El verdadero código del hogar
Dannah: El pastor Scott Patty dice que una madre o un padre que ama a Jesús debe criar a sus hijos de forma diferente a la del mundo.
Pastor Scott Patty: No los trates como si fueran de tu propiedad o mascotas a las que hay que adiestrar. Son seres humanos. Trátalos con amor. Trátalos con dignidad, porque ellos también llevan la imagen de Dios (lo que los teólogos llaman el Imago Dei).
La frase, «en el nombre del Señor» transforma la relación padre e hijo para que sea totalmente nueva, guiada por el amor de Cristo.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones, con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 2 de octubre de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dannah, qué gusto tenerte hoy de nuevo en el programa. Ayer escuchamos la primera de dos partes de este mensaje que …
Dannah: El pastor Scott Patty dice que una madre o un padre que ama a Jesús debe criar a sus hijos de forma diferente a la del mundo.
Pastor Scott Patty: No los trates como si fueran de tu propiedad o mascotas a las que hay que adiestrar. Son seres humanos. Trátalos con amor. Trátalos con dignidad, porque ellos también llevan la imagen de Dios (lo que los teólogos llaman el Imago Dei).
La frase, «en el nombre del Señor» transforma la relación padre e hijo para que sea totalmente nueva, guiada por el amor de Cristo.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones, con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 2 de octubre de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dannah, qué gusto tenerte hoy de nuevo en el programa. Ayer escuchamos la primera de dos partes de este mensaje que nos envió una amiga nuestra, quien asiste a la iglesia donde Scott Patty es el pastor fundador.
Scott Patty es el pastor de Grace Community Church en Nashville, Tennessee. Y bueno, nuestra amiga se puso en contacto con nosotras y nos dijo: «Últimamente se está hablando mucho acerca de las mujeres y de todo este tema del abuso que viven hoy, y del que han vivido en el pasado, pero que se ha mantenido oculto. Y ahora se están dando cuenta que eso necesita salir a la luz».
Y cuando vamos a las Escrituras y escuchamos un pasaje sobre la sujeción, para los oídos modernos eso suena como si dijeras: «Está bien, los hombres pueden abusar de las mujeres».
Dannah: ¡De ninguna manera!
Nancy: Y ayer, el pastor Scott Patty nos mostró que eso no es en absoluto lo que dicen las Escrituras.
Dannah: ¡Amén! De hecho, creo que el mensaje es una invitación a las mujeres para que busquen ayuda si la necesitan, para que se lo cuenten a alguien. Y es por esa razón que este mensaje es muy oportuno. Yo no me encuentro necesariamente en una situación como esa, y, aun así, como esposa, este mensaje me dejó boquiabierta.
Pensé: ¡Guau! Esta es mi motivación para servir a mi esposo, Bob. Esto es lo que debería decir cada reacción que tengo hacia él.
Nancy: Y él habló de cómo nuestra sujeción en cada área de la vida es «en el nombre del Señor Jesús», y cómo esa verdad transforma nuestra perspectiva sobre la sujeción. Pasamos de «¡Aprieta los dientes y aguanta!», a decir: «Este es un servicio de amor, de gozo, y es de hecho un regalo, un medio de protección y bendición».
Y esto es tan contrario a cómo naturalmente podríamos pensar sobre la sujeción.
Dannah: Si te perdiste la primera parte de este mensaje, te animo a que regreses y la escuches. Puedes escucharlo o leer la transcripción en AvivaNuestrosCorazones.com o en nuestra app Aviva Nuestros Corazones.
Nancy, creo que sería hermoso leer el pasaje de esta enseñanza mientras entramos en la segunda parte del mensaje del pastor Scott Patty para hoy.
Nancy: Por supuesto. Él predicó en su iglesia toda la carta de Colosenses, y cuando llegó a este pasaje del capítulo 3, el pasaje que voy a leer en un momento, el pastor nos recuerda la premisa de lo que el apóstol Pablo está diciendo aquí, y es que: estar en Cristo transforma todas nuestras relaciones como hijos de Dios. ¡Y esa verdad trasciende todas las culturas!
