La necesidad de servir
Débora: La palabra «servicio» se usa de muchas maneras.
Hombre 1: «Ofrecemos servicio con una sonrisa».
Mujer 1: «Este paquete ofrece un servicio para ocho personas».
Hombre 2: «Los estamos llamando al servicio militar activo».
Mujer 2: «El servicio empieza a las 11:00 a. m.».
Hombre 3: «Prepárate para una vida orientada al servicio».
Mujer: «La estación de servicio está a la vuelta de la esquina».
Débora: Tenemos muchos servicios, ¿pero sabe alguien lo que realmente significa ser un verdadero siervo?
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Adornadas», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de agosto de 2025.
Amada hermana, debes saber que el servicio no es solo una palabra de moda en el mundo de los negocios; es más bien una forma de honrar …
Débora: La palabra «servicio» se usa de muchas maneras.
Hombre 1: «Ofrecemos servicio con una sonrisa».
Mujer 1: «Este paquete ofrece un servicio para ocho personas».
Hombre 2: «Los estamos llamando al servicio militar activo».
Mujer 2: «El servicio empieza a las 11:00 a. m.».
Hombre 3: «Prepárate para una vida orientada al servicio».
Mujer: «La estación de servicio está a la vuelta de la esquina».
Débora: Tenemos muchos servicios, ¿pero sabe alguien lo que realmente significa ser un verdadero siervo?
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Adornadas», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de agosto de 2025.
Amada hermana, debes saber que el servicio no es solo una palabra de moda en el mundo de los negocios; es más bien una forma de honrar a Dios. Esta semana, Nancy DeMoss Wolgemuth nos va a enseñar lo que significa realmente ser una sierva, en esta nueva serie que se titula: «Desarrolla un corazón de sierva».
Esta serie fue grabada en los primeros años de Aviva Nuestros Corazones. Y debo decirte que el tema del que Nancy habla es tan relevante hoy en día, así como lo fue cuando fue grabada.
Aquí está Nancy para compartir cómo una pareja de casados se tomó el tiempo para servirla y ministrarla.
Nancy DeMoss Wolgemuth: El Señor es tan bueno. Él sabe que necesitamos aliento en nuestros corazones, y sabe cuándo lo necesitamos en nuestras vidas. Y estoy segura de que, al igual que yo, tú también lo has experimentado.
No hace mucho tiempo, tuve una experiencia cuando me estaba sintiendo algo estresada y necesitaba un poco de ánimo y ese día llegó una carta de un líder cristiano a nivel nacional. Yo apenas conocía a este hombre y a su esposa.
Y esa carta llegó, según tengo entendido, de manera inesperada. Cuando la abrí, decía:
«Querida Nancy,
Mi esposa y yo nos regocijamos por el favor que el Señor te ha dado a ti y al ministerio de Aviva Nuestros Corazones. ¡Necesitamos ministerio así hoy en día, y estamos muy agradecidos cómo El Señor te está usando!
Por experiencia sé que “la luna de miel” al salir Aviva Nuestros Corazones, ahora se ha convertido en “el trabajo arduo” de compartir el mensaje y producir un programa de calidad, además de más carga laboral con el manejo de correos y el ser malentendida en ocasiones, etc. [¡Ojalá pudiera decir que eso nunca ha pasado!... Él siguió diciendo:]
Nancy, Dios te está usando en una obra muy importante. ¡Sigue edificando el muro y no te des por vencida! Mi esposa y yo te apreciamos».
Esta carta era una nota escrita a mano, y hasta el día de hoy yo no sé qué fue lo que lo motivó a escribir esa nota. Pero cuando terminé de leerla, ya tenía lágrimas en mis ojos. Estaba tan motivada, tan agradecida. El Señor sabía que yo necesitaba recibir esa carta, en ese momento.
Y cuando la recibí, estaba estudiando y preparando esta serie que vamos a empezar hoy sobre mi nuevo y mejor amigo en la Biblia. Cuando enseño sobre algún personaje, este se convierte en mi mejor amigo. Así que tengo un nuevo amigo. Y puede que te tome algunos días aprender a pronunciar o deletrear su nombre.
