Una administradora sabia
Débora: ¿Alguna vez te has sentido abrumada, como si estuvieras al límite de ti misma? Nancy DeMoss Wolgemuth dice que eso no es del todo malo.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Es bueno estar en una posición en la que no podemos salir adelante sin Dios; donde nuestras circunstancias nos obligan a clamar a Dios día tras día por ayuda, gracia, fuerza y sabiduría.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoge agradecer», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de septiembre de 2025.
En las últimas sesiones, hemos conocido a una mujer extraordinaria. Ella le hace bien a su esposo, tiene un gran corazón para su hogar y provee alimento para su familia.
Hemos estado leyendo sobre esta mujer en Proverbios capítulo 31, y Nancy nos ha estado explicando este pasaje. Nos ha recordado que no …
Débora: ¿Alguna vez te has sentido abrumada, como si estuvieras al límite de ti misma? Nancy DeMoss Wolgemuth dice que eso no es del todo malo.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Es bueno estar en una posición en la que no podemos salir adelante sin Dios; donde nuestras circunstancias nos obligan a clamar a Dios día tras día por ayuda, gracia, fuerza y sabiduría.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoge agradecer», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de septiembre de 2025.
En las últimas sesiones, hemos conocido a una mujer extraordinaria. Ella le hace bien a su esposo, tiene un gran corazón para su hogar y provee alimento para su familia.
Hemos estado leyendo sobre esta mujer en Proverbios capítulo 31, y Nancy nos ha estado explicando este pasaje. Nos ha recordado que no podemos ser como esta mujer por nuestra cuenta, y no tenemos por qué procurar serlo en nuestras fuerzas. Cristo es nuestra justicia perfecta, y no tenemos que hacer nada más para ganar favor o ser una buena esposa, o ser una buena madre. Por Su gracia, Él nos enseña a tener un corazón como el de esta mujer que vemos en Proverbios 31.
Aquí está Nancy para continuar con el pasaje.
Nancy: El versículo 16 nos dice:
«Evalúa un campo y lo compra;
Con sus ganancias, planta una viña».
Ahora, este versículo nos deja claras varias cosas. La primera y más obvia es que ella considera. Ella piensa antes de gastar. No es una compradora compulsiva ni es una de esas mujeres que sale, ve algo y dice: «¡Cómpralo a crédito!», sino que ella se detiene a pensar: ¿Es algo que necesitamos? ¿Es algo que beneficiará a nuestra familia? ¿Es una compra con la que mi esposo se sentirá bien? Porque, recuerda, el corazón de su esposo confía en ella, así que no tomará decisiones que vayan en contra de su dirección y su liderazgo para la familia.
¿Es algo que podemos permitirnos? Ella piensa antes de comprar. Mi papá solía bromear con mi mamá sobre cómo ella le ahorraba miles de dólares en las rebajas o especiales. Y es que el hecho de que algo está en oferta no significa necesariamente que sea una buena compra, o que sea algo necesario, o que sea el momento adecuado o que la familia pueda permitirse.
Ahora, quiero decir que mi padre apreciaba mucho todo el dinero que mi madre le ahorraba en esas rebajas, ya que ella vestía a nuestra familia de siete hijos y hacía compras cuidadosas, sabias y consideradas. Eso es lo que caracteriza a una mujer virtuosa o excelente.
Aquí tenemos a una mujer que ve un campo a la venta. Ella considera su valor. Considera la situación financiera de su familia, sus necesidades, sus prioridades, y su planificación financiera. Ella consulta con su esposo y ellos juntos acuerdan qué es lo mejor para su familia.
Luego, ella sigue adelante y realiza la compra. Pero lo hace como miembro del equipo, porque ella sirve a su familia. Y hay que tener en cuenta que probablemente no se trataba de un rancho, sino un terreno, de una propiedad que se utilizaría para generar ganancias y beneficios económicos para su familia.
La traducción ampliada en inglés dice: «Ella considera un nuevo terreno antes de comprarlo o aceptarlo, expandiéndose con prudencia y sin descuidar sus deberes actuales al asumir otros nuevos. Con el ahorro de tiempo y energía, planta vides fructíferas en su viñedo».
Así que aquí tenemos a una mujer con buen instinto para los negocios, una mente sabia para los negocios y que sabe cómo determinar si algo será valioso para satisfacer las necesidades de su familia.
