Trabaja con todo tu corazón
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que, a medida que crezcas en la piedad, prepárate para trabajar con tus manos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Trabajar con nuestras manos es la cura y el antídoto contra la pereza, el robo y la inutilidad.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoge agradecer», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 15 de septiembre de 2025.
La semana pasada, Nancy comenzó una serie basada en Proverbios 31. Ella nos ayudó a explorar las palabras que una madre sabia dijo a su hijo. Luego nos llevó a través de los primeros versículos que describen a una esposa virtuosa. Permíteme leerte Proverbios 31, versículos 10 al 12. Dice la Palabra del Señor:
«Mujer hacendosa, ¿quién la hallará?
Su valor supera en mucho al de las joyas.
En ella confía el …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que, a medida que crezcas en la piedad, prepárate para trabajar con tus manos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Trabajar con nuestras manos es la cura y el antídoto contra la pereza, el robo y la inutilidad.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoge agradecer», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 15 de septiembre de 2025.
La semana pasada, Nancy comenzó una serie basada en Proverbios 31. Ella nos ayudó a explorar las palabras que una madre sabia dijo a su hijo. Luego nos llevó a través de los primeros versículos que describen a una esposa virtuosa. Permíteme leerte Proverbios 31, versículos 10 al 12. Dice la Palabra del Señor:
«Mujer hacendosa, ¿quién la hallará?
Su valor supera en mucho al de las joyas.
En ella confía el corazón de su marido,
Y no carecerá de ganancias.
Ella le trae bien y no mal
todos los días de su vida» (vv. 10-12).
Si te perdiste alguno de los episodios de esta serie, puedes escucharlos o leer la transcripción visitando AvivaNuestrosCorazones.com o yendo a la aplicación Aviva Nuestros Corazones.
Ahora, aquí está Nancy para dar inicio al episodio de hoy.
Nancy: Al llegar al versículo 13, comenzamos a ver cómo la excelencia, la virtud, el amor y la devoción de esta mujer se manifiestan en la vida práctica, cotidiana. Vemos que ella tiene un corazón excelente y virtuoso, pero solo Dios puede ver su corazón.
Entonces, ¿cómo se ve este tipo de corazón en el día a día? ¿Cómo actúa esta mujer con este tipo de corazón? ¿Cómo afecta esto su horario, sus prioridades, sus actividades y todo su día? ¿Cómo pasa su tiempo una mujer que es leal a su esposo, como vimos en la última sesión? ¿Cómo vive ella este compromiso?
Una de las cosas que notarás a medida que avanzamos en esa serie, es que el estándar de piedad que vemos aquí no es la imagen de una mujer que se convierte en una ermitaña religiosa, una mujer que toma su Biblia, su cuaderno y su guía de estudio y se va sola a una cueva en algún lugar, o a su dormitorio, y simplemente pasa toda su vida estando a solas con Dios, siendo piadosa.
Ahora, ella necesita pasar tiempo a solas con Dios para convertirse en una mujer piadosa. Pero no pasa la mayor parte de su tiempo sola. Ella sale de esa habitación, de ese lugar, y vive su caminar, su relación con Dios y su devoción a Dios en el laboratorio de la vida, en la cotidianidad, día tras día.
En 1.ª Timoteo, capítulo 2, Pablo nos dice que las mujeres que profesan la piedad deben estar adornadas con buenas obras. Así es como se manifiesta un corazón que ama a Dios. Se evidencia en la manera en que trabajamos.
El versículo 13 de Proverbios 31 nos dice que ella «busca lana y lino». Esta mujer piadosa, excelente y virtuosa, esta mujer que creemos que está a un nivel tan elevado que nunca podríamos alcanzar, es intensamente práctica. Ella:
«Busca lana y lino,
Y con agrado trabaja con sus manos».
Ella es una mujer trabajadora.
No me gusta cuando escucho a las personas preguntarle a una mujer: «¿Tú trabajas?». Ahora, sé que probablemente lo que quieren decir es: «¿Tienes un trabajo fuera de tu casa que te paga un sueldo?». El hecho es que cualquier mujer que sea una mujer piadosa, trabaja. Y una mujer piadosa trabaja duro.
