Manos que controlan o manos que se rinden
Débora: Como esposa, Shannon Popkin, se ha enfrentado a muchas ocasiones en las que ha sido tentada a controlar a su esposo, pero también ha descubierto el gozo de ceder ese control al Señor.
Shannon Popkin: Dios me ha bendecido cada vez que dejo que mi esposo dirija y cada vez que escojo rendirme. Dios ha transformado mi corazón y me ha dado contentamiento. Eso es lo que el Señor hace cuando nos rendimos a Él.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Rendición: El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 29 de julio de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, esta semana estamos abordando un tema con el que luchamos, tanto nosotras como mujeres y los hombres también, y no quiero dejarlos fuera. Sin embargo, pienso que, como mujeres, luchamos con esto …
Débora: Como esposa, Shannon Popkin, se ha enfrentado a muchas ocasiones en las que ha sido tentada a controlar a su esposo, pero también ha descubierto el gozo de ceder ese control al Señor.
Shannon Popkin: Dios me ha bendecido cada vez que dejo que mi esposo dirija y cada vez que escojo rendirme. Dios ha transformado mi corazón y me ha dado contentamiento. Eso es lo que el Señor hace cuando nos rendimos a Él.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Rendición: El corazón en paz con Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 29 de julio de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, esta semana estamos abordando un tema con el que luchamos, tanto nosotras como mujeres y los hombres también, y no quiero dejarlos fuera. Sin embargo, pienso que, como mujeres, luchamos con esto de diferentes maneras y en diversos grados. Y hemos estado hablando sobre ese deseo de controlar nuestras circunstancias, a las personas, las situaciones que nos rodean, el resultado de nuestras vidas, arreglarlo todo y hacerlo bien.
He estado conversando con nuestra invitada, Shannon Popkin. Ella es autora de un libro que ha sido muy útil para mí, y creo que también lo será para muchas otras mujeres, y se titula: ¡No seas una mujer controladora!
Y puede que al escuchar este título pienses: Eso es para alguien más. Yo no soy así. Sin embargo, cuando comienzas a leer el libro y a reflexionar sobre esto, te darás cuenta de que hay mucho de una mujer controladora en ti, más de lo que te imaginas.
Y el subtítulo del libro es «Siete mujeres de la Biblia que te enseñan…», y esa última palabra, enseñan, implica que es algo que tenemos que aprender y que no surge de forma natural. «Siete mujeres de la Biblia que te enseñan a rendir…», esa es una gran palabra que se usa en este libro, Shannon. Hablaremos sobre eso en un momento).
La última parte del subtítulo es: «…el control a Dios». El control es realmente una carga cuando sentimos que todo recae sobre nosotras, ¿verdad?
Shannon: Sí, definitivamente.
Nancy: Y has hablado de algunas lecciones sobre cómo renunciar a la carga del control basándote en lo que has aprendido de esas siete mujeres de la Biblia.
Shannon: Así es.
Nancy: Y hay mucho más que podríamos aprender acerca de ellas. Estas son solo unas pocas historias y veremos dos de ellas.
Shannon: Correcto.
Nancy: Tú hablas de siete de estas mujeres, y veremos una de ellas hoy y otra en el episodio de mañana. Pero, antes, quiero hablar sobre una situación que describes en tu libro, porque me pareció muy conmovedora.
Te escuché describirla cuando estabas sentada en un estudio bíblico con un grupo de mujeres y les preguntaste por las cargas que llevaban en su corazón. Cuéntanos lo que compartieron y cómo eso te impactó.
Shannon: Les pedí que compartieran una petición de oración relacionada con un algún problema en sus matrimonios. Pensé que tal vez escucharíamos sobre algunas dificultades en la crianza de los hijos o en el matrimonio. Pero, en cambio, cada mujer que estaba allí compartió acerca de una madre muy controladora o una suegra muy controladora.
Y mientras compartían, sentí que Dios me estaba hablando porque había comenzado a pensar sobre mis propios problemas de control y a ver la tensión que mi deseo de control estaba generando. Sin embargo, hasta ese momento, solo lo había considerado a corto plazo.