Ahora, hay muchas mujeres que no creen que sea importante tener una buena cabeza en asuntos financieros, y eso en realidad puede suponer una gran carga, una responsabilidad adicional para su esposo y su familia.
El cómo exactamente se reparten todo esto, un esposo y una esposa, se puede conversar. El esposo dará la dirección general sobre quién hace los pagos, quién firma los cheques, quién lleva la contabilidad; pero sabemos que la dirección y el liderazgo básicos de la familia vendrán, por lo general, según el ideal de Dios, a través del esposo.
Pero aquí tenemos a una mujer que es compañera de su esposo. Ella es su ayudante. Por lo tanto, se da cuenta de la importancia de ser capaz de pensar con sabiduría y prudencia en asuntos financieros.
He visto situaciones en las que la impulsividad o las exigencias de una mujer han generado una presión increíble sobre su esposo y su familia. Y en algunos casos, han terminado en bancarrota, divorcio, en conflicto, miseria y dolor incalculables para la familia debido a una mujer que actuó de forma independiente y que tomó decisiones financieras basadas en sus propios placeres y sus propios deseos, en lugar de basarse en lo que era mejor para los intereses de la familia; una mujer que necesitaba tener cosas, tenía que poseer cosas de diseñador, tenía que tener cosas caras y que no podía o no quería vivir dentro de los medios y el presupuesto familiar.
Es mejor para tu familia tener menos y no tener tantas cosas; tener un solo vehículo en lugar de dos, tener menos cosas y esperar para conseguir esa casa más bonita o más grande; estar más apretados de presupuesto durante un período de tiempo, pero tener paz en tu hogar, amor en tu hogar y unidad de espíritu en tu hogar, que gastar el dinero que tu esposo no gana u obligarlo a aceptar otro trabajo, o irte de compras para poder mantener ese hábito y luego tener que vivir con las cuentas, las deudas, la presión, el conflicto, las discusiones.
Sabes tan bien como yo que muchas discusiones en los matrimonios se basan en cuestiones económicas porque las mujeres y los hombres no forman un equipo. El esposo y la esposa no actúan juntos como uno solo, y entonces aquí la esposa tiene la enorme responsabilidad aquí, creer que Dios proveerá, proveerá la gracia, la sabiduría y la creatividad para vivir con los recursos que el Señor provee a través de su esposo.
Y permíteme decir que al observar a esta mujer ideal, esta mujer virtuosa, este «espejo», como dice Matthew Henry, este retrato de la feminidad piadosa, quiero reconocer que hay muchísimas mujeres que viven en situaciones que distan mucho de ser ideales.
Esta mañana revisaba un archivo de correos electrónicos que recibimos en Aviva Nuestros Corazones. Algunos son muy alentadores: mujeres que están casadas con hombres piadosos, y que en realidad son matrimonios que buscan al Señor y tratan de criar a su familia en los caminos de Dios. Y ya es bastante difícil vivir así en este mundo, incluso con el mejor matrimonio y las mejores intenciones.
Pero también recibimos muchos otros correos electrónicos y cartas de mujeres que dicen: «No te imaginas cómo es mi hogar». «Mi esposo es alcohólico». «Mis hijos consumen drogas». «Vengo de un entorno abusivo». «Me he divorciado dos veces». «Soy madre soltera y estoy sola con todos estos niños». Y algunas de estas mujeres realmente desean agradar al Señor, pero se encuentran en circunstancias que no son las ideales.
Sé que probablemente esto sea lo normal hoy en día, mucho más normal que la imagen que vemos en Proverbios 31 de un esposo y una esposa temerosos de Dios y que crían hijos en el temor del Señor. Bueno, permíteme decir que eso no sucede de la noche a la mañana. Ninguna familia comienza así en términos de madurez, sino que requiere un proceso; requiere crecimiento.
Y sé que hay muchas, muchas mujeres que escuchan este programa y se desaniman fácilmente porque, cuando buscan temer al Señor, lo hacen en el contexto de un hogar extremadamente difícil. Y quiero decirles a ustedes que Dios tiene gracia para ustedes en medio de su situación.
No puedo darles una fórmula y no puedo decirles cómo resolverlo. No pueden hacer que su esposo se convierta en creyente. No pueden hacer que su esposo sea un hombre piadoso. Pero les diré lo que sí pueden hacer, y es: enfocarse en ser una mujer de Dios, una mujer que teme al Señor y clama a Dios por gracia, como cada una de nosotras tiene que hacer en cada situación particular de la vida, sea cual sea.
