Confiada hoy, segura del futuro
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que la forma en que vivimos hoy influye en nuestra perspectiva del futuro.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Mientras miramos hacia el futuro, podemos hacerlo con esperanza. Pero permíteme recordarte que son nuestras decisiones de hoy las que nos permiten mirar hacia el futuro con esperanza.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora del libro: «Quebrantamiento: El corazón avivado por Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 9 de septiembre de 2025.
Cuando piensas en «el futuro», ¿te sientes entusiasmada o aprehensiva? En Proverbios 31, se nos dice que una mujer de carácter noble no teme al futuro. Así que, aunque nos sintamos tentadas a temer, podemos aprender a sentirnos emocionadas por ver lo que Dios hará.
Nancy nos mostrará cómo hacerlo mientras continúa con la serie basada en Proverbios 31 titulada «La mujer que teme …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que la forma en que vivimos hoy influye en nuestra perspectiva del futuro.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Mientras miramos hacia el futuro, podemos hacerlo con esperanza. Pero permíteme recordarte que son nuestras decisiones de hoy las que nos permiten mirar hacia el futuro con esperanza.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora del libro: «Quebrantamiento: El corazón avivado por Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 9 de septiembre de 2025.
Cuando piensas en «el futuro», ¿te sientes entusiasmada o aprehensiva? En Proverbios 31, se nos dice que una mujer de carácter noble no teme al futuro. Así que, aunque nos sintamos tentadas a temer, podemos aprender a sentirnos emocionadas por ver lo que Dios hará.
Nancy nos mostrará cómo hacerlo mientras continúa con la serie basada en Proverbios 31 titulada «La mujer que teme al Señor, esa será alabada».
Nancy: Creo que una de las cosas que más temen las mujeres hoy en día es al futuro. «¿Qué va a pasar?», «¿Se descontrolará el mundo?».
Vemos el terrorismo y los acontecimientos mundiales muy tensos, difíciles y complicados. Muchas de nosotras, como mujeres, especialmente aquellas que son madres, se preocupan por el tipo de mundo en el que crecerán sus hijos.
Hay una tendencia a vivir con miedo: miedo al futuro, miedo a la muerte del esposo, miedo a perder un hijo. Una de las cosas que vemos en Proverbios 31, y las animamos a que nos acompañen a leer Proverbios 31 todos los días mientras observamos este retrato de una mujer virtuosa. Pero al llegar al versículo 25, vemos que esta es una mujer revestida de fuerza, honor y dignidad, una mujer que no se deja vencer por el miedo.
La Escritura dice en la segunda parte de este versículo que ella: «Sonríe al futuro». La Nueva Traducción Viviente dice: «Se ríe sin temor al futuro».
Ella mira al futuro, no con miedo, sino con esperanza. Y la razón por la que puede hacerlo, como dijimos en el último episodio, es porque su esperanza está en Dios y su temor está en el Señor. Debido a que ella reverencia a Dios, tiene confianza en Él; sabe que Él tiene el control. Sabe que, al fin y al cabo, ella no puede controlar sus circunstancias.
¿No es increíble cómo intentamos controlar cosas que realmente no podemos controlar? Esta mujer renuncia al control y se entrega al Dios del universo, como si dijera: «Señor, yo sé que Tú puedes manejar esto».
¿No es una tontería que nos quedemos despiertas por la noche, preocupándonos por cosas, algunas de las cuales no han sucedido, otras quizá nunca sucedan, cuando las Escrituras dicen que el Dios que es el Creador del cielo y de la tierra nunca duerme?
Él está despierto. Él está pensando en lo que te mantiene despierta. Él se ocupa de todo lo que nos preocupa y Su palabra promete en el Salmo 138, que: «El Señor llevará a cabo los planes que tiene para mi vida» (v. 8).
Entonces, aquí tenemos a una mujer que no teme lo que vendrá. Ella puede mirar al futuro con confianza, con paz y con tranquilidad en su corazón.
