Nunca dejes de ser diligente
Débora: Hoy en Aviva Nuestros Corazones, el pastor Chris Brooks dirige nuestra atención al hecho de que ¡Jesús regresará pronto!
Pastor Chris Brooks: ¿Cómo debería afectar eso a nuestra manera de vivir? ¡Creo que debería avivar nuestras pasiones! Cristo ya nos ha prometido la victoria. Él quiere que vivamos con la urgencia de conocerle y darlo a conocer.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Incomparable», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 3 de octubre de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En Aviva Nuestros Corazones tenemos un grupo especial de hombres y mujeres que nos ayudan con el liderazgo y se trata de nuestro Consejo Administrativo. Estoy muy agradecida por estos hombres piadosos, seguidores de Cristo, y por cómo dan generosamente de su tiempo, sus oraciones y su sabiduría para ayudarnos a rendir cuentas como …
Débora: Hoy en Aviva Nuestros Corazones, el pastor Chris Brooks dirige nuestra atención al hecho de que ¡Jesús regresará pronto!
Pastor Chris Brooks: ¿Cómo debería afectar eso a nuestra manera de vivir? ¡Creo que debería avivar nuestras pasiones! Cristo ya nos ha prometido la victoria. Él quiere que vivamos con la urgencia de conocerle y darlo a conocer.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Incomparable», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 3 de octubre de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En Aviva Nuestros Corazones tenemos un grupo especial de hombres y mujeres que nos ayudan con el liderazgo y se trata de nuestro Consejo Administrativo. Estoy muy agradecida por estos hombres piadosos, seguidores de Cristo, y por cómo dan generosamente de su tiempo, sus oraciones y su sabiduría para ayudarnos a rendir cuentas como ministerio.
Ellos nos ayudan a saber dónde concentrar mejor nuestra energía y nos animan a administrar mejor los recursos que Dios nos ha confiado. Así que, ¡gracias damos a Dios por nuestro Consejo Administrativo!
Hace un tiempo, en una reunión de los miembros de este Consejo, les pedimos que compartieran con el personal de Aviva Nuestros Corazones durante nuestro tiempo habitual de capilla. El mensaje que estás a punto de escuchar se presentó durante ese tiempo.
Puede que el pastor Chris Brooks te resulte familiar. Él dirige un programa de radio llamado Equipped (que en español sería «Equipados»), y es un gran privilegio y honor contar con él como parte de nuestro Consejo Administrativo. Junto con el presidente del Consejo, Bob Lepine, hubo una pequeña entrevista. Él le hizo unas cuantas preguntas a Chris antes de que abriera la Palabra para nosotros. Aquí les dejo a Bob Lepine y a Chris Brooks.
Bob Lepine: ¿Qué hay en tu corazón ahora mismo cuando miras a la Iglesia? ¿En qué punto estamos como cristianos? ¿Qué cosas está Dios despertando en tu propio corazón?
Pastor Chris: Creo que sobre todas las cosas tenemos que fijar nuestros ojos en Jesús. Chuck Colson dijo una y otra vez: «En última instancia, la salvación no llega volando en un avión presidencial». La política tiene su lugar. Debemos estar comprometidos como ciudadanos, pero nuestra esperanza está en el cielo. La Iglesia necesita modelar una fe en Cristo, quien es donde se encuentra nuestra esperanza.
Es importante ser escuchado en la tierra, pero es mucho más importante ser escuchado en el cielo. Dios necesita que Su Iglesia clame en esta hora. Estoy agradecido de formar parte de un ministerio que lo hace. Aviva Nuestros Corazones lo está haciendo.
Débora: El pastor Chris Brooks acababa de salir de un período sabático de cinco semanas. Él nos compartió que el libro devocional de Nancy sobre la vida de Jesús, titulado Incomparable, fue de mucho ánimo para él.
