Depende de Su fuerza
Débora: ¿Sientes que tienes la fuerza que necesitas hoy para realizar tu trabajo? Si no es así, Nancy DeMoss Wolgemuth dice que estás en un buen lugar.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Somos débiles. Por nosotras mismas no somos lo suficientemente fuertes para hacer lo que Dios nos ha llamado a hacer. Pero Él es fuerte.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora del libro «Rendición: «El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de septiembre de 2025.
Me alegra que te hayas tomado el tiempo de estar con nosotras hoy en Aviva Nuestros Corazones para conectarte con la Palabra de Dios. Durante los próximos minutos, recordarás dónde puedes encontrar la fuerza que necesitas para el día de hoy.
Aquí está Nancy para continuar con la serie titulada «La mujer que teme al …
Débora: ¿Sientes que tienes la fuerza que necesitas hoy para realizar tu trabajo? Si no es así, Nancy DeMoss Wolgemuth dice que estás en un buen lugar.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Somos débiles. Por nosotras mismas no somos lo suficientemente fuertes para hacer lo que Dios nos ha llamado a hacer. Pero Él es fuerte.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora del libro «Rendición: «El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de septiembre de 2025.
Me alegra que te hayas tomado el tiempo de estar con nosotras hoy en Aviva Nuestros Corazones para conectarte con la Palabra de Dios. Durante los próximos minutos, recordarás dónde puedes encontrar la fuerza que necesitas para el día de hoy.
Aquí está Nancy para continuar con la serie titulada «La mujer que teme al Señor, esa será alabada» basada en Proverbios 31.
Nancy: Seguimos avanzando en Proverbios capítulo 31, y personalmente me siento muy animada y retada por lo que hemos visto al recorrer versículo por versículo, este retrato, este «espejo», de la mujer virtuosa, una mujer de excelencia. Dios me está enseñando mientras yo les enseño a ustedes. Él me ha iluminado y me ha hecho crecer en entendimiento.
Y quiero que recordemos, una y otra vez, que, sin el Señor,ninguna mujer puede ser como esta mujer. Por nosotras mismas, nunca podremos tener el tipo de corazón que nos lleve a entregarnos de manera desinteresada, servicial y sacrificial, como lo hace esta mujer virtuosa de Proverbios, capítulo 31.
Y, aun así, también quiero recordar (y aquí es donde encuentro mucha esperanza) que cualquier mujer puede ser esta mujer, sin importar sus antecedentes, si tuviste padres piadosos o no, sin importar la etapa de tu vida, sin importar cuánto hayas fallado o cometido errores. Cualquier mujer, casada o soltera, puede convertirse en este tipo de mujer por el poder del Espíritu de Dios que mora en ella. Cristo, que vive en ti, puede ayudarte.
Y hay algo que quiero recordarte, y es que lo esencial de todo esto no son todas las cosas que esta mujer hace. No son todas sus actividades, sus logros, sus éxitos, o sus habilidades. Son considerables, pero todo eso fluye de su relación con Dios. Esa es la conclusión, el punto fundamental. Todavía no hemos llegado ahí, pero lo haremos al final del capítulo.
Entonces, sabemos que esta es una mujer que teme al Señor, una mujer que tiene reverencia por Dios, confianza en Él, y un sentido santo de admiración por Él.
Y de esa confianza reverencial, de ese temor, amor y esa devoción a Dios, brota su devoción por las relaciones que el Señor ha puesto en su vida. En este caso, se trata de una mujer casada. Así que su devoción por su esposo, el amor por sus hijos y su dedicación por su hogar, todo proviene de su devoción a Dios.
Ni tú ni yo podemos ser la mujer que Dios nos creó para ser, sea cual sea nuestro llamado y nuestra etapa en la vida, no podemos ser ese tipo de mujer, un reflejo de Cristo, si no somos mujeres que tenemos una relación creciente con el Señor.
Por eso, la prioridad más importante, la prioridad número uno, la prioridad fundamental en tu vida y en la mía, debe ser cultivar nuestra relación con Dios. Tú y yo no podemos ser las mujeres que Dios nos creó para ser y que deseamos ser, sin importar nuestra etapa de vida, sin importar si estamos casadas o solteras, sea cual sea nuestro llamado, no podremos cumplir ese llamado sin el compromiso de cultivar una relación personal con Dios.