Pienso que una de las cosas que muchas mujeres están programadas para temer hoy en día con respecto al futuro es todo lo relacionado con el envejecimiento, porque nuestra cultura está muy obsesionada con la juventud como sinónimo de belleza y de la preservación de la misma.
Basta con mirar los anuncios de productos para mujeres, y espero que no pases demasiado tiempo leyendo esas revistas o mirando esos anuncios, porque te hacen sentir realmente inadecuada, inferior. Por ejemplo, si hoy entras en una habitación con un grupo de mujeres, rara vez verás a muchas de estas mujeres con canas.
Ahora, habrás notado que yo tengo canas. Hubo un período en mis veinte años en el que me teñía porque empecé a tener canas a esa edad. Pero llegó un momento en el que me dije: «¿Sabes qué? No pasa nada si tengo canas. Ya tengo edad para tenerlas, y me las he ganado. Creo que me las voy a dejar».
Recuerdo haber asistido a una conferencia en la que se repartían premios entre el público. Uno de estos premios era para alguien que se hubiera teñido el pelo justo antes de acudir a la conferencia. ¿Sabes cuántas mujeres, de las aproximadamente mil mujeres que había en esa sala, levantaron la mano para decir que se habían teñido el pelo antes de llegar a la conferencia?
No estoy diciendo que teñirse el pelo sea algo pecaminoso. Pero creo que es sintomático, es un indicativo, de una presión en nuestra cultura que nos obliga a querer permanecer jóvenes para siempre.
Uno de mis objetivos en la vida siempre ha sido, y algunas de ustedes ya me han escuchado decirlo, que desde que era pequeña he querido ser una anciana piadosa. Tengo una imagen mental de cómo es esa mujer, y ella tiene el pelo gris.
Creo que, al mantener mi pelo gris, estoy avanzando un poco hacia ese objetivo. Pero diría que la parte de ser anciana me resulta más fácil que la parte de ser piadosa… ¡Y no sé ni cómo he llegado a este tema!
Bueno, pero mi punto es este. Me pidieron que promocionara un libro que escribió un anciano piadoso sobre el tema del envejecimiento. No sé por qué me pidieron que endosara este libro, pero me alegré de que lo hicieran, porque me gustó poder leerlo, ya que está escrito por un hombre que realmente va a terminar bien.
Es un libro sobre cómo terminar bien y cómo envejecer con dignidad. Y quiero leer ese tipo de cosas ahora, no esperar a ser aún mayor y no terminar bien. Quiero leerlo ahora para aprender lo que se necesita para terminar bien.
Pero una de las cosas de las que me di cuenta mientras leía este libro es que la persona que camina con Dios y teme al Señor, sea hombre o mujer, puede esperar envejecer sin temor.
Ahora tengo varios amigos cercanos que ya son ancianos, entre ochenta y tantos y noventa años, y los más piadosos de ellos te dirán que hay algunas cosas de la vejez que son más difíciles que la juventud.
Algunos de mis amigos cercanos están pasando por graves problemas de salud, y hay cosas que son difíciles. Pero, a la misma vez, veo cosas hermosas en el carácter, en el corazón, en los matrimonios, en las vidas de esas personas, que me hacen darme cuenta de que realmente es posible enfrentar incluso el envejecimiento con alegría, con paz, con confianza en el Señor, sabiendo que incluso en esas etapas de la vida, cuando no tenemos la fuerza que quizá en algún momento tuvimos físicamente, puede haber una fuerza espiritual.
Verás, Pablo habla en 2.ª Corintios, capítulo 4, sobre cómo nuestro hombre exterior va decayendo. Empieza a hablar de «pasar de los cuarenta». Y sé por experiencia propia que cuando llegué a los cuarenta, comencé a experimentar cosas en mi cuerpo que no había experimentado a los treinta.
En mis treinta podía trotar. Hoy me cuesta mucho hacerlo e intento mantener el ritmo caminando. Se están produciendo cambios en nosotros, en nuestros cuerpos. Nuestros cuerpos se están deteriorando. Y es imposible que una persona de ochenta años tenga el aspecto de una persona de treinta.
