El peligro del orgullo
Débora: Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando sirvo a los demás en mis propias fuerzas, por mi voluntad, y con mi propio esfuerzo, me agoto. Pero si sirvo según la dirección del Espíritu de Dios, siendo guiada por Él, disponible cuando Él quiera que sirva, para hacer lo que Él quiera que haga y por Su gracia, entonces encontraré fortaleza en Él.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 21 de agosto de 2025.
Es fácil comparar, ¿verdad? Tu bebé comparado con el mío, tu auto comparado con el mío, tu casa con la mía. Y sabes, eso puede ser peligroso. La comparación también ocurre con el servicio, es decir, comparar cuánto hago yo en …
Débora: Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando sirvo a los demás en mis propias fuerzas, por mi voluntad, y con mi propio esfuerzo, me agoto. Pero si sirvo según la dirección del Espíritu de Dios, siendo guiada por Él, disponible cuando Él quiera que sirva, para hacer lo que Él quiera que haga y por Su gracia, entonces encontraré fortaleza en Él.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 21 de agosto de 2025.
Es fácil comparar, ¿verdad? Tu bebé comparado con el mío, tu auto comparado con el mío, tu casa con la mía. Y sabes, eso puede ser peligroso. La comparación también ocurre con el servicio, es decir, comparar cuánto hago yo en comparación con lo que haces tú, y quién lo hace mejor. Amada, esa actitud, causada por el orgullo, es perjudicial para ti y para todos los que te rodean.
Hoy Nancy continúa hablando sobre este tema en la serie titulada «Desarrolla un corazón de sierva». Si te perdiste el episodio anterior, espero que te pongas al día en AvivaNuestrosCorazones.com o en la aplicación Aviva Nuestros Corazones, donde podrás escuchar sobre otros peligros potenciales de los que los siervos tienen que cuidarse.
Aquí está Nancy para dar inicio al episodio de hoy.
Nancy: Hemos estado conversando en el último episodio y en este también, sobre algunos de los peligros potenciales al servir a otros. El servicio conlleva grandes recompensas, alegrías y bendiciones, pero también existen algunos peligros de los cuales debemos estar atentas.
Y en el episodio anterior hablamos del peligro de perder la perspectiva de la razón por la que servimos y a quién estamos sirviendo, lo que puede llevarnos al desánimo. Y luego hablamos del peligro de servir cumpliendo con las formalidades, pero sin un corazón de sierva.
Y creo que es fácil para nosotras como mujeres caer en eso. Cumplimos con nuestras obligaciones y responsabilidades, hacemos lo que se espera de nosotras, pero perdemos la alegría porque no tenemos un corazón de sierva. No estamos motivadas por el amor a Dios y a los demás.
Y hablando de motivaciones, también abordamos el peligro de dejarnos llevar por el deseo de alabanza, aplauso y reconocimiento.
En el último episodio hicimos la pregunta: «¿Serviríamos con la misma disposición si nadie pudiera ver lo que hacemos, si nadie lo supiera, si nadie nos reconociera, si nadie nos diera las gracias?».
Estamos llamadas a tener un corazón de siervas motivadas únicamente por el amor a Cristo, y así podemos servir en secreto, aunque nadie más lo sepa, sabiendo que Dios, que ve en lo secreto, nos recompensará en público.
Y hoy quiero referirme a otros peligros potenciales del servicio. Permíteme compartir contigo algunos de ellos. Y tengo algunas amigas aquí en el estudio que van a interactuar conmigo y van a ayudarme a encontrar algunas ilustraciones y aplicaciones prácticas para nuestras propias vidas como mujeres.
Hay un peligro fundamental en el servicio, y es la actitud de orgullo. Ya hemos tocado ese tema en el área de nuestras motivaciones; pero ahora hablemos del orgullo y de la comparación. ¿Alguna vez te has encontrado pensando cuánto más estás haciendo en comparación con otras personas a tu alrededor? «Esa persona seguro que no está contribuyendo lo suficiente».
Tal vez ambas están trabajando en el ministerio de mujeres o están involucradas en algún proyecto en el trabajo, y tú piensas: Me estoy matando. Estoy trabajando tan duro para cumplir con este plazo, para terminar este proyecto y ayudar al jefe a terminar la tarea. Y, mi compañera de trabajo aquí, mi colega, o este otro miembro de mi familia, o este otro miembro de la iglesia, no está contribuyendo lo suficiente, no está llevando su carga. No está haciendo su parte.
