Oración: la vitamina esencial de una joven cristiana

¡Nuestro viaje por el Manifiesto de la Mujer Verdadera aún no termina! Hoy exploraremos otro de los llamados a la obediencia que nos exhorta a la oración. Descubrirás cómo hacer de la oración un encuentro genuino y constante con Cristo. ¡Prepárate para transformar tu vida de oración y crecer en intimidad con tu Padre celestial!

Aquí te compartimos algunas frases y versículos del episodio de hoy:

Llamado a la obediencia

Oraremos por un movimiento de avivamiento y reforma entre el pueblo de Dios que resultará el avance del reino y del evangelio de Cristo entre todas las naciones. 

¿Cómo podemos llegar a ver la oración como algo vital y no como una rutina más?

• La definición de la oración es: hablar con Dios. Podemos pensar que la oración es más un monólogo, cuando en realidad es una iniciativa de Dios. Cristo, por medio de Su Espíritu Santo, nos ha dado la oración como la forma de comunicarnos con Él. Es como una línea directa al cielo, al corazón de Dios, para tener una relación íntima con Él.
• La oración es algo que no podemos hacer solas, así que necesitamos la asistencia de Cristo y de Su Espíritu Santo para poder hacerlo, porque la oración es el oxígeno de la vida cristiana.
• Intentar vivir la vida cristiana sin profundidad en la oración, es como usar herramientas de calor para estilizar nuestro cabello sin conectarlos a la corriente eléctrica, ¡no va a funcionar! Lo mismo sucede cuando tratamos de vivir nuestras vidas como cristianas sin orar. Se trata de encontrarnos con Cristo.

¿Cómo podemos cultivar una vida de oración que sea constante y real, y no solo cuando tenemos una crisis?

Las 4 D de la oración:

1. Distracción: Está atenta para identificar contra quién estás luchando. Es una lucha entre nuestra carne, nuestra comodidad, no depender de Dios, y también contra el enemigo que hará todo para distraernos. Así que, ora lo más temprano que puedas, lo más constante que puedas, lo más frecuente que puedas. 
2. Disposición: Ten una actitud de reverencia para encontrarte con Dios. Acércate a Dios en adoración, en súplica.
3. Dependencia: Ora para no hacer nada en tu propio entendimiento, porque le perteneces a Él y porque necesitas que Él te guíe.
4. Dirección: Utiliza la Palabra de Dios como guía para orar. ¡Ora la Palabra de Dios! 

• Tener en cuenta estas cuatro cosas, puede ayudarte a trazar un camino que te ayude a mejorar tu manera de orar.

¿Alguna vez podemos recibir una respuesta a una oración que nos haga comprender que Dios realmente nos escucha?

• La respuesta más grande a las oraciones es Cristo. En toda la Biblia vemos respuestas constantes de las promesas de Dios, respuestas a oraciones de los hijos e hijas de Dios. 
• Dios puede hacer milagros especiales en peticiones pequeñas, pero también en momentos trascendentales, momentos en donde solo Dios puede hacer lo imposible.
• Nuestras peticiones de oración se convierten en invitaciones para que Dios obre. 

Consejos para no rendirte en los momentos de sequedad espiritual cuando no sabemos qué orar o sientes que no tienes palabras.

¡Esos momentos vendrán! Todo creyente los ha tenido, así que no es algo que solo te ocurre a ti. La diferencia radica en:

• No utilizar esos momentos para medir si eres creyente o no y sumergirte en el valle de la victimización.
• Utiliza esos momentos para buscar refugio en Cristo, y clama: «¡Señor, te necesito!». ¡Necesitas vitamina O!Oración.
• Corre como una niña a los brazos de Tu Padre y dile: «Padre mío que estás en los cielos!». 

¿Cómo puedes contrarrestar la sequedad espiritual?

• De manera honesta, revisa a qué le estás dedicando tu tiempo y cómo estás dividiendo tu día.
• Aprende a orar, ¡orando! ¡Habla con Dios! Expón tu corazón delante de Él. 
• Inicia orando la oración modelo que nos dio Cristo en Mateo 6.
• Busca una compañera de oración. 
• Ten un diario de oración. Sé creativa en qué método usas para orar. 
• Ora en voz alta. 

¿Cómo oramos por algo tan grande, como el avivamiento para las naciones, cuando a veces sientes que apenas puedes orar por ti misma? 

• Si solo estás orando por tus necesidades, entonces no has entendido el poder y el propósito de la oración. 
• La oración tiene un aspecto individual, pero también tiene un aspecto global, al cual también has sido llamada.
• Si te sientes abrumada con tus propias cosas, toma un motivo al mes o a la semana, de algo específico de otra persona, o de tu ciudad, o del mundo, y ora por eso. Preguntarle a alguien cercano cómo puedes orar por él o por ella, te ayudará a entender el aspecto global de la oración.

Consejos para volver a la oración cuando no quieras orar

¿Cuándo dejamos de orar?

• Los momentos en que todo anda «bien» y nos creemos independientes, y pensamos que podemos continuar con nuestras vidas, nuestro día y las tareas de la vida sin la dependencia de Dios. 
• Los momentos en los que todo está muy mal, y no queremos ni hablar con Dios ni hablar con nadie.

¿Qué podemos hacer para volver a la oración?

1. Ver el ejemplo de Cristo: los Evangelios nos dan muestra de la dependencia del Hijo de Dios hacia el Padre. 

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• Necesitamos entender nuestras limitaciones. Si Cristo, siendo Dios, tomó tiempo para orar, Él trazó el camino para que yo haga lo mismo. 

2. Necesitamos exponernos a la Palabra de Dios en este tema. A veces, estamos un poco alejadas del tema de la oración porque no sabemos lo que dice la Biblia sobre eso.

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• «El Señor está cerca de todos los que lo invocan, de todos los que lo invocan en verdad» (Salmos 145:18).

3. Leer biografías de hombres y mujeres de fe, cuyas vidas estaban cimentadas en la oración.  Por ejemplo, George Müller, un siervo de Cristo que vivió en el siglo XIX en Inglaterra, de las muchas cosas que él hizo, entre ellas, estuvo crear orfanatos. En sus diarios se recopiló un listado de aproximadamente 50,000 respuestas a sus oraciones en 60 años de ministerio. ¡Eso es más de 500 respuestas a oraciones por año!

• El método de George Müller era sencillo: conversar con Dios, orando la Palabra de Dios. 
• Nosotras también podemos hacer lo mismo con la Palabra, tomar versículos y orarlos.

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• ¡Corre hacia Dios en oración! No como un deber, sino como un privilegio. No se trata de oraciones perfectas ni de palabras elocuentes, sino de un corazón que acude a su Padre con sinceridad.

Para reflexionar:

• «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo». —Mateo 6:9-10
• «Si se humillare Mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieran de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra». —2 Crónicas 7:14 (RV 60)
• La oración no es un monólogo frío ni una rutina religiosa, sino una invitación de parte de Dios mismo a tener comunión con Él. No se trata de cumplir con una lista o de impresionar a Dios con palabras bonitas, sino de acercarnos a nuestro Padre con un corazón sincero, dependiente, dispuesto y humilde. 
• Orar es respirar para el alma. Es reconocer que no podemos solas, que necesitamos a Cristo y a Su Espíritu para sostenernos y guiarnos.

Recursos recomendados:

Libro digital, Cuando no encuentras palabras para orar

Blog, Cuando no tengo deseos de orar

Episodio, ¡Ayuda!, no soy consistente en la oración

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