Dile al Señor, dile a Dios: «Señor, no puedo hacer esto sin Ti. No puedo hacerlo sola». Es bueno estar en una posición en la que no podemos salir adelante sin Dios; donde nuestras circunstancias nos obligan a clamar a Dios día tras día por ayuda, por gracia, fuerza y sabiduría. Así que mi corazón está con ustedes, y oro por las mujeres que están escuchando este programa y que están tratando de aplicar esto en circunstancias y situaciones muy difíciles de la vida.
Todo lo que puedo decirles es: sé que hay gracia. Sé que pueden ser mujeres de Dios en medio de cualquier circunstancia de la vida. Pueden caminar con Dios. Pueden tener un espíritu agradecido, un espíritu de confianza, un espíritu leal, un espíritu diligente; todas estas cualidades que vemos en esta mujer virtuosa y excelente. Que no dependen del tipo de esposo que tengan ni de si tienen esposo o no. Dependen de tu relación con Dios. Así que eso es lo que debes tener como prioridad al continuar este estudio de Proverbios 31.
Ahora permíteme pedirte que vayamos al versículo 24, porque quiero hablar de este versículo en ese contexto:
«Hace telas de lino y las vende,
Y provee cinturones a los mercaderes».
Vemos aquí a una mujer que ahorra, gasta e invierte sabiamente. Y, de nuevo, todo surge de su temor al Señor, porque siempre está buscando al Señor.
No se trata de «¿Qué me hará feliz?», sino de, «¿Qué quiero hacer con mi vida, mi tiempo y mis recursos? ¿Cómo quiere Dios que gaste mi dinero?».
- ¿Cómo quiere Dios que ofrendemos?
- ¿Cómo quiere que ahorremos?
- ¿Cómo quiere que gastemos?
- ¿Cómo quiere que invirtamos?
La sabiduría viene del Señor.
Sé que muchas mujeres, especialmente aquellas de ustedes, que han tomado la difícil decisión de quedarse en casa cuando tienen hijos y no generan ingresos, en muchos casos, es muy difícil llegar a fin de mes y eso requiere la sabiduría de Dios para saber cómo hacerlo. Necesitas clamar al Señor y decirle: «Señor, Tú eres nuestro proveedor supremo». Pídele que satisfaga tus necesidades.
Y no solo voy a usar la razón y el entendimiento humano para decir: «Bueno, eso significa que tengo que buscar trabajo». Quizás Dios quiere proveer para tu familia de maneras más parecidas a como lo hizo con los hijos de Israel en el desierto cuando les envió maná del cielo.
Y puede que digas: «¡Pero Dios no haría eso!». Pero te diré algo: si confías en Dios y le obedeces, Dios hará lo que sea necesario para satisfacer tus necesidades. Él usó un cuervo para alimentar a Elías en tiempos de sequía, y si Dios necesita enviar un cuervo para alimentarte, soy lo suficientemente simple como para creer que, si es necesario, Dios puede hacerlo. Y puede que lo haga. Él hará lo que sea necesario para satisfacer tus necesidades mientras caminas en fe y obediencia.
Ahora, esta mujer está invirtiendo sus ahorros y las ganancias de su trabajo para aumentar el capital familiar, para mejorar su bienestar financiero. Hemos visto que ella confecciona ropa para su familia, es trabajadora y hace más de lo que su familia necesita, de modo que le sobra lo suficiente para hacer dos cosas.
En primer lugar, (y hablaremos de esto más adelante) ella puede ser generosa. Ella puede ayudar a los pobres. Pero también hace lo suficiente como para vender el excedente. Ella vende cinturones y tela a los comerciantes, lo que genera ingresos adicionales para la familia. Pero el hacer esto no la convierte en el sustento de la familia.
Y entiendo que hay situaciones en las que una mujer no tiene otra alternativa que ser el sustento principal de la familia, pero aquí estamos hablando de cuál es el ideal.
Hay quienes tomarían a la mujer de este pasaje como ejemplo de una mujer profesional y dicen: «Mira, esta mujer de Proverbios 31 está ahí fuera, vendiendo y comprando campos, vendiendo cinturones, vendiendo mercancía o lo que sea». Pero te diré algo: al meditar en este pasaje, te darás cuenta de que esta mujer no representa nuestra visión moderna de una mujer profesional. Al contrario, ella trabaja desde su casa. Ella confecciona estas prendas en casa y luego las vende a los comerciantes, pero eso no significa que sea comerciante. Cuando dice que es «como las naves de mercader», se refiere a que trae a su casa comida y provisiones, no necesariamente un sueldo. Ella compra un terreno, como dijo un escritor, eso no la convierte en agente inmobiliaria, así como comprar zapatos para la familia no te hace vendedora de zapatos.