Pastor Chris: Durante mi período sabático, todas las mañanas leía Incomparable. Este libro ministró mi corazón y el corazón de mi esposa. Tuvimos mucho tiempo para reflexionar sobre la grandeza de nuestro Rey. Cuando reconsideramos la gloria de Jesús, ¡nuestros corazones se calman en tiempos de mucha ansiedad!
Bob: ¿Cuánto tiempo tienes caminando con el Señor?
Pastor Chris: ¡Uf! Desde que tenía trece años, y ahora tengo veintiuno. Así que unos treinta y cinco años.
Bob: Y, aun así, estás volviendo a considerar la grandeza de Dios. Eso nunca pasa de moda, ¿cierto?
Pastor Chris: ¡Nunca pasa de moda! Todos necesitamos el evangelio. El mundo necesita el evangelio. La Iglesia necesita el evangelio, y el pastor necesita el evangelio, una y otra y otra vez.
Bob: Le digo a las personas que tenemos que volver a creer en el evangelio diariamente, porque es el poder de Dios para nuestra continua salvación.
Pastor Chris: ¡Sí, así es!
Nancy: Una de las cosas que más aprecio de Chris es cómo se mantiene arraigado a las Escrituras. Ese día, cuando vino a participar en la reunión, él abrió la Palabra de Dios para todo el personal de Aviva Nuestros Corazones. Y lo que compartió fue tan alentador que quisimos que ustedes, nuestras oyentes, también lo escucharan. Aquí está el pastor Chris Brooks.
Pastor Chris: Quiero dedicar un tiempo a la Palabra de Dios y considerar 1.ª de Pedro capítulo 4. Nos quedaremos allí por un momento.
Pero antes, en esta mañana, quisiera recordarles lo que Pablo escribe en Romanos, capítulo 12, versículo 11. Voy a leerte de la versión Nueva Biblia de Las Américas: «No sean perezosos en lo que requiere diligencia. Sean fervientes en espíritu, sirviendo al Señor». Ahora escucha lo que dice en la Nueva Versión Internacional. Pablo dice: «Nunca dejen de ser diligentes».
He estado pensando en esas palabras durante las dos últimas semanas, en lo que significan para mi vida, para nuestra iglesia y para mi familia, en mi esfuerzo por guiar a mi esposa y a mis hijos.
Y lo que seguía viniendo a mi mente durante esas dos semanas, es que cada vez que abro las redes sociales, una de las grandes cosas de esta época del año es que, en particular, en el mes de agosto, parece que todas las parejas casadas que conozco están celebrando su aniversario. De hecho, dentro de unos días, mi esposa y yo celebraremos veintisiete años de casados, ¡y esa es una gran alegría!
Bueno, sentí una gran curiosidad y me pregunté: ¿cuál es el mes más popular para las bodas? Tuve que buscarlo en Internet, porque puedes confiar en todo lo que ves allí [en tono irónico]. Entré en a un sitio web que promueve las bodas y decía que el mes más popular para casarse es agosto y el menos popular es enero. (Pero no te preocupes si te casaste en enero, ¡todavía puedes tener un buen matrimonio!).
Así que agosto es el mes más popular para las bodas. Cuando llegan los aniversarios, es una oportunidad para renovar nuestros votos, y es una oportunidad, si estás casado, para que te recuerden por qué dijiste «Sí, acepto». Es también una oportunidad para que tú y tu cónyuge vuelvan a comprometerse en perseguirse el uno al otro con pasión.
Es muy triste ver a un matrimonio cristiano que ha dejado de buscarse con pasión y que ha estado viviendo en la rutina.
Quiero leerte una cita de R. C. Sproul, un gran maestro de la Biblia. Él dijo:
«He casado a docenas de parejas cristianas. Todas comienzan con grandes promesas, pero no todas continúan con esas promesas. Desafortunadamente, algunos de estos matrimonios no sobrevivirán. El gran pecado que tiende a llevar a los matrimonios cristianos a la disolución no es lo que muchos pueden suponer. Rara vez es el adulterio, la adicción o el abuso la causa subyacente de que los cristianos busquen el divorcio. El destructor número uno de la mayoría de los matrimonios cristianos es el pecado sutil de la apatía matrimonial».