Aquí tenemos a una mujer que toma la iniciativa para satisfacer las necesidades prácticas de su esposo y de sus hijos. Ella es una mujer que trabaja arduamente. Es diligente y eso lo vemos a lo largo de este pasaje. El versículo 15 habla de que ella se levanta cuando todavía está oscuro afuera, y el versículo 18 nos dice que se queda despierta hasta tarde en la noche trabajando. Luego, el versículo 27 dice que no come el pan de la ociosidad. Ella es una mujer diligente.
Leí una definición recientemente de la diligencia que me pareció útil. Dice: «La diligencia es ver cada tarea como una asignación especial del Señor y utilizar todas mis energías para cumplirla». Y puede que digas: «¿Buscar lana y lino, y trabajar con agrado con sus manos es una asignación especial del Señor?».
Bueno, si eso es lo que Dios te ha mandado a hacer, cuidar de las necesidades prácticas de tu familia, entonces es una asignación del Señor. Y ser diligente es aceptarlo como la asignación de Dios para tu vida y volcar tus energías en cumplir esa tarea.
Ahora, esta mujer hace esto de maneras muy prácticas. Vemos en el versículo que ella se dedica a hilar, a tejer y a coser. Esta es una actividad con un propósito. No solo un pasatiempo, ni una recreación. Ella está satisfaciendo prácticamente las necesidades de su familia, y en última instancia, las necesidades de los demás, como veremos en este pasaje.
Estamos hablando aquí de una mujer que estaba en una cultura y en una época en la que toda la ropa, todas las cortinas, todos los tapices y todas las sábanas, todo era fabricado en casa por las mujeres. Sus manos vestían a su familia. Ella lo hacía todo prácticamente de cero.
El pasaje habla de lana y lino, porque estos eran los dos elementos básicos que se utilizaban para tejer, eran la materia prima. La lana se usaba para hacer prendas de abrigo pesadas y cálidas, y el lino para hacer lino fino, prendas interiores, ropa de dormir, sábanas y cosas así. Ella trabajaba con sus manos.
Primero, iba a buscar la materia prima y luego trabajaba con sus manos para fabricar las telas y otras cosas para su familia. Como he estado leyendo, el proceso requería mucho trabajo. ¡No puedo imaginar todo ese trabajo! Secar, sacudir, pelar, peinar y finalmente hilar el lino. Era un trabajo pesado. En Proverbios 14, versículo 23, dice que: «En todo trabajo hay ganancia».
Entonces, cuando trabajas para tu familia, puede que no sea con lana y lino, pero cuando trabajas con tus manos, trabajas en tu hogar y manejas con tus manos los detalles prácticos para cuidar de tu familia. En todo trabajo hay fruto, ganancia. El trabajo es bueno. El trabajo es bueno y esta mujer, que tiene un corazón piadoso, trabaja. Ella trabaja para ministrar a las necesidades de su familia.
Pero ahora quiero que hablemos de otra palabra en este versículo. Dice que ella con agrado trabaja con sus manos. La Nueva Versión Internacional lo dice de esta manera: «Gustosa trabaja con sus manos». Literalmente, con deleite de sus manos.
Esto sugiere algo que tal vez te parezca difícil de creer, y es que ella realmente disfruta de su trabajo. Lo hace con placer. Pone sus manos a trabajar con alegría. Y puede que no sea porque las tareas en sí sean intrínsecamente alegres.
Si eres madre, o si has sido esposa y madre durante algún tiempo, a menos que realmente te encante cocinar, habrá momentos en que la preparación de dos o tres comidas al día, y la limpieza de estas comidas, se conviertan en una tarea laboriosa.
Pero aquí tenemos a una mujer que tiene un corazón alegre y dispuesto, y que da alegría y significado al trabajo de sus manos. Ella pone sus manos a trabajar con alegría. Y esto habla de su actitud hacia el trabajo. Ella no es simplemente una mujer trabajadora y esforzada en el hogar, sino que tiene la disposición a trabajar y lo hace con un corazón alegre. Está alegre con su trabajo.
