El Eterno que entró en el tiempo

Imagina que tienes a tu cargo una niña pequeña llena de preguntas difíciles y tú eres la persona que debe proveerle respuestas. Cada día, te bombardea con cuestionamientos y temas complejos. La desesperación te invade, pues ¿cómo podrás introducir profundidad y sabiduría en un cerebro infantil? Ella aún no cuenta siquiera con el vocabulario para asimilar los conceptos que necesitas explicar y te resulta un gran reto.

Esa era yo, uno de mis pasatiempos favoritos parecía ser lanzar preguntas a los adultos a mi alrededor. Cuando preguntaba: «¿Qué significa la palabra eterno y eternidad?», «¿Qué quiere decir que Dios es eterno?», veía la incomodidad y frustración en sus ojos. Pasaban no solo horas, sino días enteros en los que varios intentaban explicarme y aunque no lo lograban, yo no paraba de indagar. ¿Tú también tienes preguntas?

Un día pusieron un anillo en mi mano y me dijeron: «¿Puedes mostrarme su principio, dónde comienza, dónde tiene una orilla?». Yo lo giraba y giraba, sin encontrar la soldadura de la unión del metal. Me decían que así era Dios, sin principio, ni final, que así se veía la eternidad y todo «el tiempo» que había existido, que si dibujáramos una pequeña línea en el anillo, solo sería una pequeñísima partecita del tiempo de todas las eras, y nuestra vida como un mini puntito en esa línea.

Mirando en retrospectiva, puedo reconocer que aun con la ayuda de personas sabias, grandes ejemplos, materiales o explicaciones, siempre hubo y seguirá habiendo preguntas, habrá temas que sobrepasarán mi comprensión. El entendimiento humano frente a los misterios divinos tiene sus limitaciones.

La Biblia nos advierte en Proverbios 3:5 a no apoyarnos en nuestro propio entendimiento, en Romanos 11:34 cuestiona sobre: ¿quién ha conocido la mente del Señor? y en Colosenses 2:18 se nos advierte sobre la mente carnal. Varios pasajes ayudan a que recordemos nuestras limitaciones, nos ubican e invitan a la humildad, confiar en la sabiduría divina de nuestro Creador.

Cuando pensamos en temas como la encarnación y en la eternidad, quizá seguimos siendo niños. Necesitamos depender de Dios y Su Palabra, Su revelación, en lugar de confiar en lo que otros nos digan o en nuestra propia opinión. ¿Cómo pudiéramos comprender que el dueño del tiempo, entró en una época de tiempo terrenal?

Aunque ya no somos niñas, es probable que aún nos sintamos tan pequeñas, insignificantes e inadecuadas para recibir la abundante gracia de Dios y con la gran encomienda de anunciar de Cristo, siendo parte de Su propósito eterno, divino al contemplar el milagro de que el Dios eterno, decidió entrar a nuestro tiempo, finito, y nos da de Su provisión divina para cambiarlo todo.

  • El eterno entró en el tiempo, dándonos a Su propio hijo.

Que Jesús viniera al mundo, enviado por el Padre, es el milagro de la encarnación que recordamos al leer Romanos 8:32: «El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?». No escatimó nada. Es nuestro fiel proveedor.

  • El eterno entró en el tiempo y nos dió lo necesario para una vida de rectitud y santidad. 

Que Jesús viniera nos da acceso al Padre, y con ello a todo lo que necesitamos conocer y comprender, por medio del poder de Dios. Gracias a ello hemos recibido todo lo necesario para vivir una vida piadosa (Lee 2 Pd. 1:3). Tenemos acceso al Dios eterno, creador de todas las cosas, a la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Él es suficiente.

  • El eterno entró en el tiempo, tomando forma de siervo para darnos ejemplo de amor y humildad.

Que Jesús, hijo de Dios, todo poderoso, creador de todas las cosas, tuviera a bien despojarse de su grandeza, para asumir una naturaleza y cuerpo humano, venir al mundo y llegar en forma de frágil bebé, experimentar tentaciones y debilidades, crecer, vivir y morir entre nosotros, para así otorgarnos salvación, libertad, gozo y vida eterna, me sigue sorprendiendo y llenando de gozo. Él comprende, aboga por nosotros, nos defiende.

  • El eterno entró en el tiempo, nos dio su vida, nos salvó por gracia y nos da vida eterna. 

Que Jesús, siendo plenamente Dios y plenamente hombre, haya construído un puente entre lo divino y lo humano para pagar por nuestros pecados y maldad, para que pudiéramos creer y alcanzar salvación por medio de la fe, es un regalo para agradecer y abrazar por siempre. Él vino a rescatar lo que se había perdido.

Aun siendo adultos, estamos rodeados de muchos misterios y temas que nos superan. Cosas a las cuales quizá ya hemos puesto nombre o definición, pero aún así siguen siendo tan grandiosas y sorprendentes que nuestras mentes finitas no alcanzan a visualizar del todo. A pesar de nuestras limitaciones, temas y misterios divinos, agradezcamos que debido a la encarnación del eterno en el tiempo, tenemos libertad y acceso a Dios por medio de la fe en Él.

Sin importar nuestra edad, sigamos acudiendo a Dios y Su Palabra para obtener respuestas. Para entrar en el reino de los cielos debemos convertirnos y volvernos como niños, por supuesto no infantiles, ingenuas o inmaduras, sino humildes, honestas. En esta vida seguiremos con muchas preguntas y sin descifrar todos los misterios, podemos seguir preguntando y depender totalmente del Señor.

Permanezcamos agradecidas porque es por Su Espíritu Santo que el hombre natural puede entender las cosas de Dios que solo se comprenden espiritualmente. Estas son las buenas nuevas: ¡El Dios eterno, vino y entró en el tiempo para otorgar entendimiento y sabiduría a quienes lo buscan con diligencia!

Oremos: Amado Dios, gracias por la encarnación, por venir a salvarnos y darnos vida eterna. Ayúdanos a conocerte, a aferrarnos a Tu amor, a abrazar Tu sabiduría y seguir Tu camino. Gracias porque eres la verdad, porque Tus pensamientos y juicios son más altos que los nuestros. Eres el verbo que se hizo carne, habitó entre nosotros, lleno de gracia y verdad. Eres nuestra confianza, provisión eterna y sumo gozo. Te amamos, adoramos y confiamos en Ti. 

Ayúdanos a llegar a otras

Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Mujer Verdadera?

Donar $3

Sobre el autor

Lucy Reyna Orozco Meraz

 

Reyna es esposa de Raúl Orozco, radica en Chihuahua, Chih., México. Juntos pastorean y educan a
 
su hijo (JR) e hija (RG) en casa, siendo su deseo formarlos e instruirlos para la gloria de Dios.
leer más …

Únete a la conversación