Palos, piedras y palabras: lo que decimos revela nuestro corazón

¿Qué pasa cuando tiras una piedra contra un vidrio? Se rompe. ¿Qué pasa cuando golpeas una pelota de béisbol con un palo o un bate? Le das velocidad y dirección hacia donde tú quieres (aunque algunas veces toma otro rumbo). Así son nuestras palabras cuando las usamos como piedras: rompen, lastiman, pero no un objeto, sino el corazón de la otra persona. Y cuando usamos nuestras palabras con intenciones malvadas o manipuladoras, no siempre sabemos el rumbo que tomarán y el desastre que causarán. El peso de nuestras palabras refleja la carga de nuestros corazones.

En medio de una generación poco reflexiva, es necesario detenernos a meditar sobre lo que nuestras palabras motivan; cómo se leen en las redes sociales, y cómo las decimos en nuestros grupos y familias. El peso de lo que decimos y escribimos denota cómo pensamos, qué valoramos y qué creemos. ¿Cómo deberíamos pensar sobre el peso de nuestras palabras? ¿Nos detenemos a meditar en el contenido, la forma y la motivación con la que las decimos o escribimos?

Dios nos habló con palabras

Dios escogió revelarse a Su pueblo a través de palabras escritas que, gracias al Espíritu Santo, podemos entenderlas para aplicarlas a nuestra vida, es decir, para vivirlas. ¿Cuál es el problema? El pecado que aún combate dentro de nosotras; esos deseos de hacer nuestra voluntad, de buscar justicia, de ser la mujer que más sabe o que siempre sabe todo, o de ser salvadoras de otros. 

Sin embargo, Dios ha usado Sus palabras para llamarnos a salvación. Ha usado Sus palabras para decirnos quién es Él, lo que ha hecho y cómo podemos relacionarnos con Él. Sus palabras pueden parecer piedras y palos a un corazón necio y rebelde. Pero cuando Él abre los ojos del corazón para ser iluminados y conocer cuál es la esperanza de Su llamamiento, recibimos de Su verdad para vivirla. El reflejo de ello es la forma en que hablamos.

La Biblia es la verdad para nuestros corazones, porque Él es la verdad. Y son nuestra autoridad porque Él la dijo. Y como es nuestro Creador, conoce lo que necesitamos escuchar. Lo que Él dice a través de Su Hijo Jesucristo, el Salvador, es verdad acerca de nosotras y de cuánto necesitamos Sus palabras hechas vida en Su Hijo para que seamos transformadas. Sus palabras no lastiman, sino que sanan del pecado mortal.

El corazón y las palabras

Nuestras palabras, al contrario de las palabras de nuestro Dios, no siempre hablan verdad y no siempre construyen. Hoy en día, cualquier persona puede escribir lo que desee, incluso valerse de la IA para crear imágenes que sustentan su escrito. O cualquier persona puede revelar un dato personal de otra persona, que, aun siendo verdad, es como si le tiraran una piedra en la cara. 

¿Por qué duelen las palabras? Jesús nos responde: «Porque de la abundancia del corazón habla su boca» (Lc. 6:45b). Cuando nuestro corazón está lleno de dolor, amargura, enojo, falta de perdón, envidia y mentira, lastimamos a otros con nuestras palabras, habladas y escritas. Aquí algunos ejemplos de esta conexión, boca y corazón, en algunos versículos del libro de Proverbios tomados de la Nueva Traducción Viviente:

  • «La boca de la mujer inmoral es una trampa peligrosa» (22:14).
  • «La boca de los necios es su ruina» (18:7).
  • «El corazón retorcido no prosperará; la lengua mentirosa cae en problemas» (17:20).
  • «Las palabras arrogantes del necio se convierten en una vara que lo golpea» (14:3).
  • «Las palabras de los perversos son como una emboscada mortal» (12:6).

¿Puedes ver la relación entre el corazón (la persona) con su acción? ¿Te has detenido a examinar lo que sale de tu boca? Medita un momento en qué te dice tu esposo, tus hijos, tus padres, amigas y líderes sobre tu forma de responder, ¿los has escuchado? Toma un momento el día de hoy para reflexionar en cómo te han respondido, en quiénes se han alejado de ti o en cómo te responden cuando escribes en tus redes sociales.

