Menos quejas, más consuelo: una vida que anima

No había nada inusual en que el apóstol Pablo escribiera una carta, sin embargo, esta era diferente. No estaba escribiendo para corregir la doctrina errónea de una iglesia ni para intervenir en sus disputas internas; no lo hacía para animar a un pastor principiante ni para agradecer a una congregación por su ofrenda. Esta vez escribía para hacer un llamado personal en el nombre de una persona sorprendente: un esclavo.

Onésimo había escapado de Filemón y había llegado con Pablo, quien se encontraba bajo arresto domiciliario en Roma. No es sorprendente que Pablo haya llevado a este fugitivo a Cristo y lo comenzara a discipular. Un hombre cuyo dueño anteriormente lo habría descrito como «inútil» (Flm. 11) se había vuelto útil. Aunque Pablo hubiera querido mantener a Onésimo cerca, sabía que debía enviarlo de regreso a Filemón, pero no lo envió con las manos vacías. Lo envió a Filemón con una carta del mismo apóstol explicando todo. 

Las Escrituras no registran cómo termina la historia, pero sospecho que Filemón abrazó a Onésimo no como su esclavo, sino como su hermano. Creo esto no porque sepa que todas las historias terminan con un final feliz, sino por la reputación de Filemón. Pablo menciona en dos ocasiones que Filemón es conocido por «refrescar» a otros creyentes (vv. 7, 20).

Entendemos mejor el concepto de «refrescar» en forma de alivio físico: una siesta reparadora, un chapuzón en la piscina, un trozo de sandía o una caminata fresca y tranquila por la mañana, sin embargo, hasta que pasé un poco de tiempo en Filemón, no había pensado mucho en ser el tipo de persona que podría ser descrita como refrescante. Al indagar un poco en el significado de esta palabra griega, aprendí que la misma palabra se utiliza en la famosa invitación de Jesús: 

«Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar». -Mateo 11:28 

Pensar en algo refrescante en términos del descanso que Cristo ofrece me hizo reflexionar: ¿Qué hace este tipo de personas? ¿Qué no hace?

Lo que una persona refrescante NO hace 

  1. Chisme

Si algo refrescante significa «dar descanso» a alguien o renovar sus fuerzas, lo primero en la lista de cosas que se deben evitar es el chisme. El chisme puede definirse simplemente como «compartir malas noticias sobre una persona a sus espaldas con una motivación errónea». El chisme derrumba a la persona, usualmente para hacer que quien lo comparte se vea o se sienta mejor; ciertamente no da descanso, al contrario, como si fuera una termita, comienza tomando pequeños mordiscos y termina causando daños devastadores. Compartir chismes con una persona sobre otra no edifica ni anima a esa persona; en lugar de dar descanso, añadirá peso a la carga y quizás dejará a la persona preocupada por lo que se dirá de ella a sus espaldas. 

  1. Queja

Otra forma de añadir más peso a la mochila de alguien es cargarlo con quejas. Estrechamente relacionado con los chismes, el discurso lleno de quejas ve y comparte solo lo negativo, sus ojos están fijos en sí mismo y no logran ver la gracia de Dios; y al igual que una gripe, es altamente contagioso. Las quejas aman la compañía, por lo que un pequeño murmullo llevará a más, y pronto tú y tu amiga habrán expresado todas sus quejas y no habrán logrado encontrar la gracia de Dios. ¿Qué podría ser más desalentador que esto? 

  1. Catastrofizar

Según el diccionario de Merriam-Webster, «catastrofizar» significa: «imaginar el peor resultado posible de una acción o evento». Algunas de nosotras tenemos una inclinación por lo dramático y encontramos una misteriosa satisfacción en sumergirnos en los peores escenarios posibles; pero es realmente drenante estar cerca de alguien así. Aunque puede ser útil examinar los posibles resultados, el acto de convertir cada circunstancia en una posible catástrofe es agotador y pesado. Pasa un poco de tiempo con esta clase de persona y pronto sentirás que necesitas unas vacaciones.

  1. Enfocarse en uno mismo

Incluso sin quejas, chismes o catastrofización, aún puedes hacer que alguien se sienta agotado. Una forma astutamente simple de lograr esto es pasar todo el tiempo hablando sobre ti. Tus pasatiempos, tus intereses, tus hijos, tus nietos, tus vacaciones, tu trabajo, tus citas médicas, tus problemas financieros, tus planes… Claro, no hay nada de malo en compartir sobre cualquiera de estas cosas, sin embargo, cuando tu amiga se va después de pasar tiempo contigo preguntándose si siquiera tuvo la oportunidad de decir algo, probablemente se sentirá triste, sola, ignorada y cansada. 