Ahora permítanme leer Colosenses capítulo 3, comenzando en el versículo 17:
«Y todo lo que hagan, de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios el Padre.
Mujeres, estén sujetas a sus maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amen a sus mujeres y no sean ásperos con ellas. Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es agradable al Señor.Padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desalienten.Siervos, obedezcan en todo a sus amos en la tierra, no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino con sinceridad de corazón, temiendo al Señor.
Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven. Porque el que procede con injusticia sufrirá las consecuencias del mal que ha cometido, y eso, sin acepción de personas» (vv. 17-25).
Oh Padre, mientras escuchamos la segunda parte de este mensaje, oro para que Tú nos abras la Palabra. Abre nuestros corazones para recibir y responder a lo que Tú nos dirás a través de tu siervo en este día. Oramos en el Nombre de Jesús, amén.
Débora: Con nosotras el pastor Scott Patty.
Pastor Patty: Leí a un comentarista de la Biblia llamado F. F. Bruce, y esto es lo que dice: él argumenta que hay otras fuentes de la cultura de la época de Pablo, filósofos judíos y estoicos que escribieron listas similares a las que leemos hoy.
Lo que leemos hoy, esposos y esposas, padres e hijos, y siervos y amos, se le llama «código del hogar» o «regla del hogar», y no es algo exclusivo del Nuevo Testamento. Los filósofos judíos y estoicos escribieron su propia lista de las formas en que las personas debían comportarse en sus hogares. Así que no hay nada único aquí.
Sin embargo, esta pequeña frase, «en el Señor», «esto es agradable al Señor», «haz esto en el nombre del Señor». Esa pequeña frase es tan profunda que cambia todas nuestras relaciones personales, pero no de manera superficial, ¡sino en algo totalmente diferente!
Ser cristiano no significa que en tu matrimonio, o en tu lugar de trabajo, o como padre de tus hijos vivas en un grado más elevado. No significa eso. La frase «en Cristo» significa que todas estas relaciones son de un tipo diferente. Esto es lo que argumenta F.F. Bruce: las transforma tanto que podrían llamarse «diferentes».
Esto es tan profundo, un cristiano está en Cristo, es decir, está unido a Cristo. Y es tan profundo hacer cosas en el nombre del Señor Jesús que, en vez de simplemente mejorar nuestras vidas en esta tierra, estamos realmente viviendo una vida completamente nueva.
No solo estamos viviendo según las reglas de un grado superior al de los demás, sino que estamos viviendo con la regla de que Cristo en nosotros hace nuevas todas las cosas.
El comentarista bíblico F.F. Bruce continúa diciendo que si un discípulo estoico (que es un filósofo que está tratando de aprender), si él le pregunta a su maestro, en el primer siglo: «¿Por qué hacemos esto? ¿Por qué vivimos de tal o cual manera?». La respuesta sería: «Porque es conveniente. Es conforme a las leyes de la naturaleza». Él solo está cumpliendo las reglas.
Pero cuando un nuevo cristiano hace la misma pregunta, se le dice: «Hacemos esto porque es agradable al Señor. Lo hacemos por amor al Señor, lo hacemos para la gloria del Señor». ¡Estas simples palabras adicionales lo transforman todo!
Así que, en primer lugar, estamos diciendo que la clave de este pasaje es un nuevo principio para aquellos que son nuevas criaturas en Cristo, y ese principio hace nuevas todas las cosas. Así debieron entender los cristianos del primer siglo la diferencia entre un cristiano y un estoico. Ese principio está en el versículo 17 de Colosenses capítulo 3. Dice: «Todo lo que hagan, de palabra o de hecho, háganlo todo en el Nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios el Padre».
Las consideraciones culturales son importantes, especialmente cuando llegamos al versículo 22 y leemos sobre los siervos y los amos. Pero el primer principio que nos ayuda a desentrañar este pasaje no es la cultura, sino este nuevo principio, esta nueva vida que tenemos en Cristo.