Esto ocurre desde su hogar, invirtiendo, junto con su esposo, como un equipo, para contribuir al bienestar familiar. Ella desarrolla una industria artesanal y lo hace desarrollando una habilidad que su familia necesita primero. Ellos necesitan ropa, así que aprende a confeccionarla. Necesitan comida, ella aprende a comprar comida, de manera sabia y económica. Ella desarrolla habilidades que contribuyen a su familia y luego es capaz de sacar provecho de esas habilidades más allá de su hogar. Ella es productiva. No es el sustento principal de la familia, ya que esa es la responsabilidad de su esposo, pero sí hace una contribución económica.
Su objetivo no es ganar dinero para su realización personal, ni para tener su propia cuenta de gastos privados, sino que siempre es por el bien de su familia. Hay que tener en cuenta que su objetivo no es construir un negocio. Su objetivo es construir, edificar, un hogar, una familia, ayudar a su esposo, a sus hijos, construir un nombre familiar, edificar la próxima generación. Proverbios, capítulo 14, en el versículo 1, dice: «La mujer sabia edifica su casa, pero la necia la derriba con sus manos».
Esta mujer no está ahí para hacerse de un nombre, para tener su propia carrera, su propia reputación, su propio dinero. No. Ella es una con su esposo. Está comprometida a servir, amar, dar e invertir en todo lo que pueda, incluso financieramente, para que su familia sea todo lo que Dios quiere que sea.
Y Señor, mientras estudiamos este pasaje, pienso en las mujeres que conozco que viven en hogares donde les cuesta llegar a fin de mes. Algunas esposas y esposos han tomado juntos la difícil decisión de que la esposa esté presente en el hogar, especialmente durante los años de crianza, para dedicar su tiempo, atención y afecto a la familia.
Sé que en esta economía donde se considera casi esencial tener dos ingresos, algunas han tomado la decisión valiente y difícil de estar dispuestas a vivir con menos y confiar en que Tú proveerás para sus familias, para que ellas estén en casa cuidando de su familia, de su esposo y de sus hijos.
Quiero levantar de manera especial a esas mujeres hacia Ti, Señor, y orar para que las animes, las fortalezcas, les enseñes a ellas y a sus esposos a clamar a Ti como Su proveedor; que les enseñes a caminar por fe, que les demuestres Tu poder en este mundo tan secular para proveer de maneras sobrenaturales.
Te pido que sus hogares y sus vidas, se conviertan en un testimonio, un tributo a Tu poder y de Tu capacidad para satisfacer sus necesidades.
Te ruego que les des sabiduría y les muestres cómo pueden contribuir económicamente al bienestar de la familia. Muéstrales cómo desarrollar habilidades y destrezas que puedan usar, no solo para ministrar a su familia, sino también para ser generosas. Que tengan ingresos adicionales al trabajar desde sus hogares. Enséñales a ser productivas, a dar fruto, a ser emprendedoras y a ser sabias.
Y glorifícate, Señor, mientras buscamos vivir las prioridades que has establecido para nuestras vidas. Te pido todo esto en el nombre de Jesús. Amén.
Débora: Cuando te esfuerzas por administrar bien las finanzas de tu hogar, glorificas a Dios. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha ayudado a comprender esto al guiarnos a través de Proverbios 31.
Tú y yo hemos sido creadas para dar gloria a Dios y en Aviva Nuestros Corazones queremos ayudarte de diversas maneras a hacerlo. Una de ellas es aprendiendo a abrazar y amar el diseño de Dios para ti como mujer. Es por eso que nos encantaría que obtengas una copia del folleto de Nancy titulado «Retrato bíblico de la mujer». Este recurso analiza lo que la Biblia dice sobre glorificar a Dios como mujer.
¿Y sabes? No puedes vivir lo que escuchamos hoy sobre la buena administración de las finanzas familiares si no tienes un corazón contento. Erin Davis habló con Melissa Kruger sobre el contentamiento aquí en Aviva Nuestros Corazones. Para cerrar el episodio de hoy, escucharemos un poco de esa conversación.