Y su nombre es Onesíforo. Y tengo que confesar que nunca he enseñado, estudiado o pensado mucho acerca de Onesíforo. Él es un personaje menor, porque no se habla mucho de él en el Nuevo Testamento. Entonces permíteme pedirte, por favor, que abras tu Biblia en 2 Timoteo, capítulo 1.
Y mientras lo buscas en tu Biblia, quiero decirte que la persona que envió esa carta en ese momento, fue como un Onesíforo en mi vida. Y le doy gracias al Señor por personas como él, por otros amigos más íntimos, que han ministrado de esa manera en mi vida. Es un llamado y un reto para mí ser como un Onesíforo en la vida de otras personas.
Así que, durante los próximos días, vamos a ver este personaje del Nuevo Testamento llamado Onesíforo y cuál fue su contribución y cómo nosotras podemos influenciar otras vidas de la manera en que él lo hizo con el Apóstol Pablo.
La segunda carta a Timoteo fue escrita por el apóstol Pablo a su hijo amado, su hijo en la fe: Timoteo, quien en ese momento, era el pastor de la iglesia en Éfeso. Timoteo estaba en Éfeso y el apóstol Pablo estaba en Roma. Él había sido arrestado por segunda vez por causa de su fe. La primera vez estuvo bajo arresto domiciliario, pero podía recibir visita de sus amigos. Esta vez, él estaba bajo estrictas medidas de seguridad. De hecho, esta sería la última vez que él estaría en prisión, porque estaba bajo pena de muerte. Pronto, Pablo sería ejecutado.
Pero Pablo no tenía miedo. Él sabía que había vivido una vida fiel y sabía que pronto recibiría su recompensa. Él le escribe a Timoteo, quien, en ese momento, tenía mucho temor por el costo tan grande que implicaba ser cristiano. Todo esto sucedió durante la persecución en los días de Nerón, quien estaba arrojando a los cristianos a los leones. Timoteo tenía miedo.
Entonces, Pablo le escribe a Timoteo para animarlo. Y en esta carta, Pablo menciona las personas que han sido una bendición para él, y las personas que no lo han sido. Continuemos en ese contexto en 2 de Timoteo, capítulo 1, versículo 15.
Pablo dice: «Ya sabes esto, que todos los que están en Asia me han vuelto la espalda, entre los cuales están Figelo y Hermógenes». Éfeso era una ciudad importante en Asia menor. Era la región donde Timoteo estaba viviendo.
Ahora, no sabemos nada más sobre estos dos hombres, excepto eso. Y aunque no es un gran esquema biográfico, todo lo que sabemos es que ellos abandonaron a Pablo cuando él más los necesitaba.
Y luego en el versículo 16 hay un contraste. Pablo dice:
«Conceda el Señor misericordia a la casa de Onesíforo, porque muchas veces me dio consuelo y no se avergonzó de mis cadenas. Antes bien, cuando estuvo en Roma, me buscó con afán y me halló. El Señor le conceda que halle misericordia del Señor en aquel día. Además, los servicios que prestó [Onesíforo] en Éfeso, tú lo sabes mejor» (vv. 16-18)
Onesíforo solo es mencionado una vez más en el capítulo 4 de 2.ª Timoteo. Al final de la carta, en el versículo 19, Pablo dice: «Saluda a Prisca y a Aquila, y a la casa de Onesíforo».
Onesíforo aparentemente vivió en Éfeso, que era donde Timoteo estaba pastoreando la Iglesia. Pablo estaba expresando gratitud por el servicio que este hombre, de alguna manera desconocido, le brindó a él.
Y el libro de los Hechos, relata cómo Pablo ministró en Éfeso por casi tres años. Él tenía muchos amigos allá y dentro de estos amigos estaba un hombre llamado Onesíforo. El nombre Onesíforo significa: «el que trae provecho», «el que trae ganancia». Este hombre definitivamente fue una bendición para Pablo. Él le hizo honor a su nombre.