Entonces, el primer principio es la clave y lo podemos ver a lo largo de Colosenses. Este primer principio nos dice que Cristo es preeminente, que Él es todo y en todo, que Cristo en nosotros es la esperanza de gloria y eso lo cambia todo. En Cristo, por la fe, estamos muertos al pecado y al viejo hombre, a nuestra antigua manera de vivir (ver Colosenses capítulo 1).
En Cristo, por la fe, estamos vivos para Dios, y somos nuevos, y nos revestimos del nuevo hombre con todas sus cualidades de amor. Estamos perdonados, reconciliados y vivos. Cristo en nosotros es la esperanza de gloria que nos hace estar muertos al pecado y vivos para Dios, perdonados y reconciliados.
Él nos llama a una vida en la que debemos despojarnos de las viejas actitudes y acciones y ponernos las nuevas cualidades de amor y por lo tanto, hacer todo en el nombre del Señor Jesús, como para Él, por Su poder, en Su amor y para Su gloria.
Ahora, sin este primer principio, todo este pasaje que acabamos de leer, la regla del hogar, sería solamente eso y nada más. Sería solo una regla, un simple comportamiento igual que el de los filósofos judíos y estoicos de aquella época.
Y puede que de alguna manera sea mejor por el simple hecho de tratar de ser mejores personas. Pero sin el primer principio, somos como todos los demás tratando de ser mejores.
El significado de este primer principio, de que Cristo está en nosotros como la esperanza de gloria y que ahora entramos a esta nueva vida para hacer todas las cosas para Su gloria y en Su nombre, quiere decir que vivimos de una manera totalmente diferente, y, como dije antes, no solo mejor que los demás en cierto grado, sino de una manera diferente.
El gobierno de Cristo en nosotros hace que lo que hacemos sea diferente y no solo mejor que lo anterior.
Dannah: El pastor Scott Patty dice que esa verdad tiene un efecto transformador en la manera en que las esposas responden y apoyan a sus esposos. Lo escuchamos en el episodio anterior en Aviva Nuestros Corazones. Pero, por supuesto, las esposas no son las únicas cambiadas por la frase «en Cristo». Aquí está de nuevo el Pastor Scott Patty, enseñando sobre Colosenses 3.
Pastor Scott: Luego dice: «Maridos, amen a sus mujeres y no sean ásperos con ellas» (v. 19). Eso es diferente. Según la antigua filosofía estoica de: «Maridos, tienen una responsabilidad, ahora asegúrense de cumplirla». Ahí vemos que no hay amor, solo hay dureza.
Es como cuando tienes que hacer algo y la gente no coopera contigo. Empiezas a gritarles y a decirles lo que tienen que hacer, con dureza. En el caso de una ley, así es como funciona.
Pero si es en nombre del Señor, entonces un esposo ama a su esposa y no es áspero con ella. Lo que está diciendo aquí es que los esposos deben servir a sus esposas con amor y gentileza. El esposo áspero está en pecado y debe arrepentirse.
Pero hay algo más que debemos tener en cuenta, ya que está hablando de esposos a esposas. Anteriormente, cuando hablamos acerca de las esposas sometiéndose a sus esposos, dijimos que Pablo no está llamando a las mujeres a someterse a los hombres, tampoco está diciendo que los hombres les digan a las mujeres lo que tienen que hacer, sino que las está llamado a amar y a servir.
Dicho esto, los esposos deben amar, servir y guiar, y deben hacerlo con gentileza, porque saben que tienen una responsabilidad ante Dios en esto. Si esto se ve solo como una regla, entonces se hará cumplir sin amor, y habrá dureza. Pero si es en el nombre del Señor, entonces se convierte en un nuevo tipo de servicio, puesto que el esposo se ha revestido del amor de Cristo. Él se ha vestido en Cristo, porque Cristo está en Él.