Estaba pensando en cómo ese deseo de controlar estaba afectando mis relaciones en el presente, en este momento concreto. Pero no había considerado el impacto a largo plazo ni me había detenido a pensar en cómo todo esto afectaría a la persona en la que me convertiría, y cómo podría influir en mis relaciones con mi familia en el futuro.
Después de que todas esas mujeres compartieran ese día, me incliné hacia la mesa y dije: «Hermanas, ¿cómo nos aseguramos de no convertirnos en ese tipo de mujer? Hemos escuchado todas esas historias de mujeres que, aunque no tuvieran la intención de ser una carga ni intentaran crear tensión y confusión en sus relaciones, su deseo de control era como una carga sobre los hombros de sus hijas y sus nueras. ¿Cómo podemos evitar convertirnos en ellas?».
Nancy: Para que, a partir de ahora, veinte años más adelante, no sean nuestras hijas quienes estén poniendo estas peticiones de oración.
Shannon: Exactamente. Entonces, ¿cómo nos aseguramos de que eso no suceda? No creo que nadie tenga la intención de convertirse en una mujer así, pero estoy convencida de que si doy rienda suelta a ese deseo de control que brota dentro de mí, me convertiré en una mujer controladora. Es algo inevitable. Y creo que es un problema que hace metástasis lentamente con el tiempo sin que nos demos cuenta.
Así que, a menos que escojamos de manera consciente tomar un camino distinto, es decir, la rendición, pienso que con el tiempo nos volveremos más y más controladoras. Dios simplemente nos deja tomar nuestro propio camino de egoísmo.
Nancy: Y eso es lo peor que nos puede pasar, que Dios nos deje seguir por ese camino.
Shannon: Totalmente.
Nancy: Y durante años, Shannon, no pensabas realmente en los problemas de control como tu lucha particular, sino que te identificabas más con un problema de ira.
Shannon: Exacto.
Nancy: No veías la conexión entre eso y el control. ¿Cuándo empezaste a verlo con más claridad?
Shannon: Bueno, creo que la ira era lo principal en lo que pensaba. Leía libros sobre la ira y les pedía a mis amigas que oraran por mí.
Un día iba en el carro escuchando la radio, y una mujer hablaba de que hay pecados como la ira, la ansiedad, el miedo o el perfeccionismo, que son evidentes o más visibles porque podemos verlos en nuestros corazones. Ella dijo que a veces hay un pecado más profundo, uno profundamente arraigado, que está alimentando a estos otros pecados.
Nancy: Pero que tal vez no es tan fácil de identificar.
Shannon: Correcto. No es tan fácil de identificar. Incluso mencionó el pecado del control. En un instante, supe que ese era mi problema, que mi ira provenía de este deseo profundamente arraigado de tener el control.
Entonces aprendí a hacerme estas preguntas para conectar las dos cosas, porque me resultaba muy fácil ver mi ira. Cuando sentía que aumentaba la ira, o la ansiedad, o estas otras emociones negativas, empecé a preguntarme: «¿Hay algo que estoy tratando de controlar en esto?».
Nancy: O de controlar a alguien.
Shannon: Exactamente. O quizás: «¿Siento que estoy perdiendo el control de alguien o de una situación?».
La mayoría de las veces el control era la raíz, el problema principal. Y hasta que no empecé a lidiar con mi problema de control, no pude controlar mi ira.
Así que invito a las mujeres a que empiecen a observar esas emociones que salen a la superficie, que son visibles, y a preguntarse: ¿Podría ser el control el problema más profundo que esté alimentando a otros problemas más fáciles de ver?
Nancy: Así es.
Ahora, cuando hablamos del tema del control, especialmente en la crianza de los hijos, en el hogar, o en el lugar de trabajo, podría parecer que estamos diciendo que hay que ser irresponsables y dejar que todo fluya; lo que será, será. Pero eso no es lo que estamos diciendo, y eso tampoco es lo que dice la Palabra de Dios.
Y Shannon, tú hablas de un principio que aprendiste de otro escritor que escribió un libro sobre la paternidad que te ha sido muy útil. Y que también fue útil para mí mientras lo leía. Hablas de dos tipos de problemas.
