Peligros potenciales cuando servimos a otros
Débora: Al hacer tu lista de tareas pendientes hoy, ¿recuerdas por qué estás haciendo estas cosas? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando eres una servidora, es fácil perder la perspectiva, quedar atrapada en las labores que estás haciendo, las tareas y olvidar por qué las estás haciendo y para quién lo estás haciendo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «En la quietud de Su presencia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 20 de agosto de 2025.
Probablemente estás escuchando este programa mientras haces alguna actividad o corriendo de un lugar a otro. Estás ocupada haciendo cosas buenas, pero hay algunos peligros que conlleva estar ocupada realizando cosas buenas. Nancy nos compartirá sobre este tema que es parte de una serie titulada, «Desarrolla un corazón de sierva».
Nancy: Hemos pasado …
Débora: Al hacer tu lista de tareas pendientes hoy, ¿recuerdas por qué estás haciendo estas cosas? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando eres una servidora, es fácil perder la perspectiva, quedar atrapada en las labores que estás haciendo, las tareas y olvidar por qué las estás haciendo y para quién lo estás haciendo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «En la quietud de Su presencia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 20 de agosto de 2025.
Probablemente estás escuchando este programa mientras haces alguna actividad o corriendo de un lugar a otro. Estás ocupada haciendo cosas buenas, pero hay algunos peligros que conlleva estar ocupada realizando cosas buenas. Nancy nos compartirá sobre este tema que es parte de una serie titulada, «Desarrolla un corazón de sierva».
Nancy: Hemos pasado los últimos días estudiando a un personaje poco conocido del Nuevo Testamento que tiene mucho que decirnos. La vida de Onesíforo, a quien Pablo destacó por haberle ayudado en la cárcel, me resultó muy desafiante. Onesíforo había recorrido un largo camino, cientos de kilómetros por tierra y mar, desde Éfeso para ayudar a Pablo en su encarcelamiento en Roma.
Pablo dijo que a menudo él lo consolaba, lo refrescaba. Y no conocemos los detalles de cómo lo hacía, pero sabemos que Onesíforo tenía un corazón de siervo. Él practicaba el servicio bíblico, seguía los pasos de Cristo, el gran Siervo, el Siervo sufriente.
Cristo corrió riesgos, al igual que Onesíforo, para servir a los demás. Y lo hizo a menudo. Lo hizo de muchas maneras diferentes, de maneras prácticas.
Y estoy muy agradecida por los Onesíforos de mi vida y cómo este estudio me ha retado a convertirme en ese tipo de persona en la vida de otras personas.
Y bueno en los próximos días estaremos concluyendo este estudio de Onesíforo. Y al finalizar esta serie quiero conversar acerca de la recompensa de un siervo, y eso lo vemos en 2.ª Timoteo capítulo 1. Pero, por un día o dos, permíteme hacer un pequeño paréntesis aquí. Quiero hablar acerca de algunos pensamientos sobre los peligros del servicio, los peligros potenciales y las advertencias para quienes sirven.
Son medidas que necesitamos. Son formas en que el servicio puede convertirse en una carga más que en una bendición.
Y quiero hablar sobre varios de ellos y luego vamos a escuchar un par de amigas que están en la audiencia y que han estado caminando conmigo a través de este estudio. Estaremos yendo y viniendo mientras hablamos sobre algunos de estos peligros potenciales. En primer lugar, vamos a presentar algunos peligros, y luego vamos a interactuar un poco más con ellas.
Cuando eres una sierva, considero que uno de los mayores peligros potenciales es que es fácil perder la perspectiva, quedar atrapada en lo que estás haciendo (las tareas) y olvidar por qué lo estás haciendo y para quién lo estás haciendo. En última instancia, estamos sirviendo a Cristo.
Y es fácil quedar atrapada en uno de estos peligros, especialmente si eres madre, si tú tienes esposo o tienes hijos, o quizás sirves en un tipo de trabajo en el que realizan muchas tareas de servicio. Puedes quedar atrapada en la rutina diaria de servir y realmente perder la perspectiva de por qué lo estás haciendo. Puede llegar a ser tan insignificante, tan trivial, y puedes pensar: «Bueno, una comida más que cocinar, una pila de ropa más para lavar, una diligencia escolar más para hacer», y todo eso puede llegar a ser realmente agobiante si pierdes la perspectiva.
