«Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con Él mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; es decir, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con Él mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación». -2 Corintios 5:18-19
Arquitectos, artistas, chefs y jardineros entusiastas comparten un común denominador: las herramientas.
Cada profesional ejerce su oficio particular utilizando un conjunto de herramientas precisas. Nada significativo ocurre sin instrumentos especializados diseñados para transformar vigas en edificios, o lienzos vacíos en obras maestras artísticas.
Como seguidoras de Cristo, pasamos por alto este principio. Cristo nos llama a convertirnos en «voceras» para otros. Él nos reconcilió y nos dio el mandato de asumir «el ministerio de la reconciliación» (2 Cor. 5:18). En algún momento de nuestras vidas aceptamos las buenas noticias del evangelio, y Él nos transformó desde adentro hacia afuera. Ahora debemos ser agentes de transformación en la vida de otros, utilizando las herramientas que Él nos da.
Sin embargo, con mucha frecuencia nos conformamos con ocultar el evangelio. Actuamos como niñas egoístas que han sido elegidas para repartir regalos en la fiesta, pero que se van a un rincón y juegan solas con los obsequios. La indiferencia podría ser una razón de nuestro comportamiento insensato; otra podría ser un temor nacido de la falta de confianza. Ambas actitudes deben terminar.
Pablo nos da un reto: «Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que Uno murió por todos, y por consiguiente, todos murieron. Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos… Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios!» (2 Cor 5:14-15, 20). El mensaje es innegable. Aquellas de nosotras que somos guiadas por Cristo debemos vivir de manera desinteresada, enfocadas en compartir a Cristo y Su mensaje de reconciliación con la mayor cantidad de personas posible.
¿Dónde comenzamos como Sus embajadoras, y cómo hará Dios «Su llamado por medio de nosotras»? Para empezar, ¡adquiere las herramientas adecuadas! Deja de fingir que no has sido comisionada por Él para alcanzar a quienes no lo conocen. Ora por valentía para compartir Su verdad y tu propia historia de transformación. Pídele que te conecte con aquellos cuyos corazones están abiertos, con los que Él ha estado llamando hacia Sí mismo, con los que ya lo están buscando.
Desafía a aquellos que son indiferentes con algo como esto: «Sé que no estás interesada en nada que tenga que ver con Dios, pero soy tu amiga, ¿me harías un favor? ¿Podrías simplemente pedirle a Dios que se revele a ti? ¿Y luego me avisarías si pasa algo?».
Guarda esos versículos en tu mente y recuérdalos cuando se presente la oportunidad. Busca en internet formas de compartir el evangelio y utiliza esos videos para prepararte para esta tarea. Pide a quienes comparten su fe regularmente que te enseñen sus mejores prácticas. Toma una hoja de papel, escribe la diferencia que Cristo hace en tu vida cotidiana, y usa tu historia para transformar tu próxima conversación en un diálogo significativo, confiando siempre en que la salvación viene del Señor por el poder de Su Espíritu y Su Palabra.
Escribe en una tarjeta los nombres de tres personas que necesitan salvación y colócala en un lugar visible para que te recuerde orar por ellas. El Espíritu Santo es llamado el Consolador en Juan 14, así que recurre a Él para que te ayude a compartir el evangelio. Él lo hará.
Existen muchas formas de comunicar el evangelio. Enfócate en una; practícala, repítela, y no permitas que nada se interponga en tu camino, recuerda Efesios 2:10. Da el siguiente paso, con las herramientas en mano y el Consolador a tu lado —y observa lo que Dios hará en Su perfecto tiempo.
Este artículo que estás leyendo fue publicado originalmente en la página oficial de la autora: Elizabeth A. Mitchel: https://elizabethamitchell.com/2017/04/04/instrumental/.
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