Un corazón para servir
Débora: En Proverbios 31, leemos acerca de una mujer que se levanta cuando aún está oscuro para atender las necesidades de su hogar. ¿De verdad tenemos que hacer eso? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: El punto es que la piedad no se trata de a qué hora te levantas por la mañana. La piedad es hacer todo lo posible para asegurarte de que las necesidades de tu familia estén satisfechas.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoge agradecer», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 16 de septiembre de 2025.
Nos encontramos en la serie titulada «La mujer que teme al Señor, esa será alabada», basada en Proverbios 31. Para comenzar con el tema de hoy quiero compartir contigo un fragmento de otro pódcast de la familia de Revive Our Hearts que se llama …
Débora: En Proverbios 31, leemos acerca de una mujer que se levanta cuando aún está oscuro para atender las necesidades de su hogar. ¿De verdad tenemos que hacer eso? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: El punto es que la piedad no se trata de a qué hora te levantas por la mañana. La piedad es hacer todo lo posible para asegurarte de que las necesidades de tu familia estén satisfechas.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoge agradecer», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 16 de septiembre de 2025.
Nos encontramos en la serie titulada «La mujer que teme al Señor, esa será alabada», basada en Proverbios 31. Para comenzar con el tema de hoy quiero compartir contigo un fragmento de otro pódcast de la familia de Revive Our Hearts que se llama The Deep Well, con Erin Davis. En este episodio, Erin habló de cómo anima a sus hijos a entablar amistad con otros chicos que aman a Cristo. Erin los llamó «compañeros de batalla». Joy McClain también se unió para hablar del tema.
Joy McClain: ¡Resulta que mi hijo mayor tenía una manada de compañeros de batalla!
Erin Davis: A los chicos les gusta andar en manada.
Joy: De hecho, era un «ejército»: un equipo de baloncesto, un equipo de fútbol americano, o como quieras llamarlo. Empezaron jugando a las guerras de Nerf, esas pistolas de fomi en mi patio. Como madre, para mí esto fue muy sencillo: solo tenía que darles bocadillos, y eso no cambió hasta el día en que se graduaron de la secundaria.
Esto comenzó en sexto grado, y para cuando estaban en segundo o tercer año de secundaria, ¡prácticamente acampaban en mi casa! De hecho, una Nochebuena les dije: «Chicos, es hora de que se vayan a casa con sus familias».
Erin: ¡Vayan a casa con sus mamás!
Joy: ¡Exacto! Pero ciertamente éramos «la casa» (bueno… yo era «la casa») a la cual a los chicos les gustaba venir. Y pienso que tenía mucho que ver con la propiedad que teníamos detrás de la casa. Era un lugar estupendo para jugar. O quizás era la comida que les preparaba; tal vez, era por los rollitos de pizza. Y a lo que me refiero con todo esto es que esa manada lo era todo, y era porque esos chicos estaban arraigados en la Palabra de Dios.
¿Y saben cuánto me costó? Comida. Eso es algo pequeño. No todos los chicos venían de un hogar con una fe sólida. Había un chico en particular cuyo padre estaba preso. No tenía hermanos, era hijo único y su madre tenía que trabajar mucho. Solo la vi dos veces en toda esta etapa de nuestra vida.
Sin embargo, ¡este chico se convirtió en un creyente sólido y en una parte integral de ese sistema de amigos! Entonces, quiero animar a las madres a que, sin importar si tienen patio en sus casas o no, o si tienes una pequeña sala, haz que sea un lugar divertido. Si la comida es un problema, preparen galletas. A los chicos les da igual.
Erin: ¡Podrían ser palomitas de maíz! ¡Son una ganga! ¡No cuestan nada!
Joy: ¡Exactamente! Un frasco de mantequilla de maní y unas galletas saladas son suficientes. ¡Mientras tengan algo, estarán felices! La clave es que sea un lugar al que quieran venir y donde se sientan bienvenidos.
Débora: Bueno, hoy no hablaremos de los compañeros de batalla.
