Oíd un son en alta esfera
Débora: Para apreciar plenamente la Navidad, Nancy DeMoss Wolgemuth dice que es necesario comprender completamente el capítulo 3 del Génesis.
Nancy DeMoss Wolgemuth: La serpiente no solo engañó a Adán y a Eva. No solo engañó al mundo entero. Me engañó a mí y te engañó a ti.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Ellugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 19 de diciembre de 2025.
¿Tienes un villancico favorito? ¿Por qué es tu favorito? Durante los últimos días, Nancy nos ha estado explicando el significado de algunos de sus villancicos favoritos. Hoy ella compartirá con nosotras algunos antecedentes del himno antiguo «Oíd un son en alta esfera» y cómo este villancico ilustra claramente la verdad del evangelio. Escuchemos.
Nancy: ¡Me encantan los villancicos navideños de esta temporada! De hecho, creo que no …
Débora: Para apreciar plenamente la Navidad, Nancy DeMoss Wolgemuth dice que es necesario comprender completamente el capítulo 3 del Génesis.
Nancy DeMoss Wolgemuth: La serpiente no solo engañó a Adán y a Eva. No solo engañó al mundo entero. Me engañó a mí y te engañó a ti.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Ellugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 19 de diciembre de 2025.
¿Tienes un villancico favorito? ¿Por qué es tu favorito? Durante los últimos días, Nancy nos ha estado explicando el significado de algunos de sus villancicos favoritos. Hoy ella compartirá con nosotras algunos antecedentes del himno antiguo «Oíd un son en alta esfera» y cómo este villancico ilustra claramente la verdad del evangelio. Escuchemos.
Nancy: ¡Me encantan los villancicos navideños de esta temporada! De hecho, creo que no me importaría escucharlos todo el año. Pero hay algo especial cuando no los escuchas durante todo el año y, al llegar esta temporada, vuelves a escuchar los que no has escuchado desde el año pasado.
Y me encanta cómo muchos de estos villancicos cuentan el evangelio a través de cantos. Los escuchamos en las tiendas. Los escuchamos en lugares públicos. Los escuchamos en muchos de nuestros hogares. Y qué gran recordatorio de quién es Cristo y por qué vino.
Así que espero que estés disfrutando de esa música, pero no solo disfrutándola, sino dejando que Dios lleve tu corazón a la adoración y luego a un mayor testimonio, porque hay personas que están escuchando estos villancicos durante esta temporada y no saben nada de Cristo.
Hemos estado hablando de varios villancicos de esta temporada que están en el álbum que grabé en piano hace unos años, titulado Come Adore (Ven y adoremos). Este álbum contiene once villancicos navideños, con una hermosa instrumentación que acompaña a las canciones y arreglos preciosos, y queremos que lo tengas en tu hogar durante este tiempo de Adviento.
Débora: Puedes escuchar este álbum en cualquier plataforma de música online, o si estás interesada en adquirir el álbum Come Adore, puedes visitar la tienda digital de Revive Our Hearts.
Nancy: Muchos villancicos navideños tienen una historia interesante y agitada. En 1627, el Parlamento puritano inglés prohibió los villancicos navideños. Esto se debió a que consideraban que la Navidad era una fiesta mundana, era una fiesta pagana. Luego llegó la reina Victoria, que reinó de 1837 a 1901, y a ella le encantaban los villancicos. Así que volvió a permitir el canto de villancicos en Inglaterra.
Pero hasta ese momento, no se habían escrito muchos villancicos en el siglo XVII y principios del XVIII, porque se suponía que los creyentes no debían cantar villancicos, o al menos eso se creía.
Uno de los pocos que se compusieron durante ese período fue «Oíd un son en alta esfera», escrito por Charles Wesley, hermano de John Wesley, el fundador de la denominación metodista.
Este himno de Wesley, «Oíd un son en alta esfera», se publicó por primera vez en el año 1739 y se considera uno de los más grandes himnos en el idioma inglés.
Originalmente, se titulaba «Himno para el día de Navidad». Cuando piensas en «Oíd un son en alta esfera», ¿se te ocurre alguna película popular en la que aparezca este villancico? ¿Te viene a la mente alguna? Bueno, está la película ¡Qué bello es vivir!, y también en La Navidad de Charlie Brown. Así que incluso ellos se suman para cantar «Oíd un son en alta esfera».
Ahora, la melodía original que se cantaba con esta letra es bastante lenta y solemne. Durante los primeros cien años de existencia de este villancico, fue moderadamente popular, pero quizá no lo conoceríamos hoy en día si no fuera por un hombre llamado William H. Cummings.
