Día 157 | Job 35 – 38
«¿Quién es este que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento? Ciñe ahora tus lomos como un hombre, y Yo te preguntaré, y tú me instruirás». -Job 38:2
Amada hermana, continuamos con Job. Hoy, Eliú continúa su confrontación a Job durante todo el capítulo 35, y aunque la mayor parte de lo que él dice ya se había dicho antes, es importante recordar sus postulados, ya que siguen siendo importantes para nosotras recordar hoy en día. En este capítulo Eliú procuró recordar a Job que Dios honraba a los rectos y condenaba a los orgullosos; y en el capítulo 36, de una manera impresionante, empieza a hablar de la grandeza de Dios con la intención de que Job aceptara que lo que le había sucedido, venía de la mano de Dios. Haya sido o no causado por disciplina divina, él debía arrepentirse en humildad y procurar buscar …
«¿Quién es este que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento? Ciñe ahora tus lomos como un hombre, y Yo te preguntaré, y tú me instruirás». -Job 38:2
Amada hermana, continuamos con Job. Hoy, Eliú continúa su confrontación a Job durante todo el capítulo 35, y aunque la mayor parte de lo que él dice ya se había dicho antes, es importante recordar sus postulados, ya que siguen siendo importantes para nosotras recordar hoy en día. En este capítulo Eliú procuró recordar a Job que Dios honraba a los rectos y condenaba a los orgullosos; y en el capítulo 36, de una manera impresionante, empieza a hablar de la grandeza de Dios con la intención de que Job aceptara que lo que le había sucedido, venía de la mano de Dios. Haya sido o no causado por disciplina divina, él debía arrepentirse en humildad y procurar buscar el rostro de Dios en medio de esto.
Nosotras sabemos que todo esto fue orquestado por Dios, pero ni Job ni sus amigos lo saben. Por esto tienen una visión limitada, y hacen sus juicios basándose en lo que conocen de Dios. Algo importante que quiero aclarar es que, mientras más conozco a Dios, mientras mi teología con respecto a Su carácter es la que proviene de Su palabra, más fácil será para mí el ver las circunstancias de la vida a través del lente de Dios y no necesariamente de la idea preconcebida que tengo de Dios.
En el capítulo 36 veo a Eliú como un hombre que en humildad reconoce su condición, su conocimiento limitado, pero apunta a la grandeza de Su Dios. Lo reconoce como:
- El Todopoderoso
- El Justo
- El Compasivo
- El Dios que libra
- El Dios Eterno
- El Dios inescrutable
- El Dios que gobierna todo
¡Uf! y pudiera seguir mencionando los atributos que nos explica aquí, pero al final del 37 vemos que Eliú se siente desilusionado porque Job al parecer sigue en su posición. Y aquí entramos a los capítulos más espectaculares que he podido ver en la Biblia; a partir de este momento veremos a Dios mismo entrar en escena y hablar.
¿Qué vemos en el capítulo 38?
Dios hace Su entrada triunfal en este círculo de conversaciones, y siempre que lo leo me hace recordar mi humanidad y la pequeñez de mi existencia. Imagínate por un momento la escena: que Dios llegue en medio de un torbellino y que lo que tanto has pedido te lo conceda: «que pueda venir delante de Dios y exponer mi causa»… bueno, Job, ¡prepárate!
Dios básicamente le hizo ver su ignorancia, le dice que se ciña los lomos como un hombre y que responda. Le dice que ahora es Él quien le preguntará.
- Describió las maravillas de la creación y le preguntó a Job si cree que él podía hacer algo mejor.
Dios hace aproximadamente unas 40 y tantas preguntas a Job, empezando con la creación.
Me encanta porque aquí encontramos cosas reveladas que el ser humano vino a «comprobar» en nuestros tiempos a través de la ciencia. Sin embargo, ya Dios hacía años lo había dicho en Su Palabra. Cosas como la redondez de la tierra, sus medidas, las estrellas, el límite al mar. ¿Te has preguntado quién le dijo al mar «de aquí no pasarás»?
No sé tú, pero a mí me estremece cada vez que leo estos capítulos de Job, tanto que no caben en mi cabeza, y al verlos explicados en detalle no puedo hacer nada más que inclinar mi corazón, entender mi pequeñez. Alabo a este Dios tan maravilloso por haberme escogido desde antes de que todo esto que está aquí descrito fuera hecho; ya yo estaba en Su corazón (Ef. 1:4).
Toma un tiempo y alaba al Señor tu Dios por el increíble regalo de la salvación, algo que no merecemos más que por Su gran amor.
Una canción que me encanta y que mientras escribía esto pensaba y cantaba, de hecho me remontó a mi adolescencia cuando conocí al Señor, se llama Mi Redentor Vive.
Resume con tus palabras el mensaje de estos capítulos.
¿Cómo reaccionas cuando estás en medio del dolor y la confusión? ¿Adónde corres?
Transforma la enseñanza que te dejó la lectura de hoy en una oración al Señor.
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