Él se destacó, a diferencia de otros que no le brindaron a Pablo ningún beneficio. Él se destacó de la multitud. Él era único. Él fue alguien muy especial por la manera como él, ministró a Pablo, porque en ese momento, cuando todos los demás habían abandonado a Pablo y le habían fallado, él permaneció a su lado. Onesíforo ministró a Pablo. Él era diferente a los demás.
Y quizás digas: «¿Pero por qué los demás abandonaron a Pablo? ¿Por qué la gente lo abandonó? ¿Cuál era el problema?». Bueno, el encarcelamiento de Pablo era un estigma muy grande. La mayoría de las personas que él conocía, todos aquellos a quienes él les había ministrado, la mayoría de ellos se sentían avergonzados de él porque estaba en la cárcel. Ellos estaban avergonzados de su evangelio.
Y esa palabra «avergonzado» no tiene el mismo significado que nosotros le damos hoy cuando decimos: «Tú estás avergonzada porque has hecho algo malo». En el contexto del Nuevo Testamento, esa palabra significa: «Tener temor de lo que piensen los demás de ti». Si conoces lo que estaba sucediendo en la era romana, el gobierno romano, cuando Nerón estaba persiguiendo a los cristianos, entonces entiendes por qué la gente estaba muerta de miedo.
«Si ellos se enteran de que yo conozco a Pablo; si saben que él es mi amigo, me podrían cortar la cabeza. Me podrían tirar a los leones. Me meterían en la cárcel con él». Había mucha presión y la gente tenía miedo, y en su temor ellos se sentían avergonzados. Ellos le dieron la espalda. No querían asociarse con Pablo o con su evangelio.
Pablo dice acerca de todos los que están en Asia: «me han vuelto la espalda». Y esto incluía a aquellos dos hombres, Figelo y Hermógenes, a quienes Timoteo aparentemente conocía. Ellos lo abandonaron. Y yo no creo, como he leído en algunos comentarios, que eso literalmente significa que todos aquellos a quienes Pablo ministró en Asia lo abandonaron.
Pienso que lo que está sugiriendo, en términos generales, es que las personas no quisieron arriesgarse y decidieron no apoyar a Pablo, ni proveer para sus necesidades cuando él se encontraba en ese momento de crisis. Y por varias razones, no solo aquellos que estaban en Asia, sino que otras personas también lo abandonaron.
Pablo estaba sintiendo, intensamente, el abandono de estas personas en las cuales él había buscado amistad y consuelo.
Y un poco más adelante, en el capítulo 4, podemos ver brevemente la vida personal de Pablo, lo que él estaba experimentando, lo que él estaba sintiendo, la pérdida que él estaba sintiendo. Mira el versículo 9 del capítulo 4 de 2.ª Timoteo.
Él le dice a Timoteo: «Procura venir a verme pronto». Te extraño. Por favor, ven a verme. Necesito tu compañía. Luego él dice por qué. Versículo 10: «Pues Demas me ha abandonado, habiendo amado este mundo presente, y se ha ido a Tesalónica. Crescente se fue a Galacia y Tito a Dalmacia».
Parece que todos sus conocidos y en los que él confiaba por varias razones, todos ellos lo abandonaron; algunos porque habían recaído espiritualmente, y otros tal vez por razones legítimas.
Luego Pablo dice en el versículo 11: «Solo Lucas está conmigo. Toma a Marcos…». Recuerdas que Juan Marcos fue el que le causó algunos problemas al apóstol Pablo, en su primer viaje misionero, y no fue un obrero fiel. Pero en ese momento, Juan Marcos demostró lo contrario, entonces Pablo dice: «Me gustaría tenerlo conmigo».
En los versículos 11 y 12, él dice: «Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio. Pero a Tíquico lo envié a Éfeso». Pablo está siendo muy relacional. Él está diciendo: «Nosotros nos necesitamos unos a otros. Y las personas en las que más busqué camaradería, consuelo, compañerismo…no están aquí».