Pablo nos dice en 2.ª Corintios, ahí en el capítulo 4, en el versículo 16: «Aunque nuestro cuerpo exterior se va deteriorando, nuestro hombre interior se fortalece y se renueva día a día» (v. 16, parafraseado). Creemos que eso es lo que nos espera si tememos al Señor.
Hay una abuela de ochenta y nueve años, probablemente bisabuela, que me está escuchando hoy, y a quien conozco un poco y sé que sigue creciendo espiritualmente. Sigue buscando al Señor y creciendo espiritualmente a través de Su Palabra.
No es demasiado mayor para eso. Eso es envejecer con gracia. Así que, mientras miramos hacia el futuro, podemos hacerlo con esperanza, pero permíteme recordarte que son nuestras decisiones de hoy las que nos permiten mirar hacia el futuro con esperanza.El carácter virtuoso y el corazón virtuoso de una mujer en sus cuarenta, es lo que la prepara para ser una mujer de ochenta y nueve años que envejece con gracia.
Hace varios años me di cuenta de que no iba a despertarme a los ochenta años y ser esa mujer llena de gracia, dulce, amable, cariñosa y piadosa que siempre había querido ser. Me di cuenta de que era un proceso, y ahora mismo estoy en ese proceso. Y que las decisiones que tomo ahora, mi disposición a rendirme a la Palabra y a los caminos de Dios hoy, determinarán el tipo de mujer mayor que seré.
He conocido a algunas mujeres mayores que son cascarrabias. Son amargadas, están enojadas, son negativas e irritables. Bueno, yo no quiero ser ese tipo de mujer.
Pero sé que si hoy me permito ser una mujer irritable y no controlo esos impulsos de mi carne y no aprendo a caminar en el Espíritu hoy, mientras tengo fuerzas físicas, cuando tenga ochenta años y haya cosas de las cuales quejarme, seré una persona quejumbrosa. Seré una persona resentida, si no he desarrollado esas cualidades de virtud cuando era más joven.
Entonces, la mujer que teme al Señor, que confía en Él, que camina como una mujer virtuosa, revestida de fuerza y dignidad, es una mujer que puede regocijarse por el tiempo que está por venir. Puede mirar hacia el futuro con esperanza. Y puede esperar con ilusión ser una mujer que, en ese momento, estará formando a otras mujeres más jóvenes que aún se encuentran en ese proceso. Hay mucho que esperar.
Ahora, permíteme recordarte que hoy debemos tomar las decisiones que nos permitirán mirar atrás en el futuro sin arrepentirnos. Algunas de nosotras tomamos decisiones en función de las circunstancias, o de la forma en que hablamos con las personas que nos molestan y nos irritan, o decisiones que tomamos sobre nuestro trabajo, la forma en que gastamos el dinero, lo que hacemos con nuestro tiempo.
Escucha: si hoy estás perdiendo el tiempo en cosas que no tienen importancia eterna, en el futuro te encontrarás mirando atrás con remordimiento. Quiero vivir hoy de tal manera que dentro de diez, quince, veinte, treinta, cuarenta años, o los años que Dios me conceda, pueda mirar atrás sin remordimientos.
Algunas de ustedes están viviendo en un matrimonio difícil. No conozco los detalles y no conozco las circunstancias, pero sé que algunas de ustedes están listas para abandonar su matrimonio.
Hace un tiempo recibí un correo electrónico de una mujer que se encuentra en una situación terriblemente difícil, y que decía: «¿Debería simplemente irme con mis hijos y alejarme de esta situación?». Ahora, mi corazón está con esta mujer. No puedo imaginarme enfrentarme a lo que ella está enfrentando. No puedo imaginar enfrentarme a lo que algunas de ustedes están enfrentando.