Escucha, en el Señor el matrimonio es una relación totalmente nueva. El matrimonio cristiano no es simplemente mejor que otros o está en un grado más elevado. Puedes escuchar a muchas personas decir: «¿Quieres un mejor matrimonio? Hazte cristiano», pero ese no es el evangelio.
El evangelio dice: «Ven a Cristo y eso transformará tu matrimonio para que sea de un tipo diferente». Y la diferencia es que hay sumisión y servicio como la parte complementaria de una dinámica totalmente nueva que refleja a Cristo y Su Iglesia, y Su gloria.
¡Nunca leas los versículos 18 y 19 sin leer el versículo 17!
La siguiente relación es la de padres e hijos. Permíteme leer los versículos 20 y 21: «Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es agradable al Señor». Ahí está. «Esto es agradable al Señor». El contexto aquí es el de un hogar cristiano, asumiendo que estos hijos quieren agradar al Señor.
A medida que el niño crece y confiesa al Señor, aumenta su conciencia de ser resucitado con Cristo y ser una nueva criatura en Cristo, por lo que su obediencia se transforma en un nuevo tipo de obediencia. No es solo una regla que tienen que obedecer, sino que quieren agradar al Señor. Y los niños lo hacen cuando Cristo está en ellos.
Puedo recordar que esto me pasó a mí. Cuando era pequeño, obedecía a mis padres porque tenía que hacerlo. Les tenía miedo. Pero hubo un tiempo en que algo empezó a suceder en mi mente. Me había convertido al Señor y ahora quería obedecer a mis padres porque quería agradar al Señor. Esa es la transformación de la que habla aquí.
Como joven cristiano, mi obediencia a mis padres no era solo mejor en cierto grado después de ser cristiano, sino que era un tipo de obediencia totalmente diferente. Y una vez más, quiero mencionar que ninguna obediencia, de persona a persona, es absoluta. Un padre no puede exigir que un hijo se someta a abusos o participe en el pecado.
«En todo» significa «en todos los ámbitos de la vida», y no debe utilizarse para incluir el abuso. Por eso intervenimos si creemos que puede estar ocurriendo abuso a un niño.
Y ya que estamos hablando de «Hijos sean obedientes a sus padres», ¿sabes qué más tenemos que enseñarles a nuestros hijos? Tenemos que enseñarles a nuestros hijos que ellos no tienen que obedecer a todos los adultos. Hay algunos adultos que no pueden esperar la obediencia de los niños. Recuerdo haber enseñado a mis hijas a dar patadas y puñetazos y a gritar si un adulto actuaba con ellas de determinada manera. De hecho, lo ensayábamos.
Debemos enseñar a nuestros hijos que deben ser sabios. «Hijos, sean obedientes a sus padres…» Dicho esto, vuelvo al texto. El hijo creyente obedece a su padre en el Señor, lo cual es un tipo de obediencia totalmente nueva.
El versículo 21 dice «Padres…». Probablemente deberíamos incluir aquí a las madres, porque el versículo 20 habla de los padres, pero tal vez se dirige al padre porque tiene la responsabilidad y la obligación de servir a este hogar.
«Padres, no exasperen a sus hijos». No desanimen a sus hijos. Eres nuevo en Cristo. No den a sus hijos órdenes solo por mandar. Dios nunca nos hace eso. Siempre hay una razón para Sus mandamientos, y siempre es una buena razón.
No des órdenes desalentadoras. Dios no lo hace, sino que Él nos instruye. Así que, edifica a tus hijos, anímalos y enséñales cómo. Los niños no son una propiedad, ellos son seres humanos y hay que tratarlos como tales.
A veces me molesta un poco la forma en que los padres hablan a sus hijos. Es como si les estuvieran ladrando. Les hablan como si fueran animales que hay que entrenar, en lugar de seres humanos que hay que formar y amar. Eso es lo que quiere decir con «no los exasperen, no los desalienten».
No los trates como si fueran de tu propiedad o mascotas a las que hay que adiestrar. Son seres humanos. Trátalos con amor. Trátalos con dignidad porque ellos también llevan la imagen de Dios (lo que los teólogos llaman el Imago Dei). Cuando le gritas a tu hijo, y tu hijo llora, y luego le dices: «¡No llores!»… ¿Te estás escuchando a ti mismo?