Luego, él dice en el versículo 13: «Yo tengo algunas necesidades esenciales». «Cuando vengas, trae la capa que dejé en Troas con Carpo, y los libros, especialmente los pergaminos».
En el versículo 14, continúa diciendo: «Alejandro, el calderero, me hizo mucho daño; el Señor le retribuirá conforme a sus hechos». Y mira el versículo 16: «En mi primera defensa [mi primer juicio] nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron».
Aquí vemos la descripción de un hombre que se está sintiendo muy solo.
- Él está en una cárcel romana, que no era un hotel, ni un palacio. No era nada cómodo.
- Él está separado de otros creyentes.
- Él está sufriendo por causa de su fe.
- Él está enfrentando la muerte.
Pongámonos en la situación de Pablo. Él está solo. Él necesita a alguien que lo ayude a fortalecer su fe.
Y por supuesto, él conocía al Señor y confiaba en el Señor. Pero Pablo no era un llanero solitario. Dios no nos creó para estar solos. Nos hizo para que necesitáramos la comunidad de fe.
Ahora, si tú estás sola en la celda de una prisión, por así decirlo, y no tienes a nadie, Dios será suficiente para suplir tus necesidades. Pablo nos dice cómo «El Señor estuvo conmigo [refiriéndose a él] y me fortaleció». Dios también es compasivo y traerá a otras personas a nuestras vidas, quienes son Sus pies, manos y brazos, para que nos den un abrazo o nos digan palabras de aliento.
Eso era lo que Onesíforo había sido para Pablo.
Y volviendo al capítulo 1 de 2.ª Timoteo, Pablo le dice a Timoteo: «Cuando todos los demás me abandonaron, hubo una persona que sobresalió de los demás, uno que fue diferente, uno que nado contra la corriente. Él, Onesíforo, nadó contra la corriente para servirme a mí. No fue fácil. Requirió esfuerzo, pero él lo hizo. » (2.ª Tim. 1:15-18).
En su condición de prisionero, Pablo tenía necesidades personales, relacionales, emocionales, necesidades prácticas y esenciales. Para él era muy importante, así como lo es para nosotras a veces, saber que él le importaba a alguien lo suficiente como para llenar esas necesidades.
Pablo dice: «Onesíforo…muchas veces me dio consuelo y no se avergonzó de mis cadenas. Todos los demás lo estaban. Todos se fueron; todos me abandonaron. La gente tenía miedo de asociarse conmigo. Pero no Onesíforo. Él muchas veces me refrescó, me dio consuelo. Él no se avergonzó de mis cadenas».
Onesíforo no tenía temor al hombre. Él no estaba buscando la aprobación de los demás. A él no le preocupaba lo que los demás llegaran a pensar. A pesar del peligro, él le tendió la mano al apóstol Pablo. Y pesar de todo lo que le pudiera costar a él personalmente o a su familia, él ayudó al apóstol Pablo en medio de su aflicción.
La Nueva Biblia de las Américas dice: «Él muchas veces me dio refrigerio». Una versión en inglés dice «me refrescó» (2.ª Timoteo 1:16). Suena refrescante, ¿no es así? Es una palabra que significa «enfriar; refrigerar o refrescar algo con aire frío, como cuando el cuerpo está acalorado». Si te tomas un vaso grande con agua fría, te refresca. Significa, en ese sentido figurado: «Aliviar cuando alguien tiene una aflicción; refrescar a alguien».
Pablo está diciendo: «Onesíforo fue para mí como un vaso grande de agua fría en un día caluroso y húmedo». Es como entrar a una sala con aire acondicionado cuando has estado trabajando afuera, en un día caluroso de verano. Él era como un soplo de aire fresco. Eso era Onesíforo. Y puedes sentir cómo su presencia animó, alegró, y fortaleció al apóstol Pablo en su aflicción.