Y pienso que esa es una de las razones por las que Dios puso el capítulo 10 de Lucas, en nuestras Biblias. Podrás recordar ese último párrafo con el que todas estamos familiarizadas: las dos hermanas. Y estamos tan familiarizadas con estas dos hermanas porque nos identificamos mucho con ellas. Estas dos hermanas son María y Marta.
Marta recibe a Jesús en su casa, y eso es algo bueno. Marta tiene un corazón para servir. Pero la Escritura nos dice que Marta estaba distraída sirviendo mucho.
Y no sabemos en qué consistía el «mucho», pero puedes imaginarte a Jesús y a Su grupo de discípulos cenando. Había mucho que hacer. Y puedes imaginarte que si tienes invitados que vienen para una fiesta importante, a una cena, o tienes la casa llena de gente, hay mucho que hacer para mantener el hogar funcionando.
Y a veces ese «mucho» para ti implica servir a tus propios hijos. Ni siquiera tienes que tener invitados para que sea «mucho» servir.
Y es fácil distraerse, dejarse llevar, desviarse y perder el corazón por las personas a las que estás sirviendo porque estás muy ocupada en las tareas de servicio. Así que Marta no puede más y se molesta. La cocina está caliente y ella está perdiendo el control, y su hermana, que se supone la debería estar ayudando, no lo está haciendo. ¿Has visto cómo sube el vapor en una olla de presión? Bueno, esa es Marta.
Y ciertamente, muchas de nosotras nos identificamos con Marta porque creo que, como mujeres, nos encontramos ahí muy a menudo. Marta descarga su molestia con su hermana, ¡y con Jesús! Cristo es a quien ella sirve. Cristo es a quien ella recibió en su casa, pero ahora ella está molesta con Él también.
En Lucas capítulo 10, versículo 40, dice: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola?». Marta siente que la han dejado sola. Ha perdido la perspectiva. Ella se olvida de por qué está sirviendo. Es como si la comida lo fuera todo, cuando la comida no lo es todo. Las personas son todo, Cristo lo es todo y la gente a la que estás sirviendo y por qué lo estás haciendo.
Luego vemos que Jesús tuvo que reajustar la perspectiva de Marta. Él le dijo: «Marta, estás molesta y preocupada por tantas cosas, pero solo una cosa es necesaria. Simplifica tu vida», dice Lucas 10:41 parafraseado. Él no le está diciendo que cocinar no sea necesario, que comer no sea necesario o que limpiar la casa no sea necesario.
Él está diciendo que si solo puedes hacer una cosa, asegúrate de que esa única cosa necesaria sea que tengas una relación conmigo, con Cristo. Asegúrate de estar en una posición donde puedas escucharlo. Asegúrate que todas las tareas que estás haciendo no te distraigan de la Persona, con «P» mayúscula por quien las estás haciendo.
Y te pregunto: ¿alguna vez has perdido la perspectiva? ¿Olvidas por qué lo haces? ¿Olvidas para quién lo haces? Esta es una advertencia. Y este es un peligro potencial.
A veces es fácil servir sin tener un corazón de sierva. ¿Sabes de lo que estoy hablando? Me refiero a que puedes hacer cosas por los demás, pero sin tener un corazón para servir. El apóstol Pablo habló a los Colosenses y a los Efesios sobre servir con los ojos puestos en agradar a los hombres, hacer algo solo para ser vistos, hacerlo solo cuando tu jefe está mirando. Solo cuando alguien te está mirando, eres realmente diligente y haces tu mejor esfuerzo. Pero entonces, cuando nadie te está mirando, no estás tan deseosa de servir porque no tienes un corazón para servir. Estás sirviendo sin un corazón de sierva.
Y, por otro lado, aquí hay otra advertencia, otro peligro o trampa. Y creo que todas caemos en esta alguna vez. Tiene que ver con nuestras motivaciones. ¿Por qué servimos? Muy a menudo tengo que decirme a mí misma que mi razón para servir, para hacer algún acto de servicio, es simple: es para que alguien más lo vea, para que alguien más lo note, para que alguien más lo aprecie. Es por el reconocimiento. Y es una motivación totalmente egoísta.