Pero cuando tomes esas decisiones, asegúrate de no tomar decisiones que dentro de unos años te hagan mirar atrás y decir: «Ojalá lo hubiera hecho de otra manera. Ojalá hubiera sido fiel. Ojalá hubiera aguantado. Ojalá hubiera confiado en que Dios intervendría en mis circunstancias en lugar de tomar el asunto en mis propias manos e intentar arreglar las cosas yo misma».
La mujer virtuosa toma hoy decisiones que mantendrán su futuro libre de remordimientos.
Señor, en cada etapa de la vida, queremos ser mujeres que te den gloria. Te doy gracias porque eres Dios, porque Tú estás al mando, porque Tú tienes el control, porque Tú eres bueno, porque podemos mirar al futuro con esperanza, y podemos tener alegría al enfrentarnos al futuro, y porque podemos ser mujeres llenas de alegría y de gozo.
Que nuestras vidas estén tan llenas de Tu Espíritu, que cuando otras mujeres nos miren, puedan decir: «Ser mujer es una alegría, ser una mujer piadosa es motivo de regocijo». Y que ellas quieran eso por lo que ven en nosotras. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Dannah: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado enseñando cómo mirar al futuro con alegría y con expectativa. Esta enseñanza forma parte de una serie sobre Proverbios 31 titulada «La mujer que teme al Señor, esa será alabada».
Cuando pienso en mirar al futuro con alegría, me viene a la mente una amiga de este ministerio llamada Colleen Chao. De hecho, el equipo de Revive Our Hearts hizo un video con Colleen titulado «She Laughs at the Time to Come». El título se basa en Proverbios 31, versículo 25. Al ver el video, puedes ver a Colleen reírse, a pesar de su diagnóstico de cáncer en etapa cuatro.
Puedes ver el video en ReviveOurHearts.com. También tuve la oportunidad de hablar con Colleen sobre su libro In the Hands of a Fiercely Tender God (en español sería, En las manos de un Dios ferozmente tierno, sin embargo, por el momento solo está disponible en inglés). Ella me contó el momento en que los médicos le dijeron que no había cura.
Colleen Chao: Siempre es difícil expresar con palabras ese día, porque son momentos fuera de lo común que todos vivimos cuando algo nos golpea con fuerza. Malas noticias, noticias impactantes que trastornan nuestra vida. Por eso, todavía me cuesta encontrarle sentido con palabras. Pero fue casi como si Dios nos hubiera envuelto en una burbuja de gracia para ayudarnos a superar las primeras horas. En esos primeros momentos, se sentía mucho la presencia del Espíritu.
Recuerdo que estaba sola en mi cita, por diversas circunstancias, que ahora nos hacen sacudir la cabeza, cuando me dieron la noticia. El médico me dio un tiempo de vida y dijo: «Esto no tiene cura». Me quedé sentada. Había una serenidad que no tenía sentido. En ese momento, estando sola, sintiendo cómo me golpeaba la ola, había en mí una compostura que era, evidentemente, el Espíritu que me mantenía firme.
Al salir al estacionamiento, llamé a mi esposo. Pero antes o después de eso, no recuerdo bien, creo que incluso antes de llamar a mi esposo, sentí que el Espíritu presionaba mi corazón y me decía que aún había trabajo por hacer y que Él quería que escribiera, porque esa era una de las razones por las cuales me había confiado este diagnóstico.
Me metí en el carro y llamé a mi mejor amiga, que había estado orando, después de hablar con mi esposo. Luego, me reuní con mi esposo, que me esperaba en el estacionamiento de un supermercado. Nos abrazamos y luego nos dirigimos a casa, donde estaban mis padres con mi hijo. Entramos y Dios nos dio tanta gracia en esos momentos para compartir con mi hijo, que entonces tenía nueve años, esta noticia tan impactante. Lloramos mucho y seguimos llorando durante días y semanas.
Esos fueron los primeros momentos.
Dannah: Cuéntame un poco sobre cómo reaccionó tu hijo ese primer día. ¿A quién recurrió para sentirse mejor?