No sabemos específicamente cómo Onesíforo hizo eso. Tal vez es mejor que no lo sepamos, porque así nos podemos imaginar muchas maneras en las que él pudo haber sido una bendición para Pablo, o de las muchas maneras como nosotras podemos refrescar a otros en medio de su necesidad. Tal vez fue el simple hecho de que Onesíforo estuvo ahí presente.
Hay veces, que es bueno saber que alguien está contigo, por ejemplo, cuando tienes problemas de salud en el hospital o has perdido a un ser querido. Y puedo recordar algunas situaciones realmente estresantes en mi vida, y ciertas personas que solo estuvieron ahí en esos momentos conmigo. Ellos simplemente se hicieron presentes y me refrescó el hecho de que vinieron y estuvieron a mi lado. Ellos estuvieron ahí cuando yo tuve una necesidad.
Y no sabemos lo que Onesíforo hizo, pero sabemos que él estuvo ahí. Y eso puede ser muy importante cuando te encuentras en un momento difícil. Tal vez él hizo algo más que eso. Tal vez le trajo regalos a Pablo; quizás suplió sus necesidades esenciales, o quizás oró con Pablo, oró por él, le dijo palabras de aliento. Yo supongo que si ellos estuvieron juntos, él le dijo algo. Y lo que le haya dicho, para Pablo fue refrescante.
Algunas personas se acercan cuando estás en un momento de dificultad, pero no son necesariamente personas que te refrescan. A lo que me refiero es que hay personas que sería mejor que no estuvieran ahí, porque simplemente no son muy alentadoras, sino que resultan ser todo lo contrario.
Lo que sea que Onesíforo dijo o hizo cuando él se fue, hizo que Pablo dijera: «Me siento mucho mejor. Me siento refrescado, animado. Me alegro de que él estuvo aquí». Es muy probable que Onesíforo le brindara hospitalidad a Pablo cuando él vivió en Éfeso. Y Pablo recuerda los muchos servicios que le brindó en Éfeso.
Así que él ya había ministrado a Pablo años antes en Éfeso, pero lo hizo una vez más, ahora más recientemente, cuando Pablo estuvo encarcelado en Roma.
Y mientras estudiaba este pasaje, leí una frase célebre de Crisóstomo, quien, en el siglo cuarto, fue obispo y predicador en Siria y Constantinopla. Él fue uno de los primeros padres y escritores de la iglesia primitiva.
Él dijo: «Tales deben ser los fieles. Ni el temor, ni las amenazas, ni la desgracia, deberían disuadirlos de asistir a los demás, apoyándolos y ayudándolos».
Y por cierto, esa era una de las marcas de la iglesia primitiva: a pesar del costo que implicaba ser cristiano, o el costo de asociarse con el pueblo de Dios, estos creyentes velaban los unos por los otros. Ellos se ayudaban mutuamente. Se ministraban mutuamente cuando estaban en prisión y en momentos de gran dificultad.
Y son muchas las veces el Señor ha usado diferentes personas a lo largo de los años para ser un Onesíforo en mi vida, para refrescarme con su presencia, con sus palabras, con una nota de aliento. Ese líder cristiano, quien me escribió esa nota inesperada, obviamente fue porque el Señor puso eso en su corazón. Él se tomó ese tiempo de sentarse y escribir esa nota a mano para decirme: «Estoy muy agradecido por lo que haces».
Y esa frase que él dijo en la carta: «Continúa edificando el muro y no te des por vencida». Él no sabía lo mucho que yo necesitaba escuchar esas palabras para motivarme en la obra que el Señor me ha llamado hasta este día. El día que yo recibí esa carta, ¡fue tan refrescante! Fue como un soplo de aire fresco, como un enorme vaso de agua fría que ministró mi espíritu.
He tenido algunas personas que lo han hecho con una sopa; otras, con notas; otras, con flores. Piensa en algunos de esos «Onesíforos» en tu vida y piensa cómo ellos te han refrescado, a veces estando en silencio, a veces hablando, a veces orando cuando no tienes las fuerzas para orar. Ellos vienen a tu lado, y sencillamente te dicen: «Déjame orar por ti. Déjame orar contigo».
