Heridas con voz dulce: el engaño de una lengua sin guía, Parte 2

Esta es la segunda parte del blog que comenzamos días atrás sobre el poder de nuestras palabras y la transformación que solo el evangelio puede obrar en nosotras.

Si aún no has leído la primera parte, te animamos a hacerlo para que no te pierdas el contexto completo, pero si ya lo hiciste… ¡gracias por volver! Aquí continúa el consejo #5 para abordar con hermanas a las que mentoreamos o discipulamos, el problema de nuestras palabras cuando no reflejan nuestra fe y que hemos aprendido que provienen de una batalla del corazón.

  1. Reemplazar lo destructivo con lo edificante

Efesios 4:29 nos llama no solo a callar lo malo, sino a hablar lo bueno: «No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan».

Aquí puedes discipularla de manera práctica:

  • Identifiquen juntas patrones de habla destructiva: quejas, sarcasmos, gritos, críticas.
  • Establezcan nuevos patrones: oraciones de ánimo, palabras sabias, tiempos de silencio reflexivo.
  1. Enseña el arrepentimiento bíblico, no la culpa 

Es común que las mujeres que luchan con su lengua vivan en culpa constante. Pero el discipulado no debe aplastar con condenación, sino restaurar con el evangelio.

1 Juan 1:9 promete que si confesamos nuestro pecado, Él es fiel para perdonar y limpiar. Enséñale a confesar sus palabras pecaminosas al Señor, pedir perdón a quienes ha herido, y descansar en la gracia redentora de Cristo.

Elisabeth Elliot, en sus cartas y enseñanzas, repetía:

«No hay palabra, herida o reacción que no pueda ser redimida por la gracia si es traída a los pies del Salvador».

La lengua es un campo de batalla diario. Y cuando discipulamos a mujeres en esta área, debemos enseñarles a practicar el arrepentimiento constante. No podemos justificar lo que decimos con frases como «es que soy así» o «ya me conocen».

Proverbios 10:19 nos recuerda: «En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, pero el que refrena sus labios es prudente».

Anímala a:

  • Pedir perdón cuando habla de forma hiriente.
  • Reparar el daño con humildad y gracia.
  • Confiar en que la misericordia de Dios es nueva cada mañana.

Como discipuladora, modela también tú el arrepentimiento con tus propias luchas con la lengua.

  1. Recuerda que la lengua revela a quién servimos

Jesús fue claro: «Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado» (Mt. 12:37). Esto no se refiere a que nos salvamos por hablar bien, sino que nuestras palabras revelan si hemos sido transformadas por Él o no.

La lengua puede ser usada por Dios o por el enemigo. Es una herramienta de edificación o un arma de destrucción. Es un río de vida o de veneno.

Como discipuladoras, debemos llevar a las mujeres a entender que:

  • Su hablar no es un asunto superficial, sino espiritual.
  • Sus palabras dan testimonio de su fe.
  • Su boca debe ser un altar, no una espada.
  1. Haz del Salmo 141:3 tu oración diaria

«Señor, pon guarda a mi boca; vigila la puerta de mis labios».

Invitala a orar este versículo diariamente. El cambio en la lengua no es automático, pero Dios responde al clamor humilde.

Anímala a llevar un diario de oración, donde escriba las ocasiones en las que falló con sus palabras, y cómo Dios le ayudó a crecer. Esto cultivará un corazón rendido y un testimonio observable.

  1. Vive tú lo que le enseñas

El discipulado siempre es personal. Tus palabras como mentora también deben estar bajo dominio del Espíritu. Sé transparente con tus propias luchas pasadas o presentes, modela el arrepentimiento, la corrección con gracia y la restauración.

Charles Spurgeon dijo: «Un consejo sin ejemplo es como una lámpara sin aceite».

Sé luz en su proceso. Camina junto a ella, llora, ríe y ora con ella. Y nunca olvides que el poder de cambiar la lengua no está en ti, ni en ella, sino en Cristo glorioso.

Una lengua redimida para la gloria de Dios

Mi hermana, discipular a una mujer que lucha con su lengua no es un proceso de una semana. Es una caminata larga, llena de gracia, verdad, confrontación amorosa y mucha oración.

Enséñale a:

  • Hablar menos y orar más.
  • Escuchar con atención y responder con gracia.
  • Callar en ira y hablar con mansedumbre.
  • Dejar que la Palabra de Dios habite en su corazón para que sus propias palabras reflejen el carácter de Cristo.

Y recuérdale que no está sola. El mismo Espíritu que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ella, y puede darle dominio propio, sabiduría, humildad y poder para usar su boca para bendecir.

Versículos clave para memorizar juntas:

  • Proverbios 18:21 – «Muerte y vida están en poder de la lengua…».
  • Efesios 4:29 – «No salga de la boca de ustedes ninguna palabra mala…».
  • Mateo 12:34 – «De la abundancia del corazón habla la boca…».
  • Santiago 3:2 – «Si alguien no falla en lo que dice, es un hombre perfecto…».
  • Proverbios 15:1 – «La suave respuesta aparta el furor…».

En mi experiencia, una de las formas que me ha ayudado mientras discipulo y aconsejo hermanas, es hacer preguntas que nos hagan reflexionar.

Te animo a que tomes un tiempo de quietud, tu Biblia abierta y un corazón dispuesto, y respondas con sinceridad delante del Señor.

  • ¿Qué tipo de palabras salen más frecuentemente de tu boca?
    ¿Son de crítica, queja, enojo… o de ánimo, sabiduría y edificación?
  • ¿En qué momentos sientes que más luchas con tu lengua?
    ¿Qué situaciones o personas desencadenan reacciones verbales negativas?
  • ¿Qué revela tu manera de hablar sobre lo que hay en tu corazón?
    (Lee Mateo 12:34 y ora sobre ello.)
  • ¿Hay alguna persona a la que necesites pedirle perdón por lo que has dicho?
    ¿Estás dispuesta a dar ese paso en obediencia y humildad?
  • ¿Qué versículos bíblicos puedes comenzar a memorizar para ayudarte a dominar tu lengua?
    (Puedes usar los incluidos en el artículo.)
  • ¿Estás permitiendo que el Espíritu Santo transforme tu corazón y tu hablar?
    ¿O estás tratando de controlar la lengua con tus propias fuerzas?
  • ¿Cómo puedes usar tu lengua hoy para dar vida en lugar de muerte?
    Piensa en una persona a la que podrías animar con tus palabras.

Finalmente, quiero recomendarte usar Santiago 3 y Efesios 4:29 como base para orar y que puedan ayudarte a rendir esta área delante del Señor. Puedes orarlas diariamente o adaptarlas a tu realidad:

Oración basada en Santiago 3

Señor, reconozco que mi lengua muchas veces ha sido fuego que quema en lugar de fuente que da vida. Perdóname. Domina mi lengua mediante tu Espíritu. Llévame a hablar lo que edifica y a callar lo que hiere. Hazme sabia para hablar, humilde para callar, y fiel para restaurar.

Oración basada en Efesios 4:29

Padre, pon en mí palabras que edifiquen, que animen, que ministren gracia. Líbrame de hablar desde la carne. Haz que cada palabra que salga de mi boca sea reflejo de tu carácter. Úsame para dar vida. Amén.

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Sobre el autor

Liliana Llambés

Liliana Llambés, ha estado casada por mas de 30 años con su mejor amigo Carlos Llambés es madre de cuatro hijos y abuela de diez nietos. Posee una Maestría en Estudios Teológicos y Maestría en Consejería Bíblica, ambas otorgadas por leer más …


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