Shannon: Sí.
Nancy: Explícanos un poco sobre ellos.
Shannon: Por supuesto. En mi libro, hago referencia al Dr. Tim Sanford, que escribió un libro llamado Loosing control and liking it (en español sería, Perdiendo el control y disfrutándolo). Es un libro para padres. Divide toda la vida en dos categorías: a un lado de la línea están las cosas que puedo controlar, y al otro lado de la línea está todo lo demás.
Nancy: Y de esa manera identificas lo que puedes controlar y lo que no puedes controlar. Entonces, ¿cómo manejas esas dos situaciones diferentes?
Shannon: El Dr. Sanford sugiere que tenemos dos maneras de responder. Imagínate, por un lado, juntando las manos y sosteniendo en ellas la responsabilidad por ti misma, en lo que puedes controlar. Y en el otro lado, respecto a todas las cosas que no puedes controlar, imagínate levantando las manos en rendición y oración, y entregándole a Dios todas las cosas que no puedes controlar.
Lo que he aprendido sobre mí misma, y de otras mujeres controladoras, es que tendemos a hacer exactamente lo contrario. En lugar de levantar las manos en señal de rendición, intentamos tomar el control.
Nancy: Porque sentimos que estamos perdiendo el control o que hay algo que no podemos controlar.
Shannon: Sí, absolutamente. Luego, él dice que la otra categoría es que, en lugar de mantener el control de nosotras mismas…
Nancy: Y asumir nuestra responsabilidad.
Shannon: Tendemos a tirar eso por la ventana. Perdemos el control de nosotras mismas, especialmente en el área de la ira y la ansiedad, precisamente porque no tenemos control sobre nosotras mismas.
Y existe algo de ironía en eso. En lugar de tomar el control de nosotras mismas, lo cual podemos hacer, estamos perdiendo el control, y estamos tratando de controlar lo que no podemos.
Nancy: Y eso realmente requiere cambiar la forma en que pensamos, porque nuestro comportamiento no va a cambiar. Nuestra ira o nuestra ansiedad, las cosas que fluyen de tratar de controlar cosas que no podemos controlar, no seremos capaces de cambiar eso si no cambiamos la forma en que pensamos.
Entonces, Shannon, ¿cómo has visto a Dios llevar a cabo este tipo de proceso en tu propia vida? Y sé que ese proceso no ha terminado, sino que es algo continuo. Pero, ¿cómo esto te ayuda a entregarle a Dios las cosas que necesitas soltar, para poder levantar tus manos en oración sobre esas cosas, y, aun así, asumir la responsabilidad sobre aquellas cosas que no puedes controlar?
Shannon: Creo que a veces ayuda pensar de esta forma: «¿En qué categoría encaja esto? ¿Es algo sobre lo que tengo influencia? ¿Es algo en lo que puedo asumir la responsabilidad de una parte de la situación? ¿Qué partes necesito poner en esa otra categoría y entregar el control a Dios?».
Quiero hablar por un momento sobre la crianza de los hijos
Nancy: Oh, sí, por favor, hazlo.
Shannon: Creo que este es un tema que siempre surge en las conversaciones: ¿Cómo se maneja todo este tema? Porque que las buenas madres controlamos a nuestros hijos. Entonces, lo que quisiera decir con respecto a la crianza es: cuando te entregan a tu bebé recién nacido en el hospital, ten en cuenta que ya tienes mucha influencia sobre él.
Nancy: Correcto.
Shannon: Pero cuando llega el momento en que se gradúan de la secundaria, en gran parte ya debes levantar tus manos en señal de rendición.
Nancy: Y orar fervientemente
Shannon: ¡Orar fervientemente! Tengo una hija que es estudiante de primer año en la universidad, y, ¡wow!, paso mucho tiempo orando por ella. Pero todos esos años intermedios, desde que nuestros hijos nacen hasta los dieciocho años, debemos pasar de controlar, y querer tener todo en nuestras manos, a levantarlas en rendición.