Pablo dice: «Él con frecuencia me refrescó [me dio consuelo]». Eso no fue tan solo una vez. Onesíforo estuvo conectado a la vida del apóstol Pablo por largo tiempo. A veces Dios trae personas a nuestras vidas, y es solo por un momento; es un encuentro breve, y puede ser una gran bendición.
Pero también estoy muy agradecida por las personas que han estado en mi vida por largo tiempo. No son muchas, solo unas pocas. No significa que tengo mucho contacto con ellas necesariamente. Por ejemplo, tengo una amiga con la que hablo por teléfono, probablemente cada dos o tres semanas. Y cuando nosotras hablamos, yo siempre me siento refrescada y animada.
Nosotras nos conocemos desde hace décadas y seguimos en contacto, y cuando hablamos, seguimos con la conversación que dejamos la última vez. A veces, aunque hayan pasado varias semanas y no hayamos podido hablar, nos conectamos inmediatamente.
Y aunque esta amiga no sepa lo que está sucediendo en mi vida, ella generalmente dice algo que me va a animar; que me va a refrescar, que me va a fortalecer. Y también he tenido el privilegio de hacer lo mismo por ella, muchas veces. Es algo mutuo. Ella en muchas oportunidades me ha refrescado. Y por la gracia de Dios, creo que yo también he podido refrescar y alentar su corazón en varias ocasiones.
Ahora, permíteme hacer un par de observaciones y luego continuaremos con la vida de Onesíforo en nuestro próximo episodio. Cuando estaba meditando en este pasaje, me di cuenta de que las personas que tú crees que no necesitan aliento, son, de hecho, las que más lo necesitan y lo aprecian.
¿Alguna vez hubieras pensado que el apóstol Pablo podría haber necesitado a alguien así en su vida? Tú pensarías que el apóstol Pablo estaría haciendo eso por otras personas. Incluso quizás pensarías: «Él es tan espiritual, tan piadoso, tan importante. ¿Por qué necesitaría algo así?». Bueno, a veces suponemos que las personas maduras y piadosas, personas que nosotros respetamos, seguramente no necesitan a un Onesíforo en sus vidas.
No asumas que algunas personas no necesitan un Onesíforo. Tú podrías pensar que ellos tienen todo tipo de recursos de apoyo. Pero no sabes por lo que están atravesando. No sabes lo que tu pastor o su esposa están experimentando. Tal vez ellos necesitan a alguien que esté a su lado. Todos los que han sido parte de sus vidas, por alguna razón, se han ido por algún tiempo.
Incluso, podrías pensar: Todos están haciendo esto por ellos. No asumas eso. No supongas que ellos no necesitan una palabra de aliento. No asumas que alguien más está llenando esa necesidad. Pídele a Dios que te muestre a quienes Él quiere que tú les ministres, alientes y fortalezcas, aunque sean líderes cristianos y pienses que no lo necesitan. Te sorprendería saber lo mucho que ellos necesitan y aprecian eso, o lo oportuna que puede ser una nota o una palabra de aliento.
Y si tú tienes un Onesíforo en tu vida, y yo espero que así sea, estás de acuerdo conmigo que no podemos imaginar la vida sin esa persona. Y no necesariamente la tenemos a cada momento. Onesíforo no se fue a vivir a la cárcel con Pablo. Hubo momentos en los que Pablo tuvo que salir adelante sin Onesíforo. Pero él siempre anhelaba tenerlo a su lado. Él recordaba esos momentos que fueron de gran bendición.
Y si tú tienes personas así en tu vida, dale gracias a Dios por ellos. Diles que aprecias su apoyo. Ellos tal vez se preguntarán: ¿Estoy haciendo alguna diferencia?