Ese no es el corazón de sierva: cuando solo quiero complacer a los demás, porque solo quiero ser recompensada. Y es contrario al único motivo puro, que es el amor a Dios y el amor al prójimo, el amor a los demás. Pero debo reconocer que hay una motivación egoísta en casi todo lo que hago, y tengo que estar arrepintiéndome de mis actos de servicio muy a menudo. Es cierto que solo Dios conoce mi corazón, pero el Espíritu de Dios me muestra mi corazón y me convence de que: «La razón por la que haces esto es porque quieres que se fijen en ti. Quieres que te aprecien».
Y si tú has experimentado esto, si por eso estás sirviendo, ya tienes tu recompensa. La única recompensa que obtienes es que la gente te vea. Eso es lo que Jesús dice en Mateo, capítulo 6.
«Cuídense de practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendrán su recompensa de su Padre que está en los cielos. Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los demás. [Esa es la motivación: tiene que ver con por qué lo hacen].
En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mateo 6:1-4).
¿Quieres tu recompensa ahora o la quieres después? ¿Quieres la recompensa de tu esposo y de tus hijos, o quieres la recompensa final de Cristo?
Queremos que nos vean. Queremos que nos reconozcan. Queremos que se fijen en nosotras. Pero una verdadera sierva no está motivada por el aplauso de los hombres. Una verdadera sierva se compromete a dar de maneras que a veces nadie más ve o lo nota.
Y pienso en las personas que conozco tras bastidores, que se sacrifican perpetuamente por el bien de los demás, que se entregan espiritualmente. Una madre que escoge dar su vida para criar a sus hijos cuando nadie la aplaude. Nuestra cultura ciertamente no la aplaude y puede que sus hijos no la aplaudan durante mucho, mucho tiempo.
Y puede que pienses: «Pensé que se levantaban y la llamaban bienaventurada, bendita». Bueno, ustedes, mamás, díganme: ¿no pasa un tiempo antes de que eso suceda? Tus hijos necesitan crecer antes de hacer eso. Ahora, es real que quieres tener hijos agradecidos, pero solo digo que mucho del servir tiene que ver con labores poco recompensadas.
Se trata de ser una mujer que escoge respetar a su esposo, se lo merezca o no; una mujer que sirve como para el Señor sabiendo que Él ve, que Él conoce y eso es suficiente.
Encontré un pequeño poema mientras estudiaba todo este tema del servicio que me ministró y creo que a ti también te ministrará. Escucha lo que dice:
Tú sabes, Señor, que te sirvo con gran fervor emocional en una plataforma,
Tú sabes con qué entusiasmo hablo de Ti en la reunión de mujeres,
Tú sabes cómo disfruto en el grupo de compañerismo,
Y Tú conoces mi tiempo de entusiasmo genuino en un estudio bíblico.
Pero cómo reaccionaría yo, me pregunto, si Tú me señalaras un recipiente de agua
Y me pidieras que lavara los pies callosos de una anciana encorvada y arrugada,
Día tras día, mes tras mes, en una habitación donde nadie viera ni supiera nada.
Ese es el corazón de una sierva.
Si busco la alabanza de los hombres, puedo conseguirla; tú puedes conseguirla. Podemos servir de manera que nos aplaudan, pero entonces tendremos nuestra recompensa. Una sierva sirve cuando nadie más la puede ver, cuando no hay nada que podamos cosechar u obtener de ello: desconocido, invisible, no apreciado, no aplaudido, y así sucesivamente.
Y algunas de ustedes están sirviendo de esa manera. Otras de ustedes están sirviendo a sus padres ancianos de esa manera, o están sirviendo niños de esa manera. Puede que estés sirviendo de esa manera en tu trabajo o en tu iglesia local. Déjame decirte que si te cansas de eso, recuerda: Jesús ve, Él ve cada acto de servicio. Él lo sabe y Él ha prometido que tu Padre, que ve en lo secreto, un día te recompensará en público.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth volverá enseguida, junto con dos amigas. Ella ha estado trayendo un mensaje convincente sobre la importancia de servir con las motivaciones y razones correctas. Las mujeres que están ocupadas trabajando duro por el reino de Dios necesitan tener en mente estos peligros potenciales, porque estas tentaciones volverán una y otra vez.