Piensa en lo que acabo de leer. Nuestros matrimonios tienden a morir cuando dejamos de buscarnos con pasión, cuando nos volvemos apáticos, y cuando nos limitamos a seguir las rutinas. Ahora, no estoy aquí para hablar del matrimonio, aunque la Biblia tiene mucho que decir al respecto. Quiero hablar de la apatía y de cómo vencerla en nuestras vidas, porque creo que el pecado sutil de la apatía no solo puede destruir nuestras relaciones horizontales, sino también nuestra relación vertical.
Hay muchas formas técnicas de definir la apatía, por ejemplo: la apatía es la ausencia de emoción o deseo; de búsqueda o pasión. Creo que una buena manera de definirla es cuando sabes algo con tu cabeza, pero que ya no afecta a tus manos ni a tu corazón, es decir, sabes algo intelectualmente con la cabeza, pero ya no afecta tus manos, cómo vives, ni a tu corazón, cómo amas. Creo que eso describe a muchos cristianos de hoy en nuestra cultura.
No es que haya una falta de conocimiento del hecho de que Jesucristo vino a este mundo, entregó Su vida, resucitó, y que Él es Señor de todo. Pienso que si hiciéramos un examen sobre la vida o el ministerio de Cristo, algunos cristianos lo aprobarían, quizás incluso la mayoría lo aprobaría porque tienen la información, pero tal vez ha dejado de afectar sus manos y sus corazones.
Puede que las personas a las que ministramos se han vuelto apáticas, ¡y por eso, ministerios como Aviva Nuestros Corazones son tan importantes!
Me encanta este ministerio, porque lo que hace es desafiar la apatía y recordarles a las personas que deben vivir con pasión por Cristo. Ahora, ¿de dónde viene esta pasión? Bueno, si estudias el Nuevo Testamento, lo que encontrarás es que la raíz de esta pasión estaba en la urgencia del evangelio.
La urgencia del evangelio es lo que nos permite superar la apatía que a menudo asedia nuestras vidas a causa del desánimo, o de las pruebas, o tribulaciones, que parecen obstaculizar nuestra pasión. Y ciertamente este fue el caso de la audiencia del apóstol Pedro en su libro de 1.ª de Pedro.
Él le estaba escribiendo a un grupo de cristianos en lo que él llamaba diáspora, que era una congregación que estaba dispersa por todo el mundo. Y sé que una parte del personal de este ministerio está en la «tierra santa» de Niles, Michigan, pero la mayoría de ustedes están dispersos por todo el mundo [hablando sobre dónde vive el personal].
Pero estos cristianos, a los que les escribía Pedro, estaban huyendo por su fe. Ellos no tenían poder ni posición y muchos de ellos tampoco tenían recursos. Así que imagina lo desalentador que puede llegar a ser eso para tu fe y cómo puede surgir la apatía en una situación como esa.
Pero Pedro dice, en 1.ª de Pedro, capítulos 1 y 3, que se supone que debemos vivir con una esperanza, ¡una esperanza viva que viene de Jesucristo! Sin embargo, cuando llegamos al capítulo 4, él dice estas palabras, junto con la motivación. Y espero que nosotros podamos realmente encontrarla también. Dice:
«Pero el fin de todas las cosas se acerca…» (v. 7). Se acerca el fin de todas las cosas. Su certeza del regreso de Cristo se convirtió en su motivación, y debería ser también la nuestra. Los escritores del Nuevo Testamento vivían con la sensación del regreso inminente de Cristo.
Escucha, quiero recordarte lo que muchos de nosotros ya sabemos, y es que no hay nada que detenga a nuestro Salvador de regresar, excepto la gracia y la paciencia de Dios, deseando que más personas vengan al arrepentimiento. Y lo repito: ¡por eso, este ministerio es tan importante!