Se necesita mucha sabiduría en las pequeñas situaciones de la vida, por ejemplo: cuando nuestros hijos quieren elegir su propia ropa a los 7 años, ¿es algo de lo que yo debería ser responsable o es algo que debo entregar a Dios en oración?
Otra forma para pensar con sabiduría es: si todavía puedes sostener a tu hijo en tu regazo, entonces deberías hacerlo casi siempre. Pero si no puedes hacerlo, o tu hijo o tu hija es demasiado independiente para querer sentarse en tu regazo, entonces tienes que trabajar de verdad en levantar tus manos en señal de rendición.
Nancy: Lo cual no significa que te conviertas en un padre o una madre autoritarios.
Shannon: No es así.
Nancy: Estoy pensando en una hermana con cinco hijos que ahora son jóvenes adultos. Pero cuando ellos eran pequeños y adolescentes, e incluso como adultos jóvenes en ese momento, hubo muchas situaciones en las que ella no estaba segura de cuánta influencia tenía sobre ellos como madre.
Anoche estuvimos hablando por teléfono hasta tarde. Y ella me decía: «En esta situación con este hijo, o en esta otra situación con este hijo, ¿cuánta influencia ejerzo como madre?». Eso requiere mucha sabiduría, ¿y de dónde viene la sabiduría?
Shannon: Viene del Señor.
Nancy: Viene del Señor, y por meditar en la Palabra de Dios.
Shannon: Así es.
Nancy: Hablemos ahora de cómo eso nos permite enfrentar esta rendición en los momentos adecuados, mientras que, al mismo tiempo, nos aferramos a nuestra responsabilidad cuando debemos hacerlo.
Shannon: Creo que la rendición solo es posible cuando nos recordamos a nosotras mismas lo que es verdad sobre Dios, porque si creemos la mentira de que Él no nos ve, de que no se preocupa por nosotras y de que no tiene el control, entonces no le vamos a ceder el control, sino que…
Nancy: …Lucharemos por tenerlo.
Shannon: Exacto. Vamos a tratar de mantener el control. Entonces, al meditar en lo que es verdad, el hecho de que Dios tiene el control, que Él nos ve y que se preocupa profundamente por los detalles de nuestras vidas, solo al meditar en todo eso, nos preparamos para hacer frente a las cosas que tendremos que enfrentar en las próximas veinticuatro horas, o en los próximos veinticuatro años, o lo que sea; las cosas que enfrentaremos y que no podemos controlar.
Por eso creo que tenemos que prepararnos mental, espiritual y emocionalmente con la meditación en la Palabra de Dios, ya sea por la mañana o a medida que avanzamos en el día. La meditación en la Palabra construye un puente entre lo que decimos que creemos y cómo vivimos en realidad.
Nancy: Así es.
Shannon: Pero ¿cuántas veces decimos que Dios tiene el control y, sin embargo, vivimos como si nosotras tuviéramos el control? Hablamos de eso anteriormente.
La meditación en la Palabra nos ayuda a crear nuevos surcos en nuestra mente, de modo que cuando nos enfrentamos a algo que no podemos controlar, nuestro corazón corre más fácilmente hacia la verdad, y somos capaces de recordarnos las verdades de Dios a nosotras mismas y decir: «Esta mañana me recordé a mí misma que el Señor me ama. Él me ve. Él tiene el control sobre los pequeños detalles de las cosas que estoy enfrentando hoy. Así que puedo confiar en Él».
Nancy: Si habláramos con tu esposo, y le dijéramos: «Describe a Shannon cuando estaban recién casados y cómo este tema del control se expresaba en su hogar, y cómo ves a Shannon ahora, veinte años después, respondiendo a las circunstancias». Y aunque no todo era malo en ese entonces, y no todo es perfecto ahora, ¿cómo crees que tu esposo describiría la transformación que Dios ha estado produciendo en tu vida? ¿Qué se ve diferente en ti?
Shannon: Bueno, para empezar, lo estoy invitando más a que participe en este proceso en el que Dios me tiene.
Nancy: Exacto.