La actitud correcta del corazón es clave si vamos a vivir la vida de una manera que honre al Señor y sirva a los demás en el cuerpo de Cristo. ¿Has pensado en los mandamientos breves y concisos que aparecen en todo el Nuevo Testamento? Ya sabes, cosas como: «Lleven los unos las cargas de los otros», o «confórtense unos a otros. Oren unos por otros. Edifíquense unos a otros». A menudo nos referimos a ellos como los «unos a otros» de las Escrituras. Y, por supuesto, servir por las razones correctas es la esencia de todas ellas.
Es por eso que queremos animarte a que puedas obtener una copia de nuestro recurso digital «Unos a otros». Este recurso realmente encaja muy bien con esta idea de desarrollar un corazón de sierva. Este devocional de 30 días te guiará a poner en práctica el amor que Dios ha revelado, centrado en cuatro áreas específicas: actitud, presencia, comunicación y acciones. Cada día encontrarás un mandamiento de «unos a otros» para reflexionar, un devocional que profundiza en su significado, así como preguntas y pasos prácticos para hacerlo personal. Durante el próximo mes, sumérgete en la lectura diaria de las Escrituras, y sé motivada a amar de manera tangible mediante la aplicación del principio bíblico de «unos a otros» con aquellos que te rodean.
Las amigas de Nancy que te comenté hace un momento, han estado escuchando esta serie junto con nosotras y están aquí para reflexionar sobre el servicio y la maternidad. Escucharemos a Holly Elliff y a Kim Wagner.
Kim Wagner: Muchas veces cuando una madre joven, antes de que nazca el primer bebé y ella se embarque en la maternidad, tenemos todas estas ideas románticas de la maternidad. Estamos deseando que llegue ese bebé al que podamos abrazar, cantarle y orarle. Tenemos todas estas hermosas ideas de la habitación del bebé y nosotras sentadas con él.
Pero la realidad es que nadie te prepara para un bebé que grita toda la noche, que no sabes qué le pasa y justo se pone así cuando tú estás tan exhausta. Recuerdo que a las ocho semanas de dar a luz a mi primer hijo estaba sentada en la mesa de la cocina totalmente agotada, llorando y preguntándome si volvería a dormir.
Estaba escuchando una emisora de radio cristiana. Esa semana tenían un programa especial para las madres que sufrían de depresión posparto. Yo ni siquiera sabía lo que era eso. Y cuando esta persona comenzó a hablar sobre los diferentes síntomas de la depresión, pensé: «¿Yo tengo eso?».
Llamé a la emisora de radio para conversar con el hombre que había expuesto el tema, y él me dijo: «Bueno, cuéntame un poco sobre tu vida ahora». Le empecé a describir las noches sin dormir con un niño llorando toda la noche, sin saber cómo cuidar de ese bebé. Y él me dijo: «Bueno, háblame de tu día. ¿Te levantas y te vistes?».
Empecé a llorar. Le dije: «Estoy aquí sentada y no puedo recordar la última vez que me vestí para el día. Me quedo en pijama las veinticuatro horas del día. No recuerdo la última vez que me maquillé». Y también le dije: «¿Esto acabará algún día? ¡Esto es horrible! Amo a mi bebé. Me encanta ser madre, pero ahora mismo odio mi vida».
Holly Elliff: Fue un momento en el que habías perdido la perspectiva, como Nancy mencionó antes.
Kim: Perdí la perspectiva a lo grande. Y estoy muy agradecida de que en algún momento de mi maternidad, ni siquiera sé quién me lo transmitió y no sé de dónde lo saqué, pero creo que fue un regalo soberano del Señor que Dios me permitiera tener un pequeño libro que hablaba de buscar estar en la presencia de Dios, de buscarlo siempre en lo cotidiano. En ese libro, el autor habla de la monotonía de trabajar en la cocina y de cómo convertía esa monotonía en momentos de adoración.
Holly: Mientras él pelaba las papas.