William Cummings era un famoso tenor, solista y organista en Inglaterra. Y en el año 1855, años después de que se escribieran estas palabras, él estaba cantando una cantata escrita por Felix Mendelssohn para conmemorar el 400 aniversario de la invención de la imprenta en Gutenberg. ¿Te imaginas una pieza musical completa escrita para celebrar eso?
Bueno, mientras interpretaba esa cantata, se dio cuenta de que las palabras de Wesley, escritas cien años antes, podían adaptarse a la música que Mendelssohn había compuesto. Así que combinó las dos cosa: la letra y la música, en un nuevo arreglo, y esta melodía más alegre que cantamos hoy se hizo muy popular, aunque el propio Mendelssohn no vivió para escuchar su música combinada con este famoso villancico.
Pero este villancico es... bueno, las palabras para describirlo serían: teológicamente rico. Está repleto de grandes doctrinas sobre Cristo y Su evangelio. Me maravilla que este himno de, originalmente, cinco estrofas, algunas de las cuales rara vez cantamos, si es que las cantamos hoy en día, fuera uno de los primeros himnos de Charles Wesley.
Él lo escribió a los treinta y dos años, menos de un año después de su conversión. En ese momento, todavía estaba experimentando la frescura y la maravilla de su encuentro con Cristo, que le cambió la vida. Pero cuando lees estas palabras, ves que son muy densas bíblicamente. Están llenas de alusiones a las Escrituras. Pienso que es obvio que este hombre, incluso cuando era un nuevo creyente, conocía y amaba las Escrituras.
Ahora, es evidente que gran parte de eso lo había aprendido antes de convertirse en creyente, y entonces cobró vida en él y comenzó a brotar en canciones y villancicos que narran el evangelio.
Este fue un hombre, un compositor de himnos, que tenía ojos para ver a Cristo en el Antiguo Testamento, y estos villancicos nos enseñan cómo debemos leer el Antiguo Testamento. Hay muchos cristianos de toda la vida que no están familiarizados con los conceptos a los que se hace referencia en este villancico.
Pero quiero decir que nuestro disfrute y nuestra experiencia de Cristo serán más valiosos cuanto más conozcamos, amemos y estudiemos Su Palabra.
Este villancico también nos recuerda que la Navidad no es solo una fiesta sentimental con algunas tradiciones dulces, imágenes, sonidos y sabores agradables, sino que este relato navideño es una parte fundamental de la historia cósmica de la redención. Se trata de algo realmente importante, algo que es muy significativo.
Bueno, este himno comienza con los ángeles celebrando el nacimiento del Salvador. Leemos la historia del Evangelio en Lucas, capítulo 2, donde los ángeles se aparecen a los pastores y les dan la buena noticia. Y así comienza el himno:
«¡Oíd! [¡Escuchen atentamente! Oíd] un son en alta esfera». En la versión en inglés dice «heraldo». Ahora, «heraldo» no era el nombre de nadie. Es heraldo. Un heraldo era alguien que hablaba en nombre del rey. Iba delante del rey y preparaba el camino para que este llegara a un pueblo, una ciudad o una comunidad. Una persona que anunciaba: «¡Viene el rey! ¡Viene el rey!».
Y, en este caso, los heraldos son los ángeles. Ellos están anunciando la llegada de Cristo. «¡Oíd [¡Escuchen! Oíd] un son en alta esfera! [¿Y qué cantan?] «¡En los cielos gloria a Dios!».
Ahora, se ha comentado que no hay nada en la Biblia sobre ángeles cantando por el nacimiento de Cristo, pero pienso que es posible que lo hicieran. En Lucas, capítulo 2, en el versículo 14, dice que los ángeles alababan a Dios y decían: «Gloria a Dios».
Esa palabra, alababan a Dios, en griego, puede significar cantar alabanzas. Así que, ya fuera hablando o cantando, estaban alabando a Dios. Estaban adorando a Dios. Y estaban anunciando esta gran y magnífica noticia sobre el Rey recién nacido.
Cuando Dios creó el mundo, las Escrituras nos dicen en el libro de Job, en el capítulo 38, que los ángeles cantaban juntos y gritaban de alegría. Lucas 15 nos dice que los ángeles en el cielo se regocijan cada vez que un pecador se arrepiente.
Y aquí aprendemos, en Lucas capítulo 2, que hubo celebración en el cielo y desde el cielo hasta la tierra cuando nació Cristo, el Rey.