Es el orgullo lo que hace que me preocupe por si los demás están cumpliendo con su responsabilidad en lugar de concentrarme en si yo estoy haciendo lo que Dios me ha llamado a hacer. Nos concentramos en si estamos haciendo más que los demás, si estamos trabajando más duro.
Y esto puede suceder en el matrimonio o en la familia. A veces piensas que tu sacrificio es mucho mayor que el de tu pareja. Y cuando las cosas se ponen tensas en casa, es fácil usar esa arma y decir: «¡Yo soy la que se esfuerza al máximo en esta casa! ¿Cuántos platos has lavado últimamente? ¿Cuántas veces has llevado a los niños a sus actividades? He llevado a los niños más veces a la práctica de fútbol. Casi no he dormido en las últimas dieciséis noches seguidas con el bebé que se despierta durante la noche».
Comenzamos a comparar cuánto estamos haciendo más o cuánto estamos sacrificando más, ya sea en nuestros hogares, en nuestro ministerio o en la iglesia local. Ese es el peligro del orgullo. Si tengo un corazón humilde, todo lo que me importa es servir. Y no me voy a preocupar por compararme con otras personas como lo hacen, o por cómo les va en sus vidas.
Y también está el peligro del servicio condicional. Esto se relaciona con el deseo de elegir a quién serviremos, cuándo y cómo lo haremos. «Voy a servir, pero déjame elegir las condiciones y los tipos de servicio que quiero». En una iglesia o en un ministerio, hay algunas personas que harán algunos trabajos, pero otros trabajos específicos no querrán hacerlos.
Y no es solo un asunto de que no fueron llamadas a hacer este trabajo o que no tienen los dones para esa labor. Simplemente no quieren hacerlo. No tienen un corazón para servir. Es un servicio condicional.
Leí a un escritor que dijo: «Debemos ver la diferencia entre escoger servir y escoger ser un siervo». Hay una gran diferencia ahí.
Este autor sigue diciendo:
«Cuando escogemos servir, seguimos estando en control. Nosotros decidimos a quién servimos y cuándo servimos. Y si estamos al mando, nos preocupará mucho que alguien nos gobierne, es decir, que alguien tome el control. Pero cuando escogemos ser siervos… [No solo diciendo: «Haré algunas cosas buenas por aquí», sino estar dispuestas a ser siervas»] Cuando escogemos ser siervos, renunciamos el derecho de estar a cargo.
Esto trae consigo una gran libertad. Si elegimos voluntariamente que nos usen, entonces no podremos ser manipulados. Cuando elegimos ser siervos, renunciamos al derecho de decidir cuándo serviremos. Nos volvemos disponibles y vulnerables».
Esa es la clase de sierva que se necesita en tu hogar. Esa es la clase de sierva que se necesita en tu iglesia, en tu lugar de trabajo, en tus relaciones: siervas que no ponen condiciones a su servicio. «Estoy dispuesta a servir 24 horas al día, 7 días a la semana. Estoy dispuesta a dar, a invertir y a derramarme por ti». Ese es el corazón de una sierva.
Y aquí hay otro obstáculo o un peligro que quizá todas hayamos experimentado. Si pudiera resumirlo en una palabra, la llamaría: «cansancio». Cansancio, agotamiento, extenuación. Llega un momento, especialmente para algunas de ustedes que son madres, o quienes tienen una responsabilidad particular en el trabajo o en su iglesia, en la que sienten: «Simplemente no puedo más. No puedo seguir. Estoy exhausta».
Podríamos dedicar una sesión entera a este tema, pero no lo haremos en el día de hoy. Hoy solo voy a tocarlo brevemente. Creo que una de las razones por la que a veces nos sentimos cansadas, y no me refiero solo al cansancio físico, sino a sentirnos cansadas de estar sirviendo pero no ver ningún fruto.
¿Y no es esto cierto, especialmente para las madres? Sientes que das y das, pero no ves los frutos a corto plazo. La crianza de los hijos es un acto de servicio a largo plazo. Es fácil cansarse de hacer el bien cuando no ves resultados, cuando no ves el fruto de tu labor.