Colleen: Bueno, la forma en que se lo dije en ese momento, ¿cómo compartes algo así? Me senté con él y le dije: «Tengo malas noticias. Dios me ha concedido más tiempo contigo, pero es por un tiempo limitado».
Siempre hemos sido sinceros y honestos con él, así que no me contuve. Mi esposo y yo decidimos contárselo para que pudiera ver cómo Dios nos ayudaba a superar esto. En cuanto asimiló la primera noticia, salió de la habitación y se metió en la cama. Mis padres estaban allí, y mi esposo y yo nos fuimos discretamente. Ellos también estaban asimilando la noticia.
Es una noticia difícil para todos los que nos afecta. Salí de allí y me metí en la cama con mi hijo y lo abracé. Lloramos y lloramos y lloramos, un llanto indescriptible.
Y entonces empezamos a hablar. Le dije: «Dínoslo todo, cualquier cosa. Puedes decir lo que quieras. Puedes preguntar lo que quieras. No hay límites. Queremos atravesar esto juntos».
Y así empezamos a hablar de cosas realmente difíciles en los días y semanas siguientes. Pero mientras hablábamos de esas cosas difíciles, hablábamos de la presencia de Dios. Era una crianza sagrada, por así decirlo.
Ningún padre sabe cómo hacer esto. No hay clases para esto. No hay preparación para esto. Pero el Espíritu nos toma de la mano. Cristo nos toma de la mano. Como dice el Salmo 73: «Tú me has tomado de la mano derecha. Con Tu consejo me guiarás…» (vv. 23-24). Y eso es lo que Dios estaba haciendo, estaba regalándonos momentos sagrados de crianza con mi hijo para mostrarle lo que dura para siempre.
Dannah: En tu libro hablas de cómo tu hijo Jeremy te dijo: «¿Podemos leer la historia del horno ardiente?». Es como un niño que, en medio del sufrimiento, corre hacia el Señor.
Colleen: Sí, así es.
Dannah: Cuéntanos sobre eso, Colleen.
Colleen: Me diagnosticaron cáncer por primera vez el 20 de noviembre de 2017. En ese momento él tenía seis años. Y, una vez más, fuimos sinceros. «Es una noticia muy dura. No son buenas noticias. Pero Dios va a hacer algo al respecto. Va a ser bueno con nosotros en esto».
Y a sus seis años podías ver cómo su cerebro trabajaba y procesaba la información. Luego me preguntó: «¿Podemos leer la historia del horno ardiente?». Parecía tan espontáneo, pero tan propio de Dios, que él me pidiera eso.
Mi esposo abrió la Biblia y leyó la historia. La mayoría de las personas que me escuchan ahora estarán muy familiarizadas con esa historia, en la que el rey Nabucodonosor miró dentro del horno donde había arrojado a tres seguidores de Dios, adoradores de Dios, y vio a cuatro personas. Entonces dijo: «¿Quién es el cuarto? Parece el Hijo de los dioses», o algo así. (Estoy parafraseando).
Dannah: Bueno, lo tengo aquí. Déjame leerlo. Es Daniel 3:24-25. Dice la Palabra del Señor:
«Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y levantándose apresuradamente, preguntó a sus altos oficiales: “¿No eran tres los hombres que echamos atados en medio del fuego?”. “Así es, oh rey”, respondieron ellos. “¡Miren!”, respondió el rey. “Veo a cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego sin sufrir daño alguno, y el aspecto del cuarto es semejante al de un hijo de los dioses”».
Me dan escalofríos cada vez que leo eso.
Colleen: Sí, sí, sí. Me lleno de gozo al escuchar eso una y otra vez. Mi esposo Eddie cerró la Biblia. Hubo una pausa, como una pausa llena de significado. Luego mi hijo Jeremy dijo: «Somos cuatro en esta familia».