Jesús podría volver en cualquier momento. Cuando leemos el Nuevo Testamento, parece haber dos períodos de tiempo en los que Cristo y los escritores de las Escrituras enmarcan el mundo. Uno es «la era presente», y el otro es «la era venidera», la era venidera inaugurada por el regreso de Cristo. Esta era presente es el período entre Su primera venida y la segunda venida.
Entonces, vivimos en la era actual, pero la venidera es inminente. Está más cerca ahora que cuando creímos por primera vez. Yo creo, y espero que ustedes también, que vivimos en los últimos tiempos. Así que, si Cristo volverá de forma inminente, ¿cómo eso debería afectar nuestra manera de vivir?
Bueno, ¡creo que debería avivar nuestras pasiones! Pienso que debería impulsarnos a vivir con una urgencia evangélica que supere la apatía, la apatía que podemos sentir cuando vemos que el pecado parece prevalecer, cuando nos desanimamos por la persecución y las pruebas que muchos afrontan. Quiero que sepas que Cristo nos ha prometido la victoria. ¡Él quiere que vivamos con la urgencia de conocerle y darlo a conocer!
Pedro enumera tres maneras en que esta realidad del regreso de Cristo, el fin de todas las cosas, debería impactarnos.
Veamos de nuevo el versículo 7. Dice: «Pero el fin de todas las cosas se acerca. Sean pues ustedes prudentes y de espíritu sobrio para la oración». ¡Estoy tan agradecido de que haya dicho eso! Ese sentido de dominio propio nos conecta de nuevo con el versículo 3 de este mismo capítulo 4, donde habla de las formas en que viven los gentiles: en sus propias pasiones, borracheras y sensualidad.
Él dice: «Escuchen, el fin de todas las cosas está al final, así que no vivamos vidas alocadas. El fin de todas las cosas está cerca, así que asegurémonos de que estamos gobernando nuestro pensamiento y no nos dejemos atrapar por las vanas imaginaciones de este tiempo presente. Más bien, seamos sobrios y tengamos dominio propio». Me encanta que lo relacione con el bien de nuestras oraciones.
Creo que uno de los indicios de que realmente creemos que el fin de todas las cosas se acerca es nuestra vida de oración. Mis oraciones en torno a este tema, en particular del regreso de Cristo, han cambiado a lo largo de los años.
La primera vez que escuché a alguien predicar sobre el fin de los tiempos, tenía quince años. Un predicador de mi iglesia local estaba hablando de la venida de Jesús. Mientras lo escuchaba, recuerdo haber pensado: ¡Espera, Señor Jesús, espera! Todavía no había ido al baile de graduación, no me había graduado de la secundaria y aún estaba esperando mi carnet de conducir.
Ahora avancemos rápidamente unos años hasta donde estoy ahora, mi oración es: «¡Ven, Señor Jesús, ven!». Quizá tus oraciones también hayan cambiado en este aspecto. Cuanto más conocemos las glorias del cielo, cuanto más comprendemos la magnificencia de nuestro Salvador, más cambian nuestras oraciones a: «¡Ven, Señor Jesús, ven!».
Hay una segunda razón por la que esta conexión con la oración es tan importante. Pedro nos va a dar una lista de imperativos, algunas cosas que debemos hacer. Pero antes de darnos estos imperativos, él quiere que entendamos lo que muchos programas de la escuela dominical han olvidado, y es que: no se puede vivir una vida para Dios sin el poder de Dios. ¡Necesitamos orar porque necesitamos el poder de Dios para vivir para Dios!
Escucha, demasiados programas de escuela dominical enseñan que debemos ser amables, cariñosos, bondadosos y perdonadores, como si pudiéramos vivir estas virtudes sin una transformación interior.
Es realmente triste, porque condenamos a la gente cada vez que intentamos «convertir en principios» las enseñanzas de Cristo, como si fueran solo un buen pragmatismo o buenas estrategias, y que podemos hacerlo sin la presencia y el poder del Espíritu de Dios dentro de nosotros. ¡Absolutamente NO!