Escuchamos ese audio porque Joy y Erin ejemplifican lo que leemos en Proverbios 31. Incluso con recursos limitados, ellas tienen un corazón dispuesto a proveer para las necesidades de su hogar. Básicamente, comprenden la necesidad de proporcionar alimento.
Ahora aquí está Nancy para continuar con nuestro estudio de Proverbios 31.
Nancy: Versículos 14 y 15: «Es como las naves de mercader», y vamos a explicar eso en un momento, porque puede que no parezca un elogio. Versículo 15:
«También se levanta cuando aún es de noche [o cuando aún está oscuro],
y da alimento a los de su casa,
y tarea [o porción] a sus doncellas».
Ahora, tu esposo y tus hijos serán muy felices si tomas en serio estos versículos. Tengo una amiga que, cuando sus hijos adolescentes estaban de mal humor, ella decía: «Antes de tratar con ellos, dales de comer. Cuando lo hagas, verás cómo cambian». Y era sorprendente la frecuencia con la que eso era cierto.
Continuando con nuestro pasaje, aquí tenemos a una mujer que se preocupa de forma práctica de asegurar que su familia esté alimentada, bien alimentada, que tenga comidas balanceadas y nutritivas. Y estamos hablando de una época en la que las mujeres no tenían refrigerador, así que probablemente tenían que salir a comprar todos los días los ingredientes para la comida de cada día. De alguna manera, esta mujer logró convertir algo que de otro modo habría sido tedioso, rutinario y cotidiano, en un acto creativo, en algo especial.
Vemos a una mujer con un corazón dispuesto a sacrificarse y a hacer un esfuerzo extra para satisfacer adecuadamente las necesidades físicas de su familia. Ella es como las naves de mercader (pero eso no significa que ella se parezca a un barco), simplemente significa que, como los barcos mercantes, ella sale.
En aquellos tiempos, los barcos mercantes a veces iban a tierras lejanas en busca de cosas que no se podían encontrar en su lugar de origen. Encontraban tesoros exóticos o raros, y luego los traían para beneficio de quienes los habían enviado a hacer el viaje.
Entonces, esta es solo una imagen de una mujer que sale a comprar, y es una forma elegante de decir que ella sale, que encuentra la mercancía, los alimentos y los artículos necesarios, y los lleva a casa para preparar las comidas de su familia. A esta mujer le interesa la salud y el bienestar de los suyos y, por lo tanto, está dispuesta, si es necesario, a recorrer las diferentes tiendas del vecindario o de la zona para encontrar alimentos de calidad y de valor. Y, por supuesto, probablemente tiene un presupuesto limitado, así que intenta ahorrar para su familia.
Eso puede significar que va al supermercado una vez, luego pasa por otra tienda para comprar algunos productos al por mayor o más baratos, y quizás pasa por el puesto de frutas y verduras frescas que no pudo encontrar en el supermercado. Y te puedes imaginar a esta mujer en el puesto de verduras, revisándolas en busca de los mejores productos. Ella trata de que el dinero le rinda.
Quizás forma parte de una cooperativa de alimentos y llega a casa con el carro lleno de bolsas de la compra, y su familia se alegra cuando lo hace. Ella entra la compra en la casa y luego se encarga de preparar la comida.
Esto es lo que vemos en el versículo 15:«Se levanta cuando aún es de noche [o sea, muy temprano en la mañana] y da alimento a los de su casa y tarea a sus doncellas». Esta parte del pasaje es un poco controversial porque, sin duda, esta mujer madruga. Y tiene que hacerlo. En aquellos días, las mujeres debían levantarse mucho antes del amanecer para preparar el desayuno, lo que permitía a los hombres ir a trabajar temprano para volver a casa y descansar durante la tarde, la hora más calurosa del día.
Pero también tenía que madrugar, porque las familias en esa cultura vivían principalmente del pan y de otros alimentos elaborados con granos. No había un supermercado donde comprar pan y alimentos preparados como los que tenemos hoy día. Entonces, antes de que su familia se levantara, si quería alimentarlos, ella tenía que comenzar el día moliendo el grano, mezclando la masa y luego horneando el pan sobre las rocas calientes al fuego, con cenizas, o con lo que fuera.