Y así, este himno, al igual que los ángeles, este himno, este villancico, llama a los seres humanos de todo el mundo a unirse a los ángeles para regocijarse por la noticia:
«Con los cielos alabemos,
Al eterno Rey cantemos
A Jesús que es nuestro bien
con el coro de Belén».
Este villancico, que consta de cinco estrofas en su letra original en inglés, y que hoy en día no se canta muy a menudo, exalta a Cristo como el Mesías prometido, el Rey recién nacido.
Estas son algunas de las frases que se encuentran en este villancico:
- Eterno Rey
- Nuestro bien
- Señor de señores
- Ungido celestial
- Verbo encarnado
- Santo de Israel
- Príncipe de paz eterna
Y así tenemos la exaltación de Cristo. Pero también tenemos Su humillación. Este Dios, este que es adorado por el cielo más alto, dejó a un lado Su gloria.
En la letra original en inglés dice que Él era el «hijo del vientre de una virgen», el Verbo encarnado. Aquel que creó el cielo y la tierra quedó contenido en el espacio del tamaño del vientre de una virgen. ¡Qué impensable! ¡Qué imposible! Él era Dios encarnado. El himno dice que «en humanidad velado», el Dios que tomó carne humana.
El himno, el villancico, sigue diciendo: «Cuyo nombre es Emmanuel». Él descendió del cielo para ser Dios con nosotros, para vivir con nosotros.
Y aquí hay una frase en la que he estado meditando: Él no lo hizo a regañadientes ni por obligación. En la letra original en inglés dice que «Él se complació en habitar como hombre entre los hombres». Este gran y exaltado «Cristo, adorado en las alturas; Cristo, el Señor eterno», se complació en encarnarse para morar con los hombres. Eso significa que Él se deleitó en hacer la voluntad del Padre al venir a la tierra, que no lo hizo a regañadientes ni de mala gana. Se complació en hacerlo. Estaba contento de hacerlo.
Así que ese es quien Él es: el Cristo exaltado, pero también el humilde Hijo del Hombre, el Hijo de Dios, el Hijo del Hombre, el Cristo, adorado en las alturas, pero también Aquel que vino y estuvo en el vientre de una virgen y se hizo hombre, vivió entre nosotros como nuestro Emanuel, la Deidad encarnada, Dios y hombre.
Entonces, ¿por qué lo hizo? Y, de nuevo, hemos dicho que este es el evangelio en estos villancicos. No solo nos dicen que Él vino y quién fue el que vino, sino también por qué vino. Así que, ¿por qué se humilló a Sí mismo?
Bueno, este villancico nos dice que Él vino:
A salvar a los pecadores
Vino al mundo terrenal.
Entonces tenemos la imagen de un Dios santo y seres humanos pecadores que están en guerra entre sí. Han sido separados por el pecado de la humanidad. Y aquí está este Rey, este Ser exaltado en el cielo, que viene a establecer una tregua y a traer paz entre ese Dios santo y el hombre caído, y a unir a los dos. Y entonces, así Dios está reconciliado con el hombre. Dios y el hombre pueden ser uno otra vez.
Cristo vino a esta tierra para lidiar con nuestro problema del pecado, para lidiar con aquello que nos separaba de Dios. Y lo hizo pagando el precio que nos permitiría tener paz con Dios. Éramos enemigos de Dios. Estábamos en guerra con Él. No nos interesaba estar en paz con Dios. Pero Dios quería estar en paz con nosotros. Así que Él resolvió el problema que nosotros creamos con nuestro pecado trayendo a Cristo para que fuera el Puente, el Reconciliador, el que trajo a Dios a nosotros y nos llevó a nosotros a Dios.
Bueno, la siguiente estrofa amplía esta misión de reconciliación. Dice:
Nos trajiste vida y luz.
Haz Tu majestad dejado [esa fue Su humillación]
Y a buscarnos te has dignado.
Para darnos el vivir, [para esto fue que Él nació]
A la cruz fuiste a morir.
Él vino a vencer la muerte. La muerte era el castigo por nuestro pecado. Nosotros merecíamos la muerte. Pero Cristo vino a morir en nuestro lugar para que la humanidad no tuviera que morir. Este es el evangelio que se proclama en los villancicos.
Él nació:
Para buscarnos,
Para darnos el vivir
Nuestro primer nacimiento fue cuando nacimos en pecado. No teníamos deseo de Dios, ni hambre de Dios, ni amor por Dios, ni interés en estar bien con Dios. Pero Él vino a unirnos, para llevarnos al cielo y para darnos un segundo nacimiento, un nuevo nacimiento, para darnos el vivir.