Pedro reconoció que vivir para Cristo en esta era presente requiere oración. Requiere que nos mantengamos conectados al poder de Dios. Luego, continúa diciéndonos algo que debería alegrar nuestros oídos. En el versículo 8, él comienza diciendo: «Sobre todo…».
Siempre que veas estas dos palabras, debes escuchar con atención, porque significan «primero en rango y orden de importancia». Dice: «Sobre todo, sean fervientes en su amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados» (v. 8). Ahora, ¿qué tiene que ver el amor con la proximidad del fin de todas las cosas? ¿Por qué Pedro relaciona ambas cosas?
Bueno, es por lo que nos enseñan los escritores del Nuevo Testamento sobre cómo será el amor en los últimos días. Si has leído 2.ª de Timoteo, sabes que en los últimos días los hombres serán amantes de sí mismos, amantes del dinero (ver 3:1-2).
En otro lugar, en el Evangelio de Mateo, capítulo 24, versículo 12, Cristo dice que el amor de muchos se enfriará debido a la creciente maldad de nuestros tiempos. Si quieres sobresalir en esta época, ¡ama como Cristo! Entonces, Pedro nos hace un llamado a este amor mutuo como el de Cristo, que él dice que está marcado por pasar por alto el pecado y que cubre multitud de pecados.
Ahora, esta cobertura de una multitud de pecados no se refiere a ganarnos de alguna manera la salvación a través de actos amorosos los unos con los otros. Sabemos que ese no es el evangelio. Sabemos que el evangelio es salvación solo por gracia, solo a través de la fe, solo en Cristo, ¡solo para la gloria de Dios!
No nos ganamos la salvación con actos de servicio, pero sí creo que, a nivel horizontal, el amor de Cristo me permite pasar por alto tus defectos y te permite pasar por alto los míos. Amarme no es fácil, porque soy imperfecto. Amarte no es fácil porque eres imperfecto.
Pero cuando el amor de Cristo actúa en nuestras vidas, somos capaces de pasar por alto multitud de pecados. Ya has escuchado esta afirmación antes, la frase que dice: «El amor es ciego». Eso describe típicamente el principio de una relación, donde la pasión que se tiene por una persona con la que se está en una relación hace que se pasen por alto sus problemas.
No es que los problemas no existan. De hecho, el resto de esa afirmación, si la has dicho correctamente, es: «El amor es ciego, ¡pero el matrimonio abre los ojos!». Pero la realidad es que, a menudo, más tarde, vemos los problemas de la persona con la que mantenemos una relación.
Pero hay una pasión que viene con el amor que nos permite pasar por alto los problemas de los demás, y cuando Cristo está obrando en nosotros, amamos como Él amó, porque «siendo aún pecadores, ¡Cristo murió por nosotros!». ¡Alabo a Dios porque pasó por alto nuestras faltas y vio nuestras necesidades! Y ese es el mensaje que necesitamos proclamar no solo al mundo, sino que necesitamos vivir por nosotros mismos.
Pedro continúa desafiándonos a no simplemente «demostrar amor», sino también dedicarnos a la hospitalidad. Mira lo que dice el versículo 9: «Sean hospitalarios los unos para con los otros, sin murmuraciones».
La primera vez que leí esto pensé para mí mismo: ¡Vaya, Pedro, sí que sabe cómo arruinar un versículo! Una cosa es que diga: «Sean hospitalarios», pero luego añade: «sin murmuraciones».
Quizá tengas familiares como los míos. Cuando les muestras hospitalidad, llegan con hambre. O tal vez sepas lo que es organizar una fiesta. Los amigos y familiares vienen, la casa se convierte en un desastre, ¡y se van al final sin siquiera ofrecerse a ayudar a limpiar!
Mostrar hospitalidad no es fácil, nunca lo ha sido y nunca lo será. ¡Es un sacrificio de amor! Si alguna vez has hecho una gran comida para tu familia, sabes que es una labor de amor. Pedro dice que debemos mostrar este tipo de hospitalidad sin quejarnos, sin murmurar.
