El momento en que María supo por el ángel Gabriel que quedaría embarazada por el poder del Espíritu Santo, seguramente su mente viajó por todo el mundo del primer siglo y de regreso con un millón de preguntas y temores. Su vida nunca volvería a ser la misma. Le preocupaba cómo reaccionaría José, temía el momento en que la gente se diera cuenta de que estaba embarazada antes del matrimonio, pero lo más desconcertante de todo: se preguntaba cómo podía ser que el bebé en su vientre fuera el Hijo de Dios que un día gobernaría un reino sin fin.
Tan pronto como Gabriel le dio esta impactante noticia, María salió rápidamente de Nazaret para visitar a su prima mayor, Elisabet. Aunque Elisabet también estaba esperando un hijo por primera vez y tenía sus propias preguntas, infundió valor y fe en su joven parienta cuando le dijo: «Bienaventurada la que creyó que tendrá cumplimiento lo que le fue dicho de parte del Señor» (Lc. 1:45).
Miles de años después, las mujeres siguen teniendo las mismas necesidades. Anhelan que una mujer madura camine a su lado, alguien dispuesta a decir la verdad, orar, llorar con las que lloran, y alegrarse con las que se alegran.
En la iglesia de hoy, ¿quién.…
- pondrá un brazo sobre la madre soltera y amará a sus hijos?
- notará a la mujer ausente que vive en un aislamiento autoimpuesto?
- verá a la adolescente que se pregunta si Dios es real?
- orará con la mujer con el nido vacío que carece de dirección y propósito?
- llorará con una viuda destrozada por el dolor?
- enseñará a la nueva creyente cómo ser una mujer piadosa?
Sin una mentora, una mujer joven probablemente buscará en Google sus preguntas sobre lo que significa honrar a Dios en su soltería o cómo ser una esposa de Proverbios 31. Puede recurrir a las redes sociales para encontrar recursos que le enseñen a orar y leer la Biblia. Aunque esos recursos pueden ser útiles, tienen un alcance limitado. Y lo que es peor, los recursos equivocados pueden desviarla peligrosamente.
Entonces, ¿por qué no hay más mujeres dispuestas a dar un paso al frente para cubrir esta necesidad?
Algunas están demasiado ocupadas con sus propias vidas. Otras se llenan de estudios bíblicos y pódcasts, pero nunca encuentran tiempo para invertir en alguien más. Algunas prefieren invertir en una plataforma pública en lugar de un ministerio silencioso que no recibe «likes». Hay quienes se sienten inadecuadas y creen que están descalificadas por errores del pasado, otras no saben por dónde empezar o no comprenden que el mentorear es un estilo de vida que adorna el evangelio (Ti. 2:3–5).
Reconozco que yo también he fallado en dar prioridad a mentorear, pero creo que este error puede, y debe corregirse, «para que la palabra de Dios no sea blasfemada» (Tit. 2:5).
5 Razones por las que necesitamos una nueva generación de mentoras
1. Las mujeres se están conformando con sobrevivir en lugar de experimentar un avivamiento.
Pregúntale a una mujer cómo está y a menudo escucharás: «¡Sobreviviendo!». La supervivencia se ha convertido en el punto de partida para muchas personas agobiadas por el peso de vivir en un mundo caído y pecaminoso. Vivir en «modo supervivencia» genera un patrón de conformarse con simplemente resistir en el presente, mientras se espera que lleguen días mejores, pero ¿cómo reconciliamos esta mentalidad con la de los cristianos llenos de gozo en la Biblia que prosperaban a pesar del sufrimiento, la oposición y la ruptura? Hay algo más que solo sobrevivir: el avivamiento.
El avivamiento viene de una nueva visión de la gloria de Dios, de ser humilladas y quebrantadas en Su presencia, de arrepentirnos y ser llenas de Su amor y poder. El avivamiento es caminar en victoria y con una misión con Dios. Es la vida para la que fuimos creadas: ya no vivir para nosotras mismas, sino para Jesús. Una mentora puede mostrarle a una mujer cómo pasar de la supervivencia al avivamiento.
2. Las mujeres tienen hambre de la verdad.
La cultura nos ha servido un bufé de mentiras. Las promesas de felicidad y plenitud se evaporaron hace tiempo, dejándonos ansiosas y sin esperanza. ¿Y ahora qué? La respuesta a lo que realmente satisface se encuentra en una relación amorosa con Jesús. Es conocer al que nos creó, y ser conocidas por Él. Es encontrar nuestra verdadera identidad y propósito en Su hermoso diseño para el hombre y la mujer.
Una mentora puede ayudar a las mujeres a filtrar la confusión y discernir entre la verdad y la mentira.