Esta es una mujer que lleva a cabo el trabajo manual. De hecho, gran parte de ser ama de casa es simplemente trabajo manual, y es un trabajo que es poco agradecido. Pero ella ofrece ese trabajo, este trabajo con sus manos, a Dios, y se convierte en un acto de adoración y un acto de amor. Y como trabaja con agrado, su trabajo se santifica. El trabajo de sus manos está consagrado a Dios y eso lo convierte en un trabajo santo.
En Eclesiastés capítulo 9, leemos lo siguiente: «Todo lo que tu mano halle para hacer, hazlo según tus fuerzas». Hazlo con energía. Hazlo con entusiasmo. Para esta mujer, su trabajo no es una carga pesada, no es una tarea pesada. Y no son tareas domésticas, aunque ciertamente podría verse de esa manera. Pero ella ha escogido tener una actitud diferente hacia el trabajo porque ve el resultado final. Ve el propósito. Ve el significado. Ve la motivación detrás de ese trabajo, que es amor; amor por los demás y amor por Dios.
Entonces, es el amor por Dios, su motivación para estar dispuesta a trabajar con sus manos para proveer comida, ropa y limpiar la casa. Ella está motivada por el amor.
Y eso no necesariamente hace que el trabajo sea más fácil, pero cualquier cosa que hagamos por amor a Dios y por amor a los demás, aligera la carga. ¿No has comprobado que eso es cierto? Cuando lo hacemos con un corazón dispuesto, adquiere una perspectiva diferente. Ella no vive para sí, sino que vive para los demás, y encuentra su mayor alegría en el servicio amoroso a los demás.
No estoy tratando de romantizar un trabajo que es realmente duro, de servicio y que haces con tus manos. No estoy diciendo que si no limpias el piso de la cocina cantando mientras lo haces, no eres una mujer piadosa. Hay momentos en la vida en los que todas tenemos un trabajo que simplemente tenemos que hacer porque es necesario.
Pero hay algo que quiero tener en mi trabajo y que quiero que tú tengas en el tuyo: es una buena disposición de corazón mientras trabajamos; un corazón alegre en nuestro trabajo.
Un comentarista que leí de Proverbios 31 dijo: «Solo el amor puede hacer que un servicio tan diligente sea dulce y deleitoso. Cuando falta el amor, ese trabajo será la peor de las tareas».
Ahora voy a pasar al versículo 19 para incluirlo en este punto. Dice:
«Extiende sus manos a la rueca, y sus manos toman el huso».
Aquí tenemos a una mujer que trabaja con sus manos. Ya hemos visto el hecho de que ella trabaja duro, en su hogar, y que trabaja voluntariamente con un corazón entusiasta. Y ahora vemos que prácticamente ella trabaja con sus manos.
Me parece interesante que en Proverbios 31 hay seis referencias a las manos en los versículos 13, 16, 19, 20 y 31. Y en los versículos 13 y 19, tenemos específicamente la imagen de una mujer que obtiene la materia prima de lana y lino, y trabaja con sus manos para hilarlas y luego hacer tela, para entonces tejer ropa.
Y al ver todas estas referencias a sus manos, a la obra de sus manos, el fruto de sus manos, a los beneficios de sus manos, dependiendo de la versión que utilices, eso me comunica algo importante. Y por cierto, esta es una buena idea para tu propio estudio de las Escrituras: cuando veas que algo se repite en un pasaje, detente y pregúntate: «¿Por qué se repite? ¿Por qué se enfatiza?».
Algunas personas se me acercan y me dicen: «Ojalá pudiera sacar de las Escrituras lo que tú sacas de ellas». Y yo solo pienso: Bueno, tú también puedes hacerlo. Tómate el tiempo, abre tu Biblia y comienza a hacer preguntas. Lee el pasaje y haz observaciones. Y una de las observaciones obvias en este pasaje es que hay muchas referencias a sus manos.