Lo que más me impactó fue saber que Dios se preocupaba por mi hijo en esos momentos en los que yo ni siquiera sabía qué hacer. Haces lo mejor que puedes, con la gracia de Dios, para ayudar a tu hijo a superar lo indescriptible, pero Dios estaba allí con nosotros. Estaba tomando a Jeremy de la mano y guiándolo a través de algo que estaba trastornando su vida. Él le decía a Jeremy: «Voy a estar contigo. Estoy contigo en este horno».
¡Qué bondad tan maravillosa!
Dannah: Dios, está con nosotros en esos momentos de sufrimiento agudo, de una manera especial, con una cercanía que no sentimos en otros momentos. Y tú dices que has descubierto una ternura en ello. Cuéntame más.
Colleen: Realmente lo he experimentado. Es típico de Dios hacer cosas que nos parecen al revés y sin sentido. ¿Verdad? Su reino funciona al revés. (Estoy parafraseando). Así lo expresó C. S. Lewis, pero la idea es que los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros.
Es al revés. Los más grandes serán los más pequeños, y los más pequeños serán los más grandes. Pierdes tu vida para ganarla. Todas estas cosas son al revés y contrarias a nuestra mente finita.
Es una locura que los momentos más duros, difíciles y dolorosos de mi vida siempre me hayan mostrado el amor y la ternura de Dios. Eso no tiene sentido.
Y no es que Él nos libre a mí o a nosotros de sentir todo el peso de esos momentos. No es que alivie el sufrimiento. No es que quite el dolor. Más bien, al caminar con Él a través de esos momentos, encontramos lo que nuestros corazones realmente anhelan: Su amor.
Empecé a sentirlo cuando estaba soltera, cuando realmente no tenía sentido experimentar el amor de Dios. Por primera vez en mi vida estaba experimentando Su amor… y de una manera palpable.
Y desde entonces, en las últimas dos décadas, me maravilla que Él nos revele Su tierno amor en circunstancias que deberían endurecernos, que deberían ser desagradables. Y a veces lo son. ¿Verdad? Respondemos al sufrimiento de diferentes maneras en diferentes momentos. Puede endurecernos. A veces puede hacernos sentir resentimiento hacia Dios. Pero Él es tan fiel que sigue caminando con nosotros, ablandando nuestro corazón y revelándonos Su amor.
Quiero compartir una cita que me encanta. La tengo muy presente en mi corazón. Es de Samuel Rutherford, del siglo XVII. Dice: «Pon a prueba el amor de Cristo y colócale cargas, y entonces se revelará como amor verdadero». Eso me encanta. Cuando se pone a prueba, es cuando realmente lo experimentamos.
Dannah: Eso es muy cierto.
¿Hubo momentos en los que tu corazón se endureció? ¿En los que podrías haberte enojado? ¿O tal vez sí te enojaste?
Colleen: Sí.
Dannah: ¿Brevemente? ¿Por un momento?
Colleen: Sí. Claro.
Dannah: Cuéntanos sobre eso.
Colleen: Creo que por eso me gustan tanto los salmos. He vivido mucho en los salmos porque mi experiencia está plasmada en las palabras de David, Asaf y todas las personas que escribieron los salmos. Se puede acudir al Señor y decirle: «Estoy amargada. Estoy enojada. Mi corazón está endurecido en este momento, y lo sé. No me gusta, pero así es como me siento».
Esto forma parte de la experiencia humana, sentir estas emociones negativas. A veces no somos lo suficientemente conscientes de nosotras mismas como para darnos cuenta de que las estamos sintiendo. Ahí es donde la Palabra es muy poderosa, porque nos refleja lo que está pasando en nuestro corazón. Pone al descubierto lo que hay en nuestro corazón.
Por eso me encanta aferrarme a la Palabra y vivir conforme a ella, porque me muestra, como dice Hebreos 4:12-13:
«Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón.No hay cosa creada oculta a Su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta».
Cuando estoy luchando con Dios, y mi corazón está endurecido, y pienso que Él no es justo, e incluso he tenido momentos en los que siento que Él es cruel, me encanta que puedo decírselo, y Él puede manejarlo. Y la Palabra ablanda mi corazón. Cambia mi corazón. Cambia mi mente. Cambia mi cerebro.