Además, ¿cuánto más se necesitaba este tipo de hospitalidad en el siglo I? Piensa en su audiencia original, muchos de ellos estaban abandonando sus hogares y sus tierras natales. Corrían perseguidos por el terror que experimentaban a causa de su profesión de fe en Cristo. ¿A dónde iban a encontrar un refugio?
Viajar en aquel entonces no es como viajar ahora. Al principio le mencioné a Bob que hicimos un viaje por carretera, y cada salida tenía una gasolinera, un hotel o un restaurante, un lugar para comer. Pero era así en esa época. Esas personas dependían totalmente de la hospitalidad de los anfitriones, de la gente que les abría su casa y su corazón.
Esta es la esencia de la hospitalidad: es más que abrir tu casa, es abrir tu corazón. Y lo que Pedro dice es que se supone que debemos vivir así, que eso debe marcar nuestras vidas. Nuestro celo y nuestra pasión deberían llevarnos a amar a los demás de esta manera.
La palabra «hospitalidad» en el idioma original significa «amante de los extraños». Ahora, quiero conectar eso con Aviva Nuestros Corazones por un momento. Pienso en lugares de todo el mundo donde el mensaje está llegando, y muchos de estos creyentes son personas que nunca has conocido antes.
Muchas de estas naciones nunca las has visitado antes; sin embargo, Dios ha llenado tu corazón de amor por ellas. ¡Eso es hospitalidad! Escucha, cuando estamos dispuestos a sacrificarnos y a invertir para que personas, que tal vez ni siquiera hemos conocido en esta vida, puedan escuchar las buenas nuevas de Jesucristo, estamos mostrando hospitalidad.
Y sí, a veces, según la costumbre local, eso significa abrir las puertas de tu hogar. No tienes que ser ningún experto en decoración o en cocina para hacerlo. En medio de todas las realidades cotidianas de la vida, puedes abrir tu casa. Pero más que nada, la hospitalidad significa abrir tu corazón al mundo. ¡Y me encanta que muchos de ustedes estén haciendo eso a través de este increíble ministerio!
Ahora permíteme terminar leyendo los versículos 10 y 11. Pedro pasa de decirnos que nos dediquemos al amor y a demostrar hospitalidad, a decirnos que tenemos que servir diligentemente. Versículo 10:
«Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndose los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios».
Ojalá tuviera un par de horas para desmenuzar ese versículo, pero solo te diré esto: cada uno de nosotros ha recibido, no solo dones espirituales y facultades de Dios, sino que cada uno de nosotros ha recibido el don de la presencia permanente del Espíritu Santo; el don que recibimos al creer en Jesucristo. Ahora, fíjate en lo que Pedro no está comunicando: «como ustedes han sido recipientes de la gracia, persigan compartir esa gracia para que otros puedan beneficiarse de la misma gracia que ustedes han recibido».
¡No olvides que has sido bendecido! Has sido bendecido, no solo por conocer a Cristo, sino por servir en este ministerio, por conocer Su Palabra y la belleza de Sus promesas. ¡Eso es lo que nos impulsa a desear compartir este regalo de la Palabra de Dios y la gracia que conocemos en Jesucristo!
Pedro continúa diciendo en los versículos 11 al 12: «El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos…», y la Iglesia dice: «¡Amén!».
¡De esto se trata! Pedro no nos da una lista exhaustiva de los dones espirituales, sino que nos da dos categorías: hablar y servir, y nos dice: «Si tienes dones de hablar…». Tal vez tienes el don de la palabra, y eso no es solo predicar, es exhortar, es evangelizar. Él dice: «No usen solo sus palabras», porque nuestras palabras no son donde reside el poder, sino que reside en hablar las palabras de Dios. Eso es lo que transforma la vida de una persona.