Entonces me surgió la pregunta: «¿Qué significará esto?». Luego comencé a pensar en otras referencias bíblicas a las manos. Esto quizás te sirva de algo para entender tu propio estudio de la Palabra de Dios.
Bíblicamente, hay un significado especial en trabajar con nuestras manos, comenzando con el hecho de que Dios trabaja con las Suyas. Esto debería hacer que el trabajo manual sea significativo.
El Salmo 8 nos dice que los cielos son obra de Sus dedos (v. 3). Ese pasaje se cita nuevamente en Hebreos 1, donde dice: «Los cielos son obra de Tus manos» (v. 10). Y el Salmo 8, en el versículo 6, dice: «Tú [Dios] le haces [al hombre] señorear sobre las obras de Tus manos». Esta tierra es obra de las manos de Dios. Y el Salmo 111 nos dice: «Las obras de Sus manos son verdad y justicia» (v. 7).
También sabemos que Cristo trabajó con Sus manos. Al haber crecido como el hijo de un carpintero, es seguro que trabajó con Sus manos. Pero también utilizó Sus manos para ser un medio de bendición para los demás. Mateo, capítulo 19, dice que: «Jesús dijo: “Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a Mí, porque de los que son como estos es el reino de los cielos”. Y después de poner Él las manos sobre ellos, se fue de allí» (vv. 14-15).
Pienso en esto, cuando estoy con los hijos de otras personas. Me gusta poner mi mano sobre la cabeza el hombro de ese niño para bendecirlo como lo haría Cristo si estuviera aquí, y como lo hizo en la tierra.
En Lucas, capítulo 24, cuando Jesús se preparaba para ascender al cielo después de Su resurrección, la Escritura dice que: «…alzando sus manos, los bendijo» (v. 50). Él bendijo a Sus discípulos, y lo hizo simbólicamente con Sus manos.
Vemos también en las Escrituras que los apóstoles trabajaban con Sus manos. En 1 Corintios, capítulo 4, el apóstol Pablo dijo: «Nos agotamos trabajando con nuestras propias manos» (v. 12). En Hechos 20, Pablo habla a los ancianos de Éfeso y les dice: «Ustedes saben que estas manos me sirvieron para mis propias necesidades y las de los que estaban conmigo» (v. 34).
¿No es interesante que el gran apóstol Pablo, que escribió unos trece libros del Nuevo Testamento, no tuviera problemas en trabajar con sus manos? Él trabajaba con sus manos para satisfacer sus necesidades físicas y servir como apóstol, enseñando, predicando y proclamando el evangelio.
Escucha lo que dice el versículo 35 de Hechos 20:«En todo les mostré que así, trabajando, deben ayudar a los débiles, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir”». Él le está diciendo aquí que ellos también debían trabajar con sus manos.
Entonces, lo que Pablo está diciendo es que: «Cuando trabajas con tus manos, estás proporcionando un medio para dar y así ministrar a las necesidades de los demás». Es mejor, porque recibes más bendiciones cuando trabajas con tus manos, porque tienes algo que dar a los demás, que simplemente estar del lado del que recibe. Es más bienaventurado dar, que recibir.
Y ese es realmente el espíritu de lo que leemos en Efesios 4:28, donde el apóstol Pablo dice: «El que roba, no robe más, sino más bien…». Y pudiéramos dejar el versículo hasta ahí: «En lugar de robar, no robe más…». Pero aquí está lo opuesto a robar: «sino mas bien que trabaje haciendo con sus manos lo que es bueno… a fin de que tenga qué compartir con el que tiene necesidad».
Trabajar con nuestras manos es la cura, el antídoto contra la pereza, el robo y la inutilidad. Por eso es que leemos en Proverbios 21 que los perezosos no trabajan con sus manos. «El deseo del perezoso lo mata», dice Proverbios, «porque sus manos rehúsan trabajar; todo el día codicia, mientras el justo da y nada retiene» (vv. 25-26). ¿Puedes ver la diferencia? Las personas perezosas siempre quieren recibir, obtener. Quieren que le den. No trabajan para dar; solo quieren recibir.