Y creo que por eso el apóstol Pablo dijo a los gálatas en el capítulo 6: «No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos». No te des por vencida.
Hay momentos en los que servir en Aviva Nuestros Corazones es agotador para mí. Hay momentos en los que siento que no puedo dar más. Y hay momentos para ti en tu iglesia, en tu familia, en tu trabajo cuando sirves, y piensas: «Es que no puedo más. Quiero darme por vencida». Pero el apóstol Pablo dice que no nos cansemos de hacer el bien, porque en el tiempo de Dios, a su debido tiempo, cosecharemos. Habrá fruto por tu esfuerzo si no te das por vencida».
En Gálatas capítulo 6, versículo 10, dice: «Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe». Ahora es el momento perfecto para servir. Hagámoslo mientras tengamos la oportunidad.
Pablo dice en 1 Corintios capítulo 15, hablando de aquellos que se comparaban, que discutían sobre los apóstoles que hacían más o cuáles eran los apóstoles más auténticos. Pablo dice: «Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y Su gracia para conmigo no resultó vana. Antes bien, he trabajado mucho más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí» (1 Cor. 15:10).
Cuando sirvo a los demás en mis propias fuerzas, por mi propia voluntad, y mi propio esfuerzo, me agoto. Pero si sirves según la dirección del Espíritu de Dios, siendo guiada por Él, entonces estarás disponible para cuando Él quiere que sirvas, y para hacer lo que Él quiere que hagas, y lo harás con Su gracia. Recibirás fortaleza, capacidad y habilidad para hacerlo.
Dios puede darnos una fortaleza sobrenatural que no podríamos obtener por nosotras mismas, ya sea en nuestro hogar, en nuestro trabajo, o en mi caso, en Aviva Nuestros Corazones. Dios tiene gracia sobrenatural disponible para que podamos servir bien.
Y me encanta esa frase en 1 Pedro capítulo 4 donde el apóstol dice: «Si vas a servir, hazlo con la fortaleza que Dios te da» (1 Pedro 4:11 parafraseado). Hazlo con la fuerza que Dios provee.
No te imaginas cuántas veces he dicho: «Señor, no tengo fuerzas para seguir». Pero Él me recuerda: «Te daré fuerza, Mi fuerza, para hacer lo que te he llamado a hacer». Puedes contar con eso en el lugar donde sirves. Si estás sirviendo de acuerdo con la voluntad y dirección de Dios, hay una fuerza que Él te provee, una fuerza que es suficiente para esa tarea.
Ahora, otro peligro potencial es el resentimiento. Hay tantas cosas que pueden alimentar el resentimiento cuando estás sirviendo. Es fácil resentirse, como dijimos hace un momento, cuando otros no están haciendo su parte, cuando no están sirviendo. Así que la comparación siempre nos meterá en problemas: quién hace más, quién hace mucho más, o quién lo hace mejor.
A veces podemos resentirnos por todo lo que hay que hacer. A veces, nuestras responsabilidades como mujeres parecen no tener fin. Siempre hay más. Siempre hay otra comida que preparar, otro día para ir a trabajar, otra mañana para levantar a nuestros hijos y alistarlos para la escuela. Siempre hay otro día de escuela en el hogar. Y en ocasiones puede resultar abrumador todo lo que hay que hacer para servir.
Y podemos resentirnos con las mismas personas a las que Dios nos ha enviado a servir. Podemos resentirnos cuando sentimos que no se nos reconoce, o que no se nos aprecia o no se nos agradece. Creamos expectativas como estas: «Si voy a servir, lo mínimo que puedo esperar es que alguien me diga “gracias”». Y como mamás, es importante enseñar a nuestros hijos a ser agradecidos y a decir gracias. Pero habrá momentos en que nadie se dará cuenta de lo que hiciste, o que nadie lo aprecie.
Recientemente, una amiga me contó que ella hizo todo ese terrible trabajo de limpiar las baldosas del piso de su baño. Ella pasó horas trabajando en esto. Y si lo has hecho antes, sabes que eso es algo que toma horas. Es una tarea que nadie ve.