Esa debe ser la prioridad principal de cada día: caminar con Dios.
Y puede que digas: «Estoy demasiado ocupada, no tengo tiempo para eso». Si no tienes tiempo para cultivar tu relación con Dios, entonces estás haciendo otras cosas que no deberías. Debemos determinar que esto es lo que verdaderamente importa: buscar al Señor, conocerlo, profundizar en su Palabra, recibir Su sabiduría, recibir el poder de su Espíritu Santo que mora en nosotras, para ser entonces las mujeres que Él quiere que sea.
Y bueno, hoy llegamos al versículo 17 del capítulo 31 de Proverbios. Hemos visto a esta mujer atendiendo las necesidades de la ropa, del alimento de su familia. Ella contribuye económicamente a la familia, siendo prudente en la manera en que usa el dinero, al ahorrar e invertir sabiamente.
Y ahora este versículo es muy importante, el versículo 17, porque después de todo lo ella que hace, vemos que necesita fuerza. Es una mujer ocupada. Es una mujer activa y diligente. Y probablemente a veces, sin duda, está cansada.
Así que este versículo 17 es uno muy práctico. Dice:
«Ella se ciñe de fuerza y fortalece sus brazos».
Si estás leyendo la Nueva Versión Internacional, este versículo dice: «Decidida se ciñe la cintura, pues sus brazos están fuertes para el trabajo». La versión Amplificada en inglés dice: «Ella se ciñe de fuerza [de fortaleza espiritual, mental y física para la tarea que Dios le ha encomendado] y fortalece sus brazos y los mantiene firmes».
Ahora, la palabra «ceñirse», «Se ciñe de fuerza», significa «equiparse o prepararse para la acción». Ella hace lo necesario para estar equipada y preparada para hacer lo que Dios la ha llamado a hacer.
Y en las diferentes etapas de la vida, eso puede variar. No siempre se requiere lo mismo para cada etapa. Pero esta mujer hace lo necesario para ser fuerte, para estar equipada, ceñida, y lista para la acción.
Aquí vemos a una mujer, y no solo en este versículo, sino a lo largo de todo el capítulo, que trabaja con energía y con entusiasmo. No es una mujer que se arrastra, o que está sin ánimo. Y puede que este versículo te haga pensar en que ella tal vez sea una supermujer, y que realmente no existe una mujer así. Pero quiero recordarte que Dios nos ha dado Su gracia y que nos fortalece para hacer Su voluntad.
Todo lo que necesitemos para hacer la voluntad de Dios de todo corazón, con alegría y de buena gana en cualquier etapa de nuestra vida, podemos contar con esto, porque Dios nos puede dar la gracia y la fuerza para hacerlo. Pero tenemos que cooperar con Él para apropiarnos de esa fuerza y esa gracia.
Yo quiero ser una mujer que trabaja con energía y con entusiasmo. Ahora, no siempre lo soy. Ustedes me ven cuando enseño, cuando estoy preparada y en la plataforma. Pero lo que no ven son los momentos tras bastidores, a veces muy tarde en la noche, a veces temprano en la mañana, los largos días, las largas horas, cuando me siento muy agotada, bajo la presión de todo lo que se requiere para hacer lo que Dios me ha llamado a hacer.
Este versículo me reta a tomar medidas prácticas para fortalecerme física, mental, emocional y espiritualmente, con el propósito de hacer la voluntad de Dios, sea lo que sea que requiera de mí. Y eso significa que necesito fortaleza física. Mientras Dios me dé salud, necesito aprovechar al máximo lo que Él me ha dado físicamente para desarrollar una mayor resistencia, una mayor capacidad de fortaleza.
Ahora, no soy una persona que se interese mucho por la nutrición o el ejercicio; no es algo en lo que me concentro mucho en mi vida. Pero sé que necesito hacerlo un poco más.
