El gran «Yo Soy»: el tesoro de la Navidad revelado Parte 2

Nota de la autora: No suelo escribir publicaciones divididas, pero cuando intenté abordar las afirmaciones de «Yo Soy» que encontramos en Juan, me di cuenta rápidamente de que no funcionaría condensarlas en un solo blog. Si no has tenido la oportunidad de leer la primera parte, puedes encontrarla aquí.

«Yo soy la Resurrección y la Vida». -Juan 11:25

Jesús llegó tarde. Al menos estoy segura de que eso pensó Marta. Ella le mandó a decir que su hermano estaba enfermo, pero Jesús no vino. Dejó morir a Lázaro. Cuatro días después, Jesús aparece en Betania para consolar a Marta y a su hermana María en su dolor.

Al enterarse de que Jesús venía en camino, Marta corrió a su encuentro. Sin duda alguna, entre lágrimas declaró: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto» (Jn. 11:21). La fe de Marta en la capacidad sanadora de Jesús se mantuvo firme. Y cuando Jesús le aseguró que Lázaro resucitaría, Marta reafirmó su fe: «Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final» (v. 24).

Jesús responde con una poderosa declaración de Su divinidad: «Yo soy la resurrección y la vida» (v. 25).

La esperanza de Marta es una Persona. Su esperanza estaba justo delante de ella. Jesús lo demuestra resucitando a Lázaro y, poco después, resucitando Él mismo. El niño en el pesebre no es solo un adorno navideño; es el Señor de la vida y la muerte.

Quizás tu época de Adviento se haya visto marcada por el dolor. Tus días no son precisamente alegres ni brillantes. Si es así, no temas lamentarte, abre tu corazón y trae tu dolor a tu Padre celestial. Acude a Él y pon tus quejas a Sus pies, pero no te dejes llevar por la desesperación. Debido a que Jesús es la resurrección y la vida, no estamos sin esperanza. Así como Marta, corre hacia Él con lágrimas de dolor, pero no pierdas tu confianza en Él, que es nuestra única esperanza en la vida y en la muerte.

«Yo soy el camino, la verdad y la vida». -Juan 14:6

Jesús desmiente la mentira más grande que en nuestra sociedad se difunde hoy: «Puede que estemos en caminos diferentes, pero todos terminaremos en el mismo lugar». La Navidad no se trata solo de «un camino» al cielo, sino que es Él el único camino. El Creador del universo no renunció a las glorias del cielo ni al uso ilimitado de Su deidad para ofrecer un camino no exclusivo a Su trono. Tampoco sufrió abusos, burlas, una agonía insoportable ni la ira de Dios solo para brindar un posible camino de redención. Él hizo todo eso porque simplemente no había otra manera.

Nuestra cultura nos dice «vive tu verdad», eso indica que la noción de verdad es tan subjetiva como nuestro color favorito, pero Jesús también desmiente esa mentira. La verdad no depende de nuestros sentimientos, gustos ni preferencias. La verdad es una Persona, y Su Palabra es vida.

«Yo soy la vid». -Juan 15:5

El cable del cargador de mi teléfono es prácticamente inútil cuando lo llevo de campamento a un bosque sin electricidad. Una computadora portátil no te servirá de mucho sin su batería (ni su cable para recargar), y una hermosa cascada desaparecería por completo si se separara de su fuente de agua. Al igual que el santo grial, el cable y la computadora portátil, nosotros también somos impotentes si no permanecemos atadas a nuestra fuente.

«Yo soy la vid; ustedes los sarmientos; El que permanece en Mí, y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer». -Juan 15:5

Esta última declaración de «Yo Soy» nos recuerda que no podemos hacer nada separados del poder de Cristo. Debemos permanecer unidas a Él, a Su Palabra y a Su amor para que podamos dar fruto para Él. Cualquier «fruto producido» realizado en nuestras propias fuerzas es inútil. Como las ramas secas, este tipo de autosuficiencia es leña para el fuego (Jn. 15:6).

La Navidad nos brinda abundantes oportunidades para depender de nuestras propias fuerzas. El ritmo frenético de las fiestas puede dejarnos sin energía porque, como un cargador desconectado, no logramos conectar con la fuente.

En lugar de dejar que nuestros corazones se dejen llevar por toda la locura que Diciembre puede traer, detengámonos a meditar en nuestro verdadero tesoro.

Él es el pan de vida. Solo Él puede sustentar y saciar.

Él es la luz del mundo. Ha venido a disipar las tinieblas. Y las tinieblas jamás lo vencerán.

Él es la puerta. Protege a Sus ovejas de las amenazas.

Él es el buen pastor. Conoce a sus ovejas, las llama por su nombre e incluso da Su vida por ellas.

Él es la resurrección y la vida. Ha desarmado a la muerte, le ha quitado el aguijón y ha triunfado sobre la tumba.

Él es el Camino, la Verdad y la Vida. No es relativo, subjetivo ni preferencial. La verdad es una Persona.

Él es la vid. Es nuestra fuente de poder. Sin Él nada podemos hacer.

Esta Navidad, permanezcamos en Él, el Gran «Yo Soy».

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Sobre el autor

Cindy Matson

Cindy Matson vive en un pequeño pueblo de Minnesota con su esposo, su hijo y su ridículo perro negro. Le gusta leer libros, tomar café y entrenar baloncesto. Puedes leer más de sus reflexiones sobre la Palabra de Dios en … leer más …


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