Ella me dijo: «Ni siquiera sé si mi esposo se dará cuenta». Y lo más probable es que nueve de cada diez esposos, o quizá noventa y nueve de cada cien, no se den cuenta de que has limpiado las baldosas del baño. Pero cuando haces cosas así una y otra vez y nadie se da cuenta, es fácil resentirse. Y no estoy diciendo que mi amiga se sintiera resentida, pero es algo que nos puede pasar a cualquiera de nosotras.
Ese es el peligro de tener expectativas de nuestro servicio, y es por eso que necesitamos rendirlas al Señor. Alguien en nuestro ministerio ha dicho a lo largo de los años, y siempre siento convicción cuando lo escucho, que la verdadera prueba del corazón de un siervo es cómo respondes cuando te tratan como un siervo.
¿No es cierto eso? No nos importa servir siempre y cuando podamos, decir: «Decidí servir. Estoy planeando servir. Así es como quiero servir. Te estoy sirviendo. ¿Se dan cuenta todos de que te estoy sirviendo?». La verdadera prueba de un siervo es cuando no pediste servir, cuando no te ofreciste para servir y alguien te trata como a un siervo.
¿Te sientes resentida, o consideras un privilegio cumplir con tu propósito en la vida de ser una sierva de Dios y de Su pueblo?
Tim Keller, quien fue pastor en la ciudad de Nueva York, escribió: «Los pastores escuchan con frecuencia: “He entregado todo por esta iglesia y ¿qué agradecimiento recibo?”». Puede que nunca hayas dicho eso, pero ¿lo has sentido o pensado? El pastor Keller sigue diciendo: «¿Es así? ¿Fue tu servicio por agradecimiento? ¿Estás en tu sano juicio? El verdadero servicio comienza donde termina la gratitud y el aplauso».
Débora: Guau. Qué perspectiva tan increíble sobre lo que significa ser verdaderamente una sierva. Nancy DeMoss Wolgemuth aún no ha terminado, pero lo que ya hemos escuchado va a tener un gran impacto en la forma en que abordamos nuestras labores diarias. Este mensaje de Nancy es parte de una serie titulada «Desarrolla un corazón de sierva».
Nadie entiende lo que es el servicio más que una madre. Nancy habló con algunas mamás después de grabar esta serie sobre el servicio y la importancia de desarrollar un corazón de sierva en el hogar. Escucharemos a Holly Elliff y Kim Wagner, y también recordaremos a Kathy Helvey, quien partió para estar con el Señor hace algunos años. Ella fue una sierva hasta el final de su vida. Aquí está Kathy, hablando de las formas en que Dios la llamó a servir a su hija. Escuchemos.
Kathy Helvey: Con mi hija Stephanie siendo autista, muchas veces se siente como tener una niña en edad preescolar en nuestras vidas. A veces desearía que el versículo que dice «No te canses de hacer el bien», no estuviera allí.
Pero la verdad es que existe, y sé que Dios lo ha puesto ahí por una razón, porque Él dice: «A su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos». Debo recordarme continuamente que el Señor nos dio a Stephanie con su autismo. Fue Él quien trajo a Stephanie a nuestras vidas, y Dios sabe más que nosotros.
Y esta vida, cuando realmente pensamos en la eternidad, algo que no puedo comprender como ser humano, sabemos que continuará por siempre. Algún día vamos a ver a Stephanie como estaba destinada a ser, y no veo la hora en que eso suceda. ¡Y será así por siempre! Así que esta vida es solo un instante; eso es todo lo que es. Aunque para mí se siente eterna porque es todo lo que conozco.
Y cuando logro tener esa perspectiva, y desearía poder tenerla cada minuto de cada día, las veinticuatro horas, los siete días de la semana, la pierdo fácilmente. Pero cuando la tengo, puedo experimentar un verdadero gozo. Hay algo que esperar. ¡Esto vale la pena! ¡Voy a seguir adelante! Voy a seguir confiando en Dios para hacer lo mejor que pueda como su mamá, creyendo que ella será quien estaba destinada a ser durante todos los días que la tengamos, como Dios la pensó cuando fue concebida.
Nancy: Y has estado haciendo eso durante veintiún años y no parece haber un final a la vista. Es mucha responsabilidad (tener un hijo con necesidades especiales) y son muchas necesidades. Y Holly, tú tienes ocho hijos; tu crianza es interminable.