Ahora, tradicionalmente cantamos las tres primeras estrofas de este villancico, «Oíd un son en alta esfera», pero Wesley escribió otras dos que son especialmente ricas en implicaciones teológicas de la Encarnación. Quiero animarme a que busques en la internet esas estrofas y las leas con atención, porque hay mucho en ellas que nos dice cuáles son las implicaciones de la venida de Cristo a la tierra.
En la cuarta estrofa, Wesley le pide a Cristo que haga Su morada en nosotros y que venza el poder de Satanás. Él dice:
Ven, Anhelo de las naciones, ven,
Establece en nosotros Tu humilde morada.
Y luego hay dos líneas que me han cautivado mientras meditaba sobre esta canción durante las últimas semanas. Dice:
Levántate, Simiente conquistadora de la mujer, [con «S» mayúscula]
Hiere en nosotros la cabeza de la serpiente.
Borra ahora la semejanza de Adán y graba Tu imagen en su lugar.
Ahora, sé que quizás algunas de ustedes están realmente desconcertadas, y puede que estén diciendo: «¿Qué quieren decir estos antiguos ingleses? ¿De qué están hablando?». Bueno, se trata de una poderosa y rica alusión a un pasaje del tercer capítulo de la Biblia, Génesis, capítulo 3.
Recuerda que Adán y Eva fueron creados para amar a Dios, para caminar con Dios, para obedecer a Dios. Pero tuvieron la oportunidad de escoger, y eligieron seguir su propio camino, independientes, hacer las cosas a su manera en lugar de a la manera de Dios. Ellos pecaron. A esto lo llamamos la caída de la humanidad.
Se separaron de Dios. Se escondieron de Dios. Estaban avergonzados. Ellos eran culpables. Todas las cosas buenas y hermosas del capítulo 2 del Génesis, es como si alguien hubiera tomado un marcador negro y lo hubiera rayado todo cuando llegamos al capítulo 3.
Ahora tenemos a la humanidad caída. Pero, ¿qué hace Dios? Él se acerca a Adán y Eva en el jardín. Los llama.
Él los encuentra y les dice: «¿Dónde están?». Luego los lleva a reconocer su maldad, porque no puedes estar bien con Dios si nunca has reconocido que estás mal con Dios, que estás en conflicto con Él. Ellos no supieron manejar bien la situación, y nosotras tampoco la manejamos bien cuando Dios viene y nos habla de nuestro pecado, ¿no es así?
Entonces Dios da las consecuencias a la serpiente, al hombre, a la mujer, y a la raza humana. Y Él dice en Génesis 3:15 que «la simiente de la mujer», un niño nacido de la mujer, Aquel que ahora sabemos que es el Mesías, la primera proclamación del evangelio en las Escrituras, se encuentra en este versículo. Es solo una alusión, pero adquiere un gran significado a medida que se desarrollan las Escrituras y toda la historia, porque esta Simiente de la mujer, el Mesías, iba a herir la serpiente en la cabeza. Dice: «herirá en la cabeza a la serpiente».
Y Dios encontró a Adán y a Eva culpando a la serpiente. La serpiente, ese antiguo enemigo, nuestro adversario, el diablo, que llevó al hombre y a la mujer al pecado.
Dios dijo que la mujer tendría un hijo que crecerá para «herir» [infligir una herida mortal a la serpiente] y «aplastar la cabeza de la serpiente» [para dar muerte al pecado y a Satanás].
Y eso lo sabemos por el capítulo 3 del Génesis, pero la forma en que Wesley lo expresa aquí me dio una nueva perspectiva sobre este concepto, porque él dice: «Levántate, Simiente conquistadora de la mujer». ¿Y quién es? Bueno es Cristo. Pero entonces dice: «Hiere», no dice «hiere la cabeza de la serpiente», sino «hiere en nosotros la cabeza de la serpiente».
La serpiente no solo engañó a Adán y Eva. No solo engañó al mundo entero. Me engañó a mí. Te engañó a ti. Y le dijimos «sí».
Y decimos: «Yo no estaba allí, en el huerto, en el jardín, cuando Adán y Eva pecaron, cuando hicieron eso. No es culpa mía».
La verdad es que sí, pecamos. La serpiente introdujo sus mentiras, su veneno, su toxina en nuestros corazones. Nacimos con la cabeza de la serpiente introducida en nuestro corazón, por así decirlo. Y entonces viene Cristo, «la Simiente conquistadora de la mujer», el que fue prometido en Génesis capítulo 3 para «herir en nosotros la cabeza a la serpiente», el pecado y la influencia de Satanás que residen en nosotras.