Kim: Pelar papas, lavar ollas y sartenes. Él lo convirtió en un santuario de adoración. El Señor abrió mis ojos para que el hecho de cargar a ese bebé que lloraba por la noche, cambiar esos pañales sucios, lavar esa ropa, una y otra y otra vez, fueran actos de adoración que yo podía elevar a Él. Eso cambió totalmente mi perspectiva de la maternidad.
Holly: Y considero que eso es muy importante para las madres, porque gran parte de lo que hacemos es rutinario. Lo haces una y otra vez. Terminas de lavar toda la ropa, pero mañana hay más y tus hijos vuelven a tener hambre. Puede volverse monótono cuando haces tareas cotidianas una y otra vez y parece que nunca terminan.
Nancy: Entonces, ¿qué puede evitar que pierdas la cabeza en esos momentos? ¿Cómo puedes mantener la perspectiva?
Holly: En mi opinión, una cosa que Kim mencionó es la fatiga de la maternidad. Es agotador. Si Dios te da varios hijos y estás en ese proceso durante mucho tiempo, es realmente extenuante.
Bertha Smith, que fue misionera durante el Avivamiento de Shantung, solía decir que la mayor herramienta de Satanás en la vida de una madre es la fatiga.
Y yo creo que eso es verdad, porque si te cansas lo suficiente, estás tan exhausta que la sola idea de tomar tu Biblia, para obtener refrigerio del Señor, parece otra tarea. Creo que tenemos que ser lo suficientemente sabias para saber dónde está el equilibrio entre lo que nuestros cuerpos pueden hacer físicamente y lo que nuestros espíritus necesitan.
Kim: Así es. Es algo que es parte de esta serie sobre el servicio. Es bueno recordar que no son solamente las madres las que deben ser siervas. Y espero que haya algunas mujeres mayores escuchando en este momento en las que el Señor podría poner en su corazón a alguna madre joven en su iglesia para que puedan darse cuenta de que ella está agotada, y que necesita a una mujer mayor que venga a su lado.
Dios trajo a una mujer así a mi vida. Mi madre vivía a seis horas de distancia. Yo no conocía a mucha gente en Dallas. Entonces, Dios trajo a esta mujer a mi vida para bendecirme. Ella aparecía en momentos inesperados con comidas ya preparadas. Además, me ministraba con cosas prácticas, explicándome cosas que me ayudarían a amamantar a mi bebé. Era una sierva para mí.
Holly: Ella estaba viviendo ese mandato en Tito 2, que dice que las mujeres mayores deben enseñar a las más jóvenes a cómo amar a sus esposos y a sus hijos para que no sea tan difícil.
Creo que otra forma de ayudar a las madres es sacarlas de la rutina de vez en cuando. Haz algo por ellas que sepas que les levantará el ánimo y les dará un respiro. A veces las madres realmente necesitan un descanso. Puede ser simplemente intervenir y decir: «Déjame cuidar a tus hijos esta noche para que tu esposo y tú puedan salir a cenar». Puede ser algo muy pequeño que signifique mucho en la vida de alguien.
Nancy: Y no solo pienso en las mamás, sino en las mujeres solteras que sirven a la iglesia, que sirven al pueblo de Dios, que pueden tener su propia forma de soledad. Con la maternidad viene al menos la alegría de tener un bebé. Y algunas mujeres pueden estar escuchando y pensando: «Sí, me encantaría tener esos problemas». Por supuesto, siempre pensamos que lo que no tenemos sería más fácil que lo que tenemos.
Y también conozco a muchas mujeres solteras y casadas que están sirviendo al cuerpo de Cristo, sirviendo en la iglesia, sirviendo en ministerios, sirviendo en sus comunidades. Y creo que sería fácil luchar con el pensamiento de «nadie ve; nadie sabe. ¿Realmente esto vale la pena? ¿Es esto valioso? ¿Es importante? No me dan las gracias por esto». Puede ser deprimente pensar que estoy derramando mi vida, pero en realidad no obtengo mucho a cambio.
¿Alguna vez has luchado con eso? Ambas han servido en la vida de la iglesia. ¿Qué las hace seguir adelante cuando nadie aprecia lo que hacen y, sin embargo, sienten que es importante?