Entonces, no tenía otra opción, ella tenía que levantarse temprano. Algo conveniente es que al no haber electricidad, probablemente no se sentía tentada a quedarse despierta hasta la medianoche, así que seguramente se acostaban muy temprano. Era madrugadora con el propósito de prepararse y planificar con anticipación para proveer para su familia.
El punto es que la piedad no se trata de a qué hora te levantas por la mañana. La piedad es hacer todo lo posible para asegurarte de que las necesidades de tu familia estén satisfechas.
Si no tienes que amasar pan, considera eso una bendición. Ahora, si te gusta amasar pan, también considéralo una bendición, y estoy segura de que tu familia también lo considera una bendición, porque después de probar el pan que algunas de ustedes han hecho, es muy difícil volver a comprar el pan que venden en el supermercado.
Este pasaje no dice que tengas que amasar tu propio pan, y tampoco dice que pongas el despertador a las 3: 00 de la mañana. Lo que sí está diciendo es que esta mujer que tiene un corazón para Dios, y un corazón para su familia, hará lo que tenga que hacer para asegurarse de que sus necesidades estén satisfechas en áreas prácticas como la comida.
Esta es una mujer que no es perezosa, ella es disciplinada. Vive según sus prioridades. Observa que sus prioridades se centran alrededor de su familia y su hogar. Y no me cansaré de decirlo: esta no es una mujer que vive para sí misma. Ella vive para los demás.
Recuerdo que hace unos años una mujer vino a una de nuestras conferencias, y una de las cosas donde el Señor trató con ella fue en un área muy práctica, y yo no hablé sobre el tema. Y era que, mientras ella desarrollaba las prioridades de Dios para su vida, se dio cuenta de que necesitaba empezar a madrugar para prepararle el desayuno a su esposo.
Si no recuerdo mal, su esposo se levantaba a trabajar muy, muy temprano. Ella nunca se acostumbró a despertarse temprano y aparentemente era algo a lo que su esposo no le daba mucha importancia. Él se levantaba cuando ella aún estaba en la cama, y mientras ella dormía, él se iba a trabajar.
Bueno, Dios comenzó a hablarle a esta mujer sobre sus prioridades como esposa en su matrimonio en particular, que una forma de demostrar su amor por su esposo era comenzar a levantarse temprano para prepararle el desayuno antes de que él se fuera a trabajar.
Ahora, no estoy diciendo que tengas que hacer eso. Lo que digo es que le preguntes al Señor: «¿Qué es lo que necesita mi familia? ¿Cómo puedo atender las necesidades de mis hijos? ¿A qué hora debo levantarme para hacerlo?». Y luego pídele a Dios la gracia para levantarte a esa hora o para acostarte a tiempo para hacer lo que tengas que hacer a la mañana siguiente.
Así que, aquí tenemos a una mujer organizada, preparada y planificada; ella es una administradora. Y te repito: si no sabes organizar y administrar los asuntos de tu hogar, busca a una mujer que tenga un don en ese sentido que pueda ayudarte a desarrollar algunas de estas habilidades.
Ahora aquí hay algo que me encanta: ella está administrando a las personas que sirven en su casa. ¡Eso es! ¡Sabía que ella tenía ayudantes! Y sí, ella se levanta temprano por la mañana; está preparando la comida para su familia, ¡pero mira cómo lo logra! Está delegando responsabilidades a sus doncellas. Entonces, la próxima vez que veas a tu esposo, dile: «¡Nancy dijo que necesito ayudantes en esta casa para ser una mujer piadosa!».
Bueno, antes de que pienses que no tienes ayudantes hoy en día, tenemos muchísimos, pero la mayoría son máquinas. Los llamamos lavaplatos, lavadora y secadora, electrodomésticos, procesadores de alimentos, licuadoras, aspiradoras. He leído que cada hombre, mujer y niño en los Estados Unidos emplea el equivalente a 100 ayudantes a través de los dispositivos tecnológicos.