Tal vez seas del tipo fuerte y silencioso. Bueno, Pedro, dice que todavía tienes un lugar y que puedes servir. Cocina una comida para alguien, o tal vez haz reparaciones en la casa de alguna persona, o ama a alguien de una manera tangible a través del uso de tus manos.Y cuando lo hagas, no lo hagas con tus propias fuerzas. Hazlo por la fuerza que Cristo suministra, que Dios suministra, para que en todas las cosas «¡Dios sea alabado por medio de Jesucristo!».
Esa es la pasión y la misión de este ministerio: ¡qué Dios sea glorificado por medio de Jesucristo en todo lo que hacemos en todo el mundo!
Cuando me levanté esta mañana, oré para que Dios avivara sus corazones y para que Él les permita experimentar la libertad, la plenitud y la abundancia en Cristo. Estuve orando para que, como dice el salmista en el Salmo 1, ustedes sean: «como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera» (v. 3).
Dios quiere que seamos renovados. Quiere que vivamos con pasión, y lo único que puede vencer la apatía de nuestra época es recordar: ¡Él volverá! ¡El fin está cerca y, alabado sea Dios, la victoria está asegurada!
Pienso en todos aquellos jugadores olímpicos que, al cruzar la meta, se regocijaban y celebraban. Y si ellos pueden celebrar por un tesoro que se desvanece, ¡cuánto más nosotros que somos receptores y «herederos», los que heredamos vida eterna! Así que oro para que te animes y sepas que Cristo está obrando en y a través de tu vida. Permíteme orar por nosotros hoy.
Padre, te ruego que no cedamos a la apatía de nuestra época, sino que vivamos con pasión. Te oro, Señor, por un avivamiento: que avives nuestros corazones y, a través de nosotros, ese avivamiento se extienda a nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestras iglesias y al mundo. En el nombre de Jesús, hasta que todos hayan oído, hasta que Cristo haya venido, amén y amén.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¡Amén! Hemos estado escuchando un mensaje que el pastor Chris Brooks dio en una capilla de Aviva Nuestros Corazones cuando él y otros miembros de nuestro Consejo Administrativo se reunieron en el suroeste de Michigan en un verano. ¡Mi corazón fue tan animado y tan refrescado por lo que Chris compartió!
De hecho, anoté esto mientras Chris Brooks hablaba: «El peligro es saber algo en tu cabeza que ya no afecta a tus manos (o sea, cómo vives) ni a tu corazón (cómo amas)». Eso fue algo tan impactante para mí. Llevo más de sesenta años, empapándome mucho de la Palabra; en realidad, desde que aprendí leer.
He llegado a conocer muchas cosas en mi mente, y creo que, por lo general, eso influye en el trabajo que hago con mis manos, pero a veces no afecta mi corazón tanto como debería, es decir, la manera en que amo. Por eso, esta fue una palabra tan oportuna para mí cuando Chris la compartió ese día, y nuevamente hoy. Espero que también haya sido un desafío para ti.
Débora: ¡Definitivamente lo es!
Dos personas escuchan el mismo sermón y, mientras una se aburre, la otra recibe convicción y es transformada por el mensaje. ¿Qué hace la diferencia? Lo más fácil podría ser culpar al pastor; sin embargo, a menudo el problema es la condición del corazón de la persona que escuchó ese sermón. Incluso el predicador más hábil tendrá dificultades para impactar un corazón que no es receptivo. Pero un corazón bien preparado y dispuesto cambia cada vez que se encuentra con la Palabra de Dios.
Este mes de octubre se celebra el mes del pastor, ¿te gustaría ser de ánimo para él? Considera nuestro recurso disponible por una donación este mes de octubre titulado ¡Vamos a la iglesia! Este es una guía que tiene el objetivo de ayudarte a crecer en tu amor por la Iglesia de Dios y acompañar a los que lideran en tu iglesia, convirtiéndote en una «oyente» y «hacedora» activa, dispuesta a crecer y a ser más como Jesús.
Sé bendecido y sé una bendición en la casa de Dios… ¡Vamos a la iglesia!
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