¿Cómo afrontar el día con el corazón avivado?
Cuando mi amiga Katie nos hizo esta pregunta, reflexioné sobre las muchas veces y las diversas formas en que me he hecho esa pregunta a lo largo de los años. En aquel entonces, la respuesta permanecio esquiva, pero después de soportar numerosas penas, desde la pérdida de objetos preciados hasta la de familiares queridos, al estudiar la Palabra de Dios, surgió la respuesta a la pregunta de Katie.
«Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» (Jn. 8:32) y «Estén siempre gozosos, oren sin cesar, den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús» (1 Tes. 5:16-18).
Consideremos estos versículos y descubramos cómo responden a la pregunta de Katie y llenemos nuestros corazones de gran esperanza.
Conocerán la verdad
¿Qué significa «conocer la verdad»? Jesús dijo que la Palabra de Dios es verdad (Jn. 17:17), pero el diablo la conoce. De hecho, conoce las Escrituras mejor que un cristiano promedio, y no está más cerca de ser libre de pecado, ni del mal ni de la condenación eterna que cuando abrazó su rebelión contra Dios. Los líderes judíos que se oponían a Jesús podían citar libros enteros de las Escrituras.
Conocer la verdad implica comprenderla y creerla. Rendirse a la Palabra de Dios es esencial. Cuando Jesús prometió a la multitud que conocerían la verdad y que esta los haría libres, se dirigía a los judíos que creían en Él (Jn. 8:31-32). No estaba dirigiéndose a los líderes religiosos incrédulos que probablemente estaban cerca con sus narices dilatadas y el ceño fruncido, mientras planeaban matar a Jesús. Ellos escucharon, pero no creyeron la verdad que oyeron.
Creer en la verdad lo cambia todo... lo cual me resultó especialmente útil cuando un médico se acercó a mi rodilla con una jeringa.
Conoce la verdad, rechaza las mentiras
Durante cinco meses, mi rodilla adolorida e inflamada sufrió a causa de ligamentos tensos y un menisco desgarrado, así que mi traumatóloga me recetó una inyección de cortisona. ¿Mencioné que la inyección era para la rodilla?
Cuando la doctora notó que temblaba, me dijo: «No es para tanto. Te lo prometo».
Negué con la cabeza y le contesté: «Creo que subestimas mi miedo a las agujas».
Ella me dio palabras de aliento mientras me relajaba y me preparaba para el «pequeño pinchazo». Mis emociones me decían que saltara y saliera corriendo de la habitación, pero mi rodilla coja lo impediría.
Podría haber intentado tranquilizarme. «No le tengo miedo a las agujas. No le tengo miedo a las agujas. No le tengo miedo a las agujas», pero eso habría sido mentira.
En cambio, decidí centrarme en la verdad, específicamente en Habacuc 3:19: «El Señor Dios es mi fortaleza; Él ha hecho mis pies como los de las ciervas y por las alturas me hace caminar». (O aguantar una inyección de cortisona en la rodilla).
Respiré profundamente y oré en voz alta: «Seré valiente porque el Señor es mi fuerza».
La doctora intervino. «¡Sí, lo es!».
Cuando elegí creer en la verdad que no puede fallar (la Palabra de Dios), la paz de Cristo calmó mis nervios.
Aunque sentí como si la doctora me inyectara explosivos en mi rodilla, sabía que el Señor era mi fuerza. En Cristo, pude afrontar mi pequeña prueba con gran paz.
Su paz verdaderamente llenó mi alma, justo a tiempo.
La Escritura da testimonio de la verdad
Las Escrituras testifican que toda verdad proviene de Dios y solo de Dios, porque Él es la verdad. Todo lo que sabemos que es verdadero tiene su origen en Dios, incluyendo las leyes de las matemáticas, la ciencia y la naturaleza, creadas por nuestro Dios trino.
Hebreos nos enseña que todo lo que Dios dice en Su Palabra es confiable y verdadero. «A fin de que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, los que hemos buscado refugio seamos grandemente animados para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros». -Hebreos 6:18 (énfasis añadido).