Luego de recibir esa carta, yo me senté y le escribí una nota a ese líder cristiano y a su esposa. Y, por cierto, recibí una nota de su esposa una semana después, y no sé si él supo que ella me escribió. Ella me envió un CD con música que ella sabía que sería de mi agrado, ¡y ella estaba en lo correcto!
Aunque casi nunca los veo, me senté y les dije a los dos en la carta: «Yo no sé cómo ustedes lo supieron, pero Dios sabía la bendición tan grande que sus notas serían para esta sierva del Señor. Gracias por ser sensibles al Señor. Esto me motiva a ser también sensible al Señor».
Y así como Pablo, también agradece, reconoce, y expresa gratitud a Dios por haber traído personas así a tu vida.
Débora: Puede que la enseñanza de hoy te haya hecho pensar en alguna persona que necesita ser fortalecida. Espero que actúes y le muestres que ella es importante para ti. Nancy regresará en un momento para orar.
Pero antes, queremos expresar que, como ministerio, estamos muy agradecidos por aquellas personas que nos han escrito contándonos cómo Aviva Nuestros Corazones y las enseñanzas de Nancy han fortalecido su andar con Cristo. Recientemente, recibimos este mensaje:
«¡Hola, Dios les bendiga! Para mí ha sido de gran bendición este ministerio, pues me ha ayudado a enfocarme en mi ministerio principal como mujer: esposa, madre y ama de casa. En estos tiempos se ha perdido ese enfoque y le doy gracias a Dios porque ustedes están siendo usadas para avivar nuestros corazones en esa dirección. ¡Muchas gracias!»
¡Amamos a nuestras oyentes, y apreciamos su sintonía! Conectarnos con ustedes es posible gracias a todas aquellas que creen en la misión de Aviva Nuestros Corazones. Sus oraciones y donaciones, nos ayudan a continuar ofreciendo las enseñanzas de Nancy, recursos fiables, y muchas más cosas que puedes encontrar en AvivaNuestrosCorazones.com.
Si Dios ha usado este ministerio en tu vida, te invito a que le preguntes al Señor en oración: «Padre, ¿quieres que sea parte de lo que estás haciendo a través de este ministerio?». Visítanos en AvivaNuestrosCorazones.com y apóyanos por medio de donaciones mensuales u ofrendas especiales. ¡Gracias por considerar ser parte de lo que Dios está haciendo a través de Aviva Nuestros Corazones!
Y quiero aprovechar el tema que hemos tocado el día de hoy y del que estaremos hablando en esta serie, para recomendarte el devocional de 30 días de Aviva Nuestros Corazones titulado: «Unos a otros». Este devocional de 30 días te guiará a poner en práctica el amor que Dios ha revelado, centrándolo en cuatro áreas específicas: actitud, presencia, comunicación y acciones. Cada día encontrarás un mandamiento de «unos a otros» para reflexionar, un devocional que profundiza en su significado, así como preguntas y pasos prácticos para hacerlo personal.
Imagínate que estás en una gran ciudad tratando de encontrar a un amigo que está en la cárcel. No sabes en cuál de las muchas cárceles de la ciudad él está, así que vas a necesitar una increíble y persistente actitud de sierva para encontrarlo. Escucharás parte de esta historia en el próximo episodio aquí, en Aviva Nuestros Corazones. ¡Te esperamos! Ahora, aquí está Nancy para orar.
Nancy: Señor, yo te pido que a través de esta serie nos ayudes a descubrir cómo podemos fortalecernos las unas a las otras, cómo ministrarnos gracia las unas a las otras. Gracias, Señor, por esas queridas y preciosas amigas que Tú has puesto en mi vida, quienes me han refrescado muchas veces. Te pido que las llenes de Tu gracia y de Tu misericordia y que las bendigas hoy.
Y Señor, ayúdanos a ser esa clase de persona. Mientras estudiamos esta serie, te pido que pongas en nuestros corazones el anhelo de ayudar a alguien y ser una bendición para esa persona. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Adornando el evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la series de podcast.
Únete a la conversación