Shannon: También creo que estoy un poco más relajada en cuanto a mis ideas de cómo debe ir todo en nuestra familia y nuestro hogar. Estoy un poco más dispuesta a adaptarme a lo que piensa mi esposo sobre cómo debemos pasar el fin de semana, o cómo debemos gastar nuestro dinero, o cómo debemos criar a nuestros hijos.
Nancy: Lo cual no significa que no interactúes con él en ese sentido.
Shannon: Correcto.
Nancy: Y creo que algunas mujeres podrían estar pensando: Has cedido el control, y ahora no tienes nada que decir ni opinar.Eso no suena como Shannon para mí.
Shannon: ¡Sería muy difícil para mí no decir ni opinar nada!
Nancy: Y en realidad eso ni siquiera es lo que Dios pide.
Shannon: No, no lo es. Y tampoco estoy sugiriendo que una esposa no debe dar sus sugerencias o su opinión a su esposo.
Nancy: Entonces, ¿qué haces de manera diferente ahora?
Shannon: La oración. Creo que todo comienza con la oración. Quizás no hablar tanto, sugerir algo una sola vez, esperar un poco y luego traer la conversación de nuevo.
Recuerdo que cuando era una joven esposa, al principio de nuestro matrimonio, empecé a hablar con mi esposo sobre nuestra cocina, porque yo sentía que nuestra cocina era demasiado pequeña.
Nancy: Tú y también algunas otras mujeres.
Shannon: Probablemente.
Yo tenía una solución para esto: pensé que debíamos construir un anexo en la parte de atrás de nuestra casa.
Cuando nos mudamos por primera vez a esa casa, le dije a mi esposo que era mi casa de ensueño, pero ahora le decía que era mi sueño ampliar la casa. Así que hablaba, hablaba y hablaba de la ampliación, probablemente a diario. Incluso hacía dibujos de la ampliación y le añadía detalles, y todo lo demás.
Pero mi esposo no decía mucho, sino que estaba un poco callado al respecto. Al final me dijo: «Está bien, cariño, tal vez podamos empezar a ahorrar para esto. Veo que es muy importante para ti, es un sueño para ti. Así que empezamos a ahorrar para esta ampliación».
Luego me dijo: «Quizás en cinco, seis, siete u ocho años tengamos dinero suficiente para esta ampliación».
Y entonces pensé: Bueno, está bien. Al menos estamos empezando. Pero toda esa cantidad de años, yo necesitaba…
Nancy: … Necesitabas acortarlos.
Shannon: Sí, acortarlos. Empecé a buscar maneras de impulsar este plan.
Comenzamos a ahorrar dinero sobre una base anual. Y alrededor de tres años ahorrando, recibimos un regalo inesperado de los padres de mi esposo. Luego, un par de días después, recibimos una devolución de impuestos inesperada. Después, mi esposo recibió un bono. ¡Todo en la misma semana!
Y, sorprendentemente…
Nancy: Todos ellos estaban contribuyendo para la ampliación. ¿Verdad?
Shannon: ¡Ojalá hubiera sido así! Incluso pensé: Esto es providencial. Porque, al sumar esos tres cheques, compensaban exactamente lo que faltaba en nuestro pequeño fondo.
Luego mi esposo me dijo: «Cariño, salgamos a cenar como una especie de celebración y hablemos de cómo vamos a gastar el dinero». Así que en mi pequeña mente pensé: ¡Oh, al parecer él no sabe que puedo sumar! Ya lo tenía todo planeado.
Así que salimos a cenar, él estaba sentado frente a mí, y tenía una gran sonrisa de oreja a oreja. Y yo pensé: ¡Él está a punto de decirme que podemos hacer la ampliación! Incluso estuve a punto de llamar al constructor antes de salir a cenar, pero decidí esperar un poco.
Mi esposo me pasó una hoja con sus cálculos, y yo dije: «¿Qué es esto?». Tomé el papel, lo leí y vi que había muchas cosas diferentes en todo el tema de la ampliación: misiones y organizaciones ministeriales sin fines de lucro. También había muchos números al lado de cada cosa. Y yo solo pensé: Esos son números muy grandes.