Entonces, sí tenemos ayudantes. ¿Pero sabes lo que tenemos que hacer? Tenemos que hacer lo que hizo esta mujer: organizarlos. Tenemos que darles sus tareas, su parte, su responsabilidad, y ponerlos a trabajar para lo que fueron creados.
Ahora, al estudiar estos versículos y continuar con este pasaje, quiero que veas que, en la vida cotidiana y de manera práctica, la esposa excelente, la esposa virtuosa, la madre excelente, le da a su familia una imagen de Cristo y de las realidades espirituales.
Y puede que digas: «¿Preparar la comida le enseña a mi familia algo sobre Cristo y sobre las realidades espirituales?», ¡claro que sí! Estás viviendo las parábolas. Les estás mostrando parábolas de la vida espiritual a tus hijos, al trabajar con tus manos, y al servir en tu hogar.
Cuando preparas comida para tu familia, les demuestras que Dios es un proveedor fiel.
Cuando eres consciente de la calidad de las cosas que compras, estás mostrando a tus hijos la excelencia del carácter de Dios. Cuando eres ordenada, cuando organizas tu casa después de que todo se desordena, y eres ordenada (y no me refiero a ser fanática, solo hablo de aprender a tener un lugar para las cosas y que las cosas estén su lugar). Al ser ordenada, les enseñas a tus hijos que Dios es un Dios de orden. Cuando limpias tu casa, cuando la mantienes limpia, les muestras a tus hijos la importancia de la pureza, de la santidad en el corazón, de ser lavado y estar limpio ante Dios.
Cuando eres disciplinada en tu propia vida, tus hábitos, tu horario, la hora de levantarte y la hora de acostarte, según la dirección que Dios ha dado a tu familia, cuando eres disciplinada, les enseñas a tus hijos que la vida cristiana requiere disciplina. No puedes simplemente quedarte en la cama y volverte espiritual, sino que requiere esfuerzo y cooperación con el Espíritu de Dios para desarrollar hábitos piadosos y santificación en nuestras vidas.
Cuando extiendes tus manos, como veremos que hace esta mujer virtuosa, a los pobres y necesitados, y atiendes las necesidades de los demás, les muestras a tus hijos el corazón de Dios por los pobres, los necesitados y los oprimidos. Así que, ten una visión para tu trabajo en tu hogar. Y recuerda, mientras limpias, planchas, coses, recoges, pintas, embelleces tu hogar, creas cosas para que tu hogar sea atractivo, recuerda: estás pintando una imagen para tus hijos, una imagen de Dios.
Les estás mostrando a tus hijos, de una manera que penetra profundamente en sus corazones, el corazón de Dios, los caminos de Dios, y estás aumentando la probabilidad de que tus hijos crezcan amando a ese Dios y deseando ser como Él.
Gracias, Señor, por el privilegio de servirte y de servir a quienes Tú has puesto en nuestro entorno. Así como nos provees de alimento, nos das nuestro pan de cada día, gracias porque nos permites de manera práctica preparar comidas para nuestras familias e incluso, a las mujeres solteras, participar en el ministerio mediante la preparación de alimentos y el trabajo en nuestros hogares para bendecir a otros.
Señor, te pido por estas mujeres que sé que desean ser mujeres virtuosas. Sé que muchas de ellas lo son, pero quieren ir más allá. Ellas quieren ser todo lo que Tú las has creado. Eso es lo que deseo para mí también. Así que, te pido, Señor, que les des un sentido de propósito, de motivación y visión del porqué hacen lo que hacen.
Muéstrales cómo estás utilizando su trabajo diario para bendecir y ministrar gracia a sus esposos, a sus hijos y a quienes las rodean. Señor, que sea de Tu agrado el trabajo de nuestras manos, y que en todo lo que hagamos hoy, reflejemos la belleza y la maravilla de Tus caminos. Que nuestras vidas hagan que quienes nos rodean tengan sed y anhelo por Ti. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha ayudado a comprender mejor las necesidades prácticas de quienes nos rodean, especialmente de quienes viven más cerca de nosotras.