Mi papá solía recordarnos lo que Pablo le dijo a Timoteo: «el ejercicio físico aprovecha poco». Pero luego nos decía: «Pero, aprovecha un poco». No hay necesidad de excederse, ni de llegar a extremos con ninguna de estas cosas, ni de convertirlas en tu dios. Sin embargo, a medida que envejezco, me doy cuenta de que el ejercicio físico es importante. Cuanto más envejezco, más importante es lo que como.
Cuando tenía veinte años descubrí que podía vivir de comida rápida. Pero cuando llegué a los treinta, no pude seguir viviendo así y tener la fortaleza que necesitaba para hacer lo que Dios me había llamado a hacer. Así que es muy importante cuidar este templo en el que habita el Espíritu Santo y que Dios me ha dado.
Permíteme darte algunas maneras prácticas en las que puedes cuidar tu cuerpo físico: si te encuentras sin la energía para hacer la voluntad de Dios, para ser mamá, para cuidar de tus hijos, y para hacer lo que sé que Dios te ha llamado a hacer, en términos prácticos: controla tu consumo de azúcar.
Hace un tiempo me di cuenta de que era casi adicta al azúcar. Me había descuidado y entonces decidí que por treinta días dejaría el azúcar. Y durante la mayor parte de ese tiempo, hubo un par de excepciones, pero no puedo explicarte lo bien que comencé a sentirme rápidamente (después de que se me quitaron los dolores de cabeza por dejar el azúcar).
Fue algo práctico: me di cuenta de que tenía más fuerza y energía para hacer la voluntad de Dios. Eso significa que la alimentación tiene que ver con nuestra capacidad de glorificar a Dios.
Otra manera práctica es el ejercicio físico. He descubierto que cuando hago ejercicio físico moderado, tengo más resistencia, más energía física, más capacidad para servir a Dios y a los demás, y no me canso tan fácilmente. Y sabemos, tanto médica como físicamente, que el ejercicio ayuda a lidiar con el bienestar emocional y con la depresión.
Ahora, no estoy diciendo que si estás deprimida y sales a caminar, se te quitará la depresión. A lo que me refiero es que el ejercicio físico es un ingrediente importante para lidiar con la depresión. Y en particular, si eres esposa y madre, necesitas tener fuerza emocional y reservas para dar a tu familia.
Si siempre vives al borde de la depresión, puedes dar algunos pasos sencillos. Y puede que no parezca fácil levantarse y salir a caminar. Pero si das algunos pasos de obediencia, por difíciles que parezcan, eso puede ayudarte a levantar el ánimo y a estar más en forma, lista para la acción para servir a tu familia.
Cuando hago ejercicio físico moderado de forma constante, mejora mi perspectiva general de la vida y me doy cuenta de que, cuando mi cuerpo está disciplinado, soy más propensa a ser disciplinada en otras áreas de mi vida. Pero cuando descuido esta área de la disciplina física, ¿sabes lo que pasa? No domino mi lengua, empiezo a perder el tiempo, mi temperamento se sale de control, mis reacciones son pecaminosas, y, en última instancia, todo lo demás parece descontrolarse cuando descuido cómo cuido de mi cuerpo.
Ahora, esto no es algo que me resulte fácil. Especialmente en los últimos dos años, me he dado cuenta de que no tengo tanto tiempo para eso y es difícil incluirlo en mi agenda.
Pero Dios ha tenido la gracia de poner a mi alrededor a personas que no solo se preocupan por mi alma, sino que se preocupan también por mí como persona.
Hace poco me llamó una amiga (que es mi compañera de oración) y me dijo: «Quiero proponerte un reto: necesitas volver a caminar». Yo había dejado de hacerlo durante un tiempo, y luego me dijo: «Y yo necesito volver a caminar, ¿podríamos ayudarnos mutuamente? ¿Rendirnos cuentas?». Y nos hemos mantenido escribiéndonos para informarnos sobre esto mutuamente. Incluso, salí a caminar tres veces la semana pasada. Y te aseguro que la tercera vez no lo habría hecho si no fuera porque sabía que mi amiga me preguntaría cómo iba con eso.