Dannah: Luego de tener más de treinta años de estar en la Palabra todos los días con hambre y pasión, siempre me sorprende lo diferente que soy al final de treinta, cuarenta, cincuenta o sesenta minutos a solas con Dios en la Palabra. Me pregunto: «¿Quién era yo antes?».
No soy gran cosa sin la Palabra, sin Su presencia en mí, moldeándome y formándome. Y eso es especialmente cierto en los momentos difíciles.
Colleen: Sí. Me encanta cómo lo has dicho.
Dannah: Colleen, tienes una de las risas más contagiosas que he conocido. Tienes una sonrisa preciosa. Y no ha cambiado desde el primer día que te conocí hace unos años, cuando ya estabas en plena batalla. Y aquí estás, todavía sonriendo.
¿Qué le dirías a alguien que está sufriendo y ha perdido la sonrisa? ¿Qué ha perdido la alegría? ¿A dónde debería acudir? ¿Cuál sería su primer paso?
Colleen: Bueno, en realidad, escribo sobre eso en mi libro, porque hubo una época en mi vida en la que ni siquiera me daba cuenta, pero había dejado de reír. Creo que fue hace unos nueve o diez años. La vida era muy dura. Eso fue incluso antes del cáncer. Pero no tiene por qué ser cáncer, ¿verdad? Todas nos enfrentamos a cosas que pueden llevarnos al límite de nosotras mismas.
En ese momento, solo era una enfermedad crónica mía o de mi hijo, problemas económicos, la pérdida del trabajo, un apartamento inundado, o lo que fuera. Había perdido la alegría. Así que lo entiendo. Y no es que ahora siempre esté alegre. Hay mucha irritabilidad y maldad que sale de mí. Incluso anoche, y esta mañana, he tenido que pedirle perdón a mi esposo. Le dije: «Gracias por ser tan paciente conmigo».
Dannah: Esta mañana tuve la misma conversación con mi esposo. Cuando me senté a pasar mi tiempo con el Señor esta mañana, le dije: «Buenos días, Señor. Soy yo, tu hija gruñona».
Colleen: Bueno, estamos en buena compañía esta mañana. Entonces sí, es real.
Hace muchos años comencé a orar para que Dios me concediera alegría. Recuerdo a una mujer mayor que era muy amable conmigo. Ella me preguntó: «¿Cómo quieres que ore por ti?».
Y yo le respondí: «Ora para que tenga alegría». Esto fue probablemente hace más de dieciséis años. Fue algo que el Espíritu puso en mi corazón para que orara, para que anhelara, sabiendo lo que iba a pasar.
Así que, a esa persona que se siente sin alegría, le diría que le pida a Dios lo que no tiene. Él está más que feliz y dispuesto a darnos las cosas que no tenemos. Ahí es donde Él ama encontrarnos.
Dannah: Ella es Colleen Chao.
Nadie sabe qué nos espera en el futuro. En Aviva Nuestros Corazones, deseamos ayudarte a prepararte para las dificultades que puedan surgir en tu vida.
Si valoras este tipo de enseñanzas y diálogo, personas como tú hacen que sea posible. Este ministerio depende de la provisión de Dios a través de las oraciones y el apoyo financiero de nuestros oyentes.
Nuestra esperanza es ayudar a las mujeres de todo el mundo a prosperar en Cristo mientras viven según el diseño de Dios, y tú, amada oyente, puedes ser parte de ello. Con tu donación, recibirás una copia del folleto de Nancy titulado Retrato bíblico de la mujer: Descubriendo y viviendo el plan de Dios para nuestras vidas. Este es un excelente recurso para aprender a deleitarte en la forma en que Dios te creó.
¿Te das cuenta del poder que tiene tu lengua? Lo que dices, las palabras que salen de tu boca, pueden marcar una gran diferencia en la vida de alguien. Nancy hablará más sobre esto el día de mañana, mientras continúa con esta serie. No te pierdas el próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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