Nancy aún no ha terminado. Una mujer llamada Aileen estuvo en la audiencia escuchando este mensaje de Nancy. Ella compartió algunos ejemplos del beneficio de vivir estos principios. Escuchemos lo que dijo.
Aileen: Cuando mi hermana y yo nacimos, mi madre decidió dejar su carrera y quedarse en casa con nosotras para criarnos. Ella es la única persona con educación profesional en nuestra familia. Aun así, decidió quedarse en casa y me dio el ejemplo de cómo tomar esa decisión. Creo firmemente que, sin el ejemplo de mi madre, no habría sido ama de casa ni disfrutaría el cuidado de mi familia.
Pero quiero ir más allá. Cuando mi esposo y yo estábamos en el ministerio, Dios nos llamó a ir a África. Después de estar allí menos de un año, pude reflexionar y ver cómo la forma en que mi madre me había criado al enseñarnos a trabajar con las manos en casa, me preparó para ser una misionera exitosa, aunque nunca tuve la intención de serlo. La vida en África Oriental en los años ochenta era muy parecida a la vida en Estados Unidos en los años cincuenta, donde todo se hacía desde cero. Había muy pocos electrodomésticos que hicieran la vida más cómoda.
Y honestamente, cuando llegamos a Nairobi pensé: «Tendremos suerte si aguantamos tres años aquí». Bueno, diecinueve años después, nos fuimos amando ese país. A nuestros hijos les encantó. Realmente fue difícil irnos. Incluso cuando regresamos a los Estados Unidos, mis hijos seguían queriendo que les preparara mayonesa y bizcochos caseros. Les dije que podían comprar esas cosas en la tienda.
Realmente fue mi madre quien me ayudó a tener éxito en la vida de hogar y a vivir la vida a la que Dios nos había llamado. A ella le dedico este homenaje.
Nancy: ¿No es eso una bendición? Es increíble escuchar esto.
Débora: Ella es Nancy DeMoss Wolgemuth hablando con una oyente llamada Aileen sobre cómo desarrollar un corazón dispuesto a servir en nuestros hogares para la gloria de Dios.
Como hemos estado escuchando acerca de crecer en la piedad, quiero contarte sobre un recurso de Nancy llamado Retrato bíblico de la mujer: Descubriendo y viviendo el Plan de Dios para nuestras vidas. Nuestra misión en Aviva Nuestros Corazones es ayudar a las mujeres a deleitarse en el buen plan de Dios para su feminidad. Este pequeño folleto expresa bien ese mensaje y está disponible para ti este mes con tu donación al ministerio.
Entonces, para resumir lo que hemos estado escuchando hoy, aquí hay algunos puntos:
- Mujeres que madrugan y hacen pan.
- Hemos escuchado a una mujer que invitaba a grupos de chicos a su casa y les daba de comer lo que tenía… Incluso galletas.
- Y escuchamos de una mujer que preparaba mayonesa casera para su familia.
Pero ninguno de esos detalles es el punto. El punto es tener un corazón dispuesto a servir y esto puede ser diferente para cada mujer. ¿Le preguntarías al Señor cómo quiere que sirvas en tu hogar, a los de tu casa? Amada, en última instancia, no se trata de la comida, se trata del evangelio. Y ninguna de nosotras puede servir a la perfección.
Nancy regresa con una reflexión final sobre por qué necesitamos el evangelio.
Nancy: Hemos hablado de que este pasaje tiene dos verdades. Antes mencionamos que nos ofrece un retrato. Un comentarista lo llamó el «espejo» para las mujeres y dijo que deberíamos mirarnos en ese espejo y ver cómo debemos vestirnos.
Pero al mirarnos en ese retrato, en ese espejo, podemos pensar: «Nunca podría ser como este tipo de mujer. Ella es tan enérgica, tan capaz y muy talentosa. Nunca se cansa. Siempre está trabajando. Es muy hábil». Y podemos sentirnos realmente derrotadas o abrumadas. Y yo me canso con solo mirar este pasaje, y sé que tú debes estar pensando lo mismo. Sabes de lo que hablo.