¡Eso me encanta! Cristo vino a liberarme para dar un golpe mortal al poder y la influencia de Satanás en mi vida. No tenemos que rendirnos ante el enemigo. No tenemos que seguir escuchando sus mentiras. No tenemos que seguir creyéndole, porque Cristo en nosotras vino a «herir la cabeza de la serpiente».
Charles Wesley continúa diciendo:
Ahora muestra Tu poder salvador,
Restaura ahora la naturaleza arruinada;
Ahora, en misteriosa unión, une
lo que es Tuyo a lo nuestro, y lo que es nuestro a lo Tuyo.
Esa es una imagen de la reconciliación. Estábamos separadas de Dios. Él tiene una naturaleza santa. Nosotras tenemos una naturaleza pecaminosa. Pero en Cristo, Él viene, toma nuestra humanidad, muere nuestra muerte, paga el castigo por nuestro pecado para que un Dios santo pueda reconciliarse con el hombre hecho justo por la muerte de Cristo Jesús.
Escucha, espero que nunca te canses de escuchar la explicación del evangelio, porque no solo nos salvó, sino que sigue salvándonos. Nos libera. Es Su poder salvador el que restaura nuestra naturaleza arruinada y «en unión misteriosa nos une» con Dios y a Dios con nosotros, para que seamos uno con Él, así como Él en Cristo es uno. Cristo vino a hacer esto mediante Su nacimiento y luego Su muerte y resurrección.
En la última estrofa, Wesley habla de Cristo, el segundo Adán, y le pide que revierta los efectos del pecado del primer Adán. Y le dice:
Segundo Adán de lo alto,
restáuranos en Tu amor.
Verás, nacimos con la imagen de Adán impresa en nosotras. Nacimos independientes de Dios. Nacimos pecadoras. Pero él dice: «Señor, borra por Tu misericordia y Tu gracia esa imagen de Adán y ahora imprime Tu imagen en su lugar».
Segundo Adán de lo alto,
Restáuranos en Tu amor.
Abandonamos Su amor. Nos rebelamos contra Su amor. El autor del himno dice: «Restáuranos, tráenos de vuelta. Devuélvenos al punto en que te amamos y somos amados por ti».
Y luego, después de cada estrofa, tenemos el coro repetido:
Canta la celeste voz:
«¡En los cielos, gloria a Dios!»
En esa proclamación, tenemos la mejor noticia jamás anunciada.
Entonces, ¿qué hacemos en esta temporada? Bueno, nos unimos a sus alabanzas. Nos regocijamos en este Rey y en Su obra redentora.
Y luego, ¿no deberíamos, en esta temporada, buscar oportunidades para explicarles a los demás lo que realmente significa que Cristo nació y qué diferencia puede hacer para ellos Su venida a la tierra? Tú y yo tenemos personas que viven en nuestra calle, cuyos hijos van a la escuela con nuestros hijos, que trabajan en el mismo lugar que nosotras, E incluso algunas probablemente en nuestras iglesias, que pueden tener religión o ninguna, pero no conocen a Cristo. Están separadas de Dios.
Podría haber alguien hoy escuchándome que conozca estos villancicos navideños. Los conoces bien, los has cantado y sabes muchas de sUS letras, pero nunca han cobrado vida en ti.
Y entonces nos decimos unos a otros: «Esto es lo que significa. Por eso vino Cristo. Esto es lo que Él es. Esto es lo que significa Su venida en nuestras vidas y en nuestro mundo, y esto es lo que Cristo puede hacer por ti».
Así que llamamos a las personas a creer en el evangelio, el evangelio de los villancicos, el evangelio de las Escrituras, a creer y arrepentirse y recibir a este Rey recién nacido.
Débora: Escuchas «Oíd un son en alta esfera» por todas partes. ¿Te has dado cuenta de cuánto hay del evangelio en ese villancico? Me encanta obtener una visión más profunda como la que nos da Nancy DeMoss Wolgemuth.
La razón por la que podemos traerte mensajes como este es gracias a los oyentes que apoyan financieramente a Aviva Nuestros Corazones. Cuando donas para apoyar este ministerio, estás ayudando a mujeres a aprender la verdad de la Palabra de Dios. Nancy está aquí para compartir la historia de una mujer sobre cómo Aviva Nuestros Corazones la ha animado con la verdad.
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