Preparando el camino

Lectura bíblica: Lucas 1:5-25

Esta historia de seguro te es familiar. Se cuenta en la escuela dominical y en los hogares para estas fiestas navideñas. Es la historia de Elisabet y Zacarías, los padres de Juan el Bautista. ¿Cuál es el mensaje principal de esta historia? ¿Quién es el centro? Te invito a que lo descubramos juntas.

Nos servirá considerar el contexto de este pasaje. Elisabet y Zacarías fueron ambos descendientes de la tribu sacerdotal, con un testimonio que iba más allá de la apariencia. Ellos eran justos, rectos y piadosos. Esta justicia que señala Lucas (1:5-6) no les absolvía de su necesidad del redentor que posteriormente iba a nacer, sino que indica que ellos amaban a Dios, y obedecían sus mandamientos.

También encontramos que Elisabet era estéril y ya avanzada de edad. Su esposo Zacarías había orado para que Dios les concediera descendencia. Ahora, ya llegaba el momento en que la oración de Zacarías había sido escuchada.

Te animo a leer de nuevo todo el pasaje asignado, y luego vamos a enfocarnos en esta revelación directa a Zacarías acerca de la respuesta a su petición.

Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. (Lucas 1:11-13)

La visita del ángel a Zacarías resalta la importancia del mensaje. El ángel Gabriel traía buenas nuevas. ¿Cuáles eran las buenas nuevas? ¿Que Zacarías tendría descendencia? ¡No! Las buenas nuevas eran más grandes que la respuesta a una oración particular. El hijo que le iba a nacer a Zacarías (quien sería Juan el Bautista), no sólo representaba la alegría de una oración contestada. Era el cumplimiento de la profecía de Malaquías 4:5.

Su propósito de vida tendría un impacto eterno.

Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. (Lucas 1:16–17)

¡Esta era la gran noticia! El hijo de Zacarías sería la voz que clamaría en el desierto (Isaías 40:3). Sería el mensajero que prepararía el camino delante del redentor (Malaquías 3:1).

Juan el Bautista fue el más grande de los profetas (Mateo 11:11), el mensajero profetizado y enviado para preparar el camino de nuestro Señor Jesucristo.

¿Ves cómo la historia nos apunta siempre hacia la persona de Cristo? Este relato no se trata principalmente de Zacarías y Elisabet, o la respuesta a la oración, o ni siquiera del mismo Juan el Bautista. Se trata del maravilloso plan de Dios y el privilegio de anunciar las buenas nuevas de la venida de nuestro Salvador.

Nosotras somos portavoces del Mesías prometido. Nosotras que hemos conocido la verdad del Evangelio de Cristo seamos impacientes en llevarla a quienes nos rodean. ¡Cristo viene otra vez!

Igual que Elisabet y Zacarías, todas necesitamos la obra completa de Cristo para ser justas. En agradecimiento a Dios por su salvación, ahora debemos andar de forma irreprensible.

Reflexiona

  • ¿Tu vida se trata principalmente de tu propia historia, o deseas que se trate del llamado que Cristo tiene para ti?
  • ¿De qué manera tu vida está anunciando las buenas nuevas de Cristo?

Ora

  • Ora que exista en ti un corazón sensible y obediente al llamado que Dios ha orquestado para ti.
  • Ruega que Dios te ponga un peso por las almas perdidas y que con diligencia estés dispuesta a preparar el camino para la venida definitiva de Cristo nuestro Salvador.

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Sobre el autor

Yanoret Genao

Yanoret Genao

Hija redimida, sierva por amor. Esposa y madre de tres tesoros hermosos. Con una pasión por enseñar y guiar a las adolescentes y jóvenes a atender el llamado de Dios para el cual fueron creadas.


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