Jesús enseñó a Sus discípulos: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí. Si ustedes me hubieran conocido, también hubieran conocido a Mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto». -Juan 14:6-7
Jesús habló del Espíritu Santo a Sus discípulos cuando dijo: «Pero cuando Él, el Espíritu de verdad venga, los guiará a toda la verdad…». -Juan 16:13
Sin embargo, cuando Jesús habló de Satanás, dijo: «Es mentiroso y padre de la mentira» (Jn. 8:44). Satanás no solo niega la verdad, sino que presenta sus mentiras como verdad. Sin el Espíritu de Cristo en nosotras y la Palabra de Dios como guía, probablemente aceptaremos las mentiras de Satanás porque satisfacen nuestra naturaleza pecaminosa. Como hijas de Dios, la tentación de creer una mentira aún puede ser fuerte, pero el Espíritu Santo nos capacita para rechazar la tiranía del pecado y las mentiras de Satanás. Cristo nos ha liberado a fin de regocijarnos siempre, orar constantemente y dar gracias en todo, pase lo que pase.
Sin importar lo que pase
Después de mi inyección de cortisona y la tumultuosa semana que siguió, la pregunta de Katie me rondaba la mente con frecuencia.
¿Cómo afrontar el día con el corazón avivado?
Lo afronto con la verdad, sin importar lo que me exijan las emociones.
Como el día que asistí al servicio memorial del hijo de nuestros amigos y me aferré a la verdad sobre Dios. «Sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas» (Sal. 147:3). Cristo y Su fiel Palabra también mantuvieron fortalecidos a mis amigos, sin importar lo que pasara.
O cuando una amiga me contó que su diagnóstico médico sugería que tendría que soportar un dolor intenso y prolongado, yo creí la verdad, ella también, sin importar lo que pasara. «Y a Aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros» (Ef. 3:20).
Cuando otro hermano en la fe enfrentó una separación desgarradora de su hijo pequeño debido a circunstancias incontrolables, creyó en la verdad de la fidelidad de Dios hacia él y su hijo, sin importar lo que pasara.
«Hubiera yo desmayado, si no hubiera creído que había de ver la bondad del Señoren la tierra de los vivientes». -Salmos 27:13
Al conocer y creer la verdad en nuestro corazón, esta nos hace libres del poder del pecado sobre nosotras. Nos libera de la preocupación, del orgullo y de la ira, y nos capacita para hacer lo que podríamos creer imposible: regocijarnos pase lo que pase, orar en cada aliento y dar gracias a Dios en cada situación.
«En Dios, cuya palabra alabo, en Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?». -Salmos 56:4
Cuando conocemos y creemos la verdad, esta nos libera para regocijarnos siempre, orar constantemente y dar gracias. Esta es la voluntad de Dios para nosotras en Cristo Jesús.
¿Lo creerás?
Ahora quiero hacerte la misma pregunta que Katie nos hizo.
¿Cómo enfrentas el día con tu corazón avivado?
Oro que la respuesta brote en tu mente con gran esperanza y alegría cada mañana tan rápido como si acabaras de escuchar a alguien preguntar: «¿Quién quiere café?» (o tu postre favorito para comenzar el día).
Oro para que creas en la verdad. Las promesas de Cristo irradian seguridad y esperanza a diario, porque la libertad que tenemos ante el miedo, la ira y el pecado no depende de nosotras, no nos liberamos solas. La verdad nos libera cuando la creemos. ¿Lo creerás?
Si descuidamos la lectura y el estudio de las Escrituras (la verdad de la Palabra de Dios), solo aprenderemos enseñanzas de otros. Incluso si aprendemos de los teólogos más brillantes, nuestra memoria dista mucho de ser perfecta; y los teólogos tampoco lo son, pero la Palabra de Dios sí.
Aprendamos de los demás, pero antes que nada, estudiemos nosotras mismas la Palabra de Dios para que lleguemos a conocer y creer la verdad.
Cuando despiertes en un día que pone a prueba tu determinación de conocer y creer la verdad, recuerda que las promesas de Dios son más fuertes que tus pruebas y tu determinación. (Por cierto, el médico no mintió, la inyección no fue tan mala).
Ya sea que estemos enfrentando pruebas y temores imaginarios o extremadamente reales, la verdad nos trae gran esperanza porque nos hace libres: libres para regocijarnos siempre, para orar constantemente y dar gracias en todo. «Fiel es Aquel que los llama, el cual también lo hará» (1 Tes. 5:24).
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