Continué haciendo un escaneo de toda la hoja y el corazón se me fue a los pies. Cuando vi la suma total, muy abajo en la hoja, tenía el número más pequeño al lado, el mismo número del año anterior.
Nancy: Él estaba planeando cómo ofrendar ese dinero.
Shannon: Exacto. Y cuando volví a mirarlo a los ojos, me di cuenta de dos cosas: en primer lugar, él ni siquiera había considerado este dinero para la ampliación. Y, en segundo lugar, no tenía ni idea de que yo contaba con ello.
Así que ese fue un momento crucial. ¿Sería una esposa tierna y sumisa? Tal vez podría dar mi opinión. ¿O iba a ser una mujer controladora?
Tristemente, opté por lo segundo. Me incliné hacia delante y recuerdo que le dije (con un tono áspero): «¿Sabes que no está mal que gastemos nuestro propio dinero?».
Siempre queremos que Dios guíe a nuestros esposos y use a nuestros esposos, y normalmente yo diría eso. Quiero que mi esposo escuche a Dios. Me encanta el hecho de que él tenga el don espiritual de dar y que se deleite en dar. Pero en ese momento, yo no quería que él escuchara a Dios. Yo quería que me escuchara a mí.
Nancy: ¡Wow!
Shannon: Ese es un lugar peligroso para estar como esposa. Muchas veces sentimos que podemos hacer un mejor trabajo de tomar el mando, tomar el volante de nuestras familias.
Nancy: Y eso es algo que resulta interesante. Permítanme aquí hacer un paréntesis. Cuando llegamos a Génesis, capítulo 3, Dios le dice a Adán: «Porque escuchaste la voz de tu esposa, cometiste este pecado».
Shannon: Correcto.
Nancy: Ahora, no estaba mal que Adán escuchara a su esposa.
Shannon: No.
Nancy: Pero sí estuvo mal cuando Dios trató de decirle algo diferente a Adán, y, en cambio, Eva contradijo la voz de Dios.
Shannon: Así es.
Nancy: Así que, ahí tienes una situación similar cuando Eva dijo: «Quiero que me escuches a mí en lugar de escuchar a Dios».
Shannon: Exactamente. Y lo vemos de nuevo en la historia de Sara. La frase es casi idéntica. Abraham escuchó la voz de Sarah, y eso nos recuerda lo que Adán hizo con Eva.
Nancy: Y se metió en una situación realmente compleja y difícil. Y hablaremos de eso en nuestro próximo episodio.
Pero ahora quiero saber qué pasó en el corazón, en los ojos y en el espíritu de tu esposo cuando respondiste de esa manera.
Shannon: Él no paraba de decirme: «Cariño, creía que habíamos decidido que planeábamos esta ampliación». Estaba atónito. Mi esposo es un hombre muy tierno y amable. Él no se enojó, sino que dejó que me calmara. Recuerdo que esa noche terminé enojada, seca, callada y dando portazos. Me llevó unos días aceptarlo, ¡porque la ampliación de nuestra casa era algo que deseaba mucho!
Durante tres días, oré y luché con todo esto. Y al final de ese período, puse ese sueño, ese anhelo, y esa esperanza sobre el altar, y dije: «Dios, no quiero ser la esposa horrible y controladora en la que me estoy convirtiendo».
Me comprometí ante el Señor a no volver a sacar el tema de la ampliación. Dios ya sabía lo que yo quería.
Nancy: Dios y tu esposo lo sabían.
Shannon: Así es. El Señor y mi esposo lo sabían. Ken ya sabía que era el deseo de mi corazón. Me propuse, ante el Señor, que no sacaría más el tema.
No recuerdo si pasaron semanas o meses, pero un día recuerdo que mi esposo me dijo en voz baja: «Escucha, no estoy seguro de que esta idea de la ampliación vaya a funcionar. ¿Estarías dispuesta a considerar que nos mudemos a otra casa? Me encantaría que tuvieras el tipo de cocina que quieres, y yo mismo recogeré todas nuestras cosas y nos mudaremos a una nueva casa».