Kim, Ahora estás en una situación en la que tu esposo tiene que viajar con frecuencia. Se requiere perseverancia en cada una de sus vidas y en la mía y en lo que hago con Aviva Nuestros Corazones.
Servir no es algo que haces un día y luego ves todo el fruto y la recompensa, para después decir que terminaste y lo tachas de tu lista. Te levantas mañana por la mañana y vuelves a hacer lo mismo. ¿Alguna de ustedes ha luchado alguna vez con sentir resentimiento por las exigencias del servicio continuo en las áreas a las que Dios las ha llamado, o soy yo la única?
Holly Elliff: Definitivamente creo que hay días en los que, no sé si usaría la palabra resentir, pero sí me siento lista para rendirme. Le dije a Nancy el otro día: «Me gustaría tomar un descanso de ser Marta por un tiempo. Estoy tan cansada. Tuvimos una gran visita en nuestra casa». Y creo que hay algunas personas que sirven porque realmente tienen el don de servicio, un corazón de siervo, y lo disfrutan.
Hay otras personas que sirven porque es una decisión, y saben que es lo correcto. Yo soy ese tipo de sierva. Así que, si soy una Marta por demasiado tiempo sin tener escape de alguna forma, (y no me gusta usar la palabra resentida), pero creo que podría llegar a perder el aprecio por ese papel.
Kim Wagner: Voy a utilizar la palabra resentir, porque a veces uno lucha en una situación matrimonial donde el esposo no está presente tan a menudo como se quisiera. Puedes comenzar a sentir que eres la única responsable, como si fueras la madre soltera de esos niños. Incluso si ese esposo todavía vive, pero ya no está en casa, puedes resentirte amargamente.
O si ese esposo está en casa, pero no se involucra con los niños y no participa en sus vidas, puede surgir un resentimiento cada vez mayor. La madre puede empezar a sentir que es la única que se preocupa por esos niños y creo que existe un verdadero peligro en eso.
Holly: Y no siempre se trata solo de los niños. Muchas veces acuden a mí mujeres resentidas porque el esposo no parece poner de su parte en el mantenimiento de la casa o en las tareas domésticas, especialmente si son esposas trabajadoras.
Ellas sienten que él solo llega y quiere sentarse, y puede que resientan el hecho de que no parezca que él está haciendo su parte.
Kathy: Bueno, hablando de resentimiento aquí, siendo realmente honesta, esto viene desde otro punto de vista. A veces caigo muy fácilmente en la autocompasión, siendo la mamá de una niña con necesidades especiales cuando todos mis amigos tienen hijos «normales». No lo comparto con ellos porque es imposible que lo entiendan si no tienen un hijo con necesidades especiales. Así que cualquiera que me escuche y tenga un hijo con necesidades especiales sabrá de lo que hablo.
Y para ser honesta, creo que nunca le he guardado rencor al Señor por haberme dado a Stephanie. Pero a veces me he enojado por no saber qué hacer y no entenderla. Me pregunto: «¿Cuánto tiempo, Señor, voy a estar en esta incertidumbre en la que no sé lo que le pasa, y tengo que verla sufrir y luchar?».
Tengo que admitir que a veces me siento resentida hacia Stephanie. Me molesta mi propia hija, aunque ella es inocente. No tiene la culpa. Y ahí es donde creo que la mayor carga recae sobre nosotras. Con tus otros hijos, sabes que son pecadores, y puedes formarlos con disciplina.
Holly: Pero esto es algo que no puedes cambiar.
Kathy: Y empiezas a arrancarte el cabello y a decir: «Oh Señor, ¿qué hacemos para ayudarla a que se ayude a sí misma?». Y luego podría experimentar resentimiento por esa situación o hacia ella. Para ser realmente honesta, ha habido momentos muy difíciles con ella. Luchó con la adolescencia y con severos cambios de humor. Su autismo ha añadido mucha oscuridad a la situación.
Más de una vez he acudido a Dios llorando y diciendo: «¿Podrías llevarla a casa, por favor?». Porque no quiero verla sufrir. Estoy sufriendo porque ella está sufriendo. No sabemos qué hacer. «Tú también lo ves, Señor. ¿Cómo pudiste dejar que esto pasara? ¿Podrías, por favor, llevarla a casa?».