Así que estoy muy agradecida por tener amigas como ella, que me ayudan a prepararme para la acción y a fortalecerme físicamente. Y el objetivo aquí no es tener un cuerpo de modelo, ni ser una fisicoculturista, ni encajar en la imagen que el mundo tiene de delgadez, bronceado y tonificación. El objetivo es que «ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios» (1 Cor. 10:31).
Quiero que mi vida glorifique a Dios. Le he pedido al Señor que me permita servirle con fuerza hasta los ochenta y cinco años. Puede que Dios no me dé tantos años, o puede que me dé más, pero ese es el deseo de mi corazón. Esos son los años que Dios le dio a Caleb para servirle en Josué capítulo 14. Así que le dije al Señor: «Señor, ¿me permitirías servirte con fuerza hasta los ochenta y cinco años?».
Quiero hacer lo necesario con este cuerpo para que esté en forma y así pueda cumplir con el propósito para el que Dios me ha puesto en esta tierra, de manera que no tenga que estar siempre cansada y agotada.
Sé que hay diferentes etapas y temporadas en la vida. Yo veo a algunas madres que están en esa temporada en la que siempre están cansadas. Y no hay pecado en eso, pero a medida que Dios te dé la oportunidad y hable a tu corazón, busca maneras, incluso físicamente, de estar en forma para la tarea que Él te ha encomendado.
¿No es interesante la frecuencia con la que el diablo toma las cosas que Dios creó, cosas buenas y las distorsiona para que resulten en algo totalmente opuesto al propósito con que Dios las creó?
Cosas como la belleza, la intimidad, la fuerza, la comida, por nombrar algunas. Estas son cosas buenas. Fueron creadas por Dios para Su placer y nuestro disfrute. Y al disfrutar de las cosas que Dios ha creado, el Señor disfruta que las disfrutemos.
Pero el enemigo toma esas cosas buenas y nos lleva a convertir los regalos de Dios en dioses o ídolos, para que adoremos el regalo en lugar de al Dios que nos lo dio.
El enemigo también toma cosas como la belleza. Dios creó la belleza. Él creó un hermoso jardín para que Adán y Eva vivieran en él y disfrutaran su belleza. Dios creó frutas hermosas, árboles hermosos, y una mujer hermosa para el hombre. Sin embargo, el enemigo toma la belleza y nos engaña para convertirla en un dios y para que la estimemos más que a Dios mismo. Entonces perseguimos la belleza en lugar de seguir a Dios.
Dios creó al hombre y a la mujer para la intimidad dentro del contexto del matrimonio en representación de nuestra relación íntima con el Señor, y para experimentar unidad, gozo y plenitud en esa intimidad. Pero el enemigo toma la intimidad y la convierte en algo que buscamos fuera de tiempo o en un contexto que no le agrada a Dios.
Consideremos esta área de la fuerza. Dios da fuerzas al cansado y al débil, pero nosotras hemos convertido la fuerza en un dios. Y, gran parte de nuestra búsqueda actual de la buena forma física, se basa en la búsqueda de la fuerza como un fin en sí mismo, en lugar de decir que el propósito de estar en forma, física, emocional, mental y espiritualmente, es que podamos tener la fuerza para servir a Dios, y la fuerza para vivir una vida que le agrade.
Ahora, hemos estado viendo las características, las cualidades, de una mujer virtuosa, de una mujer excelente. Y durante los últimos días hemos visto que el versículo 13 dice que ella busca lana y lino y con agrado trabaja con sus manos.
Débora: ¡Wow!, eso ha sido muy alentador. Quiero ponerlo en práctica, ya sea que esté hablando por un micrófono, alimentando a mis dos hijos pequeños o preparándome para un estudio con las mujeres en mi iglesia local. Todo es para la gloria de Dios. Espero que este mensaje de Nancy DeMoss Wolgemuth te anime en cualquier tipo de trabajo que tengas el día de hoy por delante.
Nancy volverá con la segunda parte del programa de hoy. Pero primero, permíteme recordarte que puedes obtener una copia del folleto de Nancy titulado Retrato bíblico de la mujer como agradecimiento por tu donación este mes de septiembre a favor de Aviva Nuestros Corazones.