Las palabras como palos y piedras

Ahora bien, al reconocer que nuestro corazón es el motor de nuestras palabras, ¿cómo estás usando tus palabras? Podemos ver, tomando algunos proverbios como referencia, sobre cómo las palabras son como palos y piedras…

  • Cuando hablamos mentiras de otros (25:18).
  • Cuando envidiamos lo que otros tienen (23:17). 
  • Cuando, quizá por compararte, inicias o eres parte del chisme (20:19).
  • Cuando en tu necedad, argumentas o te quejas contra todo lo que te dicen o piden (18:2).
  • Cuando eres alborotadora (16:28).
  • Cuando respondes con palabras ásperas y en enojo (15:1).
  • Cuando respondes con arrogancia (14:3).
  • Cuando engañas y manipulas con el propósito de que se haga lo que tú quieres (12:6).
  • Cuando seduces con tus palabras para un hecho inmoral (7:21).

Si tu corazón trama el mal, el resultado serán palabras que lastiman la imagen de Dios en otros. Si tu corazón piensa más alto de sí mismo, causarás división.

Si tu corazón está habituado a temer al hombre y buscar su aprobación, engañarás con tus palabras. ¿Qué estás creyendo de ti y de Dios cuando hablas?

Habla la verdad en amor: palabras que restauran

La Palabra de Dios nos llama a hablar la verdad en amor, a hablar y escribir palabras que animan, restauran y edifican a otros, aun cuando corrigen o confrontan. En el contexto de la iglesia y para evitar las falsas enseñanzas, la carta de Efesios nos enseña: «Al hablar la verdad en amor, creceremos en todos los aspectos en Aquel que es la cabeza, es decir, Cristo» (Ef. 4:15).

Cuando hablamos la verdad en amor, crecemos y dignificamos la imagen de Dios en otros. Cuando unimos la sabiduría y la prudencia en saber qué decir, cómo decirlo y cuándo decirlo, amamos a otros y buscamos su bien y no el nuestro. Cuando aprendemos a escuchar cuidadosamente el sabio consejo del Padre, entonces demostraremos discernimiento y nuestros labios expresarán lo que hemos aprendido (Prov. 5:2).

Gracias a la obra de Cristo, nuestras palabras persiguen Su justicia, y al hacer lo que Él manda en Su Palabra, lo que hablamos y escribimos es considerado justo. Notemos lo que dicen otros proverbios tomados de la NTV: 

«Las palabras de los justos son como una fuente que da vida» (10:11).

«Las palabras del justo animan a muchos» (10:21).

«Las palabras veraces soportan la prueba del tiempo» (12:19).

«[El Señor] se deleita en los que dicen la verdad» (12:22).

«A todo el mundo le gusta una respuesta apropiada; ¡es hermoso decir lo correcto en el momento oportuno! (15:23).

¿Eres conocida por tu sabiduría o por tu necedad? ¿Das testimonio del amor de Cristo en cómo tratas a otros? ¿Estás valorando más al otro que a ti?

Piensa bíblicamente, habla bíblicamente

Las palabras habladas producen sonidos que toman diferente tono dependiendo de quién y cómo se dicen. Y las palabras tienen un significado que es el concepto que define una realidad o idea a la que se hace referencia. Así es como las palabras pasan a formar parte de un proceso de comunicación. Sin embargo, una misma palabra puede adquirir diferentes sentidos según la intención de quien la comunica y en el contexto en que se produce. 

Por lo tanto, es tan importante que escojas hablar las palabras de Dios, esas mismas palabras que al leerlas y meditarlas transforman cada día tu corazón. Así, tu definición de amor, de verdad, de justicia, no será desde tu propio entendimiento, sino en la voluntad de Dios y según Él las inspiró. 

Después de reconocer que nuestro corazón es donde inicia el viaje de nuestras palabras, debemos arrepentirnos delante de Dios cuando las usamos como piedras contra otros. Evaluemos cómo estamos respondiendo en las redes sociales, si somos de edificación a otras o de división. Hoy en día necesitamos mujeres con una teología robusta sobre quién es Dios, no para discutir ni ganar argumentos, sino para enseñar a la siguiente generación que el dominio de la lengua habla más cuando calla y actúa.

Procuremos que nuestras redes sociales testifiquen de la verdad que hay en Cristo, y que nuestras relaciones reflejen el amor, el perdón y el respeto que glorifica a Dios. Si pensamos en nuestro corazón bíblicamente, hablaremos conforme a Su voluntad, y cuando fallamos, Dios nos ha dado Sus palabras para restaurar relaciones y nuestros corazones.
 

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Sobre el autor

Susana de Cano

Susana vive en la Ciudad de Guatemala. Es esposa de Sergio Cano con quien tiene tres hijos, Sergio Alejandro, Daniela y Susi, quien recientemente esta casada con Esteban. Es apasionada por enseñar la Palabra de Dios a otras mujeres para … leer más …


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