua será una lucha de toda la vida. Muchas veces pienso que dominar mi lengua es algo que tiene que ver solo cuando interactúo con otros, y claro que es gran parte, pero, ¿qué de esas conversaciones que tengo conmigo misma, donde muchas veces se cuelan la queja o la desesperanza? 

La Palabra de Dios ha sido mi luz en este camino de dominar mi lengua, recordándome verdades profundas y prácticas sobre el dominio de mis emociones y mis palabras. Y hoy quiero invitarte a repasar conmigo algunas de las lecciones que el Señor me ha estado enseñando. Tal vez tú también las necesites.

He aprendido:

  • Que no puedo dominar mi lengua sin humildad.

«Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero la sabiduría está con los humildes». -Proverbios 11:2

  • Que no puedo dominarla si mi atención está centrada en mí misma.

«No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo». -Filipenses 2:3

  • Que en mis interacciones con otros solo puedo controlarla cuando los considero primero a ellos. 

«No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan». -Efesios 4:29

  • Que con mi boca soy capaz de destruir y edificar, y mientras destruir es más fácil, puedo usarla para animar y bendecir a los demás.

«De la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso una fuente echa agua dulce y amarga por la misma abertura?». -Santiago 3:10-11

  • Que el dominio de la lengua solo se logra por fe, al mirar hacia la recompensa eterna y no la satisfacción momentánea de ganar un argumento o participar en el chisme.

«No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. El mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre». -1 Juan 2:15–17

«Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación».
-2 Corintios 4:17

  • Que cuando no logro dominarla, puedo correr al evangelio y recordar que hay gracia para mí.

«Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no pequen. Y si alguien peca, tenemos Abogado para con el Padre: a Jesucristo el Justo». -1 Juan 2:1

  • Que muchas veces la manera más sabia de hablar es guardar silencio.

«Aun el necio, cuando calla, es tenido por sabio; cuando cierra los labios, por prudente». -Proverbios 17:28

  • Que Jesús dominó perfectamente Su lengua, incluso en medio del dolor y la injusticia.

«Pero no abrió Su boca. Como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, Él no abrió Su boca». -Isaías 53:7

  • Que soy incapaz de lograrlo sin la ayuda del Señor.

«Separados de Mí nada pueden hacer». -Juan 15:5

  • Que necesito una mente transformada para que mis palabras también lo sean.

«Sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios». -Romanos 12:2

  • Que no debo esperar a que otros controlen su lengua para yo empezar a hacerlo.

«De modo que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo». -Romanos 14:12

  • Que dominar mi lengua requerirá mucho de mí: esfuerzo, rendición y dependencia de Dios.

«Y el que no toma su cruz y sigue en pos de Mí, no es digno de Mí». -Mateo 10:38

  • Que la fortaleza de espíritu es clave para refrenarla.

«Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad». -Proverbios 16:32

  • Que lo que sale de mi boca revela lo que hay en mi corazón.

«Porque de la abundancia del corazón habla la boca». -Mateo 12:34

  • Que mientras más pienso en Dios y Su verdad, más se llena mi mente de alabanza, y menos espacio hay para palabras de queja, desánimo o palabras ociosas. 

«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten. Lo que también han aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practiquen, y el Dios de paz estará con ustedes». -Filipenses 4:8-9

«No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan». -Efesios 4:29

  • Que lo que medito con frecuencia, suele salir de mis labios.

«Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de Ti, oh Señor, roca mía y Redentor mío». -Salmo 19:14

  • Y sobre todo, que la capacidad de dominar la lengua no viene de mí, sino del Señor.

«Separados de Mí nada pueden hacer». -Juan 15:5

He aprendido que no siempre tengo que dar mi opinión ni apresurarme a llenar los silencios incómodos. Muchas veces, en ese impulso, termino diciendo más de lo necesario, exagerando o compartiendo información incorrecta. Eso también es faltar a la verdad, y delante de Dios, es tan serio como una mentira premeditada.

«En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, pero el que refrena sus labios es prudente». -Proverbios 10:19

  • Que mis palabras pueden herir o sanar a los demás y siempre debo elegir sanar.

«Hay quien habla sin tino como golpes de espada, pero la lengua de los sabios sana». -Proverbios 12:18

  • Que cuando retardo mi respuesta soy menos propensa a airarme.

«Esto lo saben, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira». -Santiago 1:19

La Palabra de Dios está llena de sabiduría para guiarnos en el uso de nuestra lengua. Desde advertencias claras hasta ejemplos poderosos, nos recuerda que nuestras palabras revelan el corazón y tienen un impacto eterno.

El libro de Proverbios está cargado de enseñanzas prácticas sobre la insensatez, el dominio propio y la prudencia al hablar. Te animo a meditar en los siguientes pasajes: Proverbios 10:19; 11:12; 12:18; 13:3; 14:3; 15:2; 15:28; 16:23–24; 17:27–28; 21:23.

Por otro lado, el libro de Santiago nos ofrece la teología profunda detrás del porqué luchamos con nuestra lengua y dónde encontrar esperanza. Revisa estos textos con detenimiento: Santiago 1:19; 1:26; 3:2–10; 3:13; 3:17–18; 4:11; 5:12.

Cada uno de estos versículos nos invita no solo a hablar con sabiduría, sino a rendir nuestra lengua al Señor como instrumento de gracia, verdad y edificación.

¿Qué área de tu hablar necesitas rendir hoy a los pies de Cristo?

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Sobre el autor

Yamel Romero de Cardoza

Yamel es una hija de Dios quien anhela ser equipada para servir cada día a su familia y su iglesia con pasión. Desde el 2010 está casada con Ángel, quien es pastor de la Iglesia Cristiana de la Comunidad en … leer más …


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