Melissa Kruger: Empecé a ver esto cuando vivía en una ciudad que, sinceramente, era muy rica y muy adinerada. Las mujeres «lo tenían todo», y yo, en cierto modo, también vivía así.
Sin embargo, también luchaba por sentirme satisfecha. Parecía algo difícil de alcanzar, pero que siempre estaba a la vuelta de la esquina, como por ejemplo: «Cuando todos los niños se vayan a la escuela… Cuando consigamos la casa ideal… Cuando estemos en el vencidario ideal…».
Y esto era algo que llevábamos haciendo desde la universidad, ¿verdad? O quizá incluso desde antes: «Cuando entre en la universidad…». Empecé a darme cuenta de que esto parecía ser un patrón de vida que tal vez tenía algo que ver conmigo, y no solo con mis circunstancias.
Fue en esa lucha, y realmente en mi estudio de las Escrituras, que llegué a comprender que este es un patrón de pecado y así es como se manifiesta en mi corazón, en lugar de verlo como «circunstancias que me siguen sucediendo».
Erin Davis: Entonces estás diciendo que el grito de la persona codiciosa es: ¡La vida no es justa!». ¿Cómo relacionas esa sensación de injusticia con la codicia?
Melissa: Creo que la raíz está dentro de nosotras, en cómo miramos la vida, y yo hice esto de niña, con mi hermano. Es un gran lugar para aprender acerca de tu pecado, simplemente por tener un hermano. Recuerdo que iba donde mi mamá y le decía: «¡Eso no es justo! ¡La vida no es justa!». Y mi mamá siempre respondía: «La vida no es justa». Creo que es una de las mejores cosas que me enseñó. ¡Y qué preparación para la vida! Ciertamente, no es justa.
Algunas personas entrarán en mejores universidades que tú. Otras ganarán más dinero que tú. Otras tendrán mejores matrimonios que tú, mejores hijos que tú. Así es la vida y realmente no sabemos cómo será nuestra vida.
Ni siquiera creo que sepamos cuántas expectativas tenemos en la vida hasta que nos adentramos en ella, y, de repente, nos damos cuenta de que no se están cumpliendo. En el fondo de nuestra alma, clamamos a Dios: «¡No has sido justo conmigo!». Ese es un dolor muy profundo.
El evangelio dice: «La vida no es justa a tu favor o por tus logros. Merecías una eternidad de castigo e ira, ¡y todo ha sido derramado sobre Cristo, el Hijo de Dios!».
Así que, si para alguien la vida no ha sido justa, ¡fue para Cristo! Hoy estamos aquí porque Su sangre fue derramada por nosotras. Entonces, ¿cómo puedo decir que Dios no ha sido justo conmigo? Eso es un insulto a la gracia que he recibido, y básicamente, al hacerlo, estoy comparando lo que no tengo con la cruz de Cristo.
Digamos que no tengo un auto con puertas corredizas (y eso no es por lo que solemos quejarnos, simplemente es un ejemplo sencillo), pero, ¿voy a decir: «Jesús, sé que fuiste a la cruz por mí; sé que moriste y derramaste Tu sangre por mí… pero ¿por qué no me has dado un auto con puertas corredizas?».
¡Qué vergüenza! Es como cuando alguien te da un millón de dólares y le dices: «¿Puedes darme este centavo?». Eso demuestra que realmente no valoras la cruz de Cristo ni lo que Él ha ganado por nosotras, porque, si Dios nos dio a su Hijo, ¿acaso no podemos confiarle lo que nos niega? En muchos sentidos, no lo hacemos, y clamamos: «¡No es justo!».
Erin: Eso me recuerda a Gálatas, capítulo 1, cuando Pablo dice: «Me maravillo de que tan pronto ustedes hayan abandonado a Aquel que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente, que en realidad no es otro evangelio…». Es como si dijéramos: «Necesito a Cristo más (completa el espacio en blanco)». Le estamos añadiendo al evangelio.
Creo que al final del día no profundizamos mucho en esto, así que, Melissa, aprecio que hagas la conexión entre «Me siento insatisfecha, me siento inquieta, me siento infeliz» y «¡La vida no es justa!», cuando en realidad se trata de la cruz.
Y hablas de que este es realmente un problema de incredulidad, porque decimos que Dios no es bueno, ni cuida de nosotras, ni es soberano.