Luego me dijo: «No quiero que suba nuestra hipoteca. Quiero que usemos el dinero que hemos ahorrado. ¿Podrías buscar una nueva casa?». Entonces, yo entré en un sitio de bienes raíces y comencé a buscar en nuestro vecindario y en nuestra comunidad.
Encontré una casa que coincidía con los criterios en nuestro distrito escolar, y esa fue la casa a la que nos mudamos. Tenemos una casa muy cómoda. Nuestra cocina no es enorme, pero es más grande de lo que era.
Dios me bendice cada vez que dejo que mi esposo dirija, cada vez que escojo rendirme. Dios ha transformado mi corazón y me ha dado contentamiento. Eso es lo que el Señor hace cuando nos rendimos a Él. Nos da esperanza. Nos da seguridad. Nos da contentamiento y restaura nuestras relaciones. Él trae la paz y el gozo que esperamos cuando tratamos de tomar el control.
Él nos da todos esos regalos cuando hacemos lo opuesto a tomar el control y nos rendimos.
Nancy: Y todo se trata de la rendición, porque la rendición es lo que transforma nuestra relación con el Señor, con nosotras mismas y con los demás.
Y todo este tema del control y la rendición, no es solo para las esposas y para las madres. No es solo para las mujeres.
Shannon: Correcto.
Nancy: Es para las mujeres y para los hombres; para todos nosotros, como hijos de Dios, para que digamos: «Señor, Tú tienes el mundo entero en Tus manos, y yo voy a dejar que Tú seas Dios. No voy a tratar de jugar a ser Dios. No voy a tratar de ser Dios. Voy a levantar mis manos en rendición a Ti y voy a retener aquello de lo que me has hecho responsable. Voy a buscarte para que me des sabiduría para ser responsable. Y luego, levantaré mis manos en señal de rendición, y soltaré el control».
Tenía un amigo en nuestro ministerio que me decía: «Nancy, cuando tienes algo a lo que aspiras y piensas que es realmente importante, te conviertes, (y esto va a sonar muy feo, porque teníamos el tipo de relación en la que este era un verdadero amigo diciéndome esto) te conviertes en una especie de pitbull, esa raza de perro. Te aferras a algo y no lo sueltas. Cuando tienes alguna preocupación o crees que tienes razón en algo, y puede que la tengas, pon las cartas sobre la mesa y luego quita las manos de encima».
Shannon: Exactamente. ¡Quita tus manos!
Nancy: Y no siempre lo hago. Todavía tengo algo de pitbull en mí a veces. Y ahora que estoy casada, sale de diferentes maneras. Pero cuando soy el pitbull, me hago infeliz a mí misma y a todos los que me rodean. No consigo el final que espero, ese gran final feliz.
Pero cuando quito mis manos, y confío en que Dios es Dios, y confío en Dios para trabajar en la vida de mi esposo, en el ministerio, en nuestros empleados, en mi futuro, y todo lo demás, es increíble lo que el Señor puede hacer y hará cuando se lo permitamos.
Shannon: ¡Totalmente! Hay una transformación que tiene lugar cuando esa es nuestra actitud. No necesitamos un gran acontecimiento en la vida para ser transformadas. Solo necesitamos esta situación, este día, estos niños, este esposo, esta cocina desordenada, este momento. Aquí es donde se lleva a cabo la transformación, de tratar de tomar el control, a ser una mujer que está tiernamente rendida al Señor.
Débora: Hemos estado escuchando una conversación entre Nancy DeMoss Wolgemuth y Shannon Popkin sobre la importancia de confiar en Dios para que controle nuestras vidas. Eso incluye animar a nuestro esposo a liderar. Shannon habla más sobre eso en su libro: ¡No seas una mujer controladora! Te animamos a considerar adquirir este recurso.
Y hoy hablamos de la importancia de obedecer cuando tu esposo toma la iniciativa y lidera, pero, ¿qué cuando nuestro control anula a nuestros esposos? Shannon y Nancy volverán mañana para hablar sobre eso. Regresa con nosotras aquí, a Aviva Nuestros Corazones.
Invitándote a decir: «Sí, Señor», Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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