Lo que una persona refrescante SÍ hace

  1. Hacer preguntas y escuchar

En nuestro mundo obsesionado con las «selfies» y centrado en uno mismo, tener una conversación con alguien que conscientemente busca sacar lo mejor del otro, aprender sobre sus luchas, pasiones y sueños, puede ser tan refrescante como un vaso de té helado en un día caluroso. Este tipo de conversación humilde probablemente no surgirá de forma natural; por eso Pablo exhorta a los filipenses a tener la mente de Cristo, mirando los intereses y preocupaciones de los demás (Flp. 2:3-5). Podemos desarrollar tal actitud de humildad solo creciendo en gracia y conformándonos a la imagen de Cristo; a medida que lo hacemos, los que están a nuestro alrededor se sentirán refrescados. 

  1. Dar ayuda práctica

Este verano, mi familia se mudó unas semanas después de que me operaran para reparar mi tendón de Aquiles; esto significó que tuve que empacar y desempacar cajas mientras utilizaba muletas, ¿difícil? ¡Si! ¿Una locura? Probablemente. ¿Humillante? ¡Definitivamente! Sin embargo, en medio del caos, una amiga ofreció ayuda práctica al venir a mi casa durante una hora por tres días consecutivos para ayudarme a empacar los platos. No esperaba esto ni lo pedí, pero este acto relativamente simple me refrescó y me animó. Ella no esperó a que yo pidiera ayuda (algo que suelo evitar hacer); en cambio, fue ella quien me preguntó. Tal vez no ofrezcas ayuda con una mudanza, pero sí una comida para una amiga que lo necesite, un viaje para alguien que va al aeropuerto o cuidado de niños para una mamá que está totalmente devastada. ¿Conoces a alguien que necesite ayuda práctica?

  1. Ánimo

El autor de Hebreos sabía cuàn importante es el ánimo para los corredores fatigados de la carrera del cristianismo, a esa audiencia, él le escribió: «Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca» (Heb. 3:24). El ánimo no solo refresca un alma cansada, sino que en realidad aleja las mentiras del mismo engañador. Ya sea un mensaje de texto, una notita, una palabra, un acto de servicio o una pregunta, el ánimo en todas sus formas ofrece descanso al alma cansada, como los vasos de agua que entregan a los corredores de un maratón a lo largo del recorrido. 

  1. Ora

Como niña de los 90, crecí viendo la tonta (y teológicamente inexacta) película «Ángeles». Para conceder el deseo de un niño, unos «ángeles» reales ayudan a su equipo a ganar una bandera. Solo el niño que pidió el deseo puede verlos, por lo que, para indicar que un ángel está ayudando a uno de los jugadores, el niño se pone de pie y mueve los brazos como si fueran alas; sin embargo, los ángeles no pueden interferir en el juego final cuando la bandera realmente está en juego, pero los jugadores no lo saben. Así que, en la típica y dramática moda de las películas de Disney, el niño (y finalmente todo el estadio) se pone de pie y señala al cansado lanzador, indicando que un ángel está con él. El lanzador tira un strike, y su equipo gana. 

Aunque no creo que los ángeles actúen de la forma en que se muestra en la película, sí creo que las oraciones de nuestros hermanos y hermanas en Cristo pueden ser refrescantes. No porque los ángeles estén «interfiriendo» en nuestras vidas, sino porque las oraciones ofrecidas ante el trono de gracia, ante nuestro misericordioso Sumo Sacerdote, mueven la mano del Dios Todopoderoso. Al igual que Aarón y Hur sosteniendo los brazos de Moisés (Ex. 17:10-12), las oraciones elevadas en favor de otros les ayudan a soportar la batalla. Hebreos nos promete que en el trono recibiremos misericordia, y hallaremos gracia para la ayuda oportuna (Heb. 4:16). A veces, esta gracia y misericordia, este refrigerio, nos llega a través de las oraciones de nuestros hermanos en Cristo.

Que las palabras de Pablo sobre Filemón también sean verdaderas para nosotras: 

«Pues he llegado a tener mucho gozo y consuelo en tu amor, porque los corazones de los santos han sido confortados por ti, hermano». -Filemón 1:7

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Sobre el autor

Cindy Matson

Cindy Matson vive en un pequeño pueblo de Minnesota con su esposo, su hijo y su ridículo perro negro. Le gusta leer libros, tomar café y entrenar baloncesto. Puedes leer más de sus reflexiones sobre la Palabra de Dios en … leer más …


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