Holly: Creo que la perspectiva es fundamental. Trato mucho con mujeres solteras. Cuando estás en una familia, tienes un esposo e hijos que te ayudan constantemente a mantener el equilibrio, porque se dan cuenta de lo que pasa en tu vida. El peligro para una soltera es que no tiene retroalimentación todo el tiempo, y la atención puede centrarse demasiado en sí misma.
Al hablar con ellas, el peligro es que, como están más tiempo solas, quizá viven solas, la atención se centra en sí mismas, en el síndrome melancólico de Igor (el burrito de Winny Pooh), que decía: «Guau, soy solo yo», y es muy fácil perder la perspectiva.
Una chica soltera me dijo una vez: «No me gusta ir a los grupos de solteros porque me dan pena y no contribuyen al crecimiento espiritual, porque todo el mundo está centrado en sus propias necesidades. Son un montón de personas centradas en su propia necesidad».
Hablamos mucho de que el remedio para eso es dejar de centrarte en ti misma y hacerlo en los demás.
Y Nancy, tú compartiste esa gran ilustración sobre la mujer viuda que eligió no enfocarse en su propia necesidad, sino que comenzó a alcanzar a gente cercana de su vecindario. Y conozco bien a algunas jóvenes solteras que escogen constantemente satisfacer las necesidades de los demás, y que se conocen lo suficiente a sí mismas como para saber cuándo se están centrando demasiado en ellas mismas.
Una de ellas tiene una lista de cosas que puede hacer por otras personas cuando se da cuenta de que se concentra demasiado en sí misma. Ella empieza a servir como una forma de combatir ese aislamiento que a veces siente.
Kim: Como esposas de pastores, tenemos muchas actividades, ocupaciones y ministerios en nuestras vidas. Muchas veces parece que no podemos hacer todo lo que tenemos que hacer. Unos seis meses después de que esta amiga comenzó a asistir a nuestra iglesia, ella vino a mí y me dijo: «Bueno, esto puede sonarte extraño. No te conozco tan bien. Pero Dios ha puesto claramente en mi corazón que debo ministrarte. Debo ayudar a servirte. Sé que suena extraño».
Y le dije: «No, Jean, no suena extraño». Le mostré en mi diario de oración donde había pedido eso al Señor.
Jean es soltera, así que tiene más tiempo libre que muchas mujeres. Y sé que en cualquier momento, en cualquier lugar, no importa dónde esté o cuál sea la necesidad, puedo levantar el teléfono y llamar a Jean, y ella estará allí. Estará allí para ministrar y servir.
A mi entender, hay muchas jóvenes solteras ahí afuera que tienen el potencial para estar realmente involucradas en el avance del reino de Cristo. Jean no querría estar aquí sentada detrás de este micrófono. Ella no querría estar dando una lección. Pero ella hace muchas cosas para servirme y permitirme hacer cosas. Así es como funciona el cuerpo de Cristo, la Iglesia.
Cosas que el Señor me ha dado para hacer, tareas que Él me ha dado para llevar a cabo, que ella no querría hacer. Pero al servirme, ella me permite hacer mucho de lo que hago.
Holly: Es un verdadero regalo poder estar al lado de otra persona, alguien que levanta tus brazos, o que sabes que está orando por ti en momentos en los que tal vez ellas no están escudriñando en la Palabra de Dios para poder entregar un mensaje, pero te están levantando mientras tú lo haces.
Nancy: Y están usando el don que Dios les ha dado para servir a los demás. Yo debo usar el don que Dios me ha dado para servir a los demás. Cuando hacemos eso juntas, el reino de Dios avanza y nuestras necesidades individuales se satisfacen también.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado hablando con dos esposas de pastores, Kim Wagner y Holly Elliff. No sé tú, pero su conversación ha sido un gran estímulo para mí, me ha dado perspectiva para servir de la manera en que Dios quiere que sirva.
Tal vez conozcas a una mujer que necesite escuchar el mensaje de hoy. Así que te recuerdo que puedes dirigirla a la aplicación de Aviva Nuestros Corazones o a nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com. Ahí hay una transcripción para cada episodio.
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El día de mañana, escucha sobre más peligros potenciales del servicio. Nancy nos ayudará a comprender la diferencia entre servir y ser una sierva. ¡Te esperamos!
Adornando el evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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