En última instancia, si no pueden conseguir lo que quieren, eso puede hacer que recurran al robo, por la pereza. Pero las personas que trabajan duro están dispuestas a trabajar con sus manos para tener algo que dar a los demás. Ese es el corazón de esta mujer virtuosa.
Así leemos, en 1.ª Tesalonicenses capítulo 4, que Pablo dice: «Les instamos…a que tengan por su ambición el llevar una vida tranquila, y se ocupen en sus propios asuntos y trabajen con sus manos, tal como les hemos mandado» (vv. 10-11).
Ahora, este es un asunto serio, porque Pablo no solo está diciendo que esto es algo que debemos considerar: trabajar arduamente con nuestras manos en cualquier tarea que tengamos o que lo requiera. Él continúa diciendo en 2.ª Tesalonicenses 3 que había algunos en esa iglesia que estaban ociosos. No querían trabajar con sus manos.
Y Pablo los animó a que siguieran su ejemplo, y les dijo: «Ni comimos de balde el pan de nadie, sino que con dificultad y fatiga trabajamos día y noche a fin de no ser carga a ninguno de ustedes. No porque no tengamos derecho a ello, sino para ofrecernos como modelo a ustedes a fin de que sigan nuestro ejemplo…no se cansen de hacer el bien» (vv. 8-9, 13).
Esa es una buena palabra para las madres, ¿no es cierto? Él continúa diciendo: «Y si alguien no obedece nuestra enseñanza en esta carta, señalen al tal y no se asocien con él, para que se avergüence» (v. 14).
Ahora, esto no solo se debe modelar en el hogar, sino que también es algo importante que se les debe enseñar a los hijos. Tus hijos necesitan aprender a trabajar. Esto es algo sobre lo que Dios me ha estado hablando mientras me he sumergido en este pasaje. El Señor realmente ha traído convicción a mi corazón, sobre todo este asunto de mi actitud mientras trabajo.
En general, diría que soy una persona muy trabajadora, pero me he dado cuenta y me he convencido de que muchas veces hago que el trabajo sea más difícil porque no lo hago con un corazón alegre y dispuesto. Y me doy cuenta de que mi trabajo puede ser diferente al de ustedes, pero déjame decirte que todas tenemos trabajo que hacer.
En ocasiones me he encontrado, por momentos, llena de resentimiento, murmuraciones y descontento por las horas que se requieren, el esfuerzo que se requiere. Y siendo honesta, hay momentos en los que estoy en mi estudio a altas horas de la noche, durante muchas horas, y pensando: ¿Por qué no podría tener una vida un poco más normal? Pero no digo eso en voz alta y tampoco puedo creer que se los haya dicho ahora. Pero la verdad es que esos pensamientos pasan por mi mente.
Puedo encontrarme realmente resentida por tener que trabajar duro. El Señor me ha confrontado sobre esto y me ha dicho: «Si eres una mujer excelente y virtuosa, si eres una mujer con un carácter, entonces proponte trabajar voluntariamente con tus manos. Siéntate frente a esa computadora, trabaja con esos libros (o lo que sea mi llamado en ese momento) la tarea que Dios ponga delante de ti, y hazlo con un corazón alegre y dispuesto».
El versículo que viene a mi mente es 2.ª Corintios capítulo 12, donde Pablo dice: «Y yo con mucho gusto gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré por sus almas. ¿Si los amo más, seré amado menos?» (v. 15).
Y puede que digas: «Bueno, pero ese es el apóstol Pablo. Él tenía un trabajo fascinante». Él naufragó, fue apedreado y expulsado de la ciudad. Siempre pensamos que el trabajo de otra persona es más fascinante que el nuestro. Pablo dijo:«No importa lo que me cueste, lo haré con gusto porque el propósito de mi vida es gastarme por ustedes».