Entonces, hay dos cosas que debemos recordar sobre este retrato. La primera es que ninguna mujer puede ser como esta mujer. Por nuestro propio esfuerzo y como somos por naturaleza, nunca tendremos el corazón, el deseo ni la capacidad de parecernos a este retrato. Para empezar, toda nuestra cultura rechaza este modelo. Y lo que hemos estado hablando contradice directamente la manera en que el mundo piensa sobre lo que significa ser mujer.
De hecho, mientras impartía estas sesiones, hubo momentos en los que me costó mucho darme a entender, porque sé lo contraculturales que son estos conceptos en el mundo actual.
Cuando empezamos a hablar de cosas que implican el cuidado del hogar, de las tareas del hogar, de ser la encargada del hogar, a veces se me hace un nudo en la garganta porque, en cierto modo, soy producto de esta mentalidad que equipara el valor de la mujer con su trabajo fuera del hogar.
Y luego hablamos de esta mujer que está en su hogar y tiene como prioridad principal a su esposo y a sus hijos. Ella encuentra alegría en servir a los demás. Y tengo que decir que esta no es la forma natural de pensar, pero eso no se debe solo a lo que dice nuestra cultura, sino que nuestros instintos carnales naturales nos llevan a pensar en nosotras mismas y no en los demás.
Así que, cuando vemos un pasaje que habla de una mujer que vive para los demás, nos damos cuenta de que no podemos vivir así. Yo no puedo vivir así como mujer, porque no tengo este tipo de corazón. Y decimos: «¡Ninguna mujer puede ser este tipo de mujer!».
Pero la otra cosa que nos da esperanza es justo lo contrario, aunque es igualmente cierto, y es que: cualquier mujer puede ser esta mujer a través del poder del Espíritu Santo. Si Cristo vive en ti, ya no eres tú quien intenta vivir esta vida cristiana, que es imposible, sino que es Cristo en ti viviendo esta vida.
Y lo que hemos estado viendo en este pasaje, en Proverbios capítulo 31, es realmente el retrato de Cristo. Es una imagen de Su corazón, Sus caminos, Su Espíritu, Sus deseos y Su manera de pensar. Al vivir en nosotras, Él nos capacita para vivir una vida que jamás podríamos vivir en nuestras propias fuerzas.
Y me encanta ese versículo de Filipenses capítulo 2, los versículos 12 al 13, que dice: «Porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer [es decir, que Él nos da el deseo que no tenemos naturalmente] como el hacer, para Su buena intención». Lo que vemos en este capítulo es la buena intención de Dios para nosotras como mujeres.
Pero no puedo vivir así, pero sí puedo hacerlo porque Dios vive en mí. Él obra en mí, dándome el deseo y la capacidad sobrenatural de vivir de una manera que le agrade. Por eso tengo que clamar a Él día tras día, igual que tú.
«Señor, no puedo vivir esta vida. No puedo ser una mujer de Dios. No puedo andar conforme a Tu voluntad y Tus caminos. No puedo amar a mi pareja. No puedo amar ni servir a mis hijos como me has ordenado. No puedo ser diligente, fiel, leal y todas estas cualidades que vemos en este pasaje sin que Tú lo hagas en mí, sino es por Tu gracia». ¿Y no te encanta esa palabra? Gracia.
Cuando leemos este pasaje, pensamos en la ley, en la norma, en la imposibilidad de todo. Y la ley es importante, el estándar de Dios es importante. Necesitamos una norma para ver que no estamos a la altura y que no podremos estar a la altura.
Pero Dios nos da la ley para guiarnos hacia Cristo, quien cumplió la justicia de la ley. De eso se trata la gracia: Dios nos da el deseo, el poder para comenzar a hacerlo, y eso es algo que no podemos ser ni hacer separadas de él.
Débora: En el próximo episodio, Nancy continuará con esta serie, hablando de temas prácticos como las finanzas y la buena administración del hogar. Regresa con nosotras aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Ayudándote a descubrir y abrazar el diseño de Dios para tu vida, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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