Trátalos dignamente como portadores de la imagen de Dios. La verdad de Colosenses, «En el nombre del Señor», transforma la relación entre padres e hijos para que sea totalmente nueva. Está guiada por el amor de Cristo.
Ahora pasemos a la siguiente relación: la del siervo con el amo. Esta relación se incluye dentro de las reglas del hogar porque los siervos generalmente vivían en el hogar de sus amos.
En el año 2010, estuve predicando una serie de mensajes sobre el libro de Efesios. Hay un pasaje paralelo a este en Efesios. Prediqué todo un sermón sobre este concepto de siervos y amos. No tengo tiempo para predicar todo el sermón hoy, pero hablé sobre cómo el pasaje encaja con la esclavitud que hubo en nuestra historia.
Esta es la versión corta: este pasaje nunca debió haber sido, ni debería ser utilizado para justificar la esclavitud. El evangelio es la semilla que debería acabar con todas las actitudes del corazón que alguna vez llevaron a la esclavitud en primer lugar.
Y si hay esclavitud en nuestra historia donde hubo tanto evangelio, no es un fracaso del evangelio. ¡Es el fracaso de los cristianos! Para poder entender este punto, aquí hay algunas cosas que debemos considerar.
La situación en la ciudad de Colosas no era la misma que la esclavitud en nuestra nación de Estados Unidos. Los siervos, en la época de Pablo, lo eran por clase, o para pagar deudas, u otras razones. No era por secuestro, amenaza de abuso y muerte, superioridad racial, que es lo que sucedía en la historia de nuestra nación. Así que no es el mismo contexto.
Los siervos eran trabajadores; a veces eran profesionales. A menudo eran maestros, médicos, y trabajadores financieros, algunos incluso ejercían el derecho. Ellos cuidaban de los hogares. La persona para la que trabajaban se llamaba «amo», quien era el cabeza de familia.
En el imperio romano había unos sesenta millones de esclavos. Algunas de las ciudades estaban compuestas de un tercio a la mitad de esclavos. Los esclavos en los días de Pablo tenían formas de ser liberados de sus obligaciones de servicio.
Ahora bien, los nuevos cristianos del primer siglo a los que Pablo escribía, no se encontraban en un sistema de esclavitud como el que teníamos en nuestra nación, sino que se encontraban en su propio contexto único.
Los nuevos cristianos del primer siglo se encontraban en hogares. Se encontraban en iglesias, que por cierto, eran recién fundadas. Estas iglesias intentaban aplicar el evangelio que hace nuevas todas las cosas. Entonces cuando llegamos a Colosenses capítulo 3, versículo 11, se habla de clase, raza y antecedentes religiosos. Allí dice que esto no es rango ni obstáculo en la iglesia.
De hecho, hay evidencia de que algunos de los esclavos eran en realidad líderes dentro de la iglesia donde estaban sus amos. Y vemos en otro libro del Nuevo Testamento, el libro de Filemón, donde Pablo insta a Filemón a que reciba a su esclavo fugitivo no solo libremente, sino como a un hermano.
Aquí vemos la semilla que cambiaría las relaciones del primer siglo y ciertamente la semilla del evangelio que prohibiría por completo la estructura de esclavitud que experimentamos en el pasado en nuestra nación.
Y lo que quiero decir aquí es que nadie debería usar Colosenses capítulo 3 y Efesios capítulo 6 para decir que está bien esclavizar a la gente, o que en las estructuras de esclavitud los esclavos deberían obedecer a sus amos, y los amos deberían tratar de ser un poco más amables. No se trata de eso. En la estructura de los días de Pablo, donde los siervos eran como los que describimos, ellos debían servir en el nombre del Señor.