Ese es el propósito de mi vida: glorificar a Dios gastándome por ustedes. Aquellas de ustedes que son esposas y madres, así es como glorifican a Dios: cuando se entregan y se gastan por otros. Tendrás que hacerlo. Entonces, la pregunta es: «¿Lo harás con gusto o lo harás resentida?».
Cristo dijo, hablando de hacer la obra del Padre: «Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío», y me di cuenta, al repasar esa frase recientemente, de que, por lo general, tarde o temprano me someto a hacer la voluntad de Dios, pero a menudo no me deleito en hacer Su voluntad.
Si quiero ser como Cristo, entonces necesito orar: «Señor, dame un corazón que se deleite en servir, que se deleite en trabajar, en gastarse por el bien de los demás. Si esta es Tu voluntad para mi vida. Si estas son tareas que Tú me has encomendado, entonces ayúdame a hacerlas con alegría. Ayúdame a trabajar con agrado con mis manos».
Hay una oración al final del Salmo 90 que he hecho muchas veces. Y quiero hacerla ahora, así que te pido que te unas a mí en oración. Elevemos esta oración al Señor.
Oh, Dios, oramos para que «sea manifestada Tu obra a tus siervos, y Tu majestad a sus hijos y sea la gracia del Señor nuestro Dios sobre nosotros. Confirma, [dirige, determina] pues, sobre nosotros la obra de nuestras manos; sí la obra de nuestras manos confirma» (vv. 16-17).
Y luego, como oró Isaías: «Señor, Tú establecerás paz para nosotros, ya que también todas nuestras obras Tú las hiciste por nosotros» (Is. 26:12).
Así que, Señor, que podamos comunicar Tu corazón amoroso, generoso y sacrificado en la manera en que servimos, en la manera en que trabajamos con agrado y con entusiasmo, con nuestras manos. Te lo pido, en el nombre de Jesús, amén.
Débora: ¡Tu trabajo le importa a Dios! Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado mostrando por qué es tan importante hacer todo nuestro trabajo para el Señor con todo nuestro corazón. Esa es una cualidad que forma parte de vivir el buen diseño de Dios para tu vida. Aviva Nuestros Corazones se apasiona por ayudarte a florecer en Su diseño.
Este ministerio persigue ayudar a las mujeres de todo el mundo, no solo a aceptar el plan de Dios para su feminidad, sino también a deleitarse en ese diseño.
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El trabajo que haces importa, incluso cuando se trata de preparar la comida que consumes a diario. En el próximo episodio, Nancy nos estará compartiendo por qué es tan importante cuidar tu hogar y a las personas que forman parte de tu vida.
Nancy: Eso es lo que vemos en el versículo 15: «También se levanta cuando aún es de noche, y da alimento a los de su casa y tarea a sus doncellas». La cuestión es la siguiente: la piedad no se trata de la hora en la que te levantas por la mañana. La piedad es hacer todo lo que tengas que hacer para asegurarte de que las necesidades de tu familia estén satisfechas.
Si no tienes qué amasar pan, considera eso una bendición. Ahora, si te gusta amasar pan, también considéralo una bendición, y estoy segura de que tu familia también lo considerará una bendición. Después de probar el pan que algunas de ustedes han hecho, es muy difícil volver a comprar el pan que venden en el supermercado.
Pero este pasaje no dice que tengas que amasar tu propio pan, y tampoco dice que pongas el despertador a las 3: 00 de la madrugada, lo que está diciendo que la mujer que tiene un corazón para Dios, y un corazón para su familia, hará lo que tenga que hacer para asegurarse de que sus necesidades estén satisfechas en áreas prácticas como la comida.
Esta es una mujer que no es perezosa. Es disciplinada. Vive según sus prioridades. Observa que sus prioridades se centran alrededor de su familia y de su hogar. Y no me cansaré de decirlo: esta no es una mujer que vive para sí misma. Ella vive para los demás.
Débora: Regresa con nosotras el día de mañana aquí, a Aviva Nuestros Corazones.
Ayudándote a descubrir y abrazar el diseño de Dios para tu vida, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
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