3. Las mujeres están aisladas y solas.
El mundo nos está programando para creer que estamos conectadas cuando tomamos nuestros dispositivos. Nancy Lindgren, autora de Mentoría hecha realidad (Mentoring Made Real, disponible solo en inglés), dice que nuestra cultura sufre de una «pobreza relacional». Las redes sociales nos están robando relaciones profundas y significativas. El núcleo de la vida no está diseñado para vivirse a través de likes y clics en un teclado, sino a través del cuerpo de la iglesia local.
Una mentora invita a una amiga más joven a quitarse los lienzos mortuorios del aislamiento para entrar en una relación que adorna el evangelio y que está centrada en Cristo. Una mentora puede convertirse en las manos y los pies reales de Jesús que demuestran que Su promesa es verdadera: nunca estamos solas.
4. Las mujeres son huérfanas espirituales.
Muchas creyentes no crecieron en un hogar cristiano con una madre, abuela o tía que modelara el asombroso plan de Dios para la feminidad. Su comprensión de lo que significa ser una mujer piadosa está entrelazada con los mensajes que ha recibido sobre la independencia, mantenerse fiel a sí misma, ser su mejor versión, exigir sus derechos y establecer su propia verdad.
¿Qué se puede hacer al respecto? Mi amiga Jenny, quien es consejera bíblica, afirma que el setenta por ciento de todas las mujeres que buscan su consejo en realidad solo necesitan una mentora. Las madres espirituales pueden adoptar a estas huérfanas para ayudarlas a desenredar su pensamiento equivocado y reemplazarlo con pensamiento correcto. Pueden amarlas y nutrirlas como a un pequeño brote antes de que florezca por completo. Las mamás espirituales pueden orar con ellas y por ellas, y hacer preguntas que revelen creencias erróneas.
5. Las mujeres necesitan relaciones reales.
En generaciones pasadas, el modelo de mentoría se parecía más al de una maestra en un aula con su alumna. En mis amistades con mujeres más jóvenes, puedo dar testimonio de que aprendo tanto de ellas como ellas de mí. Oramos y buscamos juntas al Señor para encontrar Su verdad inmutable que trae claridad y sabiduría a las situaciones y relaciones. Las mujeres jóvenes quieren una mentora que sea honesta sobre sus errores, pero que no haga de su historia personal el centro de atención. Una mentora es una mujer que le muestra a una mujer más joven a Jesús y despierta en ella sed por más de Su presencia y poder en su vida.
Efecto múltiple de la mentoría
Mis amigas Tiphany y Mindi describen su amistad de mentoría como un regalo. Tiphany es una mujer con hijos adultos que tiene su propio negocio. Mindi es autora y mamá que educa en casa a sus cuatro hijas. Ambas tienen tiempo limitado, pero se necesitan mutuamente. Su relación funciona porque es flexible, no rígida. Desde el principio establecieron expectativas claras y se comprometieron a ser honestas la una con la otra.
Durante una conferencia para mujeres sobre mentoría en nuestra iglesia, Tiphany y Mindi compartieron acerca de su relación. Yo hablé sobre lo que significa ser una mujer intencional que glorifica a Dios a través de su diseño femenino. Sentada en la audiencia estaba una preciosa niña de secundaria llamada Amber; era imposible no notar su gran y hermosa sonrisa y sus brillantes brackets plateados. Esta dulce jovencita se había involucrado en una relación romántica con otra chica. En la conferencia, comenzó a preguntarse si eso era algo que debía estar haciendo. Se preguntaba qué pensaba Dios al respecto; suponía que Él estaba enojado con ella.
Tiphany percibió que Dios estaba obrando en el corazón de Amber, así que le preguntó si quería hablar en privado durante la conferencia. Se apartaron, y Amber se abrió con ella. Tiphany escuchó, hizo preguntas, compartió la verdad, oró y le expresó su amor, y al final de la conferencia, se dio la oportunidad a las mujeres de orar con una de nuestras guerreras de oración. Amber caminó hacia adelante con valentía y Mindi estaba lista para abrazarla cuando lo hizo.
Durante el mes siguiente, Amber terminó su relación con su novia y sus padres la inscribieron a una escuela cristiana. Tiffany y Mindi siguen siendo parte de su vida. Mindi lleva a Amber al tiempo de oración con mujeres todos los domingos por la mañana, mientras intercedemos por nuestra iglesia y para que Dios traiga avivamiento. Este mismo grupo de cristianas maduras ha sido fiel en la oración por la intensa lucha espiritual de Amber. ¡La victoria es de Cristo! Amber lo sigue y recientemente ella hizo su primera oración en voz alta ante todo el grupo.
Estas son la clase de historias que espero se multipliquen en todas las iglesias mientras Dios levanta una nueva generación de mentoras. Cuando el evangelio impulsa amistades como las de Tiffany, Mindi y Amber, estas se fortalecen y se produce un efecto multiplicador. La cultura de la iglesia es transformada, y la novia de Cristo funciona como está diseñada para funcionar: una familia de creyentes con defectos, pero próspera.
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