Acabamos de escuchar a Nancy compartir nuestra necesidad de apoyarnos en el Señor para obtener fuerza física. Pero necesitamos mucho más que eso. Ella está de vuelta para continuar enseñándonos sobre Proverbios 31.
Nancy: Hemos hablado de ser mujeres de fortaleza en cada área de nuestra vida para cumplir con cualquier tarea que Dios nos haya encomendado en esa etapa. Hemos estado estudiando el versículo 17 de Proverbios 31. Esta mujer de virtud, esta mujer de excelencia, y de carácter espiritual y moral, «se ciñe de fuerza y fortalece sus brazos». Ella se equipa y se prepara para la acción.
Y bueno, ya hemos hablado de fortalecernos físicamente para hacer la voluntad de Dios. Ahora, hay otras áreas donde también necesitamos fuerza, no solo la física, sino también en el área emocional, mental y espiritual.
Y si eres como yo, y sé que todas las mujeres tenemos esta experiencia, hay momentos en que simplemente nos sentimos agotadas. Nos sentimos exhaustas. Pero no es solo agotamiento físico, sino que, a veces, al ser y hacer lo que Dios nos ha encomendado, nos encontramos mental, emocional y espiritualmente cansadas.
Solo quiero decirte que Dios también nos fortalece en esos ámbitos. La mujer virtuosa, la mujer excelente, le pedirá a Dios Su gracia en esas áreas.
Y una de las cosas que debemos hacer como mujeres virtuosas es identificar las cosas en nuestra vida que pueden estar mermando nuestra fuerza espiritual, emocional o mental. ¿Qué cosas nos quitan, nos roban, energía? Y podríamos hacer una serie completa sobre este tema. Pero permíteme mencionar algunas que me vienen a la mente.
Una de las cosas que definitivamente te robarán fuerza emocional, espiritual y física son la amargura, la falta de perdón, la ira y los problemas no resueltos en las relaciones. Donde hay amargura, sin importar cuán equivocada haya estado la otra persona, sufrirás por eso.
David escribe en el Salmo 32 que, cuando estaba amargado y no tenía la conciencia tranquila, su vitalidad física, moral y espiritual se agotó. Se quedó sin energía, y eso es lo que nos hace el pecado no confesado. Dios no quiere que nuestros cuerpos y nuestro espíritu resistan el peso del pecado con que no hemos tratado a la manera de Dios. También la queja y la ingratitud son cosas que nos drenan la energía espiritual y emocional.
La preocupación y la ansiedad son pecados. Puede que tengamos muchas circunstancias que expliquen por qué nos preocupamos o por qué estamos ansiosas, pero Dios nos hace responsables, no de las circunstancias, sino de nuestra respuesta a ellas.
Cuando cedemos a la preocupación, el miedo o la ansiedad por cualquier cosa, ya sea por el clima, por nuestros hijos, por nuestro trabajo o por nuestra situación financiera, o cuando el mundo se está derrumbando a nuestro alrededor, si nos dejamos llevar por la ansiedad, el miedo y la preocupación, nos quedamos sin energía. Nos quedamos sin la fuerza que Dios quiere que tengamos.
Déjame decirte algo que, en mi opinión, drena mucha energía y fuerza a muchas mujeres: la mayoría de nosotras estamos involucradas en actividades que no están en la agenda de Dios para nuestras vidas en esta etapa. Y no es que sean cosas malas en sí mismas, pero no es el tiempo apropiado para estar en dichas actividades. Algunas de nosotras caemos en la trampa de decir «sí» a todo y a todos los que necesitan que se haga algo, ya sea en la iglesia o en el trabajo.
Incluso algunas de ustedes están trabajando fuera de casa, no necesariamente porque tienen necesidad. Algunas sí están fuera de casa por la voluntad de Dios, debido a su situación económica, así que no pretendo hacerlas sentir culpables. Lo que estoy diciendo es que quizás algunas de ustedes se sientan agotadas porque trabajan fuera de casa en una época en la que Dios no las quiere allí.