Melissa: Creo que ese es nuestro mayor problema. Y, en realidad, eso es lo que Satanás hizo en el jardín con Eva. Él despertó su incredulidad, y pienso que lo hizo en dos áreas. La primera es cuando le preguntó: «¿De verdad Dios tiene el control?», y luego le dijo: «No morirás». Básicamente, lo que la serpiente le preguntó a Eva fue: «¿De verdad Dios cumplirá Su voluntad? ¿Hará lo que dijo que haría?».
Erin: «¿Cumplirá Sus promesas?».
Melissa: Exacto. Y luego, lo segundo fue que cuestionó la bondad de Dios. Es como si hubiera querido reprobar a Dios por ocultarle algo a Eva cuando le dijo: «¿Qué pasa con ese árbol? ¿Por qué no puedes comer de él? Dios sabe que serás como Él». El enemigo despertó la incredulidad al cuestionar la bondad y la soberanía de Dios, y el hecho de que Dios reina.
Y pienso que eso es exactamente lo mismo que hace con nosotras. Cada una de nosotras duda de diferentes maneras. Y yo tristemente lo he hecho de esta manera: «¿Es Dios realmente bueno conmigo?». Pero para otros, sería: «¿Puede Dios realmente hacer lo que dijo que haría? ¿Cómo puede cumplir Sus buenas promesas para mí si esto es verdad en mi vida?».
Así que siempre lidiamos con este mismo tipo de incredulidad que puede presentarse en diferentes maneras. Pero creo que la incredulidad es la raíz del asunto.
Erin: Mientras mencionabas lo que sucedió con Eva, pensaba en lo fácil que fue engañarla. Y me refiero a que ella cayó en la trampa. No hubo que convencerla; no tuvieron que discutirlo. Y creo que, porque esas mentiras están tan arraigadas en nuestro corazón, caemos en ellas. Yo sé que a mí me pasa una y otra vez.
Melissa: Así es. Son esas pequeñas preguntas las que alborotan todo.
Erin: Totalmente. Mencionaste tres características de la codicia que son muy importantes. Primero, la codicia es un patrón pecaminoso y no una circunstancia. ¡Uy! ¿Cuál es la diferencia?
Melissa: Bueno, creo que la mayoría podemos identificarnos porque miramos atrás y vemos ese patrón en nuestras vidas. Si piensas en lo que realmente querías a los quince años, quizás te rías.
Erin: ¡Un novio!
Melissa: ¡Sí!, y ahora piensas: «¡Me alegro tanto de no haberme casado con ese chico!».
Erin: ¡Oh sí!
Melissa: Exactamente. Y realmente querías algo o a alguien. Cuando miras atrás a tus veinte años, anhelabas algo más. Cuando llegas a los treinta, anhelas otra cosa. Luego, a los cuarenta y así sucesivamente.
Ese es un patrón que continúa en la vida. Y me di cuenta de que es realmente un patrón de pecado, porque nos sigue robando el gozo, y no lo hace solo en nuestras circunstancias. La realidad es que Cristo dijo: «Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).
Es como si no quisiéramos esa segunda parte. Queremos escuchar sobre paz, y por eso pensamos que la paz debería descender directamente desde el cielo hasta nosotras. Pero Cristo dice que el mundo, y las circunstancias que enfrentarás aquí, están llenos de problemas, entonces Él nos asegura: «En Mí encontrarás paz, no en las circunstancias que permito en tu vida».
Cuando nos sentimos esclavas de nuestras circunstancias, siempre reaccionamos a ellas y nos sentimos golpeadas por la vida. Pero cuando lo reconocemos como un patrón de pecado, entonces es cuando podemos luchar contra eso.
No se puede luchar contra una circunstancia. Intentamos controlarla y hacer que suceda como queremos. Sara lo hizo con Abraham y no le fue bien, y tenemos ejemplos de personas que hicieron lo mismo.
Pero la realidad es que este patrón continuará sin importar nuestras circunstancias. Por eso debemos aceptar que puede que consigamos lo que queremos, pero nuestro corazón seguirá luchando con este patrón.
Débora: Ellas son Melissa Kruger y Erin Davis hablando sobre cómo encontrar contentamiento en el Señor. Esa es la base de todas nuestras decisiones financieras.
Ahora, ¿sientes que a menudo te falta la fuerza para terminar tu trabajo del día? Nancy DeMoss Wolgemuth hablará a mujeres en estas circunstancias el día de mañana aquí en Aviva Nuestros Corazones, mientras continuamos con esta serie de Proverbios 31. ¡Te esperamos!
Ayudándote a descubrir y abrazar el diseño de Dios para tu vida, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
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