No se trataba simplemente de pagar sus deudas y cumplir con sus obligaciones, sino que debían hacer su trabajo como para el Señor, de corazón, agradando a Dios con la honestidad del trabajo. Y es lo mismo para nosotros hoy, ya que tenemos obligaciones que debemos cumplir con las personas a las que les debemos, o con las que hemos contratado para trabajar, o de las que somos empleados.
Debemos trabajar como para el Señor, no solo para cumplir con nuestra obligación, sino sabiendo que trabajamos para el Señor. Los amos debían pagar un salario justo y tratarlos con equidad y no engañar a sus siervos, sabiendo que en última instancia tienen un Amo en el Cielo a quien rendirán cuentas, y no hay parcialidad en Él.
Quiero poner una pequeña nota al margen. A menudo, en Colosenses 3 versículo 22, y en el capítulo 4, versículo 1, «siervo/amo» se utilizaba para justificar la esclavitud. Permítanme decir aquí que cualquier lectura seria de esto, habría acabado con la esclavitud en los EE.UU., porque el amo en la época de Pablo debía ser justo y equitativo. No había absolutamente nada justo o equitativo en el sistema que experimentamos en el pasado. En lugar de justificarlo, lo habría condenado.
Bueno, volviendo a nuestro punto «En el nombre del Señor», esta frase introduce una dinámica en la relación esclavo y amo, de tal manera que Pablo los imagina como hermanos en una iglesia. Esto es tan nuevo que es un tipo de relación totalmente diferente. ¡Es maravilloso el poder de estar en Cristo!
El principio bíblico es el poder de hacer todas las cosas en el nombre del Señor Jesús. Esto es tan profundo que todas las relaciones humanas en un hogar de creyentes y en la iglesia, no son solo mejores en cierto grado de lo que habrían sido sin Cristo, sino que son de un tipo totalmente nuevo, caracterizadas por el servicio, el amor y la conciencia de que todos somos responsables ante Dios.
¿Y no debería aplicarse este principio hoy a nuestras familias, a nuestra congregación, a la forma en que participamos en las redes sociales, a nuestras amistades, a nuestras relaciones de noviazgo, a nuestras relaciones en el trabajo?
¿En cuántos lugares podemos preguntarnos creativamente: «¿Cómo hacemos las cosas en el Nombre del Señor Jesús de una manera que, no solo mejore un poco lo que hacemos, sino que lo convierta en algo absolutamente nuevo que traiga gloria a nuestro Salvador?»? ¡Ese es el punto de este pasaje!
Nancy: Dannah, me ha encantado la nueva perspectiva que el pastor Scott Patty ha traído sobre este conocido pasaje de Colosenses capítulo 3. Hemos visto cómo nuestra relación vertical con Cristo hace mucho más que mejorar nuestras relaciones horizontales con los demás. En realidad debería cambiar completamente la forma en que interactuamos unos con otros.
Dannah: Así es. Y Nancy, en los últimos años yo realmente estuve tratando de corregir la forma en que interactuaba con una de mis hijas. Fue inútil. Me centraba en su comportamiento y en mi comportamiento. Siendo muy honesta, me centraba más en su comportamiento.
Nancy: Porque es más fácil ver los problemas en la otra persona, ¿verdad?
Dannah: Mhm. Y una sabia mentora me animó: «Aléjate del problema y acércate a la solución, que es Cristo». Y durante unos días me tomé un tiempo y me centré en mi relación con Cristo. Puedo decirte que tuve el cambio de corazón más radical sobre cómo interactúo con mi hija, ¡porque trabajé en mi relación vertical con Jesús!
Me di cuenta de que en Él podía tener esperanza en esta relación. ¿Y sabes qué, Nancy? Eso sucedió en un evento de True Woman hace unos años.
Nancy: Y recuerdo que lo compartiste en su momento y lo importante que fue para ti, como cada conferencia de True Woman y Mujer Verdadera lo ha sido para muchas de nosotras que hemos participado, y para las miles de mujeres que han asistido a ellas.
Débora: Eso es muy cierto.
Llamándote a experimentar la belleza de una vida transformada por Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
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