Y te preguntas por qué no puedes tener toda esta energía y deseo de atender las necesidades de tu esposo, de tu casa y de tus hijos. Bueno, puede que te hayas comprometido con una o más actividades que pensabas, que tenías que hacer, que debías hacer, que querías hacer o que otra persona quería que hicieras, pero no lo consultaste primero con el Señor. Necesitamos poner nuestros horarios bajo el control de Dios y preguntarle: «¿Cuál es Tu voluntad para mi vida en esta etapa?».
Y, por cierto, tu esposo debe estar involucrado contigo en ese proceso como tu líder espiritual. Si te sientes abrumada por tener más cosas que hacer de las que puedes hacer, acude a tu esposo. Incluso si él no es creyente, Dios puede darle la capacidad de darte consejos sabios. Ahora, no digo que todos los esposos puedan dar el consejo espiritual que sus esposas necesitan, pero involucra a tu esposo en ese proceso de determinar: «¿Hay cosas en mi vida que debería dejar para otro momento?».
Las Escrituras dicen que la alegría del Señor es nuestra fortaleza, y que si alguna de nosotras está cansada y cargada, debe ir a Cristo, y Él nos dará descanso, descanso para nuestras almas.
Me doy cuenta de que cuando me faltan fuerzas, cuando estoy agotada (y quizás puede ser porque realmente estoy haciendo la voluntad de Dios, pero me he agotado al hacerla), necesito volver al Señor y pedirle fuerzas. ¿Comprendes que Él puede hacer eso por ti de manera sobrenatural?
Yo pude experimentar eso en el día de ayer cuando llegué a enseñar por la mañana. No había dormido bien la noche anterior. Estaba agotada física, emocional y espiritualmente. Oré antes de entrar a esta sesión: «Señor, fortaléceme para hacer Tu voluntad». ¡Y lo hizo! Lo ha estado haciendo por mí todo el día y también puede hacerlo por ti.
Si lo necesitas, Él enviará ángeles para fortalecerte, como los envió para fortalecer a Cristo en el huerto de Getsemaní. Así que, pídeselo al Señor.
Quiero compartir contigo una de las cosas maravillosas que el Señor hizo por mí durante el primer año del ministerio de Aviva Nuestros Corazones, el ministerio radial, que fue el año más difícil de mi vida en cuanto a exigencias, tensión, agotamiento y estrés. A menudo me sentía agotada y necesitaba apoyarme en el Señor. Y sigo apoyándome en Él, pero tengo recuerdos increíbles de ese primer año.
Una de las cosas más hermosas que el Señor hizo por mí, durante mucho tiempo, y hasta el día de hoy, aún sucede ocasionalmente, es que me despertaba a primera hora de la mañana, y la primera frase que Dios traía a mi corazón era una parte del himno «Cristo me ama, bien lo sé». Y una frase que sigue, dice: «Yo soy débil, pero Él es fuerte».
He llegado a amar esa frase porque es muy bueno para mí reconocer, y para todas nosotras reconocer, que somos débiles. Por nosotras mismas no somos lo suficientemente fuertes para hacer lo que Dios nos llama a hacer. Pero Él es fuerte.
Y así, día tras día, durante ese primer año, descubrí que se había convertido en un hábito en mi vida, un buen hábito de decir: «Señor, soy débil, pero sé que Tú eres fuerte. Así que sé fuerte en mí hoy. Dame fuerzas para hacer Tu voluntad».
Y mientras pedimos, esperamos y dependemos de Él, Él realmente nos dará la fuerza que necesitamos para vivir una vida que le sea agradable.
Débora: Ella es Nancy DeMoss Wolgemuth recordándonos que debemos acudir al Señor para recibir toda la fuerza que necesitamos.
Si el español es tu segundo idioma o el de alguien que conoces, asegúrate de consultar los recursos de Aviva Nuestros Corazones disponibles en otros idiomas. Los puedes encontrar al final de la página principal de pódcast en Avivanuestroscorazones.com
¿Tienes un corazón para los pobres y necesitados? Lo tienes si tienes el corazón de nuestro amoroso Padre Celestial. Nancy te explicará esto con más detalle el día de mañana aquí, en Aviva Nuestros Corazones. ¡Acompáñanos!
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