Y puede que en ese momento sienta resentimiento hacia Dios por dejarnos en una situación que parece tan dolorosa. El salmo que resuena más que nunca para mí es el Salmo 13: «Pero yo en Tu misericordia he confiado. Mi corazón se regocijará en Tu salvación porque vas a venir a salvarnos de esto, y voy a cantar una canción nueva porque has sido bueno conmigo» (versículo 5 parafraseado).
Kim: Kathy, eres muy buena para aportar perspectiva a las que nos resentimos por cosas más pequeñas como resentimiento por luchar con mi esposo cuando entiendo que no hace su parte o por las situaciones relacionadas con nuestros hijos. Siento mucho la dificultad y el dolor que enfrentas en tu vida. Es una bendición poder obtener una perspectiva fresca de las cosas. Aportas una nueva perspectiva sobre la crianza de los hijos.
Holly: Kathy, mencionaste lo difícil que es a veces estar con otras mujeres y escuchar sobre sus vidas, especialmente cuando tu vida parece muy diferente a la de ellas. Creo que, como mujeres, tenemos que tener cuidado con compararnos demasiado con otra persona porque no vivimos su vida. Y cuando oigo a Kathy hablar de su vida, me resulta abrumador.
Pero Kathy recibe gracia para su vida. Yo tengo gracia para tener una casa llena de gente y ocho hijos. Kim tiene gracia para que su esposo esté de viaje. Nancy tiene gracia para sentarse en su sofá con su computadora en el regazo y estudiar durante horas y horas.
Y mientras hablamos hoy, hay miles de mujeres escuchando que se encuentran en circunstancias diferentes. Todo este tema de comparar mi vida con la de alguien más, especialmente si su vida parece glamurosa comparada con la mía cuando estoy lavando la ropa a las 2 de la mañana, o lo que sea que esté pasando conmigo, creo que debemos ser conscientes de esto y darnos cuenta de que cada una tiene gracia para lo que Dios ha puesto en su vida. Si intento estar en el lugar de otra persona, terminaré sintiéndome descontenta.
Kim: … Deseando que mi vida sea diferente de lo que es.
Kathy: Mi esposo es muy bueno recordándome que debo darles a las personas la libertad de fracasar. Él dice: «Dales a las personas la libertad de ser quienes son». Otra forma de decirlo es: «Kathy, dales la libertad de fracasar. Dios te da la libertad de estar donde estás, así que ¿por qué no le das a los demás la misma libertad?».
Me sorprendo con mucha frecuencia, y hay varias razones para eso, pero muchas veces proviene de ese espíritu crítico. ¿De dónde surge? De la inseguridad como mujer, del orgullo. Ese es el más grande y tiene muchas facetas diferentes. A partir de ahí, me encuentro a mí misma no aceptando a los demás cuando en realidad debería recordar: «Saca la viga de tu propio ojo antes de intentar sacar la paja del ojo ajeno». Si tan solo pudiera recordar eso…
Yo no sé por lo que está atravesando esa persona. Solo puedo ver el exterior, pero Dios conoce su corazón. Él sabe exactamente lo que ha vivido, lo que está enfrentando y por qué, así como lo que Él está haciendo en su vida a causa de ello. ¿Quién soy yo para juzgar o criticar a esa persona? Eso me hace reaccionar, aunque no con la frecuencia que quisiera.
Holly: Y también pienso que, a medida que nos damos cuenta de eso. Dios les está dando la gracia para sus vidas. Tú eres responsable de buscar a Dios para encontrar gracia para tu vida. Y el versículo que Nancy compartió sobre 1 Pedro, que servimos con la fuerza que Dios provee, es la clave para mí.
Si no estoy recibiendo fuerzas de Dios mismo, si me estoy comparando con otras personas, si estoy esperando que otras personas satisfagan mis necesidades en lugar de que Dios mismo provea lo que necesito para servir, entonces me decepcionaré.
Kathy: Y mientras Nancy hablaba de todas estas cosas sobre el servicio, llegué a la conclusión de que: «No sé si alguna vez he servido realmente como se supone que debo hacerlo».
Kim: O con la actitud correcta.
Kathy: Sí, con la actitud correcta. Al reflexionar en todo esto hoy, pensé, Señor, tienes un largo camino por recorrer conmigo. Pero la perspectiva que Nancy compartió sobre todo esto, como siempre lo hace, es como un examen de conciencia para preguntarnos: «¿Realmente he servido desde un corazón de sierva de la manera que Dios quiere?».
Kim: Para mí, como esposa de pastor, hace varios años me sorprendí a mí misma revisando las motivaciones de lo que hago. ¿Lo hago porque soy esposa de pastor o lo hago porque soy creyente?
Y esa es una pregunta que intento hacerme con frecuencia. Yo uso Colosenses 1:28-29 como mis versículos determinantes para la vida donde Pablo explicó su propósito y el motivo de su labor, el cual era ver a otros alcanzar la madurez en Cristo.
Él dice: «Por esto trabajo». Y creo que, para mantener nuestra perspectiva, es muy importante recordar que cuando estamos sirviendo no se trata solo del servicio o del ministerio en sí. Lo más importante es que Dios sea glorificado por amor a Él, porque lo amamos tanto que queremos que otros experimenten Su amor. Y amándole así deseamos ver a otros transformados a Su imagen. Ese es el propósito. Por eso estamos haciendo ministerio.
Débora: Ella es Kim Wagner hablando con Nancy sobre lo que significa ser una verdadera sierva. Holly Elliff también se unió a la conversación, y también Kathy Helvey. Cuando Kathy estaba hablando sobre la eternidad durante esa sesión de grabación, no teníamos idea de que ella iba a experimentar las alegrías del cielo tan pronto. Ella fue una sierva de su familia y de los que la rodeaban hasta el final de sus días. Esto nos recuerda lo importante que es servir mientras Dios nos tenga en esta tierra.
La conversación de hoy forma parte de una serie titulada «Desarrolla un corazón de sierva». Si escuchaste algo que te llamó la atención sobre servir con la actitud correcta, espero lo explores más a fondo. Aquí está Nancy con unas palabras finales antes de concluir el episodio de hoy.
Nancy: Me encanta el concepto de servicio. Estoy muy agradecida por todas las personas que sirven para ayudar a hacer posible este ministerio y para ayudarnos a servir a mujeres de todo el mundo. Y podemos lograrlo gracias a oyentes como tú. Cuando te unes a nosotras en nuestra misión de llamar a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, tenemos la alegría de servirles juntas.
Estoy muy agradecida por cómo Dios ha usado a Su pueblo una y otra vez, año tras año, para ayudar a satisfacer las necesidades de este ministerio, permitiéndonos seguir sirviéndote a ti y las demás mujeres.
Y si nos has estado escuchando y nunca has considerado dar, te invito a hacerlo, pregúntale al Señor: «Padre, ¿quieres que sea parte de lo que estás haciendo a través de este ministerio?». No olvides que tu ofrenda principal debe ser hacia tu iglesia local, pero si Dios te ha bendecido y quieres impulsar nuestra misión, visítanos en AvivaNuestrosCorazones.com y apóyanos por medio de donaciones mensuales u ofrendas especiales. ¡Gracias por considerar ser parte de lo que Dios está haciendo a través de Aviva Nuestros Corazones!
Débora: Así es amada, de parte de todo el equipo de Aviva Nuestros Corazones, queremos decirte ¡gracias!
Quiero recordarte que tenemos un devocional de 30 días de Aviva Nuestros Corazones titulado: «Unos a otros». Este devocional de 30 días te guiará a poner en práctica el tema del que justamente hemos hablado en los últimos 4 episodios, el amor que Dios ha revelado. El devocional se centra en 4 áreas especificas: actitud, presencia, comunicación y acciones. Cada día encontrarás un mandamiento de «unos a otros» para reflexionar, un devocional que profundiza en su significado, así como preguntas y pasos prácticos para hacerlo personal. Ve a la transcripción de este episodio para encontrar el enlace de este recurso o búscalo en nuestra tienda en línea en AvivaNuestrosCorazones.com
En nuestro episodio del día de mañana escucharás sobre la verdadera recompensa de ser una sierva. Con este concluimos esta poderosa serie, así que esperamos que te unas nosotras aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Adornando el evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la series de podcast.
Únete a la conversación